jueves, 14 de abril de 2011

La estampa en Canarias


LA ESTAMPA EN CANARIAS
Desde los comienzos del reinado de Felipe V hasta la subida al trono de Isabel II


INTRODUCCIÓN

    La xilografía y la calcografía, procedimientos de estampación en los que se manipulan matrices talladas de madera o metal, fueron introducidas en el archipiélago canario en la segunda mitad del siglo XVIII, a la vez que la imprenta y sus tórculos y prensas; por tanto las láminas impresas con anterioridad a esa fecha y relacionadas con las islas, se editaron casi en su totalidad en Europa, con la excepción de haber sido algunas de ellas abiertas a partir de dibujos de artistas locales [1].

Miguel Rodríguez Bermejo:
El Santísimo Cristo de los Dolores de Tacoronte.
Grabado al buril a los puntos. Santa Cruz de Tenerife, 1823.
 Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
    El acceso a la educación en las islas a lo largo de la centuria décimo octava se limitaba a determinados vástagos de las clases pudientes, y se circunscribía a la órbita de los diversos conventos de frailes y al Seminario Conciliar de la Purísima Concepción de Las Palmas, establecido el 17 de junio de 1777, a los que se accedía después de cursar con las amigas, maestras encargadas de la educación elemental y la enseñanza de las primeras letras. El establecimiento de las reales sociedades económicas en el Archipiélago (1776 y 1777) contribuyó de manera decisiva a la planificación y promoción del estudio de las artes liberales y los oficios artísticos. Aún habría que aguardar hasta 1816 para que las viejas aspiraciones de creación de una Universidad en Canarias se concretaran, a pesar de múltiples intentos que tienen su origen en 1701 y en la Bula dada por Clemente XI al convento agustino del Espíritu Santo de La Laguna, que le facultaba para otorgar los grados en Artes, Filosofía y Teología Escolástica y Moral.
    Y es de este ámbito del que proceden los primeros grabadores, dos de ellos eclesiásticos, y con una producción casi exclusivamente dirigida a un público devoto, que adquiría estampas religiosas en ferias y romerías. Pero en corto espacio de tiempo, y gracias a la beneficiosa influencia de las referidas sociedades patrióticas, va a alcanzarse un cierto grado de laicidad en el grabado canario en el que comenzaremos a observar reproducidas alegorías didácticas, marmosetes, viñetas, emblemas, escudos de armas y retratos reales.
    El clérigo manteísta don Miguel Rodríguez Bermejo (1721-1790), según el investigador Pedro Tarquis, suscribió un contrato con fray Nicolás Peraza de Ayala que le obligaba a la realización de una vera efigie del Santísimo Cristo de los Dolores de Tacoronte, en cuyas primeras ediciones puede leerse al pie: A devoción del Muy Reverendo Padre Definidor Fray Nicolás Perasa de Ayala; la esculpió Miguel Bermejo en La Laguna, año de 1769 [2]. Sabemos que Bermejo cobraba por grabar y por estampar de manera diferenciada, con lo que esta lámina pudo ser grabada en La Laguna y debió ser impresa en Santa Cruz, en la oficina de don Pedro Pablo José Díaz y Romero, único establecimiento que contaba en aquel momento con un tórculo, artilugio mecánico preciso para poder realizar la edición, tal y como se desprende del inventario de la misma llevado a cabo el 6 de marzo de 1781, poco después del fallecimiento de su propietario.
    La imprenta de la Real Sociedad se estableció en La Laguna en torno a 1780, aprovechando las circunstancias del fallecimiento en Santa Cruz del citado operario y el arribo a la isla de otro impresor, Miguel Ángel Bazzanti y Arighetti, natural de Liorna. Ya al año siguiente el citado Bermejo imprimía en ella un sello con el emblema de la Económica y en 1786, fray Antonio Hernández Bermejo (1760-1837) talla la plancha del Mapa con planos y vistas de las Yslas de Canaria…, y la firma con la siguiente apostilla: Abierto en el Convento Agustino de La Laguna. Año de 1786, lámina que se repartió junto con un número del Semanario Enciclopédico Elementar [sic] del ingeniero militar Amat de Tortosa [3], impreso en dicho taller.
    El padre presentado fray Antonio Hernández Bermejo nació en Icod de los Vinos el 8 de febrero de 1760, y profesó en el citado cenobio el 8 de marzo de 1777 [4]. Cuando celó la mencionada plancha contaba 26 años de edad, se había ordenado de sacerdote y no había abandonado las islas para realizar sus estudios. Todo parece indicar que ambos artífices fueron autodidactas pues, don Miguel Rodríguez Bermejo, 39 años mayor que él, y único en la práctica de aquel oficio artístico en la isla, falleció en 1790, cinco años después que fray Antonio escribiera a don Fernando de Molina Quesada enviándole un grabadito piadoso y haciéndole presente que disimulará sus defectos en la consideración de que ni sé dibujar ni he aprendido a manejar el buril [5].

Fray Antonio Hernández Bermejo:
 Escudo del Real Consulado Marítimo y Terrestre de Canarias. Ca. 1786.
Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife


     Titubeante comienzo para la introducción de una técnica que precisa como pocas de maestros y de la transmisión personal y directa de los secretos inherentes a la profesión y que dio como resultado que, finalizando ya la centuria siguiente, la penosa situación siguiera siendo, prácticamente, la misma.
    Sebastián Padrón Acosta consideró y se equivocaba, que el primer retrato burilado en Canarias era obra de don Luis Paulino de la Cruz y Ríos (1776-1853). Lo cierto es que mientras no aparezcan otras estampas que indiquen lo contrario, la labor pionera en la práctica del grabado en Canarias habrá que atribuírsela a los referidos clérigos que comparten el apellido Bermejo, sin ser, hasta donde alcanzan nuestras noticias, parientes 
    Don Luis de la Cruz, que había aceptado el honroso cargo de alcalde real del Puerto de La Orotava en 1807 y no estaba limpio de sospechas de afrancesamiento, movido por un súbito e interesado patriotismo, ordenó la recogida de todos los retratos y estampas con la efigie de Napoleón, bajo pena de multa. Como contrapartida, el alcalde-pintor, pretendía difundir la imagen del Rey Fernando VII y, a tal efecto, se propuso grabar unas láminas a la vista de un retrato del monarca que, procedente de Cádiz, había llegado a la isla. Con este fin dirigió una carta fechada en 11 de agosto de 1808 al presidente y miembros de la Junta de Canarias, expresada en estos términos: Deseoso el alcalde real del Puerto de La Orotava de que circulasen por todas partes los retratos de nuestro amado monarca, el señor don Fernando VII, pronto y a poca costa; y considerando que esto no se podía verificar de ninguna manera haciéndolo al pincel, le ocurrió abrir una pequeña lámina con el objeto de que sirviesen para poner en las escarapelas (...).
    Los grabados fueron elogiados por los miembros de la Junta, pero don José Agustín Álvarez Rixo, con la objetividad que produce el distanciamiento en el tiempo, los juzgaba, ya en la senectud, con la oportuna crueldad que emana de este escrito suyo: Ejemplar de los infinitos retratos del Rey Don Fernando séptimo que moda entuciástica (sic) tanto en la Gran Canaria como en las demás islas poner en el centro de las cucardas de los hombres de todas clases, y en los medallones de algunas señoras desde mediados de Julio de 1808, hasta 1812, en que se fue desusando.
    Dicho mesquino (sic) retrato costaba de uno á dos reales de vellón se le sobreponía una orla de lentejuelas ó de hilo de oro, el todo sobre el color encarnado nacional. En Tenerife costaba un peso duro cada uno de los muchos retratos de colores que pintaba el celebre artis (sic) Don Denis (sic) de la Cruz i de estos ubimos (sic) conserva el que escribe el usado por su padre en la cucarda.
    A esta escueta nómina de grabadores iniciales habría que añadir, como el más joven de ellos, al canario José de Ossavarry y Acosta (1780-1827) autor, entre otros de escaso mérito, de un grabado tallado en Canaria en 1807, que representa una alegoría de la Agricultura y que figura inserto en el Librito de la doctrina rural de don José de Viera y Clavijo [6].

ALGUNAS LÁMINAS IMPRESAS EN LAS ISLAS EN EL SIGLO XVIII

MIGUEL RODRÍGUEZ BERMEJO

    La producción artística de Miguel Rodríguez Bermejo se concreta, casi exclusivamente, en el retrato y la variante en que éste tiene la particularidad de reproducir fielmente una imagen de devoción: la vera efigie. A medida que avanza la investigación sobre éste, hasta hace poco tiempo casi desconocido artífice, se amplía el repertorio de las obras propias y de otras que pueden serle atribuidas. La primera y más antigua, indudablemente suya por encontrarse firmada, es la ya citada vera efigie del Cristo de los Dolores, que alcanzó, al menos, dos tiradas: la primera en 1767 y la siguiente en 1823, cuando su autor ya había fallecido.

    Fray Juan de Jesús
    Representa este grabado que ahora atribuimos a Miguel Rodríguez Bermejo, entallado al buril, de cuerpo entero y rodeado por seis ángeles que sostienen cuatro medallones, al popular lego del convento de San Diego del Monte, fray Juan de Jesús (1615-1687), cuya biografía publicara en 1701 otro religioso franciscano, fray Andrés de Abreu. Ambos personajes nacieron en el norte de la isla de Tenerife, el humilde lego en Icod de los Vinos, en 1615, el pulcro escritor en La Orotava el 30 de noviembre de 1647.
    Fray Juan de Jesús fue una de las figuras más controvertidas de la vida religiosa lagunera de su siglo. Su ejemplar vida sirvió de guía a la también sierva de Dios sor María de Jesús de León Delgado, nacida como él en un pueblo del norte tinerfeño, en este caso, El Sauzal, que vivió y murió en la ciudad de los Adelantados y de la que era confesor.
    El grabado fue hecho a expensas de don Francisco García de la Guerra, décimo poseedor del mayorazgo de Guerra, tronco con su mujer doña Paula de Mesa y Ponte de la familia García de Mesa, a la sazón, síndico de la causa de beatificación de aquel venerable padre. La estampa que conocemos se guarda en la Real Sociedad Económica de Amigos el País de Tenerife.
    En la lámina se figura al fraile descalzo, sobre un pavimento enlosado, con una cruz entre sus brazos y las manos cubiertas por las mangas del hábito. Una filacteria en lo alto lleva el siguiente texto: Iste homo perfêcit ómnia qude lo cuius est ei Deus. En los dos medallones sostenidos por dos ángeles a derecha e izquierda del retrato se lee, en el primero: “El Venerable Padre Fray Juan de Jesús Religioso Lego del Orden de San Francisco de la Provincia de las Canarias Nació en la Isla de Tenerife por Diciembre de 1615 y en el segundo: Murió a 6. de Febrero de 1687. y está Sepultado en el Convento de San Diego del Monte = de la Ciudad de la Laguna, con fama de Santidad. En la parte baja de la estampa y a ambos lados de la imagen, otros dos medallones rezan: A expensas de Don Francisco García de la Guerra y Sindico de la Causa de el Venerable Padre Año 1771”.

    Nuestra Señora de la Concepción
    De 1772 y, probablemente del mismo autor, debe ser también una lámina excelente que representa la vera efigie de Nuestra Señora de la Concepción y pertenece a las colecciones del Museo de Artes Decorativas Cayetano Gómez Felipe de La Laguna.
    Lamentablemente mutilado, al grabado le faltan sendos fragmentos en la parte superior e inferior, lo que nos impide saber si estaba firmado, como hizo el posible autor con su precedente, el del Cristo de los Dolores, que presenta indudables similitudes con éste, tanto en la técnica empleada -la alternancia de la incisión limpia de línea de buril y el uso del tallado a los puntos para lograr sombras y medias tintas- como en la distribución de cartelas y filacterias, semejanza compartida con el también descrito de fray Juan de Jesús. Rocallas y angelotes se hallan presentes alternando en la composición de estas dos últimas estampas. Los palios encintados con galones de idéntico dibujo e, incluso, el leve burilado del fondo imitando los arabescos del damasco, presentes de manera rotunda en la del Cristo y apenas perceptibles en la de Nuestra Señora de la Concepción. Este grabado ha sido analizado y descrito recientemente por Carlos Rodríguez Morales [7].

    Nuestra Señora del Socorro
    De menor empeño y dimensiones (13,2 x 8,5 cm), quizás debido al hecho de que se trató de reproducir con la técnica del grabado una pintura y no una talla escultórica, como había venido haciendo Miguel Rodríguez Bermejo, esta lámina carece de la abundante ornamentación a base de rocallas que caracteriza la mayor parte de su producción. Nimbadas se encuentran las imágenes de la Virgen y el Niño que han sido esculpidas, como sucede con toda la obra de este artista, alternando las técnicas de la talla al buril y el punteado o pointillé. Una sencilla didascalia situada en la parte inferior da cuenta de que se trata del: “Diseño de Nuestra Señora del Socorro que se venera en su Templo Agustininiano dedicado a el Capitán de Granaderos Don Bartolomé Gonzales de Mesa=Ministro calificado, y Alguacil Mayor del Santo Oficio; Patrono del mismo Templo. Año 1778”. El ejemplar que conocemos se custodia en el Fondo Benítez de la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.

   Nuestra Señora de Candelaria
    El grabado en talla dulce, de pequeñas dimensiones (13,7 X 9,2 cm) reproduce el “RETRATO DE NUESTRA SEÑORA DE CANDELARIA PATRONA de las islas Canárias aparecida y venerada en la de Tenerife por sus milagros desde la Gentilidad. Dedicado á el Señor Don Bartolomé Montañéz, Castelláno vitalício de el de Candelaria; y especiál devoto de esta REYNA. Año 1780”.
    El único ejemplar que conocíamos de esta lámina, que no dudamos en atribuir al grabador Miguel Rodríguez Bermejo, se encontraba adherido, junto con otra del mismo autor que representa al obispo García Ximénez, a unas notas manuscritas en el Libro de Decretos de la parroquia de El Salvador de La Matanza de Acentejo por el beneficiado don Fernando de San Josef Fuentes. Recientemente ha sido publicado otro procedente de una colección particular de La Laguna.
    La estampa presenta cierta similitud, en cuanto a la distribución del espacio y la decoración floral, con la que grabara José de Sossa en 1739, a partir de un dibujo de José Rodríguez de la Oliva, y que representa a la Sierva de Dios sor María de Jesús. El rostro y las encarnaciones de las imágenes de la Virgen y el Niño, así como el rostrillo, están tallados a los puntos, técnica que también empleó Bermejo a la hora de plasmar la cabeza del obispo García Ximénez, cuando abrió esta plancha tres años más tarde, y que ya había empleado en otras obras suyas anteriores.
    La figura del generoso comitente, don Bartolomé Antonio Méndez Montañés, es bien conocida por los estudiosos de la Historia del Arte en Canarias y ha sido tratada, entre otros, por José Peraza de Ayala, quien en un artículo publicado en El Día, el 30 de abril de 1982, hace mención a su actividad como bienhechor del templo y convento de la Candelaria. También se ocupó del capitán de Forasteros Montañés, don Sebastián Padrón Acosta en sus Apuntes históricos sobre la parroquia matriz, en su calidad de donante del Triunfo de la Candelaria y la cruz de mármol que se levantan en la plaza principal de Santa Cruz.

    Retrato del obispo don Bartolomé García Ximénez
    Grabado en talla dulce de 13,7 x 9,2 cm "Don Gerardo Villavícencio delineó / Michael Bermejo Esculpió” 1783. “MURIÓ CON OPINIÓN DE SANTIDAD A 14 DE MAIO DE 1690 A LOS 68 [años]/ de su edad 6 meses, y 25 días. Iáce en el convento Rel. de Nuestra [Señora de] / CANDELARIA, de quién fue muy devoto / dedica este venerable Recuerdo á Don Manuel Ximénez Teniente Castellano / del Fuerte de Candelaria Don Fernando de San Joseph Fuentes, Venerable Párroco del lugar de Candelaria quien subcita [sic] la feliz memoria de Su Señoría Ilustrísima / Año de 1783”.
    En la orla: “El Ilustrísimo Señor Doctor Don Bartolomé García y Ximénez: obispo XXXIV de las Canarias. Padre de pobres Defensor de la iglesia +”.
    En la cinta: “Colegial / maior de Cuenca / en Salamanca / catedrático de / escoto / canónigo / lectoral de / la Santa Iglesia / de Sevilla governador su / ob. 24 a”.
    El grabado al buril que representa al obispo de Canarias don Bartolomé García Ximénez fue abierto por Miguel Rodríguez Bermejo en 1783, a partir de un dibujo original de don Gerardo Núñez de Villavicencio. Ni éste, ni su padre el también pintor Nicolás de Medina (1702-1750), pudieron conocer físicamente al prelado, fallecido en el lugar de Santa Cruz el 14 de mayo de 1690, domingo de Pentecostés.
    La impresión de la estampa fue auspiciada por el ya citado don Fernando de San José Fuentes, párroco de Santa Ana de Candelaria, y fue dedicada a un don Manuel Ximénez, teniente de castellano del Fuerte de Candelaria, al que suponemos descendiente de alguno de los familiares que componían la cámara del obispo onubense. Don Fernando de San José de Fuentes no nos es desconocido gracias a la investigación que sobre el personaje y sus retratos ha realizado la doctora doña Margarita Rodríguez González. Fue hijo del pintor Andrés de Fuentes y de su mujer Clara Francisca, con la que había se casado en 1716. Primer capellán del Hospital de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife y beneficiado de las parroquias de Nuestra Señora de la Concepción de La Laguna, Santa Ana de Candelaria, como ya se ha dicho, y de El Salvador de La Matanza, había sido el comitente de un encargo anterior. Al parecer el párroco Fuentes era persona interesada en salvar del olvido cuantas noticias creía conveniente y dado este interés y su probable amistad con el militar apellidado Ximénez, surgió la ocasión de suscitar la feliz memoria de su Señoría Ilustrísima.
    Este grabado tiene el valor añadido de ser, probablemente, el primer retrato grabado en Canarias. Las tres láminas conservadas se encuentran en el Fondo Anselmo Jacinto Benítez de la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife, en el archivo de la parroquia de La Matanza de Acentejo y en el Museo de Artes Decorativas Cayetano Gómez Felipe de La Laguna.
    Tallado en dulce, el cobre adolece de los defectos propios de la impericia de su autor, no obstante, posee un atractivo gráfico difícilmente explicable. Se trata pues de una obra rarísima ante cuya contemplación olvidamos la falta de conocimientos técnicos de Bermejo, superada por el conjunto de cualidades que la adornan. Es probable que se estampara en Santa Cruz, en los tórculos del maestro impresor don Pedro Pablo José Díaz y Romero, el primero de los de su oficio establecido en Canarias a partir de 1751.

Miguel Rodríguez Bermejo. El Santísimo Cristo de La Laguna.
Plancha de cobre tallada. Santa Cruz de Tenerife, finales del siglo XVIII.
Colección part. Tenerife
    El Santísimo Cristo de La Laguna
    Bermejo es, asimismo, autor de una plancha cuya matriz se conserva con el retrato del Santísimo Cristo de La Laguna, que carece de firma y de fecha. El cobre fue utilizado hasta bien entrado el siglo XX, si bien se fueron perdiendo en las sucesivas impresiones los adornos en forma de rocallas que lo rodean, las cintas con sus textos y el sol y la luna, situados a ambos lados del comienzo del mástil de la cruz. Como ocurre con la mayoría de las piezas salidas del punzón de Rodríguez Bermejo, ésta también participa de una belleza intrínseca difícilmente explicable, que impregna el resultado de la obra, más allá de la falta de conocimientos técnicos de su autor.
    En la filacteria podemos leer: “Ganarán 40 días de indulgencia. los que resaren un Padre Nuestro y Ave María, o un Acto de contrición”.
    En la cartela: “Retrato del Santísimo Christo de La Laguna, que se venera en el Convento de Nuestro Padre San Francisco de la Cuidad [sic] de San Chrisftobal [sic] de Thenerife. El Ilustrísimo Señor Don Juan Francisco Guillen Obispo de Canarias Concedió 40 días de Indulgencia a los que dieren. Limosna a dicha Santa Imagen”.

    Nuestra Señora de la Merced de Abona
    Pieza muy rara, fue dada a conocer por Julio Sánchez Rodríguez en su trabajo sobre La Merced en las Islas Canarias [8]. Se trata de una vera efigie de la primitiva imagen de Nuestra Señora de la Merced de Abona, desaparecida en un incendio en 1835. El dibujo es obra de don Laureano Villavicencio y la fecha de estampación de la copia conocida 1815. Sin duda se trata de una reedición, ya que su autor había muerto veinticinco años antes. También resulta curioso el nombre del dibujante, probablemente relacionado con el artista que diseñó el retrato del obispo García Ximénez, Gerardo Núñez de Villavicencio. Debemos estar ante una plancha retallada, lo que tampoco era caso infrecuente. La calcografía, de propiedad particular, lleva una cartela en la que se lee: “MILAGROSA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED DE ABONA QUE SE VENERA EN SU HERMITA. De el Lugar de Arico, a las riberas de el Mar, en la Isla de Tenerife Siendo Mayordomo de la Señora Don Francisco Peraza. Año de 1815. Don Laureano Villavicencio Delineavit. Esculp. Miguel Bermejo”.
    Algunas otras láminas de pequeño tamaño, entre las que citaremos una Virgen de la Concepción, otra de la Merced, retrato de la existente en la parroquia de los Remedios tallado en 1785 y un anagrama con las iniciales de la de la Asunción y dos cintas con textos que dicen: “Assumpta est: in coelum/ en la pa. Matriz d. la isla d. La Gomera”, creemos puedan, asimismo, ser atribuidas al punzón de Bermejo.

FRAY ANTONIO HERNÁNDEZ BERMEJO

¿Fray Antonio Hernández Bermejo?:
 Escudo del Real Consulado Marítimo y Terrestre de Canarias. Ca. 1786.
Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
    La obra conocida de fray Antonio Hernández Bermejo es, por ahora, mucho más escasa que la de su predecesor el clérigo don Miguel Rodríguez Bermejo, pero resulta particularmente interesante por su carácter civil. Salvo el defectuoso e ingenuo estamponcito al que ya hemos hecho referencia -que representaba al Señor de la cañita, Ecce Rex vester- y que fue enviado a don Fernando de Molina Quesada en 1785, el resto de su producción lo componen el Mapa ya citado, levantado por José de la Trinidad Herrera, del que al parecer fueron impresos doscientos ejemplares y tan sólo se conservan tres de ellos; un escudo de Tenerife, grabado un año más tarde, que ilustra la portada de una Súplica hecha a Su Magestad [sic], (Dios le guarde). Por el Muy Ilustre Ayuntamiento de esta Isla de Tenerife, Con motivo de haber entendido que solicitaba pasar por algún tiempo a la Corte el Excelentísimo Señor Marqués de Branciforte…; las pequeñas ilustraciones didácticas del tratado sobre el Cultivo del Colsat, traducido del italiano por don José Domenichini e impreso por Miguel Ángel Bazzanti para la Real Sociedad Económica de Tenerife en 1786, año en que también se estampa, el 12 de noviembre, un Elogio dirigido al citado Branciforte, en el que figuran sus armas, obra que no dudamos también en atribuir a Hernández Bermejo.
    Pero quizás sus mejores producciones, entre las halladas hasta el presente, aparte el repetido Mapa, sean dos láminas que representan las armas grandes del Rey Carlos III donde puede leerse su nombre, y el escudo de Canarias realizado para el Real Consulado Marítimo Terrestre, que a pesar de no encontrarse firmado parece obra de sus punzones, conservados el primero en una colección particular de La Laguna y el último en el Fondo Anselmo Jacinto Benítez de la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.
    Aficionado desde niño Bermejo al estudio de la genealogía y la heráldica, encontró en la biblioteca del convento del Espíritu Santo de La Laguna los manuscritos originales allí depositados por el cronista don Juan Núñez de la Peña, de los que se sirvió para formar su propia obra: Desde que la luz de la razón comenzó a rayar en mí, tendí mis primeros deseos a la curiosidad de saber quienes habían sido nuestros progenitores. Por tanto, habiendo llegado novicio a mi Convento de La Laguna el año de 1776, y profesado el de 1777, supe existían allí los apuntes que don Juan Núñez de la Peña, fiel coronista de estas Yslas, había dejado en aquel Convento, y desde entonces ardía en estos deseos, bien que, o ya las ocupaciones domésticas de corista, o ya la atención a los estudios, no me dejaban cumplir mis deseos [9].

RETRATOS DE ISLEÑOS GRABADOS EN EUROPA DURANTE EL SIGLO XVIII

Villalobos: El venerable siervo de Dios José de Anchieta. Grabado al punzón. Sevilla, 1737. Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
Giovanni Girolamo Frezza: El venerable padre fray Pedro de San José de Betancourt. Grabado al punzón. Roma, 1763. Colección part. Tenerife

    Los grabados que representan a Bartolomé de Cairasco (1538-1610), Antonio de Viana (1578-¿1650?), y los dibujos que sirvieron para las abrir las diversas planchas de los de Gonzalo Argote de Molina (1548-1596), pueden datarse todos en la primera mitad del seiscientos. De 1630 es el de Jean de Béthencourt (1360-1422), grabado al buril por Balthasar Moncornet (1600-1668) que ilustra la edición de Bergeron de la Histoire de la premiere descovverte et conqueste des Canaries, del cual realizó una réplica en fecha cercana a 1772 Juan Fernando Palomino, por encargo de don José de Viera y Clavijo (1731-1813), con el fin de incluirlo en la primera edición de sus Noticias de la Historia General de las Islas Canarias.

Anónimo: El venerable padre Ignacio de Acevedo y compañeros mártires.
Grabado al punzón. Siglo XVIII. Colección part. Tenerife

    Las producciones que circularon en el escueto comercio canario de estampas durante el siglo XVIII fueron grabadas, como queda dicho, casi en su totalidad en Europa.
    Entre las más abundantes habría que citar las dedicadas a recrear las veras efigies del beato José de Anchieta (1534-1597) [10]  y de san Pedro de san José de Béthencourt (1619-1667) [11], que son a un mismo tiempo las más cercanas al comienzo de la centuria. Alguno de estos grabados está fechados en las postrimerías del siglo anterior, como sucede con el retrato del apóstol de Brasil celado al punzón por Juan Laureano en Sevilla, que se encuentra inserto en el compendio de la vida del taumaturgo, obra firmada por un pariente del misionero, Baltasar de Anchieta Cabrera y San Martín, que fue impresa en Jerez de la Frontera por Juan Antonio Tarazona en 1687.
    Sin olvidar al beato padre Ignacio de Acevedo, jesuita, y sus treinta y nueve compañeros, conocidos con el sobrenombre de mártires de Tazacorte por haber recibido la palma del sacrificio en las aguas cercanas a este puerto, cuya imagen representada frecuentemente en grupo y recalcando la brutalidad de su muerte a mano de los herejes, se convirtió en icono muy popular en el orbe cristiano.


MÁS VERAS EFIGIES

    Todavía habrá que esperar a las postrimerías del siglo XVIII y comienzos del siguiente para encontrar una cierta abundancia de retratos civiles en el panorama gráfico insular. La mayor parte de los que ilustran la centuria son de carácter devocional y representan a las imágenes a las que se rendía culto en las islas y a eclesiásticos cuyas virtudes se pretendía reconocer y ensalzar.


Isidro Carnicero y José Joaquín Fabregat:
Don José de Viera y Clavijo, arcediano de Fuerteventura.
Grabado al punzón, 1784.
 Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
     La sierva de Dios sor María de Jesús de León Delgado
    La sierva de Dios sor María de Jesús de León Delgado (1643-1731) murió, en opinión de santidad, tras haber alcanzado en vida una infrecuente popularidad. Seis años después de su fallecimiento fue abierta una estampa gracias a la munificencia del capitán don Amaro Rodríguez Felipe, Pargo, su devoto amigo. El retrato fue dibujado por el capitán don José Rodríguez de la Oliva, el Moño, y entallado el cobre por un artista foráneo, Juan de Sossa, del que nada sabemos. En 1739 se estampó de nuevo, utilizándose la misma plancha retallada.
    La lámina muestra el cadáver de la monja, del que Rodríguez de la Oliva hizo varios retratos al óleo. Rodeado por una hornacina superada por las armas del comitente y en la base una cartela explicativa con la siguiente leyenda: “Verdadero Retrato de la sierva de Dios María de Jesús Religiosa / conversa en el Monasterio de Santa Catalina de sena de la orden / del Patriarcha Santo Domingo sita en la Ciudad de San Christroval / de la Laguna en la Isla de Tenerife una de las Canarias./ Nació en el Lugar del Sauzal de dicha Isla a 23 de Março / de 1643 tomo el Ábito [sic] en 22 de febrero de 1668 falleció / el 15 de dicho Mes de Febrero de 1731 entre doze, i una de la tar / de de edad de 87 años 10 meses i 24 días. Requiescat in pace. / Joseph Rodriguez de la Oliva delineavit /Ioannes Sossa sculp. Anno 1737. / Expens. D. Amaro Rodríguez. Phelipe Originarij Incola Ciusd. Civits”.
    Con el dibujo de Rodríguez de la Oliva como modelo, el grabador en dulce catalán Esteban Boix (1744-1800), discípulo de Carmona, estampó por encargo del dominico fray Cristóbal López una nueva lámina, a principios del siglo XIX, despojada del carácter mortuorio de su precedente, ya que el artista figuró a la sierva con los ojos abiertos y expresión risueña.



    Sor María de san Antonio Lorenzo y Fuentes
    La estampa de Oliva y Sossa marcó la pauta que siguió el pintor portuense José Tomás Pablo (...1718-1778) con ocasión de plasmar las facciones y el busto de la difunta sierva de Dios sor María de san Antonio Lorenzo y Fuentes (1665-1741), religiosa dominica del convento de su orden en el Puerto de la Cruz, que talló un desconocido Pedro García.
    Notablemente inferior en calidad a su modelo, especialmente por la torpe expresión del rostro y la ausencia de representación de las manos, que se ocultan bajo el hábito. Lleva una cartela en que se lee: “Verdadero Retrato de la Sierva de Dios María de San Antonio Religiosa Lega / en el monasterio de Santa María de las Nieves del Sagrado Orden de Predicadores Cito en el / Puerto de la Orotava en la Isla de Thenerife una de las Canarias. Nació en / el Lugar de Garachico de dicha Isla a sinco [sic] de Agosto del Año de 1665 Falleció el día diez de Mayo de 1741, entre / Cuatro y Sinco de la tarde de Edad de Setenta y Sinco años / nuebe meses y Seis días:Requiescat in pace Amen / Joseph Thomas Pablo Natural de dicho Puerto la Retrató / Pedro García sculp. / Año de 1748”.
    De este grabado al buril conocemos dos ejemplares. Uno de ellos se encuentra en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, el otro es propiedad del Museo Canario.

    Sor Petronila de san Esteban Montgruí y Covos
    Tanto El Museo Canario como el archivo del marqués de Acialcázar guardan entre los manuscritos e impresos que componen sus magníficas colecciones documentales dos estampas del grabado que, en 1758, abriera Fernando Díaz con la efigie de sor Petronila de San Esteban. La personalidad de esta monja enclaustrada desde la infancia en el monasterio de San Bernardo de Las Palmas de Gran Canaria, fue estudiada en el siglo XIX por Agustín Millares Torres (1826-1896) y, más recientemente, con motivo de la reedición de sus Biografías de canarios célebres, por Miguel Rodríguez Díaz de Quintana.
    La lámina, que según Millares Torres fue estampada en España, figura a sor Petronila en la ancianidad, sentada y sosteniendo con la mano izquierda un bastón y mostrando, en la derecha, su corazón, a una imagen del Niño Jesús. Al parecer fueron dos las imágenes objeto de la particular devoción de la monja, siendo la representada en el grabado la que actualmente se guarda en la parroquia de San Bernardo de Las Palmas de Gran Canaria, de acuerdo con el texto de la cartela que se encuentra en la base de la estampa y que dice: “Verdadero Retrato de la Santísima Ymagen del Niño Jhesús que se venera en el Coro alto del Comvento de la Concepción Bernarda / de Canaria Cuios Cultos promovió la Venerable Madre Pedtronila San Estevan Montgruí y Covos Religiosa en el mismo Convento donde falleció en grande Opinión de Virtud. Y Santidad A las. 12 de la Noche del Día 7 de Septiembre. Año de 1758 / Fernando Díaz sculp”.


    Virgen del Pino
Simón de Brieva. Virgen del Pino

   En fecha desconocida, anterior a 1768, el capitán don José Rodríguez de la Oliva, El Moño, (1695-1777) había realizado el dibujo que sirvió luego a Manuel Salvador Carmona (1734-1820) para grabar la lámina que fue estampada en papel y en seda aquel año, a tenor de la referencia que figura al pie de la plancha. Esta fue encargada en Madrid a Carmona, por don Antonio de la Rocha, utilizando para este fin de intermediario a su hermano don José de la Rocha que se encontraba en la corte. El 27 de mayo de 1768 le escribe don José a su hermano comunicándole que La lámina de Nuestra Señora del Pino se ha concluido en estos días a mi satisfacción, y se están terminando las estampas con el mayor cuidado y brevedad para remitirlas. El 12 de julio del mismo año vuelve a escribirle: La gran demora que, sin poderlo remediar, ha habido en la lámina de Nuestra Señora del Pino, me ha sido sensible, más espero enviar en la primera ocasión que se presente, después de ésta, cuatro mil ejemplares. Finalmente, el 12 de mayo de 1775 notifica de nuevo a su hermano que: No habiendo cabido [sic] en el cofre que he dirigido por ese Señor Viña un royo [sic] de estampas de Nuestra Señora Patrona del Pino que incluye otras (...).
    No cabe duda de que se sucedieron varias remesas en diversas fechas posteriores a 1768, y tampoco de que se hicieron, al menos, dos tiradas de la plancha. La primera, de la que se conserva una estampa sobre seda, de propiedad particular, fechada en 1768, y otra posterior, impresa sobre papel, adquirida por la Casa de Colón de Las Palmas de Gran Canaria. La intervención en el cobre fue más allá del simple cambio de la fecha a continuación del nombre de Manuel Salvador Carmona; también se sustituyó la data de aparición de la Virgen, dentro de la cartela, en la parte inferior del grabado. En la primera se lee: Año de 1363, en la edición de 1788 dice: año de 1483. En cualquier caso no podemos menos que asombrarnos de la fragilidad del soporte que ha hecho raras unas piezas que se contaban por millares. Es cierto que era costumbre que las mozas próximas a casar las sujetaran con un simple galón tachonado en el interior de las tapas de las cajas y arcones de cedro en que guardaban la ropa de su dote, y esto contribuiría a su destrucción por un roce constante con el papel.
    Simón de Brieva (1752-1795), seis años antes, grabará una pequeña lámina que servirá de ilustración a una Novena a Nuestra Señora del Pino, de la que es autor don Fernando Hernández Zumbado y que fue impresa por Blas Román en Madrid, en 1782.


LOS RETRATOS DE CIVILES Y MILITARES

    En el transcurso del siglo XVIII comienzan a ser frecuentes los retratos de intelectuales, militares y políticos isleños, exornando sus obras relaciones de méritos o en libros publicados gracias a su munificencia. Casi todos ellos pertenecen a los miembros del llamado grupo de ilustrados canarios o a personajes cercanos a su órbita de influencia. La calidad de algunos de estos grabados es notable. Son planchas talladas por los mejores artífices de la corte, realizadas a partir de dibujos de pintores de reconocido prestigio.
     Entre los primeros habría que destacar a Manuel Salvador Carmona (1734-1820), Blas Ametller (1768-1841), Vicente Capilla (1767-...1817), Asensio y Torres (1759-1835), Francisco de Paula Martí y Mora [1761-1827], Edme Quenedey (1756-1830) o Isidro Carnicero (1736-1804). De los segundos a Francisco de Goya (1746-1828), Joaquín Inza (1736-1811) o Mariano Salvador Maella (1739-1819). Es un momento de esplendor de la inteligencia canaria y, finalmente, tras una larga sequía, llueven sobre las islas libros bien impresos con los retratos de los Iriarte, don José de Viera y Clavijo, el marqués de Bajamar...
    Las circunstancias que rodearon la vida y la obra de este elenco de isleños, establecidos temporal o definitivamente fuera de las islas, impregnados todos, en cierta medida, de los avances intelectuales que significaban los aires nuevos de la Ilustración, dieron como resultado que sus efigies fueran plasmadas y divulgadas por medio de las diversas técnicas de las que el arte disponía.
    Carlos III, el monarca ilustrado, impulsó y protegió las técnicas artesanales del grabado como vehículo de difusión de las obras pictóricas que se guardaban en las colecciones reales. La calcografía adquirió categoría de arte en el seno de la Real Academia, en las postrimerías del siglo XVIII. Como consecuencia, los libros, editados cuidadosamente, incluían buen número de láminas talladas por los mejores artífices. Es el momento de las grandes ediciones de Ibarra y Sancha, algunas de las cuales siguen siendo consideradas, aún hoy, como ejemplo insuperable del arte de imprimir.
    Como queda dicho esta plantilla de canarios, residentes o de paso en la corte madrileña, va a perpetuar sus efigies por medio de una serie de encargos a los más relevantes calcógrafos de la época, obras que han sido descritas y estudiadas por la doctora Fraga González en su amplio trabajo sobre Los Ilustrados Canarios y sus retratos. De entre ellos serán los Iriarte -coleccionistas de pintura y, por tanto, amigos y protectores de artistas- el punto de referencia habitual al que acudirá el resto de sus paisanos.
    Manuel Salvador Carmona, con seguridad el grabador de más prestigio en las cortes de Carlos III y Carlos IV, talló al buril tres planchas con los retratos de don Juan de Iriarte (1702-1771), el gramático, y de su sobrino don Tomás de Iriarte (1750-1791), el fabulista. Del primero se conservan dos retratos, insertos uno de ellos, en la primera edición de su Gramática Latina (Madrid, Imprenta de Pedro Marín, 1771), el otro en las Obras sueltas (Madrid, Imprenta de don Francisco Manuel de Mena, 1774). Ambos fueron burilados a partir de un dibujo de Mariano Salvador Maella. El que figura a don Tomás de Iriarte fue grabado por Carmona en 1792, cuando el poeta ya había fallecido, sirviéndose de un retrato, obra de Joaquín Inza, que conserva el Museo del Prado y fue añadido, curiosamente, a un ejemplar de la primera edición del poema La Música (Madrid, Imprenta Real de la Gazeta, 1779), de una biblioteca particular de Tenerife.
    Blas Ametller, notable calcógrafo, hizo una versión del retrato de don Tomás de Iriarte por Inza, como ilustración a la edición de la Colección de obras en verso y prosa del escritor (Madrid, Imprenta Real, 1805). De alguna de estas estampas se sirvió el grabador de retratos inglés Edward Scriven (1775-1841) para tallar el suyo que exorna la edición inglesa (Londres, 1807) del poema La Música.
    Posteriores ediciones de las obras de don Tomás de Iriarte, particularmente de sus Fábulas, han sido adornadas con nuevas láminas entre las que se incluye su retrato.

Simón Cattoir y C. de Freudenberg: Jardines y casa de Franchy en La Orotava.
Grabado al buril. Ca. 1770. Colección part. Tenerife
     Un grabado con la efigie de don Domingo de Iriarte, copia dibujada por el valenciano Mariano Torra de un original de monsieur Bouché, fue abierto por Vicente Capilla en fecha desconocida.
    Agustín de Betancourt y Molina (1758-1824), otro de los canarios cuyos méritos intelectuales le proporcionaron nombradía en toda Europa, fue retratado innumerables veces. Varios son los grabados y litografías que, impresos en talleres rusos, perpetuaron su fisonomía. De algunos de ellos proceden los retratos conservados en Madrid y Tenerife, donde es figurado el ilustre ingeniero en la plenitud de los logros de su carrera.
    La presencia física del arcediano de Fuerteventura José de Viera y Clavijo, fue objeto de, al menos, tres obras gráficas. En la primera de ellas se le representa joven, de tres cuartos y perfil, bajo el seudónimo de Diego Díaz Monasterio, en realidad el nombre de un ayuda de cámara del marqués de Santa Cruz que asistía a los experimentos que abate y aristócrata realizaban, durante el periodo de tiempo que Viera estuvo a su servicio. El retrato está embutido en un óvalo y fue dibujado y grabado por Isidro Carnicero e ilustra la primera edición del poema didáctico Los Ayres Fixos, impreso en Madrid por Blas Román en 1779. Contaba nuestro historiador cuarenta y ocho años de edad. Con dibujo del mismo Carnicero y grabado por José Joaquín Fabregat (1748-1807), realizados en 1780 y 1784, respectivamente, se representa a Viera en otra estampa en la que el clérigo, sentado y mirando de frente, con el rostro ligeramente girado, esboza la sonrisa que ha hecho correr ríos de tinta de las plumas insulares. Al pie del grabado se lee: Don Joseph de Viera y Clavijo. Arcediano de Fuerteventura. Philosophus, Rethor, Vates, agit, allicit, urget. Res, animos, sensus, mente, lepore, modo. El historiador apenas tiene un año más que en el retrato anterior, pero su fisonomía es otra, ya que en el primero usa peluca, mientras que en este lleva el cabello suelto y ligeramente largo. Una réplica de esta lámina fue tallada en acero por Pedro Hortigosa (1811-1870) e ilustra la edición de Gran Canaria, 1866, Imprenta de la Verdad, plaza de Santa Ana núm. 8, del Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias.
Simón de Brieva a partir de dibujo de A. B.: María Santísima del Pino.
Grabado en talla dulce.  Madrid, 1782. Colección part. Tenerife


PAÍSES, PAISAJES Y PAISANAJE
 Pierre Landry: Die Spitze von Tenerif.
Grabado en talla dulce coloreado a mano. Francfort, 1684-85.
 Inserto en la Description de l’Univers… de Alain Manesson Mallet.
 Colección part. Tenerife
     El archipiélago canario, ya desde el siglo XV, se encontraba inmerso en el imaginario fantástico europeo. Las leyendas suscitadas a partir de fragmentos de textos griegos y latinos relativos a las Hespérides y la dudosa vinculación de la mitología clásica con las Islas Afortunadas, fueron terreno abonado para el desarrollo de la imaginación artística que, supuestamente sustentada en la realidad -El Pico de Tenerife, el Garoé, los guanches, la benignidad climatológica, etc…,- contribuyó al afianzamiento de la fábula con multitud de estampas curiosas requeridas por un público burgués cada vez más culto, ávido de exotismos.
    Tras la conquista de las islas y su repoblación por europeos -presencia que hizo posible que el Archipiélago se convirtiera en lugar habitual de paso y aprovisionamiento de camino hacia ambas Indias, orientales y occidentales- se despierta de nuevo el interés por las Canarias y comienzan a ver la luz diversas crónicas escritas por navegantes, aventureros, naturalistas, intelectuales, eruditos, comerciantes y viajeros. Sus observaciones, habitualmente plasmadas en textos literarios o científicos, fueron de forma ocasional ilustradas con imágenes por ellos mismos, o por artistas contratados con este fin.
    Estas láminas con vistas se denominaban países y es frecuente encontrarlas descritas en los inventarios como parte del mobiliario de las viviendas canarias del siglo XVIII, particularmente en aquellas casas que eran propiedad de comerciantes y hacendados, alternando con las omnipresentes veras efigies y estampas religiosas a las que ya nos hemos referido. Vendidas por separado o deshojadas de libros y, en ocasiones coloreadas a mano, con marco y vidrio, constituían parte del adorno de las estancias insulares.
    Una lámina muy divulgada y repetida por medio de réplicas más o menos fieles hasta el siglo XVIII, es obra del grabador belga Teodoro de Bry (1528-1598), y formó parte de contingente gráfico de su Tesauro de los Viajes a las Indias Occidentales, que comenzó a publicarse en 1590. Representa a un grupo de herreños prehispánicos recogiendo el agua destilada por el Garoé, una de cuyas ramas había dibujado Leonardo Torriani en su manuscrito de la Descripción e historia del reino de las Islas Canarias, antes de 1588. En otras se repite hasta el desconcierto una absurda vista del Teide desde el mar, como enorme y medieval torre basáltica, procedente de antiguas estampas del citado Bry y de los Van der Aa, imagen que fue publicada en A new royal authentic and complete system of universal geography por el reverendo Thomas Bankes y sus socios Edgard Warren Blake y Alexander Cook, en las sucesivas ediciones de esta obra que se dieron a la estampa entre 1787 y 1797.
    Las cuevas sepulcrales de los guanches y sus momias constituyen otro de los motivos habituales en estas colecciones y figura, tanto en las colecciones de Bankes como en las publicadas por Charles Theodore Middleton, con el título A new and complete system of Geography, Londres, 1778. Gran parte de los diseños de las láminas que componen estas series ilustradas no fueron fruto de la observación directa, sino el trasunto caprichoso de antiguas y fantasiosas estampas, por lo que no debe extrañarnos que al lado de esa extravagante perspectiva de la isla de Tenerife y su volcán, figure otra que representa al Coloso de Rodas.
    Estos tratados de geografía, puestos de moda en el siglo XVIII en Inglaterra y Francia, acaparan el mayor número de referencias gráficas del Archipiélago; el resto de las láminas con paisajes insulares -casi metódicamente ceñidos a reproducir el puerto de Santa Cruz y el pico del Teide- las encontramos en multitud de libros de viajes en los que el objetivo específico lo constituye el Archipiélago o, por el contrario, tratadas como una más entre las escalas de un proyecto de mayor envergadura.

Simón Cattoir y C. de Freudenberg: Jardines y casa de Franchy en La Orotava.
Grabado al buril. Ca. 1770. Colección part. Tenerife

    Anteriores a 1774, año de su fallecimiento, debieron ser dos láminas que mandó grabar don Juan Domingo de Franchy con vistas de sus jardines en La Orotava. El dibujo es de C. de Freudenberg, al que equivocadamente se ha relacionado con el grabador suizo del mismo apellido, cuyo nombre en realidad era Sigmund, y la plancha fue tallada por Simón Cattoir, artífice oriundo de Bruselas, ciudad en la que murió en 1781. Las estampas, deliciosas en su ingenuo trazo de reminiscencia colonial, fueron abiertas del revés, ya que el artista no tuvo en cuenta invertir el dibujo a la hora de hacer las incisiones en el cobre. Los jardines y la casa son presentados en dos perspectivas, una de costado y otra frontal, destacando en ambos casos la joya vegetal de la propiedad: el famoso drago de Franchy, secundado por la llamada Palma de la Conquista, no menos célebre en aquellos tiempos. Cuatro cartelas en otros tantos idiomas -castellano, latín, francés e inglés- informan sobre las particularidades del dueño y su obra placentera e inteligente: Vista por el Poniente de la Casa y Jardines del Coronel don Juan Domingo de Francis, del Pico de Tenerife, y Valle de la Orotava en las Canarias, con la figura de un Drago grande, cuio tronco tiene de circumferencia [sic] 51 pies, y en el medio arriva [sic] una mesa, y assientos [sic] para diez personas; la Casa tiene de frente 232 pies. Estas láminas, o sus réplicas, fueron insertas en el primer reportaje gráfico europeo, como ha sido calificado por Alain Peyrefitte el informe publicado con multitud de estampas por George, lord Macartney, tras su viaje de embajada a la China en el verano de 1793 y, sin duda, constituyen el primer ejemplo de publicidad gráfica del Archipiélago, un centenar de años antes de que fueran puestos en circulación los enteros postales.
    Significativa resulta la aportación gráfica al conocimiento real del mundo de la misión científica del marino galo Jules Dumont D’Urville [12], que contribuyó a la divulgación de un elevado número de vistas exóticas, pero referenciales, en una Europa romántica, ansiosa de paisajes que reflejaban costumbres misteriosas y comportamientos lejanos.
    Y es aquí donde radica la importancia de las dos láminas litografiadas que el navegante incluyó en su Atlas [13]. Ninguna imagen anterior había representado a las islas con la calidad artística y técnica con la que estas estampas las mostraron a centenares de potenciales visitantes.
    Habría que esperar aún seis años para que viera la luz la magnífica Histoire Naturelle des Iles Canaries de Barker-Webb y Berthelot, impresa por Béthune, París, 1839, que constituye un hito sin precedentes en cuanto a la reproducción litográfica de vistas del Archipiélago.

 Ernest Goupil y Emile Lasalle: La Villa de San Cristóbal de La Laguna.
Litografía. París, 1833. Colección part. Tenerife



    Del grupo de artistas que frecuentaba los talleres del número 7 de la Rue Richier, nos interesa recordar a aquéllos que firmaron las litografías de esta Historia General y el Atlas, y que fueron responsables de la divulgación de las bellezas y curiosidades del Archipiélago. Algunos de ellos, como es el caso de Emile Lassalle, autor de la espléndida litografía, a partir de un dibujo de Goupil, de La Ville de La Laguna estampada para el Voyage au Pole Sud et dans l'Oceanie sur les corvettes l'Astrolabe et la Zeéée, pendants les années 1837-1838-1839-1840 de J. S. C. Dumont D'Urville, o Saint Aulaire, trabajarían aportando sucesivamente diverso material gráfico para otras obras relacionadas con las islas.
    Entre estos autores cabe destacar a un Eugene André, que nos ha sido imposible identificar con los muchos artistas de su apellido residentes en París en su época.
    A Louis-Philippe-Alphonse Bichebois, paisajista y litógrafo nacido en París el día 14 de abril de 1801 y muerto en 1850. Fue alumno de Remond y Regnault. Dibujó y litografió vistas pintorescas de Aubernia y el Languedoc.
    Jean-Jacques Champin, nacido en Sceaux el 8 de septiembre de 1796 y muerto en París el 25 de febrero de 1860. Pintor a la acuarela y litógrafo, actividades artísticas que compartía con su mujer Elisa-Honorine Champín, natural de París. Alumno de Storelli y de A. Regnier. Ambos tomaron parte en la ilustración de las principales obras de su época.
    Edouard-Jean-Marie Hoslein, pintor y litógrafo, nacido en Pléhédel, Costas del Norte, el 30 de septiembre de 1804, y muerto en París el 25 de agosto de 1889. Este fecundo artista litografió numerosas vistas de diversas partes de Francia y colaboró en las obras La Antigua Francia, del Barón Taylor, La Arabia, de M. Delaborde y Viaje del Astrolabio alrededor del mundo, con escala científica en Tenerife. Fue nombrado caballero de la Legión de Honor el 5 de julio de 1846.

Alfred Diston: Bauer und Bauerine von Tenerif.
 Litografía. Hannover, 1832. Colección part. Tenerife
    Emile Lassalle, litógrafo y pintor de retratos y de género, nacido en Burdeos en 1813 y muerto en París en 1871, alumno de P. Lacour, al que ya hemos citado como autor de la lámina con las vistas de La Laguna y Santa Cruz.
    Pierre-Frédéric Léhnert, pintor de escenas de caza y de animales; acuarelista, pastelista, grabador y litógrafo, nacido en París el 31 de enero de 1811. Fue alumno de Bouton.
    Nicolas Hubert Roux , cromolitógrafo, trabajó en París entre 1831-1847.
    Félix Achille Saint Aulaire, pintor de marinas y litógrafo, nacido en Verceil en 1801, alumno de los Garnerey, padre e hijo.
    Jean Luis Tirpenne, litógrafo, pintor y escritor dramático, nacido en Hamburgo de padres franceses el 26 de agosto de 1801. Fue discípulo de Bouiton, de Daguerre y de Remond. Trabajó en la ilustración de cuidadas obras y fue autor del método tirpenne con Devéria y Victor Adam.
    El grabador Juan de la Cruz Cano y Olmedilla (1734-1790) introdujo en España el gusto por las estampas de tipos locales o pintorescos, que se encontraban de moda en Francia durante su periodo de aprendizaje en aquel país. El resultado fue la publicación en carpetillas de su Colección de trajes de España, tanto antiguos como modernos… que comenzaron a editarse en 1777 y en la que figuran algunas láminas relativas a vestimentas canarias. Por su parte, el folklorista Aldred Diston (1793-1861) publica en Londres, en 1829, las suyas bajo el título Costumes of de Canary Island, en las que aparecen retratados individuos pertenecientes a diversas clases sociales, con las vestimentas de su uso habitual: miliciano y vendedor de sombreros de Gran Canaria, nativos de Fuerteventura y Lanzarote con traje de invierno, damas tapadas o luciendo el manto y la saya. Tres años más tarde, en 1831, ven la luz otras litografías de Diston, esta vez como ilustraciones de la obra del cónsul británico en el Archipiélago Francis Coleman Mac Gregor, publicada en Hannover en alemán, con el título Die Canarische Inseln… Bocetos suyos fueron utilizados por Emile Lassalle quien recreó, a partir de ellos, algunas de las más bellas estampas etnográficas del Archipiélago, que forman parte de la excelente colección que acompaña la Histoire Naturelle des Iles Canaries de Barker-Webb y Berthelot.

 

EL FISONOTRAZO

    Francisco de Paula Martí y Mora (1762-1827) y Pedro Vicente Rodríguez y Chiribes (1775-1822) introdujeron en España el fisonotrazo, modalidad de retrato grabado de mucho interés sociológico, si no artístico. El fisonotrazo fue, tal y como lo describe Antonio Gallego en su Historia del Grabado en España: una especie de híbrido entre la miniatura -a la que intenta sustituir, abaratando el producto y haciéndolo asequible a un nuevo público, la burguesía media- y la silueta recortada en cartón negro. Por medio de un ingenioso mecanismo, una cámara "clara", era posible trasladar a una lámina de cobre la silueta de la persona colocada frente al grabador, y los principales rasgos de su rostro. Encerrado en un círculo y manchando con aguatinta los fondos, se obtenía un retrato rápido y exacto, amén de barato, por lo que ha sido estudiado como precursor de la fotografía.
    Esta técnica fue inventada por un desconocido grabador en París, llamado Gilles Louis Chrétien, en 1786, y perfeccionada por Quenedey y Gonord.
    Es también Martí el introductor de la taquigrafía en España, logrando fundar, con la protección regia y la de la madrileña Sociedad de Amigos del País, una escuela en la que se enseñaba a partir de su tratado de Tachigrafía Castellana, publicado en 1803, y basado en el sistema del inglés Taylor. Son obras suyas trece láminas que adornan la obra Ensayos sobre el origen y naturaleza de las pasiones, del gesto y de la acción teatral, impresa en Madrid en 1800.
    Don Nicolás Massieu Van Dalle, natural de Las Palmas de Gran Canaria, ciudad en la que había nacido el 22 de octubre de 1778, había prestado diversos servicios a la Corona desempeñando los empleos de capitán del regimiento de infantería de Toledo y el de oficial del ministerio de la guerra, en la secretaría de la inspección general de milicias. Fernando VII le hizo merced del hábito de la Orden de Calatrava, en 1815.
    Había contraído segundo matrimonio en La Orotava, el 25 de marzo de 1826 con doña María Magdalena Benítez de Lugo Alzola y Valcárcel. A poco de celebrado el enlace se trasladaron los cónyuges a París donde fueron retratados por Edme Quenedey (1756-1830), célebre miniaturista, grabador al aguafuerte y perfeccionador, como queda dicho, del método del fisonotrazo inventado por Gilles Louis Chrétien.
Edme Quenedey: Retratos de Nicolás Massieu de Vandala y Magdalena Benítez de Massieu.
Grabados al fisonotrazo. París, 1827. El Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria
    Quenedey, que había sido alumno de la prestigiosa escuela de Bellas Artes de Dijón, fundada y dirigida por François Devosge, realizó el dibujo au Phisionotrace y grabó ambas láminas, en su estudio parisino de la Rue Neuve des Petits Champs, número 15, en 1827, en su vejez, cuando ya contaba 71 años.


Francisco de Paula Martí: El teniente coronel don Bartolomé Benítez de Ponte.
Grabado al fisonotrazo. Madrid, 1798. Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife
     Ambos retratos están incluidos en un óvalo de 7 cm de alto por 5,5 cm de ancho. Los personajes, de medio cuerpo y perfil, vestidos y peinados a la moda francesa, se miran, situando la lámina que representa a doña Magdalena Benítez a la izquierda del observador, lo que otorga a la dama el primer lugar de cortesía. Don Nicolás luce en su solapa izquierda la venera de la Orden de Calatrava.     El retrato del teniente coronel don Bartolomé Benítez de Ponte, juez superintendente de Indias en Canarias, grabado al aguafuerte por el citado Francisco de Paula Martí, incluido en la Relación de la calidad, servicios y distinciones de Don Bartolomé Benítez de las Cuevas, por su tercero nieto Don Bartolomé Benítez de Ponte, impresa en Madrid en 1798, nos muestra al autor del memorial de busto y perfil, vistiendo uniforme de teniente coronel de milicias y luciendo la cruz de caballero pensionado de la Orden de Carlos III, que le fuera otorgada en atención a los distinguidos servicios que había prestado a la Corona española, por Real Título de 28 de septiembre de 1793.
    Martí es autor de otro retrato, estampa de pequeño formato, realizado con la técnica del fisonotrazo, propiedad del actual marqués de Bajamar, en todo similar al retrato que le hiciera a don Bartolomé Benítez de Ponte.





NOTAS

[1]. GAVIÑO DE FRANCHY, Carlos: "El retrato y las artes graficas en Canarias", en Arte en Canarias. Siglos XV-XIX. Una mirada retrospectiva. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. Madrid. 2001.
[2]. VIZCAYA CÁRPENTER, Antonio: Tipografía Canaria. Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto de Estudios Canarios. Santa Cruz de Tenerife, 1964, p. LI.
[3]. TARQUIS RODRÍGUEZ, Pedro: “Miguel Bermejo, grabador en acero. (Siglo XVIII)" y “Miguel Bermejo, grabador en acero. Siglo XVIII. Su Cristo de Tacoronte” La Tarde. Santa Cruz de Tenerife, 15 y 30 de julio de 1952.
[4]. Parroquia de San Marcos. Libro XI de Bautismos, f. 115. Estos datos proceden de una Genealogía perteneciente a don Francisco y don Josef Hernandes Bermejo por el reverendo padre fray Antonio Bermejo de la Orden de San Agustín, su hermano. Año de 1807. Colección particular. Santa Cruz de Tenerife.
[5]. VIZCAYA, op. cit. p. LI.
[6 ]. ESTÉVEZ, Leandra: La Estampa en Canarias: 1750-1970. Repertorio de autores. Casa de Colón. CajaCanarias. Santa Cruz de Tenerife. Las Palmas de Gran Canaria,1999.
[7]. RODRÍGUEZ MORALES, Carlos: en Vestida de Sol. Iconografía y memoria de Nuestra Señora de Candelaria. CajaCanarias. San Cristóbal de La Laguna, 2009, pp. 242-243
[8]. SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: La Merced en las Islas Canarias. J. S. P. Canarias. 2001.
[9]. Véase nota 3.
[10]. En relación con la iconografía del padre Anchieta anotamos en un trabajo anterior:
En la línea citada en que se le muestra destacando su cualidad de taumaturgo de las Indias, se conservan tres grabados. En dos de ellos, un clérigo casi mozo, rodeado de fieras y salvajes, portando un enorme crucifijo que pende de su cuello, nos mira beatíficamente, mientras acaricia la cabeza de un jaguar. A lo lejos, en otra escena diminuta, se le representa bautizando a un indio. Son variantes de una misma plancha grabada por Stefano Coppa, en Roma, en la segunda mitad del siglo XVIII. En otro, un aguafuerte de pequeñas dimensiones, la apariencia ha cambiado y ha sido sustituida por la de un anciano barbado y grueso, de aspecto más cercano al estereotipo de un fraile bonachón, que al de un inteligente y pragmático jesuita.
Finalmente, en otro grabado portugués del setecientos, se le retrata de busto y de frente, con la cabeza ligeramente inclinada. Tendríamos pues que distinguir entre unas láminas realizadas en Roma, donde se seguía -y aún se pretende- su proceso de canonización y aquellas otras que debían circular en Portugal y sus colonias americanas. De la misma manera que podemos comparar la láminas romanas del Hermano Pedro de Béthencourt, abiertas en 1737 y 1763 por Juan Jerónimo Frezza y aquellas otras que fueron estampadas en Guatemala. En las primeras percibimos que lo que se ha ganado en belleza, se ha perdido en realismo. Son mejores grabados, pero retratos poco fidedignos.
Y llegamos al grabado que fuera encargado en 1737 a Villalobos, artista establecido en Sevilla -que no debió alcanzar gran nombradía en su época puesto que lo silencian en sus repertorios tanto Ceán Bermúdez como el conde de la Viñaza- por el coronel don José Antonio de Miranda y del Campo Tenorio y el teniente coronel don Luis de Miranda Espínola y Mesa, hermanos de padre, esposos de doña Micaela y doña Magdalena de Anchieta y Romero, respectivamente, hermanas también y sobrinas del venerable padre, grabado del que se conservan al menos dos ejemplares, uno en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife y otro en la sacristía de la iglesia parroquial de La Victoria de Acentejo.
Véase Gaviño de Franchy, Carlos, op. cit.
[11]. Del insigne canario, único hasta el momento que ha tenido el honor de subir a los altares de la Iglesia Católica, el hermano Pedro de San José de Béthencourt, se conservan multitud de imágenes grabadas o litografiadas.
En un estudio de la doctora doña Carmen Fraga, sobre la iconografía de Anchieta, Acevedo y Béthencourt, se hace un recorrido por las obras que nos muestran la efigie de san Pedro de San José de Béthencourt y cita entre ellas el grabado tallado en Roma en 1737 por Juan Jerónimo Frezza, a partir de un dibujo del padre fray Bartolomé de San Antonio de la Trinidad, de acuerdo con la cartela impresa en la base de la lámina que dice: V. P. FR. PETRUS A S. IOSEPHO DE BETANCUR OB EXIMIAN NATIVITATIS DOMINI DEVOTIONEM, INSIGNEMQUE CHARITATEM ERGA PAUPERES, ORDINEM HOSPITALARIUM BETHLEEMITARUM IN INDYS OCCIDENTALIBUS FUNDAVIT, ET PIE OBYT GOATHEMALE DIE 25 APRILIS 1667. P. FR. BARTHS. A S. ANT. TRINITS. EXCALO DELI: HYERON. FREZZA SCULP. ROMAE ANNO 1737. SUP. LIO.
El ejemplar estudiado por la doctora Fraga se encuentra en la Real Sociedad de Amigos del País de Tenerife. En colección particular tinerfeña se conserva otro perteneciente a una edición posterior estampada en 1763, en todo similar al anterior salvo que, del texto anterior, ha sido suprimido el párrafo que sigue a la fecha de 1667 y añadido debajo: J. F. SCULP. ROMAE ANNO 1763.
La doctora Fraga señala que el estilo del grabado coincide con el rococó imperante en la primera mitad del siglo XVIII, y la posible influencia en él de lienzos del Baroccio, como la Circuncisión del Museo del Louvre.
El grabado de Frezza tiene un precedente en la lámina que se inserta en la primera edición de la Historia Belemítica de fray José García de la Concepción, impresa en Sevilla en 1723, en la que el beato aparece arrodillado, con evidente expresión de ternura, ante el pesebre. El grabado está firmado y orlado por una anacrónica cenefa renacentista en forma de retablo y superado por un escudo con yelmo coronado y el emblema de la Orden: tres coronas bien ordenadas y en jefe una estrella. Por desgracia, la copia de la que disponemos no nos permite leer el nombre del grabador. Existe aún otra versión idéntica al grabado de Frezza, con el añadido de llevar en la base el citado emblema de la orden, pero de inferior calidad. Todo hace pensar que el artista romano abrió su lámina a partir de estas dos de procedencia sevillana.
Véase GAVIÑO DE FRANCHY, Carlos, op. cit.
[12]. Editado por Gide. Forma parte del Voyage au pôle Sud et dans l’Océanie sur les corvettes L’Astrolabe et La Zelee, exécuté par ordre du Roi pendant les années 1837-1838-1839-1840 sous le commandement de M. J. Dumont d’Urville publié par le ministère de la marine et sous la direction de M. Jacquinot, capitaine de vaisseau. Histoire du voyage. París, Gide et Vincent-Dumoulin, 1841-1846. Atlas pittoresque.
Jules Sébastien César Dumont D’Urville, nació el 23 de mayo de 1790 en Condé sur Noireau, Calvados, Francia, hijo de un magistrado local, Jean François Dumont, señor d’Urville, y de Jeanne Françoise Julie Victoire de Croisilles. Huérfano tempranamente su educación fue encomendada a un tío materno, el abate de Croisilles, quien lo confió al Colegio de Bayeux y, posteriormente, al Liceo de Caen. A los diecisiete años entra en la Marina, prosiguiendo sus estudios en Toulon, ciudad en la que conoce a la que sería su esposa, Adèle Pepin, hija de un relojero, y casa con ella el primero de mayo de 1815.
En 1820, y en calidad de guardiamarina, presencia el descubrimiento de la Venus de Milo y convence al embajador de Francia en Constantinopla para que la adquiera en nombre del gobierno de su país.
Con Duperrey realiza en 1822 su primer viaje de circunnavegación del mundo, que repetiría dos veces más a lo largo de su vida. Las ciencias de la naturaleza deben a Dumont el conocimiento de multitud de especies, así como el descubrimiento de nuevas tierras y sus habitantes. En 1830 le fue encomendado conducir a su exilio británico a Carlos X.
En 1837, con el apoyo del rey Luis Felipe, intenta por segunda alcanzar el Polo Sur y hallará en su camino un paraje inexplorado al que, en homenaje a su esposa, bautizará como Terre Adélie.
El 8 de mayo de 1842, acompañado por su mujer y su único hijo, a la vuelta de Versalles, perecerán los tres en la primera gran catástrofe ferroviaria, a la altura de la villa de Meudon.
[13]. La Ville de Laguna. Ile de Ténériffe. Dibujo de Ernest Goupil, litografiado por Emile Lassalle. Litografía de Thierry Frères. París. Editado por Gide. Forma parte del Voyage au pôle Sud et dans l’Océanie sur les corvettes L’Astrolabe et La Zelee, exécuté par ordre du Roi pendant les années 1837-1838-1839-1840 sous le commandement de M. J. Dumont d’Urville publié par le ministère de la marine et sous la direction de M. Jacquinot, capitaine de vaisseau. Histoire du voyage. París, Gide et Vincent-Dumoulin, 1841-1846. Atlas pittoresque, pl. 1.
Sainte Croix de Ténériffe. Canaries. Louis Auguste de Sainson, pintor oficial del almirantazgo francés, que tomó parte en la segunda expedición es el autor del dibujo. Guérard y V. Adam lo litografiaron. Litografía de Langlumé. J. Tastu, editor. Pl. 7.
Voyage de la corvette L’Astrolabe execute pendant les années 1826, 1827, 1828 y 1829 sous le commandement de M. Jules Dumont D’Urville, capitaine de vaisseau.
J. Tastu, editeur. París. MD CCC XXX III. 5 volúmenes en folio (545 x 390 mm).


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