lunes, 20 de mayo de 2013

Los Belza y su Gabinete fotográfico



Los Belza y su Gabinete fotográfico



Belza: Manuela de Béthencourt y Clavijo. Ca. 1864-1867


            No cuenta la historia de la Fotografía en Canarias con un número de trabajos de investigación, publicados, que la sitúen en el mismo estadio de conocimiento en el que se encuentran otras disciplinas artísticas, estudiadas particular y detenidamente por multitud de especialistas radicados en el archipiélago o fuera de él.
            Constituyen un clásico recurrente en la materia los dos volúmenes del profesor Vega de la Rosa: La Isla mirada. Tenerife y la Fotografía [1839-1939] obra que, lamentablemente, no ha generado las secuelas que hubiera sido deseable, a pesar de haber desbrozado y abierto numerosos caminos en el umbroso territorio que, en las islas, albergaba y encierra el arte de escribir con luz.
            Las biografías de la mayor parte de los integrantes de aquellas generaciones de pioneros de la fotografía en nuestras islas permanecen en las brumas del olvido o en las, de por sí, más graves tinieblas del pertinaz desconocimiento.
            Gran parte del conjunto de los jóvenes historiadores del Arte, formados en nuestras universidades, han optado por permanecer al margen de los ingratos trabajos de investigación con lo que, al menos en cuanto a la historia de la Fotografía se refiere, la situación se mantiene sin avances notables, en los mismos parámetros que hace años [1].








La familia Belza en Canarias

            El primero de los de este apellido que se estableció en el archipiélago fue don Agripino Belza y García [también llamado Belza de Iriarte] nacido en Huelma, Jaén, en 1802, hijo del matrimonio formado por don Juan Belza de Iriarte y doña Joaquina García, oriundos de Oses en Navarra, y Valdepeñas, Jaén, respectivamente, quien, en 1828, ejercía funciones de segundo comandante del Resguardo en Gran Canaria. Su carrera administrativa en la Real Hacienda había comenzado cuatro años antes [2].
            A pesar de residir ambos contrayentes en Las Palmas, casó don Agripino Belza en la parroquia de San Juan de Telde, el 29 de octubre del citado año de 1828, con Inés Monagas Aciego, natural de dicha ciudad, e hija de Francisco Aciego Romano y de María Peña [3].
El resto de su existencia insular transcurrió entre Las Palmas -donde nacieron sus tres hijos llamados María del Rosario, Rafael y Bartolomé- y Santa Cruz de Tenerife. En esta última localidad habitaron la casa número 18 de la calle de Santo Domingo. La familia, según el Padrón Eclesiástico de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción correspondiente al año 1854, estaba compuesta por don Agripino y doña Inés, de 52 y 44 años, sus hijos: Rosario de 17, Rafael y Bartolomé de 16 y 14 años, y cuatro criadas que respondían a los nombres de Dolores Cabrera, Josefa Borges y María y Narcisa Martínez [4].
            Probo funcionario, fue jubilado con el empleo de oficial inspector de segunda de la Administración de Contribuciones de la provincia de Santa Cruz de Tenerife en 1852 [5]. En su testamento, otorgado en Santa Cruz de Tenerife ante el escribano Manuel del Castillo Espinosa, el 16 de julio de 1856, declaró que a esta sociedad conyugal ni yo ni la mencionada mi consorte aportamos bienes ni capital alguno, y durante ella adquirimos una casita situada en la ciudad de Las Palmas, de la citada isla de Canaria, en la calle de Triana, por compra que hicimos a don Leonardo Sánchez por escritura de que debe obrar copia entre mis papeles, y después la fabricamos, siendo ésta la única finca de que somos poseedores [6]. Belza murió tras redactar estas disposiciones. Su viuda, que le sobrevivió veintitrés años, falleció, también en Santa Cruz, en 1879 [7].

Belza Ca. 1864-1867:
 Antonio de Monteverde y Béthencourt           
La marquesa de Santa Lucía         
Petra de Vera y Peraza de Ayala y su hija María Rodríguez de la Peña y Vera.

Los primeros Belza canarios

María del Rosario Belza y Monagas

            María del Rosario Belza y Monagas, la mayor de los hermanos, nació en Las Palmas el 6 de mayo de 1835 y fue bautizada seis días más tarde en la parroquia del Sagrario de la catedral de Santa Ana [8]. Contrajo matrimonio en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz, en 1854, con el comerciante catalán don Agustín Corbella y Roig, natural de Vallfagona en la provincia de Tarragona [8 bis], con el que tuvo, al menos, seis hijos:
I.       Teresa Corbella y Belza, n. en Santa Cruz en 1857, mujer de don Juan González Benítez de Lugo y Hernández.
II.    María de la Concepción Corbella y Belza, n. también en Santa Cruz al año siguiente.
III. Agustín Corbella y Belza, n. donde sus hermanos en 1860. Casó con doña Antonia González-Benítez de Lugo y Hernández, hermana de su cuñada.
IV. Agripina Corbella y Belza, fallecida en la infancia, en 1859.
V.    Agripino Corbella Belza, que también murió niño en 1864, y
VI.  Juan Corbella Belza, muerto, como sus hermanos, sin alcanzar la mayoría de edad en 1895 [9].
            En 1865 vivía la familia Corbella Belza en el número 24 de la calle del Sol. Con ellos residían sus hermanos Rafael y Bartolomé y la madre común, doña Inés Monagas, asistidos todos por la sirvienta Josefa Santana [10].
Falleció doña María del Rosario Belza, viuda, en Santa Cruz de Tenerife, el día 21 de septiembre de 1921.


Rafael Belza y Monagas


Rafael Belza y Monagas: Autorretrato
Santos Pego: Rafael Belza y Monagas

            Rafael Belza y Monagas vino al mundo en Las Palmas el 10 de agosto de 1837, y recibió el bautismo en la misma parroquia que su hermana, el día quince inmediato [11].
No aparece inscrito en los listados de alumnos que conocemos del colegio de San Agustín de su ciudad natal. Es probable que, parte de sus estudios, los realizara en el Instituto Provincial de La Laguna.
            Casó en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, en 1867, con doña Ascensión de Cámara y Cruz, hija de don Miguel de Cámara y Armas y de doña María del Pilar Cruz Rodríguez [11 bis], y hermana de Manuel, Menandro y Miguel de Cámara, entre otros. 
            Socio de Número de la Económica de Santa Cruz de Tenerife, fue admitido en sesión de 2 de junio de 1864 [12].
            Dio comienzo a su brillante carrera administrativa como oficial quinto primero de la Administración de Hacienda pública de Canarias y, en 1865, pasó de primero a la Tesorería, ocupando la vacante don José Sansón y Barrios [13].
            Por Real Decreto de fecha 21 de agosto de 1876, y ocupando ya la plaza de interventor de la Administración Económica de la Provincia de Canarias, se le concedieron los honores de jefe de Administración, libres de gastos, en recompensa de los especiales servicios prestados en su carrera [14].
            Al producirse el cese de don Matías La-Roche, tomó posesión como jefe Económico de esta provincia, el 23 de noviembre de 1881 [15] y, al año siguiente, el 8 de febrero, fue nombrado interventor de Hacienda de la misma [16].
            En Junta General del Casino Principal de Tenerife, de 17 de diciembre de 1882, resultó elegido presidente de dicha sociedad [17].
            Delegado de Hacienda en Canarias en 1884, fue declarado cesante el mismo año [18], y en 1886, se produjo su trasladado a Madrid, donde pasó a ocupar la jefatura de Negociado de primera clase de la Intervención General del Estado.
            Los diversos nombramientos que jalonaron su hoja de servicios hacendística fuera del archipiélago, celebrados unánimemente por la prensa local, van especificados en nota, ya que en ocasiones se contradicen con lo publicado en las islas [19].

            La Opinión de Santa Cruz de Tenerife, en su edición del 30 de abril de 1890 decía:

            Leemos en el diario madrileño El Resumen del 19 del corriente:
            «Se asegura que el Sr. Ministro de Hacienda prepara una extensa combinación del alto personal del Ministerio.
            El Delegado de Hacienda de Madrid que lleva muchos años en ese puesto, pasará a ocupar, al decir de los bien enterados, una plaza de categoría en el Ministerio.
            Para reemplazarle se indica a un antiguo funcionario que en la actualidad ocupa un destino de importancia y que desempeñó recientemente la intervención de Hacienda de Madrid».
            El funcionario a quien se alude en el precedente párrafo es nuestro distinguido paisano y amigo D. Rafael Belza y Monagas, que ha desempeñado recientemente la intervención de Hacienda de Madrid y ocupa en la actualidad un alto destino en la Intervención General del Estado.
            Celebraríamos que se confirmase esta noticia ocupando nuestro amigo el importante puesto para que se le indica y al que lo hacen acreedor los servicios que ha prestado en su larga carrera administrativa y a los que acaba de añadir otros muy valiosos en delicadas comisiones que en provincias ha desempeñado por encargo y con aplauso del Sr. Ministro de Hacienda.

            Una vez jubilado en 1903, permaneció en la capital del Reino algún tiempo, antes del ansiado retorno a las islas. En El Cronista de Tenerife, del 26 de diciembre de 1903, se publicó la siguiente noticia:

            El Sr. D. Rafael Belza inteligente y antiguo empleado en Hacienda y que hoy reside en Madrid, ha decidido dedicarse, a instancia de varios amigos y paisanos, a la gestión de los asuntos que en todos los órdenes se le encomienden de esta provincia.
            Dados los conocimientos del Señor Belza y sus muchas relaciones en los Centros madrileños, no dudamos que habrán de tener favorable solución los asuntos que se le encomienden y que sabrá responder cumplidamente a la confianza que se le dispense.
            El Sr. D. Rafael Belza tiene establecido su domicilio en la calle de Apodaca, 16, duplicado.


Belza, Ca. 1864-1867:
Diego de Ponte del Castillo, marqués de la Quinta Roja
Ricardo Power

            Con motivo de su fallecimiento, que se produjo el 27 de junio de 1930, cuando contaba noventa y dos años de edad [20], el diario católico Gaceta de Tenerife, en su edición del día siguiente, publicó esta necrológica:
            Muerte sentida
            En esta capital ha dejado de existir nuestro respetable amigo el ilustre paisano don Rafael Belza Monagas, persona muy considerada y conocida en esta capital.
            El señor Belza prestó sus servicios en la Administración del Estado, residiendo muchos años en Madrid, donde ocupó importantes cargos, entre ellos el de director de la Casa de la Moneda, siendo jubilado con la jerarquía de jefe superior de Administración civil.
            Durante su estancia en Madrid fue un protector de cuantos canarios allí acudían, a los que atendía y ayudaba valido de su prestigio en los centros oficiales.
            Siempre fué el señor Belza un gran patriota, admirador y defensor de su país natal, siendo su mayor deseo regresar a nuestra tierra, donde ayer ha fallecido.
            Poseía además el finado excelentes prendas personales, de perfecto caballero, carácter bondadoso y servicial y un gran amigo de todos.
            En esta capital contaba el señor Belza con innumerables amistades, entre quienes era muy apreciado, por lo que su muerte ha causado hondo y sincero pesar.
            El acto del entierro, que tendrá lugar hoy, a las 10 de la mañana, constituirá seguramente una verdadera manifestación de duelo. Con tan triste motivo enviamos a su viuda, doña Asunción Cámara y demás familia la expresión de nuestra sincera condolencia.

            Aunque sin firmar, pero con todas las características de la pluma de Leoncio Rodríguez, publicó La Prensa otra necrología:

            Don Rafael Belza y Monagas
            Algunos curiosos detalles de su actuación pública


Rafael Belza: Valeriano Weyler y Nicolau. Ca. 1867-76
            A la avanzada edad de noventa y dos años ha dejado de existir en esta capital el respetable señor don Rafael Belza y Monagas.
            Para saber lo que don Rafael Belza fue y ha significado en la vida insular, hay que remontarse tantos años atrás, que son pocas las personas que de ello guarden recuerdo. Y sin embargo, basta con decir que fue en Tenerife, primero Interventor y más tarde Delegado de Hacienda, y en Madrid Interventor general de la Administración del Estado, para formarse una idea de la personalidad que llegó a alcanzar en vida.
            En efecto, los delegados de Hacienda tenían, en aquella época, y él más que ninguno otro, quizá, por sus buenas relaciones en Madrid, facultades para proponer y aún resolver, en ocasiones, sobre ingresos y ascensos en los Cuerpos de la Administración civil. Como consecuencia de ello, don Rafael Belza, espíritu acogedor y servicial en grado sumo, tuvo ocasión y medios de repartir favores que le conquistaron aprecio y la gratitud de variaciones generaciones.
            Don Rafael Belza oía a todos los peticionarios y accedía a todo lo que a su alcance estuviera. Y así durante toda su vida, hasta cuando ocupaba puestos preeminentes y envidiables en el departamento de Hacienda.
            Fue patriota entusiasta, fervientemente enamorado del terruño. A sus buenos oficios y desinteresados esfuerzos se debió la aprobación y el comienzo de las obras de la carretera de esta capital a Taganana, la misma que, ahora, transcurridos más de treinta años, todavía solamente llega a San Andrés.
            Era en aquella época don Rafael Belza, amigo político y particular de don Feliciano Pérez-Zamora, y a tal circunstancia pudo deberse la concesión de dicha carretera, así como la firma de los primeros contratos concertados entre los plantadores de tabaco de Canarias y la Hacienda española. Por cierto que, para lograr la firma de aquellos contratos, hizo don Feliciano un viaje, expresamente, a Tenerife, a fin de trabajar la votación de la candidatura, como diputado a Cortes, del señor García Torres, entonces director general de Aduanas.

            Esto ocurría en el año 1881. Entonces, la recaudación que hacía la Hacienda, -caso curioso que también merece ser traído a colación-, era superior a las atenciones de las islas, y el gobierno disponía frecuentemente su remesa a Madrid, comisionando al señor Belza para la conducción y entrega de aquellas sumas. Esto le valió numerosas amistades y el reconocimiento de unos méritos que acabaron por elevarle al destacado puesto de Interventor general de la Administración del Estado.
            En uno de los viajes de regreso de Madrid del entonces capitán general de Canarias, don Valeriano Weyler, acompañado por don Rafael Belza, que también regresaba de llevar una de aquellas remesas de dinero, se les tributó a ambos en esta capital un entusiasta recibimiento. El pueblo de San Andrés, agradecido por la concesión de la carretera a Taganana, que acababa de otorgarse, organizó una expedición de botes, engalanados con flores y racimos de plátanos y tripulados por las muchachas del barrio, contribuyendo al homenaje, que era de gratitud para Belza y de desagravio para Weyler por ciertos incidentes anteriores.
            Entre las circunstancias curiosas de la vida del señor Belza, puede citarse también el hecho de haber sido el primer fotógrafo establecido en Canarias, y, más tarde, -hará unos cuarenta años-, al marchar a Madrid, uno de los contertulios más asiduos, fundador, además, de la famosa “peña Canaria” el “Café Universal”, en unión de don Camilo Benítez de Lugo, el que cabe calificarse de iniciador de las campañas pro-turismo en Tenerife.
            Don Rafael Belza fue, en suma, una de las personalidades más populares de su época y uno de los espíritus más abiertos, francos y acogedores de todo tiempo.
            Al hacer votos por su eterno descanso, queremos dedicar un recuerdo piadoso a su memoria, en nombre de aquella generación que tantos bienes recibiera de su bondad y condescendencia inagotables, enviando a su viuda y restantes familiares nuestro más sincero y sentido pésame [21].




Bartolomé Belza y Monagas


Bartolomé Belza y Monagas
M. Alviach: Bartolomé Belza y Monagas

            El menor de los hermanos Belza Monagas, Bartolomé, nació también en Las Palmas, el día 23 de agosto de 1839, y fue llevado a la pila del Sagrario el 26 siguiente [22].
No hemos podido averiguar en qué centros llevó a cabo su formación. 
            En 1888, y tras haber sido declarado cesante don Ubaldo Pimienta, fue designado director del Jardín Botánico de La Orotava [23].
            Al año siguiente recibió el nombramiento de interventor de Registros del Puerto de la Cruz [24].
            Bibliotecario del Liceo de Taoro [25].

            Casó, en la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz, antes llamado de La Orotava, el 12 de diciembre de 1867, con doña María del Carmen González y Hernández, nacida en dicha villa el 11 de julio de 1847 y bautizada al día siguiente en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, hija de don Juan González y Benítez de Lugo y de doña María Hernández Escobar, con quien procreó los siguientes hijos [25 bis]:
I.       Doña María de la Concepción Belza González.
II.    Doña María del Rosario Belza González.
III. Doña María del Carmen Belza González.
IV. Doña Inés Belza González, n. en el Puerto de la Cruz y bautizada en 1879.
V.    Doña María de los Dolores Belza González, n. como sus hermanos en el Puerto, recibió el bautismo en 1881 y
VI. Don Rafael Belza González,  que vino al mundo en 1883 y c. en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, en 1904, con doña Germana López de Vergara y Rodríguez.
            Falleció don Bartolomé Belza en La Orotava, el día 6 de enero de 1928 [26].

            El Progreso, de 9 de enero de 1928 comunicó su fallecimiento en los siguientes términos:

            A edad avanzada y víctima de penosa enfermedad de dilatado proceso, ha fallecido en La Orotava el distinguido señor don Bartolomé Belza Monagas, hermano de nuestro respetable amigo don Rafael.
            La muerte del señor Belza ha sido muy sentida por sus innumerables amistades, de quienes era apreciadísimo por su trato amable y su carácter servicial y generoso, prendas que le granjearon general estimación.
            Reciban su viuda hijos, su hermano don Rafael y demás familiares, nuestro sentido pésame.



El Gabinete Fotográfico

            En 1864, el pequeño puerto de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, que hacía tan sólo cinco años se titulaba ciudad y contaba con unos 14.000 habitantes, recuperaba lentamente la normalidad después de sufrir los estragos ocasionados por la última de las tres epidemias de fiebre amarilla que padeció durante el siglo XIX [27].
            En el número 24 de la calle del Sol comenzó su actividad profesional y artística el Gabinete Fotógrafico que los hermanos, Rafael y Bartolomé Belza, habilitaron en una parte de la vivienda en la que habitaban en compañía de su familia. La casa se encontraba en las inmediaciones del próspero almacén del que era propietario su cuñado don Agustín Corbella, en el número 33 de la misma calle, en el que se expendía, al pormenor, diferentes mercaderías: almanaques para el 62, chaquetas de abrigo, camisillas finas, fajas, corbatas, trensas [sic] de lana, cachorras finas de Tetuán, cachuchas de ule, tafiletes y cordovanes [sic] tinta de color, aceite de olivo y de almendras dulces, arroz, fideos, sardinas de Nantes, jabón, y una porción de juguetes y quincalla y entre ellos escopetas de matar chinches, con sus correspondientes balas [28].
            Es probable que el estudio o gabinete –cabañas eran llamados con la terminología de la época este tipo de recintos acristalados y luminosos- hubiera sido concebido inicialmente con cierta modestia, pero con la suficiente categoría profesional como para que fuera visitado por un Infante de España. En efecto, durante su destierro en la isla, en la que permaneció por un espacio de tiempo comprendido entre el 22 de noviembre de 1864 y el 29 de enero del año siguiente, don Enrique de Borbón, hermano político y primo de doble vínculo de la Reina Isabel II, que dio siempre muestras de extremada simpatía personal e inusual sencillez, asistió a una sesión fotográfica en el mismo, lo que dio como resultado que Rafael Belza obtuviera la consideración de fotógrafo áulico. La prensa reflejó la noticia en diferentes artículos y en los siguientes términos:

            Por Real Orden de 23 de febrero último, se ha dignado S. M. la Reina conceder a nuestro paisano y amigo D. Rafael Belza, los honores de fotógrafo de la Real Casa, y el uso de las armas Reales.
            S. A. Real el infante D. Enrique de Borbón le concedió también la distinción de nombrarle su fotógrafo, antes de ausentarse de estas islas.
            Nosotros felicitamos al Sr. Belza, cuyos trabajos le han hecho digno de semejante honra.
            El País. Las Palmas de Gran Canaria, 7 de abril de 1865.

Belza: Infante don Enrique de Borbón. 1864


            Sabemos por conducto fidedigno que nuestro paisano y amigo D. Rafael Belza ha recibido por el último correo la Real Orden y título por el cual se ha dignado S. M. la Reina (q. D. g.) concederle los de fotógrafo de la Real Casa con el uso de las armas Reales.
            Esta honorífica distinción la debe el Sr. Belza, según nuestras noticias, a los trabajos fotográficos que presentó a S. A. R. el Infante D. Enrique, durante su permanencia en esta Capital, quien tuvo a bien nombrarle desde luego su fotógrafo, sin perjuicio de hacerlo después de la Real Casa, según se verificó con fecha 23 de febrero último.
            Felicitamos cordialmente al Sr. Belza por la concesión que acaba de obtener, pues ella le debe demostrar el aprecio que alcanzaron de S. A. R. los modestos trabajos que le dedicara, los cuales no por serlo, dejaron de estimarse debidamente por S. A.
            El Guanche. Santa Cruz de Tenerife, 7 de abril de 1865.

            En nuestro último número dimos cuenta de haber sido agraciado nuestro paisano D. Rafael Belza, con los honores de fotógrafo de la Real Casa, con el uso de las armas Reales; y hoy tenemos el gusto de manifestar que igual distinción ha alcanzado, también por conducto de S. A. R. el Infante D. Enrique, el inteligente fotógrafo D. Santos María Pego. Felicitamos a nuestro estimado amigo por la concesión que acaba de obtener, por que esa distinción honorífica es una prueba del aprecio que obtuvieron los trabajos que presentó a S. A. R. durante su permanencia en esta Capital; trabajos cuyo mérito siempre hemos reconocido y el público canario ha sabido recompensar con la protección que dispensa a dicho artista.
            El Guanche. Santa Cruz de Tenerife, 11 de abril de 1865.
 Belza 1864-1867
Juan de Ascanio y Nieves 
Miguel Béthencourt Sortino
Luis de Miranda y Vázquez

            Poco meses después de alcanzar el preciado reconocimiento, sin duda uno de las primeros de esta naturaleza concedidos en el archipiélago, creyeron los hermanos Belza que debían aumentar el caudal de sus conocimientos en materia fotográfica y realizaron un viaje de estudios que les llevó a la Península y, al parecer, también al extranjero.
            En las notas que publicó la prensa local no queda suficientemente claro si viajaron ambos, o si sólo lo hizo Bartolomé. En ese periodo de la existencia del Gabinete, hasta la marca comercial de la empresa resulta confusa, pues se entrelazan una R y B, en un anagrama en el que esta última letra podría significar tanto Bartolomé como Belza.

            Los fotógrafos Sres. D. Rafael y D. Bartolomé Belza, que marcharon a la Península y al extranjero a perfeccionarse en su arte, se hallan de vuelta en Santa Cruz de Tenerife.
Según los periódicos de aquella localidad, dichos señores han hecho notabilísimos adelantos, y la perfección en los trabajos y lo reducido de los precios harán del Gabinete de los hermanos Belza el primero de la provincia.
            El País. Las Palmas de Gran Canaria, 29 de agosto de 1865.

            Tenemos la satisfacción de anunciar a nuestro lectores que habiendo llegado a esta Capital nuestros queridos amigos los Sres. D. Rafael y D. Bartolomé Belza, abrirán de nuevo al público su acreditado establecimiento fotográfico el día 27 del corriente.
            Pronto el público conocerá los notabilísimos adelantos que en tan difícil arte ha hecho el Sr. Belza (D. Bartolomé) en los cuatro meses que ha permanecido al lado de los Sres. Laurent, Disderi, Toledo Mirauzo [sic por Miranzo] Hermanos y otras notabilidades de la Corte en el arte de la fotografía.
            La perfección en los trabajos y lo reducido de los precios, harán del gabinete de los hermanos Belza el primero de la Provincia.
            Damos la bienvenida a nuestros amigos.
            El Eco del Comercio. Santa Cruz de Tenerife, 23 de agosto de 1865.
Belza: 1864-1867 
Candelaria Benítez de Lugo de Ruiz 
Isabel Poggi y Borsotto 
María Lorenza Rodríguez de la Peña y Vera
           Lo cierto es que, ya desde 1865, Rafael Belza se encontraba empleado en la Real Hacienda, mientras su hermano se encontraba inscrito en el padrón municipal correspondiente a ese año como dependiente. Un año más tarde, es Bartolomé quien aparece como dueño del establecimiento fotográfico, al tiempo que Rafael conserva el honroso título de fotógrafo de la Real Casa:

            Nuestros apreciables amigos D. Rafael Belza, fotógrafo de la Real Casa, y su hermano D. Bartolomé, dueño del acreditado Gabinete situado en la calle del Sol núm. 21, queriendo dar una prueba de gratitud al público que tanto les favorece y con el objeto de poner al alcance de todas las fortunas los productos de su difícil arte, han hecho una baja considerable en el precio de sus trabajos desde el día primero del corriente mes.
            Todas las fotografías que han salido de manos de los Sres. Belza son magníficas; y recomendamos al público su Gabinete; el cual han enriquecido con multitud de objetos recibidos por el vapor Berenguer.
            El Mensajero de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 10 de marzo de 1866.

            Parece que el gabinete fue regentado por ambos hermanos hasta poco después del mes de mayo de 1867, fecha en la que viajaron a Las Palmas y se establecieron, temporalmente, en el estudio de la calle de La Gloria que había edificado su colega en la profesión, el magistrado don Luis Gonzaga del Mármol:

            La vista que los Sres. Belza han fotografiado, desde la pedrera de San Pedro, del muelle de esta Capital, en momentos que permanecía atracada la fragata española Paquete Carmen a dicho muelle, es de sorprendente efecto, no tan sólo por la perfección con que se detallan todos los objetos del indicado buque, sino que ha quedado, grabada la verdad de un hecho que tanto favorece a esta Ciudad y al Sr. Martínez, dueño del mencionado buque.

            El Insular. Santa Cruz de Tenerife, 9 de junio de 1866.
 
            Hemos tenido el gusto de ver la reproducción que del retrato del Jefe de nuestra escuadra en el Pacífico, el Excmo. Sr. D. Casto Méndez Núñez, han hecho los Sres. Belza, fotógrafos de la Real Casa.
            Recomendamos al público la adquisición de este trabajo, que además de hallarse perfectamente concluido, se expende por el ínfimo precio de 4 rs. vn. ejemplar.
            El Eco del Comercio. Santa Cruz de Tenerife, 23 de junio de 1866.

            A la vuelta de su estancia en la isla de Gran Canaria, se produjeron algunos cambios de importancia en la pequeña historia del Gabinete: un traslado en el domicilio social de la empresa, que aparece ahora con un sólo titular, y el matrimonio de éste con doña Ascensión de Cámara, lo que probablemente motivó su abandono de la casa familiar de la calle del Sol.


            Toda la prensa de Santa Cruz de Tenerife elogia y recomienda el magnífico gabinete fotográfico que nuestro querido amigo y paisano D. Rafael Belza ha trasladado a la plaza del Príncipe Alfonso, en aquella ciudad.
            Conocedores nosotros del mérito del fotógrafo Sr. Belza y del crédito que ha conseguido adquirir por la perfección y verdad de sus retratos, y entonación y limpieza de las tintas que sabe dar a sus trabajos, recomendamos a todos nuestros paisanos aquel establecimiento fotográfico.
            He aquí lo que respecto al mismo dice El Progreso de Canarias [del 20 de julio de 1867].
            “En estos últimos días hemos tenido una verdadera satisfacción al visitar la nueva y magnífica galería fotográfica del Sr. Belza, plaza del Príncipe núm. 25. En este establecimiento, sin disputa y bajo todos los conceptos el mejor de cuantos existen en la Provincia, se hacen toda clase de trabajos fotográficos con tal perfección, que nada tienen que envidiar a los ejecutados en la Península y el Extranjero. Hemos visto tarjetas, bustos y grupos  que nos han admirado por |a pureza de las tintas, la delicadeza de las sombras y el brillo natural que los realza, sin que se haya apelado por el inteligente fotógrafo al que se obtiene por medio del barniz que, como manifiestan varios autores en sus tratados fotográficos y la experiencia nos lo demuestra mancha y concluye por destruir las imágenes.
            Todo esto, unido al elegante mobiliario del establecimiento y la gran comodidad que proporcionan las luces de la citada galería, nos obligan a felicitar a dicho señor, puesto que a su constancia y aplicación debemos que haya introducido entre nosotros mejoras considerables, sin alterar por ello los módicos precios que tiene establecidos”.
            El País. Las Palmas de Gran Canaria, 28 de julio de 1867.

Rafael Belza Ca. 1867-76:
Ana Mandillo y Pichardo
Carmen Hernández de Béthencourt
Augusto Sabino Hardisson Espou

            Con sobrada razón se han ocupado los periódicos de esta Capital de la galería fotográfica establecida recientemente por el aventajado joven D. Rafael Belza, quien ha llevado a cabo con una inteligencia y acierto admirables, la construcción de un magnífico espacioso local-galería que sin temor de equivocarnos podemos asegurar no encuentra rival en estas islas y aún en algunas de las principales poblaciones de la Península y del Extranjero.
            El mobiliario de que dispone reúne elegancia, lujo y comodidad exquisita.
            Dignos son de elogio los adelantos que diariamente ejecuta el Sr. Belza en el difícil arte que ya profesa, a juzgar por la perfección de sus retratos, que hemos tenido el gusto de admirar, tanto por la dulzura de las sombras, como por la limpieza de las tintas y el brillo, que sin necesidad del perjudicial barniz que ordinariamente emplean los fotógrafos, ha sabido obtener el artista que nos ocupa, pudiendo competir todos sus trabajos fotográficos con los más esmerados que hoy día se obtengan en los principales establecimientos de esta clase.
            No obstante los crecidos dispendios que sabemos ha tenido que hacer el Sr. Belza, no ha alterado en nada sus antiguos y económicos precios.
            Nos congratulamos de que exista en esta Capital un establecimiento fotográfico en tal grado de perfección como lo es el de que nos ocupamos.
            El Eco del Comercio. Santa Cruz de Tenerife, 24 de julio de 1868.

            Apenas conocemos otros trabajos de los hermanos Belza que no sean, exclusivamente, sus retratos. Fotografías de temática paisajística, o aquellas otras que reflejaban instantáneas de hechos singulares acaecidos en las islas, como el embarque en el buque Pelayo del citado Infante don Enrique de Borbón en su viaje de retorno a la Península, son extremadamente raras en las colecciones que hemos podido consultar, al menos, debidamente identificadas como obra suya.
Belza: Partida del Infante don Enrique de Borbón. Fotografía estereoscópica. Cortesía del Centro de Fotografía Isla de Tenerife

            Si hemos de dar crédito a la afirmación contenida en los sueltos periodísticos relativos a su viaje de estudios y fueron los Belza, realmente, discípulos de André Adolphe Eugéne Disdéri, lo cierto es que adoptaron como formato para retratar a gran parte de la burguesía canaria el de carte de visite [o tarjeta de visita], sistema patentado por aquel en 1854, que había abaratado considerablemente la producción y que dio carácter industrial al retrato [29].
            Según Publio López Mondéjar, Disdéri había señalado ya [en 1854] que el futuro desarrollo industrial de la fotografía dependería de su capacidad para acceder a amplios segmentos de público, incluyendo no sólo a la pequeña y mediana burguesía, sino a las mismísimas clases trabajadoras [30].
            Llegará el momento en que pueda hacerse un inventario completo de la producción de los Belza en cuanto a retratos en tarjeta de visita se refiere, contándose por centenares las que realizaron en este primer estudio de la calle del Sol.
            A partir de 1867, observamos que Rafael Belza trabaja en solitario. Su hermano Bartolomé también había casado, pero en La Orotava, y su vida se desarrollaría, a partir de entonces, en el norte de la isla, alejada de cualquier actividad fotográfica.



Rafael Belza, Ca. 1867-76:
Domingo Cortés y Senmartí
Miguel Villalba Hervás
José Crosa y Costa

            Las últimas referencias que hemos encontrado en la prensa relativas a la actividad fotográfica de Rafael Belza corresponden a los años setenta, siendo más frecuentes las que hacen mención a sus logros en la carrera hacendística, ejerciendo en estas fechas como interventor de la Administración Económica de la Provincia de Canarias.

Tipología de los retratos del Gabinete Belza


            Los retratos que captaron las cámaras de los hermanos Belza en un período de tiempo tan corto como el que fue de 1864 a 1867, y los que luego continuó realizando Rafael Belza desde esta última fecha hasta finales de la década siguiente, presentan notables diferencias.
            Los de la primera época, tomados en la cabaña de la calle del Sol y en el estudio de la capital grancanaria de Luis G. del Mármol, se encuentran ambientados con diversos elementos decorativos que resultan característicos y diferenciadores. Son, en su mayoría, buenos retratos concebidos con cierta nostalgia de los modos y motivos que adornaban su precedente pictórico: el retrato romántico.
            Amplios cortinajes sujetos con cordones y borlas de pasamanería que, en ocasiones, son utilizados para ocultar la percha de madera que obliga al modelo a permanecer estático; el inevitable plinto donde reposa un brazo o la mano del retratado; sillas lacadas e incrustadas de nácar y mobiliario victoriano inglés en madera de roble que sirve la mayor parte de las veces, también, como punto de sujeción, y algunos libros o álbumes cuidadosamente encuadernados. Todo ello ambientado con telones, bien monocromos o pintados simulando paisajes y frisos, sobre un piso cubierto por una alfombra o estera decorada como motivos geométricos. Este viene a ser el ambiente de interior burgués para los retratos de cuerpo entero o de tres cuartos, cuya misión principal era acrecentar la ilusión de perspectiva. Los de busto están concebidos a fondo perdido, y recuerdan a los realizados, hasta poco tiempo antes y aún después, por medio del grabado o la litografía.



            Al ser trasladado el estudio a la plaza del Príncipe [o alameda de la Libertad] en 1867, el gusto en el mobiliario cambia y se transforma ahora en elegante, lujoso y de comodidad exquisita. En este punto tenemos que llamar la atención sobre el buen gusto de Belza, que no se dejó seducir por la moda imperante que acumulaba en torno a sus modelos un sinnúmero de objetos innecesarios cuando no esperpénticos y molestos. A propósito de esta costumbre que se impuso con el paso del tiempo y la pérdida de calidad artística en los trabajos fotográficos, comenta López Mondéjar: Los Gabinetes fotográficos pronto se convirtieron en un confuso almacén de objetos ampulosos, ridículos y pretendidamente decorativos [31].
            En el caso del Gabinete de Rafael Belza los asientos fueron sustituidos por otros tapizados, los fondos pasaron a ser invariablemente monocromos, igual que las esteras, que carecían de dibujo. El centro indudable de la fotografía es el objeto del retrato, sin elementos aparentemente decorativos que distrajeran la atención del modelo.
            En cuanto a los retratos de busto de esta segunda época del Gabinete, se encuentran siempre embutidos en un óvalo convexo gofrado, a manera de camafeo, en cartulina de alto brillo, y quizás se refiera a ellos la nota de prensa siguiente:

            Están llamando justamente la atención del público los magníficos retratos a la Veneciana hechos en el establecimiento fotográfico del Sr. Belza. Esta nueva clase de fotografía es de gran gusto y elegancia y el Sr. Belza ha procurado colocarse con ellos a la altura de los mejores fotógrafos.
            En breve, tenemos entendido que el mismo Sr. podrá también ofrecer a sus favorecedores otra nueva clase de retratos conocidos en Europa por el nombre de Rambratd [sic].
            Reciba por todo el Sr. Belza nuestra más cordial felicitación.

            La Federación. 12 de agosto de 1872.



            Estas retratos en formato tarjeta de visita se diferencian claramente de los de la primera época, no sólo por el soporte que, como hemos dicho, es ahora una cartulina con brillo homogéneo, sin el tan perjudicial barniz. El papel fotográfico no se encuentra encolado a una cartulina, forma parte de la cartulina misma y, al pie, figura habitualmente la marca empresarial estampada en seco.

            El efecto resultaba inmejorable y justifica el siguiente comentario jocoso:

            En la fotografía de Belza:
            
            —Chico, ¿en qué postura me retrataré?
            —Retrátate en el acto de pronunciar un discurso.
            —Para qué?
            —Para que todo el mundo al ver el retrato, exclame; “¡Si está hablando!”.
            El Ensayo. Santa Cruz de Tenerife, 21 de enero de 1877.

            Después de esta fecha parece cesar la actividad del Gabinete, a medida que las responsabilidades funcionariales de Rafael Belza iban en aumento, concluyendo con la proximidad del traslado de éste a Madrid.











 NOTAS
[1] Sobre la historia de la fotografía en Canarias, véase:
Vega, C.: Baeza. Biblioteca de Artistas Canarios. Socaem. Gobierno de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1992.
: La Isla mirada. Tenerife y la Fotografía [1839-1939]. Tomo I. Los fotógrafos en el estudio. Tomo II. Los fotógrafos en el paisaje. Centro de Fotografía “Isla de Tenerife”. Santa Cruz de Tenerife, 1995 y 1997.
: “Placer de ver: Adalberto Benítez, fotógrafo” en Adalberto Benítez. Fundación la Caixa. Barcelona, 1999.
: La voz del fotógrafo. Gobierno de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 2000.
: Derroteros de la fotografía en Canarias, 1839-2000. CajaCanarias y La Caja de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 2002.
Báez Arbelo: T.: George Graham Toler [1850-1929]. Estancia de un noble inglés en Tenerife. Ayuntamiento de La Orotava, 2003.
Casanova, G.: La Historia de la Fotografía en La Laguna. 1857-1936. Cabildo de Tenerife. Ayuntamiento de La Laguna. Centro de la Cultura Popular Canaria. La Laguna, 1994.
Santana Rodríguez, S.: Carlos Schwartz y Máttos [1862-1935]. Memoria de licenciatura. Universidad de La Laguna, 1998.
—: “Estudio Moderno y la estética del Cinema en Las Palmas de Gran Canaria”. El Museo Canario. Núm. LV. Madrid, 2000.
Teixidor Cadenas, C.: La fotografía en Canarias y Madeira. La época del daguerrotipo, el colodión y la albúmina. 1939-1900. Carlos Teixidor edt. Madrid, 1999.
[2] Los Belza constituyeron una familia de hacendistas entre los que destacaron este don Juan, fiel de la Puerta Barrera de Jaén en 1794, teniente retirado al que se le premiaron sus méritos con el nombramiento de caballero de la Orden de Isabel la Católica en 1835, que culminó su hoja de servicios como contador de Rentas Estancadas en Madrid dos años más tarde y su hermano, don Miguel Belza de Iriarte, intendente honorario de Provincia, oficial primero y jefe de sección de la Dirección General de Rentas Estancadas y Resguardos.
Otros miembros de esta familia, vinculados a la Hacienda Pública, sin que hasta el presente podamos establecer el grado de parentesco entre ellos, fueron:
Miguel Belza de Iriarte, probablemente hermano de Juan, Intendente Honorario de Provincia, Oficial 1º Jefe de Sección de la Dirección General de Rentas Estancadas y Resguardos.
Francisco Belza y García-Iriarte, gobernador civil de la Coruña, Tarragona, Teruel y otras provincias, jefe Superior honorario de Administración Civil.
[3] La partida de matrimonio dice: Don Agripino Belza, Segundo Comandante del Resguardo de esta ysla, natural de Huelma en el Reyno de Jaén, hijo legítimo de Don Juan Belza Yriarte y de Doña Juaquina García; y Ynes Aciego la cual lo es de Francisco Asciego Romano y de María Peña natural de esta Ciudad de Telde y ambos recidentes en la Capital fueron casados y velados según ordena Nuestra Santa Madre Yglesia por Don José Estévez, presbítero con licencia de mi el infrascrito párroco hoy veinte y nueve de octubre de mil ochocientos veinte y ocho años se cumplió con lo dispuesto por S. M. en su Real Pragmática procedieron las proclamas en ambas parroquias qual previene el Santo Concilio de Trento y Sinodales de este Obispado de la que no resultó impedimento alguno, aprobados en Doctrina Cristiana, confesaron y comulgaron y fueron testigos Don Sebastián Millán, Don Salvador Estupiñán y otros más que estaban presentes. Francisco Manuel Socorro Ramírez. Juan Estévez Talavera.
Libro xi de Matrimonios de la parroquia de San Juan de Telde, f. 130v. AHDLP.

Quiero expresar mi agradecimiento a don Julio Sánchez y don David Crespo, así como a don José Lavandera y doña María José Otero, gracias a los cuales he dispuesto de las partidas sacramentales relativas a los Belza.
[4] Padrón eclesiástico de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, correspondiente al año 1854. AHDLL..
[5] Hoja de servicios de Agripino Belza de Yriarte, Inspector segundo de la Administración de Hacienda Pública de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Hacienda, 4317. Exp. 122, 1824-1852 y 3930. Exp. 100. 1828-1847. Archivo Histórico Nacional.
[6] Testamento de don Agripino Belza García. Escribano Manuel del Castillo Espinosa. 16 de julio de 1856. Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife.
[7] Libros XXVI y XXXII de Defunciones, ff. 87v y 85v. Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. Santa Cruz de Tenerife.
[8] Partida de bautismo de Rosario Belza y Monagas. AHDLP: Libro XLII de Bautismos del Sagrario, f. 164r.
1444. (Al margen) Por auto del Sr. Teniente Provisor y Vicario General deste Obispado de 15 de septiembre de 1837 se mandó dar asiento a esta partida que corresponde al año de 1835, número 256 y firmé.
En Canaria a 12 de mayo de 1835 años yo el Venerable Cura del Sagrario desta Santa Yglesia Catedral Don Prudencio Almeyda puse óleo y crisma a María del Rosario que nació el día 6 del corriente mes, hija legítima de Don Agripino Belza natural de Andalucía en la Península y Doña Ygnes Monagas que lo es de Telde y vecinos de esta Ciudad: abuelos paternos Don Juan Belsa y Doña Joaquina García; maternos: Francisco Monagas y María Peña, fue su madrina María Antonia Monagas, advertida su obligación y parentesco y firmé. Francisco María Sosa.
[8 bis] Libro XV de Matrimonios, f. 154r. Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife.
[9] Agripino Corbella Belza, L. XXVIII de Defunciones, f. 73v; Agripina Corbella Belza, L. XXVI de Defunciones, f. 256v; Juan Corbella Belza, L. XXXVII de Defunciones, f. 4v. Parroauiq de Nuestra Señora de la Concepción. Santa Cruz de Tenerife.
[10] Padrón Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Año 1865, f. 124. Archivo del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.
[11] Partida de Bautismo de Rafael Belza y Monagas. Libro XLII de Bautismos del Sagrario, f. 160v. AHDLP.
En Canaria a quince de agosto de 1837 años yo el infraescrito Cura Servidor del Sagrario desta Santa Yglesia Catedral, bauticé, puse óleo y crisma a Rafael María Magdalena, que nació el día 10 del corriente mes hijo legítimo de Don Agripino Belza e Ynes Monagas, naturales de Andalucía en la Península y vecinos de esta Ciudad, abuelos paternos Juan Belza y Joaquina García; maternos Francisco Monagas y María Peña, fue su madrina María Rita de Santana; advertila su obligación y parentesco y firmé. Matías Padrón.
[11 bis] Libro XVII de Matrimonios, f. 34. Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción.
[12] Boletín de la Sociedad Económica de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1 de enero de 1865.
[13] El Guanche. Santa Cruz de Tenerife, 23 de agosto de 1865.
[14] Boletín Oficial de la Provincia de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 15 de septiembre de 1876.
[15] La Asociación. Santa Cruz de Tenerife, 23 de noviembre de 1881.
[16] La Democracia. Santa Cruz de Tenerife, 8 de febrero de 1882.
[17] Guimerá Ravina, A. y A. Darias Príncipe: El Casino de Tenerife 1840-1990. Madrid, 1992, p. 265.
[18] Gaceta de Madrid, núm. 191, de 09/07/1884.
[19] Real decreto nombrando Inspector de la Hacienda pública con la categoría de jefe de Administración de cuarta clase, a don Rafael Belza, jefe de Negociado de primera clase de la Intervención General de la Administración del Estado. Gaceta de Madrid, núm. 41, de 10 de febrero de 1886.
Real decreto concediendo los honores de Jefe superior de Administración a don Rafael Belza. Gaceta de Madrid, núm. 213, de primero de agosto de1886.
Real decreto nombrando Interventor de Hacienda de la provincia de Madrid a don Rafael Belza. Gaceta de Madrid, núm. 96, 6 de abril de1887.
Real decreto nombrando Interventor de Hacienda de la provincia de Madrid a don Rafael Belza. Gaceta de Madrid, núm. 193, de 11 de julio de 1888.
Real decreto nombrando Tenedor de libros de la Intervención general de la Administración del Estado a don Rafael Belza y Monagas. Gaceta de Madrid, núm. 363, de 29 de diciembre de 1889.
Real decreto nombrando Jefe de la Sección de Cuentas corrientes de la Intervención general de la Administración del Estado a don Rafael Belza. Gaceta de Madrid, núm. 188, de 6 de julio de 1892.
Real decreto nombrando en comisión Administrador de la Fábrica nacional de Moneda y Timbre a D. Rafael Belza y Monagas. Gaceta de Madrid, núm. 244, de primero de septiembre de 1893.
Reales decretos nombrando segundo jefe de la Intervención general, a don Rafael Belza. Gaceta de Madrid, núm. 203, de 22 de julio de 1895.
Real decreto nombrando, Interventor central de Hacienda, a don Rafael Belza. Gaceta de Madrid, núm. 213, de primero de agosto de 1897.
Real decreto jubilando a don Rafael Belza y Monagas. Gaceta de Madrid, núm. 243, de 31 de agosto de 1903.
[20] Registro Civil de Santa Cruz de Tenerife. Tomo XC, p. 233. Sección tercera.
[21] La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 28 de junio de 1930.
[22] Partida de Bautismo de Bartolomé Belza Monagas. AHDLP. Libro XLIII de Bautismos del Sagrario, f. 32v.
En Canaria a veinte y seis de agosto de mil ochocientos treinta y nueve años yo el infraescrito Cura Servidor del Sagrario de esta Santa Yglesia Catedral, bauticé, puse óleo y crisma a Bartolomé Felipe del Jesús que nació el 23 del corriente mes hijo legítimo de Don Agripino de Belza, natural de Huelma, Reyno de Jaén en la Península y de Doña Ynes Monagas que lo es de Telde y vecinos de esta Ciudad, abuelos paternos Don Juan de Belza y Doña Joaquina García, maternos Don Francisco Monagas y Doña María Peña Ojeda, fue su padrino el presbítero Don Juan Hernández Romano, Capellán de coro y Apuntador de Horas Canónicas de esta Santa Yglesia Catedral y firmé. Francisco María Sosa.
[23] Las Canarias, 28 de diciembre de 1888.
[24] Diario de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 29 de julio de 1889.
Hoja de servicios de Bartolomé Belza y Monagas, oficial de quinta clase destinado al servicio de Recaudación de la Administración Subalterna de La Orotava, provincia de Santa Cruz de Tenerife. Hacienda, 3214, Exp. 4679. 1888-1889. AHN.
[25] El Valle de Orotava, 3 de enero de 1891.



[25 bis]
Libro XI de Matrimonios, f. 17 y Expedientes matrimoniales, Legajo 22, núm. 23. Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia. Puerto de la Cruz. Debo a la amabilidad de don Miguel Ángel Navarro Mederos, director del Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna y a la de su colaborador, don David Corbella, la localización de estos datos. En el expediente matrimonial se hace constar que Bartolomé Belza era vecino de Santa Cruz desde la tierna edad, y del comercio.

[26] Registro Civil de La Orotava: Sección III. Defunciones. Libro LI, f. 5, núm. 4.
[27] Cola Benítez, L.: Santa Cruz, bandera amarilla. Epidemias y calamidades [1494-1910]. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Autoridad Portuaria. Cepsa. Santa Cruz de Tenerife 1996.
Vergara Díaz, P.: Ensayo histórico sobre la enfermedad que reino epidémicamente en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, capital de la provincia de Canarias, desde el mes de octubre de 1862 hasta el de marzo de 1863; precedido de algunas nociones topográficas sobre la expresada ciudad de Santa Cruz, y seguido de varios estados y noticias en justificación o aclaración del texto. Santa Cruz de Tenerife. Imprenta de Miguel Miranda, Cruz Verde núm. 4. 1864.
[28] Eco del Comercio. Santa Cruz de Tenerife, 2 de octubre de 1861.
[29] Sougez, M. L. y H. Pérez Gallardo: Diccionario de Historia de la Fotografía. Cátedra. Cuadernos Arte. Madrid, 2003.
López Mondéjar, P.: 150 años de fotografía en España. Lunwerg Editores. Barcelona, 1999.
[30] López Mondéjar, P., op. cit., pp. 35-36.
[31] López Mondéjar, P: Las fuentes de la memoria. Fotografía y sociedad en la España del siglo XIX. Lunwerg. Barcelona, 1889.

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