jueves, 19 de julio de 2012

Luis de la Cruz. Su autorretrato calcográfico



Luis de la Cruz

Su autorretrato calcográfico
por
Carlos Gaviño de Franchy


Cuenta la historiografía canaria con varios e interesantes trabajos dedicados por diversos especialistas a esclarecer los aspectos biográficos y establecer las dispares trayectorias profesionales de los artistas Manuel Antonio [1750-1809] y Luis Paulino de la Cruz [1776-1853], padre e hijo [1].

Como quiera que nuestro propósito por ahora no es otro que dar a conocer un autorretrato grabado por Luis de la Cruz y Ríos nos limitamos, en forma de introducción abocetada, a transcribir seguidamente las semblanzas de ambos artistas escritas por un contemporáneo, don José Agustín Álvarez Rixo, impregnadas del leve aroma local que desprende la inmediatez del trato vecinal:


                                                Don Manuel de la Cruz

José Agustín Álvarez Rixo: Don Manuel Antonio de la Cruz.
Col part. Puerto de la Cruz, Tenerife
    
En la clase de artistas, el pintor don Manuel de la Cruz alcanzó alguna celebridad y habría alcanzado más en cualquiera otro país fabril. No tuvo padres conocidos, pues estos le abandonaron sobre el fondo de una pipa; otros dicen que dentro de un barril, en el callejón del Juego, donde le halló cierto tonelero que vivía cerca y le educó. Aprendió con el maestro José Tomás, quien, natural de este propio pueblo y no del partido de Daute como se ha creído, cuyas pinturas carecían de buen diseño y gusto aunque su colorido es permanente, y como su arte de pintar santos no le bastaba para su subsistencia, también enseñaba a leer y escribir; además de eso era medio poeta, y se valían de su ingenio los que querían hacer algunos versos, cuyo estilo podrá ver el lector en tratando de don Juan B. Pouldon, página 181. No sé el año en que este sujeto falleció, pero hubo de ser antes de 1790. Don Manuel excedió infinito a su maestro; ignoramos de la manera que estudió y perfeccionó. Pero en aquel mismo tiempo estuvo por aquí algunos años el buen pintor Juan de Miranda, canario, y pudo haber tomado lecciones con él. Casó en este Puerto con Juana Josefa de Nepomuceno Ríos, hija de Juan de Ríos y María Josefa Camacho, y ejercitó su profesión en diversos pueblos de estas Islas.
Viendo la Cruz los buenos mármoles que hay en la de Fuerteventura, en la cual apenas se sabe lo que son, recogió algunos pedazos que envió al Cabildo Eclesiástico de Canaria diciendo que ya que S. S. hacía venir de Génova a tanto costo varias piezas de mármol, se trajese un artífice que labrase los del país y enseñase a los naturales. Pero este buen hombre se quejaba de que ni se habían dignado contestarle la carta.
En 1802 pintó el retablo mayor de la iglesia de Tejina, cuyo marmolado muy natural se conserva perfectamente. Allí estaba hospedado en casa del cura don José Quintero Estévez, con cuya hermana casó en segundas nupcias.



La última obra notable de este pintor fue el retablo del Poder de Dios, en nuestra parroquia de la Peña, cuya anticuada construcción reformó en cuanto se lo permitieron quitándole las talladas hojarascas de los cojinetes y parras enredadas que tenía en sus columnas salomónicas. El sagrarito que está sobre la mesa del altar dicho es obra suya con que se acredita su buen discurso e inteligencia de la arquitectura. También pintó el pulpito y la figura del Salvador con los cuatro Evangelistas que le adornan; todo acabado en 1809, cuando ya contaba más de setenta años de edad, y poco tiempo después de cuyo trabajo falleció en este mismo pueblo a 20 de julio del citado año 9. Sepultósele en la propia capilla que acababa de hermosear, en la cual yace.
Un grande cuadro que cubre casi todo el testero de la ermita de la Magdalena en el pueblecito de Conil en la isla de Lanzarote dicen es obra de este artífice (si bien otros se inclinaban a que era pintado por don Juan de Miranda). Representa a muchos personajes a la mesa con Cristo y la Magdalena a sus pies, cuya pintura recomendamos a los aficionados. Doña Casia Quintero, segunda mujer de don Manuel de la Cruz, herreña, doraba igualmente que su marido y subía a los andamios con calzones. Esta falleció en dicha isla de Lanzarote en 1840.
Enseñó la pintura a sus hijos don Luis, de quien luego hablaremos, y doña Juana.
La doña Juana casó en Santa Cruz con el escribano público [espacio en blanco] Enrique [Josef Rodríguez].

                                                           Don Luis de la Cruz y Ríos

José Agustín Álvarez Rixo: Don Luis de la Cruz y Ríos. 
Col part. Puerto de la Cruz, Tenerife
El célebre fisonomista don Luis de la Cruz y Ríos, hijo de don Manuel y de su primera mujer Juana Josefa de Ríos, nació a 21 de junio de 1776, el cual adquirió grande reputación en su patria y fuera de ella por la propiedad y facilidad extraordinaria que tenía para retratar, puesto que a muchos sujetos no [le] era necesario verlos sino de paso. Retrató al óleo; en miniatura, aún mejor; al fresco, y en bustos de barro. Fue oficial de estas milicias provinciales. Casó con doña Francisca Casañas. Era algo indolente, y habiéndose hecho cargo de pintar ciertos bastidores para el prospecto de un teatro en que iban a representar algunos de sus amigos, llegaba la hora y no estaban concluidos. Aprisa emprendió la obra, y pusieron una criada con luz para que le alumbrase a la mano; mas el pintor, en la figura de que revistió el lienzo, la retrató sin ella percibir que la había observado, lo cual sirvió de diversión a la concurrencia. Don Luis de la Cruz fue alcalde real de este Puerto en 1808; dicho año pintó el bonito y significativo Monumento de Semana Santa de nuestra parroquia, aunque no está acabado. En 1809, los cuatro hermosos cuadros de pasajes de la vida de Cristo que se hallan en el altar del Poder de Dios, como también el grande cuadro de Ánimas que se ve en la parroquia del Puerto de Arrecife en la isla de Lanzarote. Después pasó a ser director de la Escuela de Dibujo del Real Consulado de la ciudad de La Laguna, hasta 1815 al 16 que se trasladó a Madrid, donde obtuvo la plaza de pintor de cámara de Su Majestad Fernando vii, de cuyo Soberano fue muy honrado y favorecido, como igualmente lo fue en Alemania yendo en la comitiva que condujo a España a la reina María Amalia, tercera mujer del rey Fernando. Se dijo que el padre de dicha Soberana había honrado a don Luis con el título de conde palatino. Este artífice se perfeccionó en el colorido al óleo, el cual en los principios era defectuoso, puesto que se decaían notablemente los ropajes de sus primeras obras. Los muchos retratos de su mano que se hallan en todas nuestras Islas son el mejor atestado de su mérito, en particular dos que remitió desde España de cuerpo entero del mismo rey Fernando vii y de su hermano el infante don Carlos María Isidro, colocados en la Universidad de La Laguna.
Era cosa sabida que casi todos los extranjeros de posibilidad que venían a Tenerife se hacían retratar de su mano. Ganaba mucho, a pesar que los retratos de miniatura sólo tomaba de ocho a doce duros por cada uno; pero su carácter pródigo no le permitía juntar dinero. Don Luis de la Cruz fijó su residencia en Sevilla, en cuya ciudad vivió con algunas hijas que llevó de estas Islas hasta que falleció a 20 de julio de 1853 [2].


Luis de la Cruz y Ríos, grabador


Luis de la Cruz y Ríos: Autorretrato. Col. Part. Japón
Afirma Rumeu de Armas en su excelente monografía sobre el pintor portuense [3] que Luis de la Cruz, artista polifacético, no aprendió nunca la técnica del grabado. Pero tuvo una intervención indirecta en los mismos con sus óleos y dibujos. No concuerda esta categórica aseveración con los datos que, sobre el particular, había revelado unos años antes el erudito sacerdote don Sebastián Padrón Acosta. En realidad se trata de un lapsus calami del prestigioso historiador ya que, en otro punto de la publicación de referencia, da cumplida cuenta de las labores calcográficas realizadas por Cruz [4].
Creía, también equivocadamente, Padrón Acosta, que unas pequeñas láminas representando a don Fernando vii de perfil deberían ser consideradas como las primeras planchas de retrato grabadas en las islas y que este mérito había que atribuirlo a don Luis de la Cruz y Ríos, su autor. Las estampas, de 4 x 4 cm, salieron del tórculo en 1808.
Lo cierto es que mientras no aparezcan otras piezas que indiquen lo contrario, la labor pionera en este tipo de trabajos en Canarias estaría a cargo del clérigo manteísta lagunero don Miguel Rodríguez Bermejo [1721-1790] que, ya en 1767, grabó una vera efigie del Santísimo Cristo de los Dolores de Tacoronte y, posteriormente y sobre dibujo de Gerardo Núñez de Villavicencio, el retrato del obispo don Bartolomé García Ximénez.
Don Luis de la Cruz, que ostentaba el honroso cargo de alcalde real del Puerto de La Orotava en 1807, y no se hallaba del todo limpio de sospechas de afrancesamiento, movido por un súbito e interesado patriotismo, ordenó la recogida de todos los retratos y estampas con la efigie de Napoleón, bajo pena de multa. Como contrapartida, el alcalde-artista, pretendió entonces difundir la imagen del rey Fernando vii y, a tal efecto, se propuso grabar unas láminas a la vista de un retrato del monarca que, procedente de Cádiz, había llegado a la isla. Con este fin dirigió una carta fechada en 11 de agosto de 1808 al presidente y miembros de la Junta de Canarias, en la que se expresaba en estos términos:

Deseoso el alcalde real del Puerto de La Orotava de que circulasen por todas partes los retratos de nuestro amado monarca, el señor Fernando vii pronto y a poca costa; y considerando que esto no se podía verificar de ninguna manera haciéndolo al pincel, le ocurrió abrir una pequeña lámina con el objeto de que sirviesen para poner en las escarapelas. Pero como jamás había tomado buril en su mano, dudaba salir con la empresa deseada. Mas este deseo le animó y consiguió el placer de poder grabar el soberano busto, según nos lo representa un retrato que se recibió por el último barco de Cádiz.

Luis de la Cruz y Ríos. Fernando vii.
         Col. part. La Laguna, Tenerife
    
Los grabados fueron elogiados por los miembros de la Junta, pero el cronista don José Agustín Álvarez Rixo, con la objetividad que produce el distanciamiento en el tiempo, los juzgaba, ya en la senectud, con la excesiva crueldad que emana de este escrito suyo:

Ejemplar de los infinitos retratos del Rey Don Fernando séptimo que moda entusiástica tanto en la Gran Canaria como en las demás islas poner en el centro de las cucardas de los hombres de todas clases, y en los medallones de algunas señoras desde mediados de Julio de 1808, hasta 1812, en que se fue desusando
Dicho mesquino [sic] retrato costaba de uno á dos reales de vellón se le sobreponía una orla de lentejuelas ó de hilo de oro, el todo sobre el color encarnado nacional. En Tenerife costaba un peso [sic] duro cada uno de los muchos retratos de colores que pintaba el célebre artista Don Denis [sic] de la Cruz i de estos hubimos [sic] conserva el que escribe el usado por su padre en la cucarda [5].

No obstante “el éxito obtenido –dice Rumeu de Armas- movió a Cruz a preparar un grabado más grande: Concluido ya e igualmente otro un poco mayor, me ha parecido impropio que lleguen las estampas a manos de nadie, antes que a esa respetable Junta; por cuyo motivo tengo el honor de presentar a V. E. las primicias de tan gustoso trabajo”. “Un tercer grabado ejecutó Cruz –prosigue Rumeu-, con mayor esmero y pretensiones, en noviembre de 1808, que depositó en manos de la autoridad superior. He aquí la descripción del retrato por la pluma del autor:

Habiendo empleado algunos días en trabajar una lámina representando a nuestro amabilísimo rey y señor, con los jeroglíficos que me parecieron propios, he determinado presentar a V. E. la primera estampa que ha salido de ella, deseando sea bien admitida esta ligera prueba de mi amor a tan digno soberano”.

Todo parece indicar que Luis de la Cruz, al tiempo que abrió los retratos del monarca deseado, hizo lo propio con otro suyo y que la lámina, hasta ahora inédita, que hemos hallado en la colección Antonio Correa de la Calcografía Nacional, corresponde a esta etapa de iniciación en una técnica que, por otra parte, no debió practicar con frecuencia a lo largo de su carrera artística [6].

A modo de recapitulación diremos que, hasta el presente, conocemos como obra gráfica propia, grabada directamente por el pintor, la efigie de Fernando vii que publicamos, una de las que fueron iluminadas para ser utilizadas en cucardas, y su autorretrato. La lámina grande, con jeroglíficos, permanece en paradero desconocido, si es que aún se conserva algún ejemplar.

Es muy probable que los dos escudos de armas, impresos para ser utilizados como exlibris, de que da cuenta el profesor Rumeu en su varias veces citada monografía, hayan salido asimismo de su buril. En ambos puede leerse por bajo: De la Cruz sculp. La abreviatura sculp, de la palabra latina sculsipt, indica normalmente la intervención directa del artista, cuyo nombre figura al lado, en la talla de la plancha [7].

Otras estampas abiertas a partir de dibujos o pinturas de Cruz fueron dadas a conocer por Rumeu, quien las describe detenidamente en su estudio. Tan sólo las enumeraremos, haciendo constar el modo en que participó el artista en ellas.

Luis de la Cruz y Ríos. Fernando vii. Museo del Prado. Madrid


Grabados

—Retratos de Carlos María Isidro de Borbón y María Francisca de Asís de Braganza. Luis de la Cruz y Ríos lo pintó y dibuxó. Boselman de Bilmon lo grabó año 1817. Colección Carderera. Biblioteca Nacional de España.
—Retrato de la Serenísima Señora Doña Luisa Carlota [de Borbón Sicilia]. Ynfanta de España. L. de la Cruz dib[ujó]. Bosselman grav[ó]. Colección Carderera. Biblioteca Nacional de España.
—Retrato del Serenísimo Señor Don Francisco de Paula [Antonio de Borbón]. Ynfante de España. L. de la Cruz dib[ujó]. Bosselman grav[ó]. Colección Carderera. Biblioteca Nacional de España.
—Retratos de Fernando vii de Borbón, rey de España y María Josefa Amalia su esposa. En el de la reina figura: L. de la Cruz lo pintó. B. Ametller lo dib[uj]ó y grabó. 1827. Colección particular. Santa Cruz de Tenerife.
Vicente López, Luis de la Cruz y Blas Ametller: Fernando vii y María Josefa Amalia

Litografías

—Retrato de María Josefa Amalia de Sajonia. Establecimiento Litográfico del Depósito Hidrográfico de Madrid. Hecho a partir de una pintura de Luis de la Cruz, según Rumeu. Biblioteca Nacional de España.
—Retrato de M[arí]a Cristina de Borbón reyna de España. En hábito de Carmelita. Cruz lo pintó. Legrand lo lit[ografi]ó. Real Litog[rafí]a de Madrid. Biblioteca Nacional de España.
         —Retrato de don Juan Recacho. Luis de la Cruz. Colección Carderera. Biblioteca Nacional de España.
        —Retrato de Ysabel ii, reyna de España y de las Indias. L de la Cruz lo pintó. R. Amerigo lo litog[rafi]ó. Colección Carderera. Biblioteca Nacional de España [8].

El autorretrato
Luis de la Cruz y Ríos. Autorretrato. Calcografía.
Se trata de una pequeña lámina de 13 x 9 cm y presenta el busto embutido en un óvalo y, éste, en un rectángulo vertical que ha sido trabajado simulando aguas serpenteantes, proporcionándole al fondo una apariencia de textura marmórea. En la base otro rectángulo, horizontal, a manera de friso, se cierra por ambos lados con triglifos rematados en la arte inferior por adornos vegetales y lleva, en el lugar que debiera ocupar la metopa, una cartela que reza: D. Luis de la Cruz y Ríos.
Luis de la Cruz, grabador inexperto, dibujó en la plancha su fisonomía mirando hacia la izquierda del que observa, de forma que el cobre, una vez impreso, devolvió el retrato invertido. No tuvo el cuidado de tallarlo del revés. Resulta muy poco frecuente encontrar este tipo de estampas con la figura del personaje dirigida hacia la derecha.
Viste uniforme de teniente de Milicias Provinciales, grado que había alcanzado en 1805 y, como tal, la charretera que le correspondía figura en primer plano.
Tanto esta lámina, como los tres retratos reales de que hemos hecho mención, debieron ser grabados a partir del año 1806, en que Cruz fue destinado al regimiento de Fusileros, con residencia en San Cristóbal de La Laguna y, antes de noviembre de 1808, en que presentó a la Junta el último y más perfecto de los retratos de Fernando vii. Sabemos que en esta ciudad se contaba, al menos desde 1786, con un tórculo radicado en el monasterio del Espíritu Santo, y da prueba de ello la inscripción que lleva al pie el Mapa de las Islas Canarias obra de fray Antonio Hernández Bermejo: Abierto en el Conv[en]to Agustino de la Laguna. Año de 1786.
La limpieza en el tallado a buril del cobre va más allá de lo que se podría esperar tratándose de la labor de un principiante. En su realización, Cruz utilizó en el rostro la técnica denominada a los puntos, punteado o pointillé “al estilo inglés”, que proporciona, según Antonio Gallego, exquisitos efectos pictóricos [9], y que había sido introducida en España poco tiempo antes por Bartolomé Vázquez [1749-1802]. No debemos olvidar que, en 1805, se imprimió en Madrid la Novena al Señor San Juan Apóstol y Evangelista que lleva inserta una hermosa lámina del santo grabada por A. Vázquez, miembro de la saga de calcógrafos de su apellido, que también fue realizada haciendo uso de la punta seca y el punteado, estampa que sin duda circularía de mano en mano en La Laguna, durante la estancia en esta ciudad del pintor, previa a la hechura de las suyas.
Muy poco sabemos en la actualidad sobre el establecimiento y posterior desarrollo de las artes gráficas en Canarias. Está todo por hacer y mucho por investigar y estudiar. Constantemente surgen aportaciones novedosas que trastocan lo que se creía establecido y consolidado. Stéfano Zanesco, un anticuario italiano, que vivió entre nosotros parte de su vida y falleció recientemente afirmaba, en tono jocoso, que era más difícil encontrar un grabado del Cristo de Tacoronte que una buena lámina de Durero.

Notas

[1] Alloza Moreno, M. Á.: La pintura en Canarias en el Siglo XIX. Aula de Cultura de Tenerife. Madrid. 1981.
Álvarez Rixo, J. A.: Cuadro Histórico de estas islas Canarias de 1808 a 1812 (Con dibujos del autor). El Gabinete Literario. Las Palmas de Gran Canaria. 1955.
Calero Ruiz, C.: Manuel Antonio de la Cruz [1750-1809]. Santa Cruz de Tenerife, 1982.
Contreras y López de Ayala, Juan de [marqués de Lozoya]: “Luis de la Cruz y Ríos, pintor de Cámara de Fernando vii”. El Museo Canario. Núm. 16. Madrid-Las Palmas, 1945.
-“Una miniatura inédita de Luis de la Cruz y Ríos”. El Museo Canario. Núms. 21-22. Madrid-Las Palmas, 1947.
Donoso, Rosa: “Una miniatura de Luis de la Cruz y Ríos en el Museo del Prado”. Boletín del Museo del Prado. Tomo vii, núm. 9. Madrid, 1986.
Estévez, Leandra: La Estampa en Canarias: (1750-1970). Repertorio de autores. Casa de Colón-Cajacanarias. Tenerife. 1999.
Hernández Perera, J.: “Los retratos reales de Luis de la Cruz y Ríos". Anuario de Estudios Atlánticos. Núm. 1. Madrid-Las Palmas de Gran Canaria. 1955.
Martínez de la Peña, D.: “Noticias sobre la vida del pintor don Luis de la Cruz en cartas de don Cristóbal Bencomo. Anuario de Estudios Atlánticos. Núm. 16. Madrid-Las Palmas, 1980.
Padrón Acosta, S.: Don Luis de la Cruz, pintor de Cámara de Fernando vii. La Laguna, 1952.
-Retablo Canario del siglo XIX. Edición, notas e índice de Marcos G. Martínez. Aula de Cultura de Tenerife. Cabildo de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. 1968.
Rumeu de Armas, A.: Luis de la Cruz y Ríos. Biblioteca de Artistas Canarios. Viceconsejería de Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. Güímar, Tenerife, 1997.
Tarquis Rodríguez, P.: “Don Luis de la Cruz. Su desarrollo técnico y categoría regional y nacional. Revista de Historia. Núms. 111-114. La Laguna. 1956.
[2] Álvarez Rixo, J. A.: Descripción histórica del Puerto de la Cruz de La Orotava. Estudio de introducción, transcripción y notas de Margarita Rodríguez Espinosa y Luis Gómez Santacreu. Ayuntamiento de Arrecife y Cabildo de Lanzarote. Santa Cruz de Tenerife, 2003.
[3] Rumeu de Armas, A.: Op. cit., p. 151.
[4] Rumeu de Armas, A.: Op.cit., p. 26. Véase también, Padrón Acosta, S.: Op. cit.
[5] Gaviño de Franchy, C., en Arte en Canarias [Siglos xv-xix]. Una mirada retrospectiva. Gobierno de Canarias. Consejería de Educación, Cultura y Deportes, Madrid, 2001, t. ii, pp. 377-378. Véase también Álvarez Rixo, J. A.: Op. cit., pp.152-153, lám. xxi. Hemos de aclarar que el grabado que inserta Álvarez Rixo en el original de su Cuadro Histórico… difiere en algunos aspectos del que proponemos nosotros como obra de Cruz. No obstante, el hecho de proceder el que mostramos de una cucarda usada en el Puerto de la Orotava, en la época a la que nos referimos, y la notable similitud técnica con el autorretrato de artista nos mueve a considerarlo como de su mano. Debe tratarse del segundo de los retratos de Fernando viii que grabó Cruz, un poco mayor que el primero.
[6] En la primera exposición que elevó al monarca el 24 de noviembre de 1814, Luis de la Cruz y Ríos pidió por vez primera el título de pintor de cámara con el sueldo correspondiente. Los méritos que expuso resultan escasos y, a diferencia de otros contemporáneos, se basaron en dos circunstancias:
A) Su actitud de fidelidad intachable durante los sucesos de 1808, mientras fue alcalde del Puerto de la Cruz. Cita la censura de los cuadros de Napoleón y sus desvelos por reestablecer el orden absolutista. No menciona, en cambio, ni los grabados ni el primer retrato que hizo del rey para la proclamación de 1808, que se conserva actualmente en la Delegación del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife. B) Su deseo de retratar al monarca en la Corte. Se extiende manifestando los anhelos, sufrimientos y desvelos de que fue víctima hasta llegar a Madrid. Hace hincapié en sus nulos recursos económicos, lo mal que cobraba en la escuela del Consulado y que tuvo que dejar a su familia en Sevilla por carecer de fondos.
Archivo General de Palacio [Agp]: Personal. Caja 16.817, expediente 6.
Debo esta información a mi buen amigo el doctor don Juan Alejandro Lorenzo Lima.
[7] Se trata de las armas de la Casa de Aguayo y otras, ducales, sin identificar. Véase, op. cit., p.163. 
[8] Rumeu de Armas, A.: Op. cit., pp. 151-163.
[9] Gallego, A.: Historia del grabado en España. Cátedra. Cuadernos de Arte. Madrid, 1999. 


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