Galería Canaria de retratos
ESMERALDA CERVANTES
por
Carlos Gaviño de Franchy
Clotilde Cerdá y Bosch, célebre instrumentista, compositora ella misma de algunas meritorias piezas para arpa, logró después de innumerables esfuerzos y sacrificios que fuera reconocido su genio, de forma unánime, por las inteligencias más capacitadas de Europa, América y Asia, en las postrimerías del siglo XIX y comienzos del XX.
Acreditó en el mundo artístico el seudónimo Esmeralda Cervantes, con el que fuera denominada, en parte por Víctor Hugo -quien la llamó con el mismo nombre que había imaginado para la heroína de su novela Nuestra Señora de París- y por la reina Isabel II, que añadió a éste el apellido Cervantes, con motivo de haberse dado a conocer al público durante los actos que la colonia hispana establecida en Viena, organizó en el transcurso de la celebración de la Exposición Universal de 1873 -bajo la tutela del embajador de España de Austria, don Eduardo Asquerino- en memoria del escritor [1].
Esmeralda Cervantes visitó las Islas por vez primera en 1880, cuando contaba diecinueve años de edad, y tocó en tres conciertos celebrados, el 26 y el 29 de julio, en el Teatro de Santa Cruz de Tenerife, auspiciados por la Sociedad Santa Cecilia, y a comienzos del mes de agosto inmediato en Las Palmas de Gran Canaria, organizado este último por la Sociedad Filarmónica, quien la honró con un título de Socio de Mérito [2]. El producto de los beneficios del segundo de estos recitales -que sin duda tuvo lugar por iniciativa de la artista, ya que el anterior había sido anunciado como único- fue entregado por Esmeralda Cervantes a la primera autoridad militar del archipiélago, Valeriano Weyler, con el fin de que se destinara a contribuir a los gastos de fábrica de la plaza que hoy lleva el nombre de este general y que, en aquel momento, se encontraba en obras [3]. El programa incluía obras suyas -El adiós de las golondrinas y Fantasía sobre motivos de la ópera «La sonámbula»- y de otros compositores, entre los que figuraba su maestro Godefroid [4].
No sabemos en cuantas ocasiones retornó la arpista después de esta fecha, pero la leyenda hace posible que, ya desde entonces, albergara el deseo de permanecer en ellas cuando se produjera el inevitable retiro de su asendereada vida profesional.
Dos años más tarde debió producirse otra estancia, siquiera de paso, entre nosotros, porque figura inscrita en la Logia Tinerfe nº 114, en calidad de hermana honoraria y grado 3º, y en ella permaneció como afiliada, al menos, hasta 1884. Su adscripción en fecha tan temprana a la Orden del Gran Arquitecto, establecida hacía tiempo en Canarias, convierte a Clotilde Cerdá en la primera mujer aceptada como miembro por la francmasonería isleña [5]. Un año antes había ingresado en la logia Lealtad de Barcelona.
Pero no sólo en esto fue precursora; durante aquella visita inicial «Esmeralda Cervantes», cuyos triunfos por el mundo eran clamorosos y cuyos restos duermen la paz eterna en nuestra ciudad, a la que quiso como a la propia patria, hizo una ascensión al Pico de Teide, acompañada de un grupo de distinguidos jóvenes del país, que la colmaron de agasajos y atenciones [6]. Creemos poder afirmar que estamos ante la primera referencia a una excursión a la cima del volcán por parte de una viajera de nacionalidad española; con anterioridad tan sólo había sido escalado -como no podía ser menos- por intrépidas británicas.
Ahora que su ilustre nombre se ha desvanecido, y para una gran mayoría de canarios no evoca otra cosa que el rótulo de una placa del callejero de Santa Cruz, convendría recordar quien fue Esmeralda Cervantes.
Ahora que su ilustre nombre se ha desvanecido, y para una gran mayoría de canarios no evoca otra cosa que el rótulo de una placa del callejero de Santa Cruz, convendría recordar quien fue Esmeralda Cervantes.
Había nacido en Barcelona el 28 de febrero de 1861, y no en 1862, como repite una parte de sus biógrafos. Su padre, Ildefonso Cerdá y Sunyer, oriundo de Vich y miembro de una familia patricia de la comarca, era ingeniero civil desde 1841 y, de forma específica, urbanista. A él se debe el proyecto del ensanche de la Ciudad Condal, aprobado tras una larga serie de controversias el 7 de junio de 1859. Cerdá, cuya trayectoria humana y profesional ha sido últimamente estudiada con rigor, fue además experto en topografía, hidrografía, climatología, higiene y sanidad, y constituye hoy un referente ineludible para los estudiosos de la arquitectura de la centuria décimo novena. De ideas políticas liberales y progresistas, Ildefonso Cerdá ostentó la presidencia de las Diputación de Barcelona y obtuvo un acta de diputado a Cortes [7].
La madre, Clotilde Bosch Carbonell -hija del banquero Joseph Bosch i Mustich- en cuyas manos no han sido ingratos los pinceles, había sido, al parecer, discípula de un pintor italiano apellidado Camerano o Camerant, del que apenas se guarda memoria, ocupando esta emprendedora mujer, en la actualidad, un modestísimo lugar en los diccionarios biográficos de artistas plásticos españoles.
Ante la negativa de Ildefonso Cerdá a que Clotilde se dedicara profesionalmente a la actividad artística que había elegido marcharon madre e hija, sin su socorro económico pero con su consentimiento, a Roma, donde malvivieron ambas dependiendo de los trabajos de aquella, y el apoyo de algunos miembros del grupo de pintores españoles allí establecidos, entre los que se encontraban Rosales, Fortuny y Vallés, entre otros.
Como alumna de Félix Godefroid se estableció, junto a su madre, en París. De esta etapa de su vida escribe Juan Pérez de Guzmán: El talento de la niña fue admirado por todo el París de los talentos escogidos, y entre éstos, por Víctor Hugo, el primer poeta lírico de la Francia contemporánea. Todos animaron a la madre a sacar a Clotilde de su oscuridad de alumna; mas como para salir a la notoriedad del mundo artístico quisieran vencer madre e hija las dificultades de nuestras hidalgas preocupaciones españolas de nombre y apellidos, Víctor Hugo resolvió la mitad del problema…
Marcharon luego a Viena, como queda dicho, donde Asquerino le proporcionó recomendaciones para los agentes diplomáticos españoles destinados en toda Europa. Según el ya citado Pérez de Guzmán: Cabouli Bajá, embajador de Turquía, le expidió título de arpista de la Embajada Imperial de Turquía en Viena; el emperador Francisco José tuvo ocasión de hacerle el primer regalo en joyas ricas y espléndidas y Strauss y Languenbach se apoderaron de la niña y la llevaron como en triunfo de Viena a Munich y de Munich, durante cuatro meses, por todas las principales ciudades de la confederación alemana. En Munich, Wagner, que la admiró, dijo al rey de Baviera, informándole sobre la capacidad artística de Esmeralda: Ese es el genio [8].
Inmersa ya la joven virtuosa en un torbellino de admiración y reconocimientos, viajó por Europa y fue atendida por las casas reales de Inglaterra, Würtemberg, Holanda, Grecia y Bélgica, que le obsequiaron, como era costumbre, con soberbias alhajas cuya composición y precio relatan todas las crónicas de la época.
Pero fue en París donde recibió la protección de dos mujeres sensibles a la música y a las que el destino había colocado en altísimas esferas de la sociedad, cuya influencia resultó determinante en su carrera artística: la reina Isabel de Borbón, exilada en su palacio de Castilla y la condesa del Montijo, madre de la que fuera emperatriz de los franceses, cuyo salón sirvió de catapulta a la joven concertista.
Más tarde inició su periplo americano y viajó a Filadelfia, en su visita a la Exposición, el emperador del Brasil organizó un concierto en obsequio de Esmeralda, todas las repúblicas del Sur por donde ha pasado le han dispensado el honor de nombrarla ciudadana de honor de los Estados hispano-americanos; los periódicos ilustrados de París, Lisboa, Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, Chile, el Perú y Nueva York han publicado su retrato y biografía […] [9]. Ahora Esmeralda se encuentra en Cuba, donde la rica Antilla no le prestará menos admiración. De acuerdo con su ideario filantrópico, de los treinta y seis conciertos que dio en las islas del Caribe, el producto de veintiocho de ellos lo entregó a beneficio de los heridos de guerra.
Dispuesta a emprender una gira por la India británica, fue invitada por sus amigos de Barcelona a colaborar en la fundación de una Academia de Artes y Oficios para la enseñanza de la mujer, que al fin logró abrir sus puertas en 1885, empresa acometida con los recursos propios de la artista y que fracasó dos años más tarde, con un déficit económico considerable. En esta ciudad fundó y dirigió la revista Él Ángel del Hogar, y dio a la estampa una Historia del Arpa en 1887, y en París, un año más tarde, otra publicación periódica que llevaba por título La Estrella Polar.
Cuando había logrado ya el más rotundo de los éxitos en su carrera se estableció en Constantinopla, con plaza de arpista del Palacio Imperial del sultán, y allí casó con un ciudadano brasileño de origen alemán, Óscar Grossmann, marino de la armada durante la primera gran guerra, al que quizás hubiera conocido durante su estancia en este país, invitada por el emperador Pedro I, quien puso su nombre al puente internacional que une el Brasil con Uruguay [10].
Pero entre el cúmulo de anécdotas y leyendas que jalonan la existencia extraordinaria de esta excepcional ejecutante que hizo exclamar a Franz Liszt: La prima volta che sento l’arpa, quizá sea la que mejor retrate su carácter caritativo y humanitario aquella que protagonizó, con tan sólo quince años, al lograr que el presidente de la República de México, Porfirio Díaz, dictase el indulto de un reo que se encontraba en capilla, permaneciendo arrodillada ante él, hasta que obtuvo la gracia. Más tarde, el mismo dignatario encargó expresamente para ella, y le hizo llegar como obsequio, un arpa cuya columna remataban el águila y la serpiente que constituyen los símbolos nacionales de aquel país.
No tenemos constancia de la fecha en que el matrimonio Grossman-Cerdá fijó su residencia en Santa Cruz de Tenerife. Al parecer vivieron primero en el número 25 de la calle de La Rosa, donde Esmeralda Cervantes se ofrecía -en un anuncio de prensa- como profesora de solfeo, piano, canto y arpa. En 1903 dedicó un retrato suyo al periodista don Patricio Estévanez, y en mayo del año siguiente volvió a tocar y formó parte del jurado del concurso de bandas de música celebrado en el Club Tinerfeño, al tiempo que el Diario de Tenerife publicaba entre los meses de septiembre y diciembre una serie de curiosos artículos titulados «Recuerdos de viajes», que llevan su firma. Pero fue en 1918, cuando adquirieron un viejo caserón marcado con el número 1 de la calle de Bernabé Rodríguez, que tenía un anexo con puerta y linde con la del Pilar. Derribado el edificio, construyeron un chalet -u hotelito, según la terminología de la época-, con jardín, huerta y casa para el servicio que ocupaba un matrimonio de isleños oriundos, al parecer, del pueblo de San Miguel, que se ocupaban de las faenas domésticas y del cultivo de la pequeña parcela. Debemos el conocimiento de estas particularidades a un artículo de Hildebrando Padrón Rey, publicado en 1983, en el que el periodista rememora sucesos de su infancia, que había transcurrido en la misma calle y en estrecha vecindad con los habitantes de la nueva vivienda [11].
Rodeada de viejos recuerdos y nuevos amigos envejeció Esmeralda Cervantes en compañía de su marido y de la de una joven que la llamaba madrina, Virginia Espinosa Álvarez, a la que siempre se consideró en esta ciudad, con o sin fundamento, hija del reo indultado por Porfirio Díaz, no obstante llamarse éste José María Téllez. Inválida tras sufrir una hemiplejia, aún recibía y paseaba en coche de caballos un día a la semana, hasta que otro ataque cerebral acabó con su vida el 12 de abril de 1926.
Óscar Grossmann encargó para su mujer a la casa G. de Ferrari, en Génova, un espléndido mausoleo de mármol blanco que fue instalado en el cementerio de Santa Lastenia, donde ambos se encuentran sepultados. Sobrevivió el anciano marino a su esposa hasta 1931, año en que falleció el 7 de abril.
El panteón ahora, falto de reparaciones y cuidado, se deshace. Los actuales empleados de la administración de la necrópolis desconocen, incluso, el nombre real de su propietaria, toda vez que el que figura en el templete es únicamente su seudónimo. La puerta de hierro permanece cerrada y nos ha sido imposible obtener una fotografía del magnífico busto de Clotilde Cerdá, labrado también en mármol ligur, que se encuentra en su interior. Una vez más los responsables de las áreas patrimoniales del archipiélago dan muestras de su capacidad y preparación para ostentar los cargos que disfrutan y que nosotros, lamentablemente, padecemos.
Incluimos en la «Galería de Retratos» un grabado y cuatro reproducciones fotográficas que nos revelan el porte de la concertista, en diferentes etapas de su vida. La lámina fue estampada en la cubierta del número cuarenta y cuatro de La Ilustración Española y Americana, correspondiente al año 1876. Se trata de una buena xilografía, obra de Arturo Carretero y Sánchez [Santiago, 1852-Madrid, 1903] que fue realizada el mismo año en que el artista obtuvo una tercera medalla. Alumno de la Escuela de Artes y Oficios y de Bernardo Rico, colaboró con sus dibujos y grabados en casi todas las revistas ilustradas de renombre de la época [12]. La representa muy joven, con tan sólo quince años, pulsando las cuerdas del instrumento que la hizo famosa.
La primera de las fotografías, de cuerpo entero, fue tomada en el estudio de Joaquín Martí, en el número 4 de la calle del Castillo de Santa Cruz de Tenerife y, aunque no lleva fecha, debe corresponder a la primera estancia de la artista en el archipiélago, en 1880, pues está documentada la ubicación del taller de este profesional cinco años más tarde en el número 54 de la misma calle, que luego se llamó de Alfonso XIII, y entre uno y otro domicilio estuvo abierto en la de la Cruz Verde, 8. Otra de las instantáneas, de busto, realizada en el establecimiento de Maximiliano Lohr, denominado Fotografía Alemana, nos presenta la poco agraciada fisonomía de la intérprete, próxima ya a la madurez, rezumando bondad y simpatía, expresiones de su carácter que tanto atrajeron a un público que le era incondicional [13]. Las otras dos, firmadas y, una de ellas, dedicada a don Patricio Estévanez en 1903, se deben al estudio del fotógrafo catalán L. Sánchez.
NOTAS
[1] MARTÍNEZ VIERA, Francisco: El antiguo Santa Cruz. Instituto de Estudios Canarios. Santa Cruz de Tenerife, 1968, pp. 175-177.
[2] SIEMENS HERNÁNDEZ, Lothar: Historia de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas y de su orquesta y maestros. Sociedad Filarmónica. Unelco. El Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria, 1995, pp. 156-157.
[3] MARTÍNEZ VIERA, Francisco: op. cit.
[4] Programa de mano del Concierto único de Esmeralda Cervantes. Santa Cruz de Tenerife, 1880. Fondo Estévanez. CEDOCAM. La Laguna de Tenerife. Antigua colección de don Patricio Estévanez Murphy.
[5] PAZ SÁNCHEZ, Manuel de: Historia de la francmasonería en Canarias (1739-1936). Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. 1984, p. 805.
[6] MARTÍNEZ VIERA, Francisco: «Viejo noticiario isleño». La Tarde. Santa Cruz de Tenerife, 6 de septiembre de 1957.
[7] PÉREZ DE GUZMÁN, Juan: «Esmeralda Cervantes. Carta a Fernández Bremón». La Ilustración Española y Americana. Número XLIV, noviembre de 1876, pp. 334-338.
RUEDA, Salvador: «Ildefons Cerdá. Personalitat i ideología». Mediambient. Tecnología y Cultura. Número 30. Barcelona, octubre de 2001.
[8] PÉREZ DE GUZMÁN, Juan: op. cit.
[9] PÉREZ DE GUZMÁN, Juan: op. cit.
[10] Esmeralda Cervantes. Enciclopedia Espasa Calpe, pp. 1211-1212.
[11] Padrón Rey, Hildebrando: «Esmeralda Cervantes. Cuando la reina del arpa vivió en Tenerife». El Día. Santa Cruz de Tenerife, 28 de agosto de 1983, p. XI.
[12] CASADO CIMIANO, Pedro: Diccionario biográfico de ilustradores españoles del siglo XIX. Ollero y Ramos. Madrid, 2006, pp. 49-50.
OSSORIO BERNARD, M.: Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX. Madrid, 1975, p. 137.
[13] VEGA, Carmelo: La isla mirada. Tenerife y la fotografía (1839-1939). Centro de Fotografía «Isla de Tenerife». Cabildo de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1995.
Alguien sabe donde estan las partituras de sus composiciones?
ResponderEliminarjordi
Distinguido señor:
ResponderEliminarEn relación a su pregunta formulada en mi blog sobre la existencia de partituras originales de Clotilde Cerdá [Esmeralda Cervantes], lamento comunicarle que no conocemos ninguna. Esta señora, fallecida en Santa Cruz de Tenerife, dejó por heredero a su marido, que la sobrevivió y, al parecer, a una ahijada. Con el paso del tiempo su figura, en otro tiempo tan célebre, se ha desvanecido de modo que casi nadie sabe quien fue esta extraordinaria mujer. Su mausoleo se cae a trozos y la puerta permanece cerrada, sin que la empresa que administra el cementerio pueda entrar en él. Por ese motivo no pude obtener una fotografía del busto en mármol de la artista que se conserva en su interior. He intentado averiguar, preguntádole a la doctora doña María del Rosario Álvarez, catedrática de Música de la Universidad de La Laguna, si en el Conservatorio se conservaba un arpa suya, que al parecer fue donada a dicha instutución a su fallecimiento. Nadie sabe nada, pero parece que tienen una en estado lamentable que podría ser la que buscamos. Vamos a compararla con la que figura en una de los fotografías que reproduje en mi trabajo por si se tratara de la misma. Ambas eran piezas de museo. Una de ellas obsequio del presidente de México Porfirio Díaz.
La desidia reinante y la incultura generalizada de los políticos que padecemos acaba oscureciendo a personajes, como el que tratamos, de primera magnitud "universal" en su momento.
Saludos
Excelente biografía. Enhorabuena!
ResponderEliminarZoraida Avila, arpista
Madrid.
clasedearpa@gmail.com
Una pregunta: Usted afirma que Esmeralda Cervantes nació en 1861 y no 1862 como se dice en todas sus biografías. ¿Existe su partida de nacimiento? Sería interesante lograr exactitud en los datos, la vida de esta mujer es fascinante pero se sabe poco de ella.
ResponderEliminarGracias por la información.
Zoraida Ávila
Distinguida señora:
ResponderEliminarLa fecha de nacimiento de Clotilde Cerdá, la proporciona Juan Pérez de Guzmán en su artículo biográfico [véase nota 7]. Carecemos de una copia de la partida de bautismo -ya que los registros civiles no se iniciaron en nuestro país hasta 1870- de nuestra intérprete pero la cercanía familiar que manifiesta Guzmán en su artículo nos hace creer que debió estar mejor informado que otros.
Un saludo
Felicidades por su biografía.
ResponderEliminarSolo una precisión. El escritor y economista Fabian Estapé, en sus libros "Sin acuse de recibo.Las estraordinarias memorias de un gran economista".2000 o "Vida y obra de Ildefonso Cerdá" 2001 dice que el matrimonio entre Ildefonso Cerdá y Clotilde Bosch tuvo tres hijas: (Pepita, Sol y Rosita)y una cuarta que era adulterina, se trata de Clotilde Cerdá (Esmeralda Cervantes).
Fernando . Barcelona
Saludos
Muchas gracias por las informaciones, valiosos datos. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarMuy interesante su artículo sobre Esmeralda Cervantes. La escritora Isabel Segura Soriano publicó en el año 2013 una biografía de Esmeralda Cervantes, el libro lo titula "Els viatges de Clotilde Cerdà i Bosch", está publicado por la editorial 3i4 Edicions de Valencia. Para su realización ha utilizado diversa documentación, en especial el famoso álbum en el que Esmeralda Cervantes fue recogiendo durante su vida los testimonios de su carrera. Ese álbum fue adquirido por la Generalitat de Catalunya hace años en una subasta de anticuario en Alemania, fue restaurado y está en la Biblioteca de Catalunya, el año 2.012 se organizó una exposición de él. El periodo entre 1903 y 1905 en el que Clotilde Cerdà y su marido, Oscar Grossman, vivieron por primera vez en Tenerife no está documentado en el libro de Isabel Segura y tampoco apenas documenta el último periodo de su vida en la isla, en parte es comprensible ya que para entonces Esmeralda Cervantes había dejado su vida de concertista, o al menos si la autora tiene información -hay bastante documentación en hemerotecas locales de Tenerife- apenas la refleja en el libro.
ResponderEliminarFelicitaciones a Carlos GARIÑO por la página dedicada a la artista arpista e iniciada en la Masonería, Clotilde Cerdà Bosch, hija natural de Ildefonso Cerdà (masón), relacionados ambos con el también iniciado Víctor Hugo.
ResponderEliminarClotilde es una mujer iniciada en la Masonería y tiene un puesto señalado entre las mujeres de la Orden.
Su ideal fraternal y generoso, muy propia de una época.
Clotilde o "Esmeralda Cervantes", nombre simbólico que utilizaba entre Iniciados, además de figurar en carteleras, pudo tener un cierto peso entre la masonería turca y particularmente entre los "Jóvenes turcos", dentro de las organizaciones "Joven..."
Interesado desde hace tiempo en la iniciada, en los próximos días consultaré el archivo de la Biblioteca de Catalunya y el libro "Els viatges de Clotilde Cerdà i Bosch", obra que desconocía.
Clotilde es coetánea de otro gran inciado: el riudomense Antoni Gaudí i Cornet y ambos mueren en 1926.
Deseo éxitos a Carlos GAVIÑO en su investigación y si es posible, en la restauración del mausoleo del matrimonio Cerdà-Grossmann.
JOAN PALMAROLA NOGUE
Barcelona
joanpalmarola.blogspot.com.es