Plátanos y postales
por
Carlos
Gaviño de Franchy
Anónimo. Nº 22. Flor
de Platanera
Tarjeta postal. Fototipia, 9 x 14 cm. Ca. 1930
|
En un artículo publicado
en la revista ilustrada de posguerra Mirador
de Tenerife se preguntaba, a propósito del origen del cultivo del plátano
en nuestro archipiélago, el investigador Buenaventura Bonnet1: Pero ¿de dónde nos vino esa planta que tanto
nos ha favorecido? Según los datos que nos ha trasmitido el historiador Marín y
Cubas, prosigue Bonnet, este árbol
vino de Guinea, siendo llevado a Gran Canaria por el año 1499 o 1500, como
consecuencia de una expedición enviada por el Cabildo de aquella isla,
acaudillada por el gobernador Juan de Ceverio Muxica, desde donde «trajeron las
batatas, raíces de plátanos, ñames y otras semillas…». Afirma Adanson que en
estas islas comenzó a llamarse «plántano» y más tarde ese nombre lo hicimos
homónimo del famoso plátano del Líbano, excelso árbol cantado por poetas,
historiadores y viajeros, con el que nada tiene relación. Mejor sería
designarlo con el nombre de «banana» como le dicen los naturales de Guinea y
los franceses e ingleses, pero hoy día es muy difícil cambiar esa denominación
vulgar y tradicional.
Cita Bonnet a
continuación al factor británico Thomas Nichols, quien vio ejemplares de esta
planta durante su estancia entre nosotros y los describe de la siguiente
manera: Es un árbol que pide las orillas
de los ríos, no crece muy grueso, pero es derecho, tiene las hojas gruesas y
largas, algunas veces de dos varas y casi media de ancho. No da fruto más de
una vez y dado lo cortan, naciendo otro árbol de sus raíces; cada árbol tiene
tres o cuatro ramos (piñas) que dan más o menos frutos, treinta o cuarenta y
aún más, que se parecen mucho al cohombro. Estando muy maduro, la cáscara se
ennegrece; es por demás delicioso al gusto como la más regalada conserva (sirop)
que se pueda hacer.
De aquí pasaron a
América y a propósito relata el historiador de Indias Fernández de Oviedo: Hay una fruta que acá llaman «plátanos»,
pero en la verdad no lo son, ni estos son árboles, ni los avía en estas Indias,
e fueron traydos a ellas; más quedarse han con este impropio nombre de
plátanos… Fue traydo este linage de planta de la isla de Gran Canaria, el año
de mill e quinientos y diez y seys, por el reverendo fray Thomas de Sancto
Domingo, de la orden de los Predicadores, a esta ciudad de Sancto Domingo; e
desde aquí se han extendido en las otras poblaciones desta isla y en todas las
otras islas pobladas de christianos, e los han llevado a la Tierra Firme y en
cada parte que los han puesto se han dado muy bien. […] Truxéronse los primeros plátanos, segund he
dicho, de Gran Canaria; e yo los vi allí en la misma cibdad en el monasterio de
Sanct Francisco el año de mil e quinientos e veynte, e assí los hay en las
otras islas Fortunadas o de Canaria.
Anónimo [para el Bazar Inglés]. Tenerife.
Igueste
Tarjeta postal. Fototipia, 9 x 14 cm. Ca. 1908. Reverso sin
dividir
|
Refiriéndonos
exclusivamente al Valle de La Orotava, que nuestra generación alcanzó a ver
tapizado de extensas plantaciones de plátanos, conviene trasladar aquí las
lamentaciones de Pablo, personaje central de la novela de Alfonso de Ascanio La Casa de Ardola2, por
cuanto añoran un referente paisajístico anterior y ajeno a la estampa que
popularizó la imagen de aquel vergel en buena parte del siglo pasado: ¿Pobre Valle de mis recuerdos! Aquellos
campos, antes tan policromos y encantadores salpicados de plantas, arbustos y
flores, orlados de hierbas y florecillas silvestres, se volvían uniformes,
monótonos, artificiales, con un sólo matiz, que era el verde pálido del
monocultivo. ¡Era una obsesión!… por todos lados se talaban los árboles, se
suprimían o descuidaban los jardines, desaparecían los huertos de hortalizas y
los viveros, se quitaban los rincones de recreo y en su lugar se plantaban
frutales.
Era una
fiebre… una mala fiebre positivista y ácida. Ya no se veían bosquecillos
naturales, ni montículos agrestes, ni regatos de agua serpenteando entre
piedras y hierbas, ni fuentes naturales, cuyos chorros cristalinos se
deslizasen entre matas y flores silvestres… el precioso líquido sólo circulaba
por tuberías y acequias cubiertas, para que ni una sola gota se perdiera antes
de llegar a su destino. […] El dinero corría y
la transformación de gentes, paisajes, usos y hábitos era algo que acaso
contentase a algún filósofo enamorado de la política social, pero que me
producía una sensación de tristeza y me
traía a la mente el recuerdo de los tiempos del Caballero2.
Con el plátano y los
logros socioeconómicos que produjo su cultivo y que tanto disgustaban al joven
y reaccionario hacendista Pablo de Ardola, llegó un cierto bienestar al campo
isleño, situación que además de enriquecer aún más a los propietarios de la
tierra permitió a quienes la trabajaban que se beneficiaran también de este
periodo de bonanza económica, interrumpida únicamente por las consecuencias
desastrosas de tres de las guerras del siglo, aquellas que afectaron
directamente al archipiélago. Nuestro personaje, entristecido, comenta: Por las carreteras o por los paseos de las
fincas o por las veredas entre las huertas no se veían ya mocitas campesinas o
labriegos vestidos como antaño, rústicamente, no: ellas llevaban blusas de seda
y medias como las señoritas y ellos usaban chaleco y corbata…
Posteriormente, la
consolidación del sector turístico como motor de la economía en la segunda
mitad del siglo XX contribuyó a divulgar la imagen estereotipada de los
platanales y amenaza, en la actualidad, con hacerla desaparecer para siempre de
nuestro paisaje.
oOo
Los enteros postales, una suerte de cartas sin sobre, impresos por el
Estado, con bajo precio de circulación, fueron introducidos en el correo
español efectivamente en 1873 y constituyen el origen de las tarjetas postales que
hoy conocemos.
Portadoras de mensajes cortos carecían, en un
principio, de otra ilustración que no fuera el timbre.
A partir de 1871
comenzaron a usarse modelos editados por particulares que incluían una lámina
en el anverso, mientras se reservaba la otra cara o reverso para el sello y la
dirección del destinatario, pero fueron prohibidos en nuestro país entre 1873 y
1886. En diciembre de este último año, la Dirección General de Correos autorizó
el uso de postales ilustradas siempre que su formato no excediera los 9 cm de
alto por 14 cm de ancho.
En estas primeras postales el texto compartía con la lámina el anverso de la cartulina, siendo preciso escribir sobre la estampa, de forma que se estropeaba la vista o el motivo y se hacía difícil su lectura por lo que, desde 1907, se impuso dividir el reverso en dos, compartiendo una misma cara del cartón la misiva y los datos del destinatario3.
Para la impresión de
estas hermosas tarjetas se recurrió a las técnicas de reproducción artística
punteras en aquel momento y, entre todas ellas, resultó ser la cromolitografía
una de las más atractivas.
Las imágenes procedían
de fotografías monocromas y eran litografiadas por un artesano que, en la
mayoría de los casos, interpretaba la luz y su consecuencia, el color, a su
antojo. Un taller de Leipzig, por mencionar una ciudad en la que los hubo muy
afamados, producía millares de ellas todos los días sin tener en cuenta la
procedencia de las vistas, ya fueran de los cálidos y luminosos trópicos o de
las heladas tundras nórdicas. Esto, no obstante, dotó a las tarjetas postales
anteriores a los años 1910-1915, de una belleza casi individual que las
convierte en deliciosas obras del arte gráfico.
Y si el color no
resultaba fiel a la realidad, tampoco lo eran las localizaciones e incluso la
integridad física de los monumentos representados. Existe una tarjeta,
frecuente en las colecciones canarias, que supuestamente representa la torre de
la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, a la que
le fue añadida una cúpula que nunca tuvo y figura en su descripción como
«Catedral de Tenerife». Otras reproducen paisajes de las islas con rótulos
equívocos, y aún algunas lo hacen incorporando paisajes de Madeira o las islas Azores,
atribuidos a nuestro archipiélago.
Fotografía Alemana
[Friedrich Curt Herrmann]. Las Palmas. Las Palmas.
El Risco San Nicolás. 16
Tarjeta postal fotográfica, 8,5 x 13,5 cm. Ca. 1930
|
LP o Pl [Anagrama]. Tenerife.
Plataneras
Tarjeta postal fotográfica, 8,8 x 13,8 cm. Circulada el 6 de junio de 1935
|
Otras, sin embargo, y
son las más significativas para nuestro fin, reproducen especimenes de platanera,
en los que puede apreciarse la flor o el fruto, y las faenas que son necesarias
para obtenerlo. En estas últimas, suelen figurar tipos del país ataviados con
la vestimenta rústica de la que antes
se hacía mención.
Forman parte estas
tarjetas iniciales de un grupo que podríamos denominar de curiosidades botánicas, que incluye las que representan a otras
especies vegetales consideradas exóticas por los foráneos; tal es el caso de
dragos, palmeras, cardones, araucarias y nopales. Entre éstas son frecuentes
las que difunden la estampa de los dragos del Seminario en La Laguna y del
Realejo; las palmeras del barrio de Vegueta en Las Palmas y la de la Conquista, que constituía con el
célebre drago, uno de los dos atractivos fundamentales para los visitantes de
los jardines de Franchy en La Orotava; los cardones centenarios de Buenavista,
en Tenerife, y el del Lagazal en Gáldar, que alcanzaba, al parecer, ciento diez
metros de diámetro. Abundan las perspectivas generales o particulares de los
jardines de la mayor parte de los hoteles existentes en Las Palmas y el Puerto
de la Cruz -Santa Catalina, Continental, Metropole, Martiánez, Taoro, Monopol,
Humboldt- o de otros de renombre, como el de Corvo en Moya o el Botánico de La
Orotava, y todo tipo de bosques y selvas insulares, desde el pinar a la
laurisilva.
Un fotógrafo al que
debemos buen número de tarjetas postales pertenecientes al periodo denominado clásico o de edad de oro de la tarjeta postal [1901-1905]4,
realizadas con la técnica de la cromolitografía y firmadas con su nombre, es el
portugués Jordâo da Luz Perestrello. Con estudios abiertos en Santa Cruz y Las
Palmas, Perestrello alcanzó a formar un Álbum
de Canarias que compilaba cincuenta y dos fotografías, donde, según Carmelo
Vega, se incluye una serie de fotografías
muy interesantes sobre «industrias canarias» (secaderos de pescado, plataneras,
plantaciones de caña) y sobre la vida cotidiana en los campos canarios
(aguadoras, lavanderas, etc.). Buena parte de estas fotografías, si no
todas, fueron transformadas en postales al cromo en talleres europeos5.
Tras la primera gran
guerra europea y la consiguiente paralización de los obradores en los que se
estampaba la mayor parte de las postales cromolitografiadas relativas a nuestro
archipiélago, esta técnica cayó en desuso. Cinco años antes, en 1909, don Ángel
Custodio Romero había litografiado una composición a medio camino entre la
realidad fotográfica y la manera pictórica impresionista que representaba la
erupción del volcán Chinyero. Los tímidos intentos del taller que este artista
había fundado en Santa Cruz de Tenerife, la Litografía Romero, por prolongar la
utilización de la cromolitografía aplicada a la realización de tarjetas
postales no parecen haber dado resultados. La rareza de esta pieza en el
mercado actual nos obliga a pensar que formó parte de una edición limitada, que
no produjo secuelas.
A comienzos de la
segunda década del siglo XX inicia su actividad en Santa Cruz de Tenerife Postal Express, estudio fotográfico del
que fue fundador y propietario Joaquín González Espinosa, cuya trayectoria ha
sido estudiada por Carmelo Vega y que constituye el paradigma de las empresas
dedicadas a la edición de tarjetas postales en Canarias6.
Ediciones Arribas
156. Santa
Cruz de Tenerife. Plataneras
Tarjeta postal fotográfica, 9 x 14 cm. Ca. 1950
|
Joaquín González
Espinosa (Santa Cruz de Tenerife, 1892-1955)7, Quino, poseedor de un excelente sentido
comercial, amplió el habitual cometido de un gabinete al uso proporcionando a
sus clientes, además de los servicios propios de una galería fotográfica,
molduras, espejos e incluso muebles, con la novedosa posibilidad de ser pagados
a plazos. Quizás no haya habido en Canarias otra empresa fotográfica con un
fondo mayor en tarjetas postales del país. Las series que lo componen, en dos
formatos de 13 x 18 cm y 9 x 14 cm, desarrollan un recorrido visual por las siete
islas que proporciona instantáneas de todo cuanto era digno de ser observado.
Numeradas y firmadas con las iniciales J. G. -otras tan sólo con el anagrama de
su nombre y primer apellido- las postales fotográficas de Quino son hoy un referente paisajístico de conjunto sin igual que
muestra episodios, como es el caso de las doce vistas tomadas en Lanzarote, que se cuentan entre las primeras
imágenes de calidad conservadas de aquella isla. Una nota necrológica publicada
tras su fallecimiento el 15 de julio de 1955 dice: Su industria fotográfica fue hace varios años una de las más
importantes del Archipiélago, dedicando especial atención a los paisajes de la
capital y de la isla, de lo que queda constancia en sus bellas estampas de los
lugares más sugestivos y evocadores de Tenerife.
Su actividad creadora,
centrada principalmente en la segunda y tercera década del siglo pasado,
coincide con la recuperación y auge del plátano, tras el paréntesis de la
primera gran guerra.
Hemos incluido en la
selección de tarjetas que ilustran el entorno del plátano y su cultivo en las
islas, otras que son obra de conocidos estudios y fotógrafos insulares, como es
el caso de Friedrich Curt Herrmann [Fotografía
Alemana], establecido en Las Palmas de Gran Canaria, o de Otto Auer [Foto Central], que tenía su estudio en
Santa Cruz de Tenerife, y Ernesto Fernando Baena, cuya producción es comparable
a la de Joaquín González Espinosa por su volumen y calidad. Sin embargo, en
nuestra selección son muy numerosas las postales fotográficas realizadas por
Ediciones Arribas, en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, empresa
zaragozana que había sido fundada a comienzos de la citada centuria por el
fotógrafo Mariano Arribas. En relación con esta editorial, opina Francisco Palá
Laguna en su estudio La tarjeta postal
ilustrada, que finalizada la guerra
civil, Zaragoza se convirtió en el centro de la industria de la tarjeta postal
gracias a la importancia que alcanzaron por su calidad y cantidad las tarjetas
postales editadas e impresas por García Garrabella y la propia Ediciones
Arribas. El plátano y las extensas propiedades en que se cultivaba, seguía
llamando la atención de los foráneos, incluido para siempre en el catálogo
inexistente de exotismos atribuibles a nuestro irreal archipiélago.
Notas
1Bonnet Reverón, B.: «Productos antiguos
que dieron celebridad a Tenerife. Reseña histórica». Mirador de Canarias. La isla industriosa. Tenerife. Noviembre de
1940, número 15, pp. 7-8.
2Ascanio, A. de: La Casa de Ardola. Edición al cuidado de Javier Morata, Editor.
Madrid, 1952.
3 Sobre la historia de la tarjeta postal
ilustrada en España, vide:
Carreras y Candi, F.: Las tarjetas postales en España. Barcelona. 1903.
Carrasco Marqués, M.: Las tarjetas postales ilustradas de España circuladas en el siglo XIX.
Edifil S.A. 2004.
Teixidor Cadenas, C.: La tarjeta postal en España. Espasa Calpe. Madrid.1999.
4 Teixidor Cadenas, C., op. cit.
5 Vega, C.: La isla mirada. Tenerife y la Fotografía [1839-1939]. 2 Tomos.
Centro de Fotografia «Isla de Tenerife». Santa Cruz de Tenerife. 1995 y 1997.
6 Vega, C.,
op. cit.
7 Nació Joaquín González Espinosa en Santa Cruz
de Tenerife, en el número 12 de la calle de Las Flores, a las cuatro de la
mañana del día 26 de octubre de 1892. Fueron sus padres, don Francisco González
Currá, comerciante -gerente y agente en esta isla de las máquinas de
coser Singer- y teniente de alcalde de dicha ciudad durante el mandato de don
Santiago García Sanabria, natural de Jerez de la Frontera, Cádiz, y doña
Dolores Espinosa Sánchez, que lo era de San Fernando en la misma provincia.
Abuelos paternos, don Francisco González Clavijo y doña Gertrudis Currá
Sánchez, oriundos de Ubrique y Jerez de la Frontera. Maternos, don Cristóbal
Espinosa Coca y doña Catalina Sánchez Barea, naturales asimismo de Alcalá de
los Gazules y Bencocás, en Cádiz. Registro Civil de Santa Cruz de Tenerife.
Sección Primera. Tomo XXXIV, folio 222, número 427.
Bananas and Postcards
Carlos Gaviño de Franchy
Translated by Agnès Louart y Jorge Barriuso
Anónimo
Tenerife. Santa Úrsula
Tarjeta postal fotográfica, 9 x 14 cm. Ca. 1930
|
In an article published in the post-war illustrated magazine Mirador de Tenerife the researcher,
Buenaventura Bonnet1 wondered about the origin of the banana crop in
our archipelago: But where did this plant
that has helped us so much come from? Acccording to data from the historian
Marín y Cubas, continues Bonnet, this
plant came from Guinea, and was brought to Gran Canaria in 1499 or 1500, as a
result of an expedition sent by the Cabildo (island government) of that island,
led by the governor Juan de Ceverio Muxica, and from where “they brought back
sweet potatoes, banana plant roots, yams and other seeds …”. Adanson claims
that they began to call them “plantano” on the islands and later we made this
name homonymous with the famous Lebanese plantain, sublime tree, sung about by
poets, historians and travellers, but with which it has no relation. It would
be better to give it the name of “banana” as do the natives of Guinea, the
French and the English, but nowadays it would be too difficult to change its
common and traditional name.
Continuing on from this, Bonnet cites the British factor, Thomas
Nichols, who saw specimens of the banana tree during his stay among us. He
described them in the following way: It
is a tree that likes riverbanks, it does not grow very stoutly, but it is
straight, and has large thick leaves, sometimes two and half yards wide. It
only produces fruit once, and then, it is cut down and another banana tree
sprouts from its roots; each banana tree has three or four branches (bunches)
that produce more or less thirty or forty fruits, sometimes even more, and
which look a lot like cucumbers. When it is very ripe, the skin blackens; apart
from that it has a delicious taste like a home-made preserve (in syrup), of the
type often given as a present.
From here, according to the historian of the Indies, Fernández de
Oviedo, they went to America: There is a
fruit around here they call “plátanos”, but actually, they are not, nor are
they trees or from the Indies, they were brought here; and have been stuck with
the inappropriate name of plátanos… This lineage of plant was brought from the
island of Gran Canaria, in the year fifteen hundred and sixteen by the Reverend
Brother Thomas de Sancto Domingo, of the Preachers Order, to the city of Sancto
Domingo; and from here it has spread to other towns on this island and in all
the other islands inhabited by Christians. They have been planted on solid
ground and everywhere they have been planted they have grown well. […] The first ones were brought, as I said, from
Gran Canaria; and I saw them in that same city in the monastery of Saint
Francisco in the year fifteen hundred and twenty, and others just like them are
on the other Fortunate or Canary Islands.
Ed. Arribas. 133. Puerto
de la Cruz (Tenerife). Playa de Martiánez y Piscina
Tarjeta postal fotográfica, 9 x 14,5 cm. Ca. 1950
|
If we refer just to the Valle de La Orotava, which our generation has
been able to see covered by extensive banana plantations, it is perhaps worth
passing on here the complaints of Pablo, the main character in the novel by
Alfonso de Ascanio La Casa de Ardola2,
as he yearns for the landscape of the past that was so different to the image
that was popularised of the valley for most of the last century: Poor valley of my memories! Those fields,
once so multi-coloured and enchanting, dotted with plants, bushes and flowers,
edged with herbs and wild flowers, became uniform, monotonous, artificial, with
only one shade, which is the pale green of single crop farming. It was an obsession! …everywhere they cut
down trees, got rid of or neglected the gardens, the vegetable plots disappeared
and the nurseries were removed from places of recreation and in their place
they planted these fruit trees. It was
an obsession …. a bad, positivist, acid obsession. No longer did you see little
natural copses nor rugged hillocks or trickles of water winding their way among
the rocks and herbs or natural springs, whose crystal clear streams slipped
between the thickets and wild flowers …this precious liquid only flowed in
pipes and covered channels, so that not a drop is wasted before reaching its
destination. […] The money flowed and
the change in people, scenery, ways and customs may have made some philosopher
in love with social politics happy, but for me it brought a feeling of sadness
that reminded me of the times of the Knight2.
With the banana and the socio-economic achievements that its cultivation
brought, but which so displeased the young, reactionary landowner Pablo de
Ardola, came a feeling of well-being to the island’s fields. This situation, as
well as making landowners even richer, also allowed those who worked the land to
benefit from this economic boom, which was only interrupted by the disastrous
consequences of three wars in that century: the ones which affected the
archipelago directly. Our saddened character comments: Along the roads, along the farm tracks or along the paths between the
gardens no country girls or farm workers dressed in the old style of days gone
by could be seen any longer, no: the girls were wearing silk blouses and
stockings like young ladies and the men had waistcoats and ties …
Subsequently, the consolidation of the tourist sector as the driving
force of the economy in the second half of the 20th century spread
the stereotypical image of the banana plantations, though nowadays, this sector
threatens to make them disappear from our landscape forever.
o0o
Postal stationary, a sort of letter without envelope, printed by the State and cheap to
send, was introduced into the Spanish postal system in 1873 and was the origin
of the postcards that we know today.
They carried short messages and in the beginning lacked any picture that
was not on the stamp itself.
From 1871 they started to use models that could be edited by individuals
with an illustration on the front, while the other side was used for the stamp
and the recipient’s address, but they were banned in our country between 1873
and 1886. In December of 1886, the General Management of the Post Office
authorised the use of picture postcards providing that their size did not
exceed 9 cm high by 14 cm wide.
In these early postcards the text shared the space with the illustration
on the front of the card requiring you to write on top of the picture, thus
ruining the scene or the motif and making it difficult to read.
Therefore from 1907, it was decided to divide the back into two, and the same
side shared the message and the information about the recipient3.
Foto Central, Otto Auer. Puerto de
la Cruz. Tenerife
Tarjeta postal fotográfica, 8,5 x 13,5 cm. Ca. 1930
|
The images came from monochrome photographs and were lithographed by a
craftsman who, in most cases, would interpret the light and its results and the
colour at whim. A workshop in Leipzig,
to mention a city in which there were many famous lithographers produced
thousands of these images every day, but without taking into account the source
of the views, whether they were from the hot, bright tropics or the frozen
northern tundra. This fact, however, gave postcards from before 1910-1915 an
almost unique beauty and turned them into superb works of graphic art.
And if the colour was not
reliable, neither were the locations or even the actual shape of the monuments
depicted. There is one postcard, commonly found in Canarian collections, that
supposedly depicts the tower of the Church of Nuestra Señora de la Concepción
de Santa Cruz de Tenerife, but, to which a dome it never had was added, and was
described as the “Cathedral of Tenerife”. Others reproduce island landscapes
with mistaken titles and some even include landscapes from Madeira or the
Azores Islands and which are attributed to our archipelago.
The image of the banana, growing or being packaged, has appeared on
Canarian cards ever since the introduction of this kind of postal stationary
and, therefore it is worth distinguishing various aspects of its
classification:
Some show the extensive farm lands of the Valle de La Orotava, Icod or
Buenavista and, in general, most of the towns of the north of Tenerife. The
ones that stand out of the island of Gran Canaria are those that depict the
plantations around the Barranco de Guiniguada in Las Palmas and in the area
surrounding Villa de Arucas and the towns of Guía and Gáldar. In La Palma, Los
Llanos de Aridane, with the Argual and Tazacorte plantations and, in La Gomera,
it is the slopes of Vallehermoso cut into terraces that are commonly shown.
They are usually general views, in which a large number of farms devoted to
growing bananas appear, without leaving out the adjacent villages.
Others however, and these are more significant for our purpose,
reproduce specimens of banana plants, in which the flower or fruit can be seen,
and the work needed to produce it. In these cards locals often appear dressed
in the type of rustic clothes that I
mentioned before.
These first cards make up a group that we could call of botanical curiosities, which also
includes other plant species considered to be exotic by foreigners, such as,
Dragon Trees, Palm Trees, Canary Island Spurges, Monkey Puzzle Trees and
Prickly Pears. Among these pictures, the ones that are most common are those of
the Dragon Trees in the La Laguna and Realejo Seminaries; the Palm Trees in the
area of Vegueta in Las Palmas and the one of
the Conquest, this tree together with well-known Dragon Tree, was one of the
two main attractions for visitors to the Franchy Gardens in La Orotava; the
hundred-year old Canary Island Spurges of Buenavista, in Tenerife, and the one
of Lagazal in Gáldar, which appears to have reached a diameter of one hundred
and ten metres. There are also many general and specific views of the gardens
of the majority of the hotels in Las Palmas and in Puerto de la Cruz ¾Santa Catalina, Continental, Metropole, Martiánez, Taoro, Monopol,
Humboldt¾ or other well-known hotels, such as, the Corvo in Moya or the Botánico
of La Orotava. Then, there are pictures of all kinds of island woods and
forests, from pine ones to laurel ones.
Anónimo. Las Cañas.
Icod de los Vinos
Tarjeta postal fotográfica, 9,2 x 14,3 cm Ca. 1950
|
After the Great European War and the subsequent disappearance of the
workshops in which the majority of the engraving of chromolithographed
postcards of our archipelago was carried out, this technique fell into disuse.
Five years before, in 1909, Mr. Angel Custodio Romero had lithographed a
composition that was halfway between a real photograph and a pictorial impression
of the eruption of the Chinyero Volcano. The hesitant efforts of the workshop
that this artist had set up in Santa Cruz de Tenerife, the Lithography Romero,
to continue using chromolithography to make postcards does not seem to have
been successful. The rarity of this item in the current market leads us to
think that it was part of a limited edition, which produced no sequels.
At the beginning of the second decade of the 20th century, Postal Express started business in Santa
Cruz de Tenerife: a photographic studio founded and owned by Joaquín González
Espinosa. His career has been studied by Carmelo Vega and represents the
paradigm for businesses devoted to publishing postcards in the Canary Islands6.
E. Ludwig, John Hinde Studios
Bananas and Pinsettia, Canary Islands.
Tarjeta
postal fotográfica, 14,5 x 10 cm. Ca.
1970
|
His creative activity, carried out mainly in the second and third decade
of the last century, coincided with the recovery and boom of the banana,
following the parenthesis of the First World War.
We have included a selection of the postcards that show the environment
of the banana and its cultivation on the islands. Others are the work of
well-known island studios and photographers, such as, Friedrich Curt Herrmann [Fotografía Alemana], established in Las
Palmas de Gran Canaria, or of Otto Auer [Foto
Central], who had his studio in Santa Cruz de Tenerife, and Ernesto
Fernando Baena, whose work is comparable to that of Joaquín González Espinosa
in volume and quality. In our selection there are many photographic postcards
produced by Ediciones Arribas, in the forties and fifties of the 20th
century: this business from Zaragoza was set up, at the beginning of the last
century, by the photographer Mariano Arribas. With respect to this publishing
house, Francisco Palá Laguna in his studio expresses the opinion The picture postcard, at the end of the Civil War, Zaragoza became
the centre of he postcard industry thanks to the high quality and great
quantity of the postcards published and printed by García Garrabella and
Ediciones Arribas. The banana and extensive lands in which it was grown
continued to attract the attention of foreigners, forever included in the non-existent
catalogue of exotic objects attributed to our imaginary archipelago.
1Buenaventura Bonnet
Reverón: “Productos antiguos que dieron celebridad a Tenerife. Reseña
histórica”. Mirador de Canarias. La
isla industriosa. Tenerife. Novembre 1940, número 15, pp. 7-8.
2Alfonso de Ascanio: La Casa de Ardola. Edición al cuidado de
Javier Morata, Editor. Madrid, 1952.
3 About the history of picture postcards in Spain, vide:
Francisco Carreras y
Candi: Las tarjetas postales en España.
Barcelona. 1903.
Martín Carrasco Marqués:
Las tarjetas postales ilustradas de
España circuladas en el siglo XIX. Edifil S. A. 2004.
Carlos Teixidor Cadenas:
La tarjeta postal en España. Espasa
Calpe. Madrid.1999.
4 Carlos Teixidor Cadenas,
op. cit.
5 Carmelo Vega: La isla mirada. Tenerife y la Fotografía
[1839-1939]. 2 Volumes. Centro de Fotografia “Isla de Tenerife”. Santa Cruz
de Tenerife. 1995 and 1997.
6 Carmelo Vega, op.
cit.
7 Joaquín González Espinosa was born in Santa Cruz de
Tenerife, at number 12 of the street, Calle de Las Flores, at four o’clock in
the morning on the 26th of October of 1892. His parents were, Mr
Francisco González Currá, shop owner ¾manager and agent on the island for Singer sewing machines ¾ and Deputy Mayor of the above mentioned city during the term of Mr
Santiago Garcia Sanabria, originally from Jerez de la Frontera, Cadiz, and Mrs
Dolores Espinosa Sanchez, who was from San Fernando in the same province.
Grandparents on his father’s side, Mr Francisco Gonzalez Clavijo and Mrs
Gertrudis Curra Sanchez, from Ubrique and Jerez de la Frontera. On his mother’s
side, Mr Cristobal Espinosa Coca and Mrs Catalina Sanchez Barea, from Alcala de
los Gazules and Bencocas, in Cadiz. Civil Registry of Santa Cruz de Tenerife.
First Section . Volume XXXIV, sheet 222, number 427.
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