BIO-BIBLIOGRAFÍA
1921
Madeleine Annette Bonneaud, hija de Arsènne Theódore Bonneaud, profesor de Instituto, y de Adrienne Aimée L’Hotelier, también pedagoga, fue inscrita en el Registro Civil de Limoges como nacida en dicha ciudad el día 4 de enero de 1921. Mairie de Limoges. Naissances Nº 20. Archivo H. Westerdahl. Madrid.
Arsènne Theódore Bonneaud y Adrienne Aimée L’Hotelier |
Nací en Limoges, de una familia universitaria dedicada exclusivamente a las Ciencias. Mi madre era belga-provenzal, profesora de Matemáticas y farmacéutica. Mi padre, limosino puro, era catedrático de Física y Química, profesor de Física-médica, director del Laboratorio Provincial, ingeniero militar de fabricación de pólvora, farmacéutico e hizo, por placer, sus estudios de Medicina a los cincuenta años. […] Mi hermana, médico y farmacéutica. Es decir: un ambiente científico puro. Nada de arte, salvo el clásico piano y violín burgués, sin gloria ni placer. Literatura: clásica, sin más. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
Magdeleine y Odile Bonneaud |
1936
Temporadas en un colegio internacional de Londres, para aprender inglés.
En Londres me tocó una crisis aguda de museomanía que pasó a ser, con el tiempo, crónica. ¿Cómo se fraguó esta afición? Las primeras emociones las debo a los Turner de la Tate Gallery, los Van Gogh y curiosamente un pequeño Holbein; también a los prerrafaelistas. ¡Qué mezcla! No me avergüenzo de esta elección juvenil. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
1938
Estudios de bachillerato en Limoges. Título de Bachiller en Letras por la Universidad de Poitiers.
1939-40
La casa familiar en Limoges
[La maison de bonnheur]
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Al estallar la guerra mundial se malogra una beca de estudios en Estados Unidos que había solicitado.
Enseñanza racionalista. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
Cuando realiza sus estudios de licenciatura en Letras en Poitiers, conoce a André Breton, figurando en el reducido grupo de estudiantes que se interesan por él, recibiendo una profunda influencia.
En un pequeño hotel, donde vivía, se hospedaba también un misterioso militar melenudo, de extraños modales versallescos: era nada menos que el llamado papa del surrealismo, André Breton. Se aburría en este rol de movilizado para él insoportable. Hicimos amistad y empezó a pasar a diario las veladas con mis amigos y yo. Nos habló durante meses: influencia imborrable en una mente joven y abierta. Hablaba de su viaje a Tenerife, de Freud, de magia, de Rimbaud, de Sade, de Picasso, de Baudelaire, de arte naif o polinésico, del dadaísmo, del esoterismo, etc. Nos daba sus revistas, hoy piezas de museo. A la llegada de las tropas alemanas se marchó dejándome en depósito cajas de sus colecciones aztecas. Marchó a Nueva York y no le volví a ver sino después de la guerra. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
1941
Licenciada en Letras por la Universidad de Poitiers. Diploma expedido en París el día primero de marzo.
Ocupación nazi de Francia. Años negros y amargos. Empecé una tesina ambiciosa: Procedimientos del terror y psicología del miedo en la novela llamada gótica inglesa, desde Ann Radcliff a Monk Lewis. Falta de documentación en una Europa deshecha. Marché a París en 1943, en busca de lo que podía quedar allí del Surrealismo. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
1942-43
Publica textos y poemas en las revistas Cahiers du Sud, Centres y Profil littéraire de la France.
1943
Maud Bonneaud |
Llega a París, reuniéndose con los elementos surrealistas que permanecieron en la capital de Francia durante la guerra.
En los cafés de Flore y Deux Magots hice amistades intelectuales (en el Flore, Sartre y Simone de Beauvoier escribían, ayudados por una estufa que daba poco calor y unas tazas de falso café que daba descomposición de tripa. […]
En 1943 París ocupado era un magma. Un espléndido y trágico merdero, de merde. El grupo surrealista estaba disuelto; Breton en Nueva York, Peret en Méjico, otros escondidos por ser judíos, comunistas, trotzkistas, etc. Existía una tertulia en la casa del poeta George Hugnet. Paul Eluard vivía en media clandestinidad. Todos en peligro. Conocí entonces a Óscar Domínguez, surrealista nato, pero nada teórico; vivir y pintar instintivamente le bastaba. El ambiente era tenso material y mentalmente. Sin embargo, el hecho de vivir al día (puesto que el mañana carecía de realidad) entre redadas, Gestapo, imposibilidad de viajar, falta de comida, de beber o fumar, de conseguir calefacción, entre toques de queda y bombardeos, creaba cierta euforia artificial. El aburrimiento, la rutina, no existían. Se vivía en el aire.[…]
Una bella mañana Óscar Domínguez me llevó al taller de Picasso. Después fui muchas veces. Su casa era un centro vivo de la resistencia intelectual en contra del lema: cuando oigo la palabra cultura saco la pistola. Picasso hablaba o escuchaba, enseñaba sus últimas obras. El aire era a la vez grave y ligero. Uno se sentía vivir en la inteligencia libre, pero sin pomposidad. No se trataba de ideas o conceptos sublimes, pero el sólo hecho de estar ahí tenía un significado. Después le vi muy a menudo en la Costa Azul en su casa o en la playa Picassso, tertulia de bañistas por donde desfilaba el mundo del arte en bañador. Años atrás había tenido una gran vanidad: conocer a Picasso y que Man Ray me hiciera una fotografía. Lo conseguí y me sigue pareciendo inverosímil. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
Al término de la guerra y como ayudante del pintor Óscar Domínguez, trabaja en la decoración y el vestuario de Les mouches de Sartre, en Alemania.
1944
Fallecimiento de su padre, mort pour la France.
El 28 de marzo de 1943 la Gestapo arrestó a su esposa y a su hija mayor, cuando el profesor Bonneaud se encontraba de viaje. Se entregó para liberarlas y fue deportado a Alemania. Murió en el campo de concentración de Buchenwald, el 2 de marzo de 1944, como consecuencia de las torturas físicas y morales que le fueron aplicadas. [Hommages rendus le 12 juin 1945 à Limoges a la Mèmoire du Professeur Arsène Bonneaud, 1884-1944, martyr de la Résistence Française. Mort au Camp de Buchenwald. Limoges. Imprimerie Nouvelle. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
1945
Inicia su carrera de esmaltadora.
Empecé a hacer esmaltes por casualidad (hay muchos talleres de esmaltes en Limoges) y por curiosidad ( a Domínguez y a mí nos interesó esto de vitrificar colores), en plan experimental y autodidacta. Tratamos de esmaltar piedras o cuerdas de despertador, reventando hornos por dilatación imprevista. La gran enseñanza del error me dio una técnica: fundir volúmenes vítreos sobre una capa de plata o de cobre, es el fenómeno del espejo, piedras preciosas de cristal. Este es mi material. […]
La técnica es lenta y trabajosa. Lo más interesante es la parte creacional. La parte artesanal es pesada, dura para las manos, más para la vista (trabajo a más de 800 grados), gasta nervios por la atención constante en las diversas cocciones, ya que por un minuto de descuido las piezas se echan a perder.
[Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
EW: Maud y Óscar Domínguez en su estudio de París |
Contrae matrimonio con el pintor surrealista canario Óscar Domínguez.
Verás, mi querido amor, que nuestra felicidad será un hecho real. Yo no te pido vivir conmigo completamente, esperaré a que me lo pidas tú misma. De todas maneras, quisiera casarme contigo, quisiera que te llames Domínguez y créeme, no abusaría nunca del hecho de ser tu marido. Nos adoramos y tienes que ser feliz. Después de las grandes tempestades viene la calma. Se optimista respecto al porvenir, te lo suplico.
A partir de ahora, mi única razón de vivir será esperar el momento en que me llames para correr hacia ti. Te suplico que no me hagas esperar demasiados días. Sufro terriblemente y cada hora que pasa es una hora de espera, de angustia de la más dolorosa. Tengo que hacer uso de toda mi voluntad para no correr esta misma noche a Limoges, pero te obedezco, me pides que retrase mi viaje, lo hago. Te pido que me escribas todos los días, es la única cosa que me dará valor para esperar. Te lo suplico, escríbeme todos los días. [Carta de Óscar Domínguez a Maud Bonneaud. Sin fecha. Archivo Hugo Westerdahl. Madrid].
1946-47
Expone en el Anglo-French Art Center de Londres con el grupo de españoles de la Escuela de París.
1947-49
Viajes y exposiciones en Olmutz, Praga y Bratislava.
Obra en las colecciones permanentes de las galerías Dina Vierny y La Demeure de París.
Realiza joyas para Christian Dior.
1952
Eduardo Westerdahl.
Conocí a Eduardo Westerdahl en París en 1952 a través de su gran amigo Óscar Domínguez, de quien estaba yo separada en términos de máxima elegancia, estimación y amistad mutua. Admiración y afecto constante de parte, ahora, de Westerdahl y mía, puesto que somos los primeros en defender su memoria y su obra, después de mi divorcio y su muerte. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
1954
Llega a Tenerife.
Westerdahl me organizó una exposición de mis esmaltes en el Casino de Tenerife, en 1953. [sic]. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
Abril. Exposición individual Maud Domínguez en el Casino Principal de Santa Cruz de Tenerife.
Encontré un ambiente intelectual muy activo alrededor de Pérez Minik, García Cabrera y Westerdahl. En los más jóvenes noté inquietud, preocupación, curiosidad, un deseo urgente de información. Su amplia cultura necesitaba conseguir datos nuevos y actuales para llenar los huecos producidos por tantos años de falta de contactos. Pero estaban perfectamente preparados para recibir, entender y asimilar las comunicaciones que llegaron poco a poco después. […]
Tenerife es para mí una plataforma giratoria, centrífuga y centrípeta en perpetuo movimiento, seguramente por motivos étnicos, geográficos e históricos. Conozco sus virtudes, las alabo. Sé de sus defectos, pero como los de un ser querido, los puedo criticar yo, pero no permito que lo hagan los demás. Cosa de amor. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid.]
1955
Eduardo y Maud Westherdahl el dia de su boda
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Junio, 26. «Toros y geología imaginaria: Óscar Domínguez». La Tarde. Santa Cruz de Tenerife.
Julio, 28. «El humor, signo de los tiempos». La Tarde. Santa Cruz de Tenerife.
Noviembre, 14. Contrae matrimonio en París con Eduardo Westerdahl Oramas, tras haber firmado un contrato regulador ante el notario Edouard du Bois, el día 2 anterior. Asisten a la ceremonia algunos amigos: Carla Prina y su marido el arquitecto Alberto Sartoris, Valentine Penrose, Guy Bernard, Luc Peire, Anthony Stubing y el doctor Mabille.
Viaje de novios a Bélgica y Gran Bretaña.
1956
Exposición individual en el Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz, Tenerife.
Viaje a Francia e Italia. Visitas a Picasso en La Californie.
1957
Octubre, 28. Nace Hugo Bernardo Westerdahl Bonneaud, en Santa Cruz de Tenerife.
1958
Se suicida en París Óscar Domínguez en Noche Vieja. Es sepultado el día 3 de enero de 1958 en el cementerio de Montparnasse.
Viaje a París. De nuevo visitan a Picasso, esta vez con su hijo Hugo.
1959
Diciembre. Exposición Objetos Nuevos de Navidad, con César Manrique, Pablo Serrano y Fernando Mignoni. Estudio de César Manrique, calle Covarrubias, 19. Madrid. Texto del catálogo de Manuel Conde.
Viaje a Francia.
1960
Febrero-marzo. Exposición Tanja Tamvelius/Maud Westerdahl. Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz.
El día 12 de diciembre fallece en París su madre, Adrienne Aimée Bonneaud [nacida L’Hotelier].
1961
Exposición en el estudio del pintor César Manrique en Madrid.
Exposición colectiva Feria de Navidad en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife.
1962
Febrero. Exposición Tanja Tamvelius/Maud Westerdahl. Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz. Tenerife.
Noviembre-diciembre. Exposición colectiva II Feria de Navidad en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife.
1963
Diciembre. Exposición individual Maud Westerdahl en la Sala del Prado del Ateneo de Madrid. Edición de un Cuaderno de Arte, al cuidado de Carlos Areán, con textos de Eduardo Westerdahl, Manolo Millares y Óscar Domínguez.
1965
Mayo, 24. Publica el texto Los esmaltes de Pascual Fort. El Día.
Verano en La Osa Mayor, la residencia que el matrimonio Westerdahl ha edificado, sobre planos de Salvador Fábregas, en Bajamar, Tenerife.
Diciembre. Exposición colectiva Doce en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife y en Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz, Tenerife.
1967
Mayo. VIII Exposición Regional de Pintura y Escultura. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
Premio del Cabildo Insular de Tenerife por su obra Homenaje a Bizancio.
1968
Febrero, 10. Publica en La Tarde una traducción del poema La cabeza índigo de Valentine Penrose, dedicado a Óscar Domínguez.
Visita a Picasso en Mougins.
1970
Mayo. Exposición individual en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife. Texto del catálogo, diseñado por la artista, de Jesús Hernández Perera, catedrático de Historia del Arte y rector de la Universidad de La Laguna. Presentación de la exposición a cargo de José María Moreno Galván.
1972
Febrero. Exposición individual En torno al fetichismo. Galerías Skira. Madrid. Texto del catálogo de Eduardo Westerdahl.
Febrero. Exposición Homenaje a José Luis Sert. Colegio de Arquitectos de Canarias. Delegación de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife.
Catálogo de la exposición: Esmaltes
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Mayo-junio. Exposición individual Esmaltes en la Sala Conca. La Laguna de Tenerife. Textos del catálogo de Pedro García Cabrera, Manolo Millares, Óscar Domínguez y Eduardo Westerdahl.
Mayo, 6. Conferencia sobre El Impresionismo en el Club La Prensa de Santa Cruz de Tenerife.
Mayo, 9. Texto para la exposición Realismo fantástico de Kurt Mikula en la Sala Conca. San Cristóbal de La Laguna.
1973
Enero. Exposición Homenaje a Manolo Millares. Galería Juana Mordó. Madrid.
Marzo, 7. El surrealismo. Conferencia pronunciada en el Club La Prensa de Santa Cruz de Tenerife.
Mayo, 8. Texto para la exposición Dibujos/grabados de José Hernández en la Sala Conca. San Cristóbal de La Laguna.
1974
Exposición colectiva II Muestra de Artes Plásticas de Baracaldo.
1976
Exposición colectiva Artistas Canarios. Dirección General de Patrimonio Artístico.
1977
Exposición colectiva Homenaje a Picasso. Galería Balos. Las Palmas de Gran Canaria.
«A la luz del sol negro», texto para la exposición de José Abad en la Casa de Colón. Las Palmas de Gran Canaria.
1978
«El circo negro», texto de presentación del catálogo de José Abad. Ministerio de Cultura. Madrid.
1979
Texto para la exposición «Tocador de Arte», organizada por la revista Papeles Invertidos.
Diciembre, 19. Texto para la exposición de joyas de Birgitta Bergh en la Galería Rodin de Santa Cruz de Tenerife.
1980
Catálogo de la exposición: Fabulario
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Mayo-junio. Exposición individual Fabulario. Galería Rodin. Santa Cruz de Tenerife. Textos del catálogo de José de Castro Arines, José Hierro, M. A. García Viñolas, Raúl Chavarri, Enrique Azcoaga, Modest Cuixart, Manolo Millares, José María Moreno Galván, Pedro García Cabrera y Eduardo Westerdahl.
Noviembre, 14. Texto para la exposición de José Luis Cedrés en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
1982
Enero, 15. Presenta la exposición Los pintores españoles de la Escuela de París, en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
1983
Enero, 29. Muere Eduardo Westerdahl. [Ministerio de Justicia. Registro Civil de San Cristóbal de La Laguna. Sección 3ª. Tomo 91. Pagina 441].
Texto para el catálogo de la exposición Cándido Camacho. Caja General de Ahorros de Canarias. Santa Cruz de Tenerife.
Abril, 18. Texto para la exposición Arte/Fotografía. Man Ray. Catalá Roca. Fontcuberta. América Sánchez, organizada por la Asociación Canaria de Amigos del Arte Contemporáneo en la Sala Los Lavaderos de Santa Cruz de Tenerife.
Abril, 24. Interviene en el homenaje que la Universidad Menéndez Pelayo rinde a Eduardo Westerdahl
Octubre, 11. Texto para la exposición de José Abad en la Galería Juana Mordó. Madrid.
«En Portada», texto para José Abad. Gaceta de Canarias. Año 1, número, 6.
Noviembre, 10. Texto para la exposición Jorge Rubio a Maud. Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
Noviembre. «José Abad: muestra en Madrid». Guadalimar. Madrid.
1984
Septiembre, 23. «Juan José Abad y sus gatos». Diario de Avisos.
1985
Envía colaboraciones a «Tagoror Segunda Época», páginas de cultura del periódico El Día, coordinadas por Carlos Díaz-Bertrana, Carlos Gaviño de Franchy y Domingo-Luis Hernández. En el número 0 publica «Nazco, en el Círculo de Bellas Artes».
Septiembre, 10. Participa en la exposición 30 x 30 x El Círculo, organizada por el Círculo de Bellas Artes de Tenerife con dos obras, homenaje a Man Ray.
Octubre, 18. Presentación del libro Sobre las piernas de Carlos Gaviño de Franchy, con ilustraciones de Fernando Álamo, en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
Presentación del libro Sobre las piernas. Carlos Gaviño de Franchy de izda a dcha: Fernando Álamo, Carlos Gaviño de Franchy, Maud Westherdahl y Domingo Luis Hernández |
1987
Mayo, 16. Homenaje a Maud Westerdahl. Círculo de Bellas Artes de Tenerife.
Julio, 5. Carlos Gaviño de Franchy. «Maud Westerdahl: la isla vitrificada».
Tagoror Segunda Época. El Día. Santa Cruz de Tenerife. Maud fue la isla de vidrio que habitó Westerdahl; sus pupilas esmaltadas pudieron seguir contemplando la irrealidad de la pintura, cien veces más cierta que la cotidianeidad metálica de los grilletes con que se había pretendido domesticar la inteligencia. «Constatamos -diría Luis Felipe Vivanco- que el problema de la poesía es el problema de la realidad».
Después de treinta años de labor en las islas Maud Westerdahl marcha a Madrid, entre otras cosas, a colaborar en una empresa que no deja de ser canaria: la preparación de la gran exposición Óscar Domínguez que el Centro de Arte Reina Sofía pretende realizar en 1988.
Se traslada a Madrid e instala en un piso de la calle Modesto Lafuente, que acaba de adquirir. Después de acondicionarlo se siente decepcionada al comprobar que … es otra vez la misma casa. Creía estúpidamente que habría un cambiazo… pero, idiota, me olvidaba que con los mismos muebles, los mismos cuadros y sobre todo las mismas personas, las combinaciones no son infinitas. Sin embargo lo veo más mío y más acogedor […]. [Carta a Carlos Gaviño de Franchy. 25 de agosto de 1987. Archivo Carlos Gaviño de Franchy. Santa Cruz de Tenerife].
1990
Pasa los meses de invierno en Tenerife. En casa de Carlos Gaviño en Santa Cruz, y en Bajamar, en la de los Sánchez-Pinto.
1991
Noviembre, 13. Fallece en Madrid.
Francia significa mucho para mi. Cada 14 de julio me siento orgullosa de haber tomado la Bastilla. Me dio un espíritu internacional, puesto que París es un crisol. Era grande mi libertad de elección y mis posibilidades de encuentro. Estos lujos me parecían naturales: visitar a Zadkine, cenar con Tristán Tzara, tomar una copa con Duchamp o Giacometti, la amistad inteligente de Man Ray, las conversaciones en las terrazas de los cafés con los españoles tan parisinos Flores, Peinado, Viñes, las fiestas con los sobrevivientes del Dadaísmo, el cariño sensible de Paul Eluard y las visitas con él al Rastro, el nacimiento de la Cinemateca, los primeros cortometrajes de Alain Resnais… en fin , tantas y tantas cosas. Pero nostalgia, no. No hay contradicción puesto que no hay exclusividad. Encontré otra dimensión en España. Mis amigos españoles, tantos y tan brillantes, establecen la continuidad de lo que busqué y encontré siempre. [Entrevista anónima, sin fecha. Archivo H. Westerdahl. Madrid].
Noviembre, 18. Luis Antonio de Villena: «Maud Westerdahl. En lo alto del siglo». El País. Madrid.
1992
«Eduardo Westerdahl: escribir con luz». Texto para el libro Westerdahl. Escrito con luz. Viceconsejería de Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. Madrid. 1992.
MAUD WESTERDAHL
SU OBRA ANTE LA POESÍA Y LA CRÍTICA
I
MAUD, DOMADORA DE ESMALTES
por
Pedro García Cabrera
Andad despacio, no despertéis
estos ojos de águila
que escalaron los genios de Aladino.
Chist, de puntillas,
mirad su sueño ahora
antes que rompan a llorar,
amotinen sus órbitas
y no podáis volver a vuestra casa.
Maud, la domadora,
ordenó sus presencias:
el antediluviano lenguaje de las nubes,
ríos enamorados de relámpagos,
volcanes de ternuras merovingias,
los horizontes de la libertad.
Cuidado,
no habléis alto.
Rodarían al mar
perdiéndose sus aguas.
Y no los miréis más.
Te arrancarían la mirada
sin poder devolvérsela a tu rostro
[Santa Cruz de Tenerife, 12 de enero de 1972]
II
POEMA PARA MAUD
por
Juan Doramas
[Manuel Millares Sall]
Sobre los pájaros de diamantes que nacieron ya oscuros.
En los estratos ocultos bajo nuestras reales plantas de hombre donde se busca, se olisca, se hocica la fósil grama de nuestro llamado paraíso mundo. Sobre los maniatados arañazos pétreos donde la gota límpida y la lágrima se concertan en asociados del tiempo milenario.
Sobre la materia prima con que el año millón, en pasos de cangrejo, hizo la luz y otros tantos milagros naturales.
Sobre los cortejos ornamentales de las floras olvidadas en las riberas del espejo bizantino-románico-gótico-barroco y todo lo demás.
Sobre la garganta morena del faraón cuadrilátero y animal eréctil.
Sobre los cetros perfumados donde se ocultan los amarrijos y cosidos de este final de cada uno -valgan las crudas verdades-. Sobre los inciertos velámenes desplegados por las hojas insidiosas del andrajo.
Sobre las ciegas carcomas que rascan el vaho de la vida.
Sobre las válvulas supermisericordiosas enmalletadas al continuo tintineo del tíovivo y sus coches infantiles -en uno de los cuales está ahora Hugo Eva, Marina o Ana-.
Sobre las sucias alpargatas que cuelgan de las negras correduras de betún de judea.
Sobre estas cabezas de conocidos-no conocidos, con o sin bigote, con o sin corbata, con o sin lengua, con o sin seso, cono sin nada de nada.
Vamos a sacar este festejo de ojos abisales.
Esta arqueología de lucecillas visigóticas -no obstante del Limosín y Tenerife-.
Estas constelaciones de vidrios proyectados en las atlánticas herrumbres de las áncoras -no obstante de limosines dragones y pájaros sagrados-.
Estos evocadores trebejos colonizadores.
HOZ, PALA, ASTIL
(Filigranas -diría- para manos de trigos).
PLACA, ARQUETA, ANILLO, PECTORAL, COPA DE PLATA, MEDALLÓN DE COBRE
(Todo motas en translúcidas vacunas encendidas).
ORLAS, LUNAS, GEMAS
(Humildes gemas populares).
CABUJONES
(Humildes cabujones populares)
Vamos a traer las palpitaciones del color aprisionado por la noble y rotunda orfebrería de Maud Westerdahl.
Juan Doramas.
[Publicaciones Españolas Cuadernos de Arte. Catálogo número 128. Sala del Prado. Ateneo de Madrid. Diciembre de 1963]
III
ESMALTES DE MAUD WESTERDAHL
por
Jesús Hernández Perera
Si es cierto, como pensaba el arqueólogo francés Déchelette, que la escasez del coral que al Norte de Europa llegaba desde el Mediterráneo -provocada tal vez por las guerras de Alejandro Magno- fue el motivo que impulsó a los celtas de la Edad del Hierro a inventar el esmalte, habrá que convenir en que fue uno de los más afortunados descubrimientos creadores del Arte occidental.
No sólo superó al coral y al ámbar como adherencia decorativa de piezas labradas en metal, sino que además ha venido a tener auténtica calidad de arte mayor, porque, como ya dijo Benvenuto Cellini, uno de sus más famosos cultivadores de todos los tiempos, el esmalte no es, en realidad, sino una pintura.
Pintura de dificultad extraordinaria, sometida a una técnica depuradísima y a una habilidad de ejecución nada común, el esmalte exige además el concurso imprescindible del fuego, altas temperaturas, todo un laborioso y paciente proceso cuyo mínimo fallo puede destruir en el último instante el resultado de ímprobos y prolongados esfuerzos.
Pintura que exige extremar en el soporte una minuciosa preparación de las planchas metálicas, acudiendo a otras técnicas de la orfebrería como el cincelado, el repujado o el buril, aparte de que, por utilizar solo óxidos metálicos que resistan varios centenares de grados de calor, debe ceñirse a una gama de unos pocos colores.
Pese a tantas dificultades y limitaciones, el esmalte ha cautivado con su brillo a todos los pueblos de la Antigüedad y de la Edad Media y, aunque modificado en el Renacimiento y posteriormente industrializado, sigue siendo hasta nuestros días una de las manifestaciones artesanas más poderosas y cautivadoras, una de las técnicas artísticas más refinadas y admirables de todo tiempo.
Entre todos los centros de producción de esmaltería, tanto de Oriente como de Europa occidental, pocos ha habido en el mundo creadores de tan famosos esmaltes como la ciudad francesa de Limoges. Los talleres lemosines, es bien sabido, inundaron desde el siglo XIII toda Europa de piezas de oro, plata y cobre decoradas con esmalte champlevé, grisallas o esmaltes pintados, de estilo románico, gótico o renacentista. Y aunque otros centros de esmaltería pudieron disputarle la clientela o la prioridad de fabricación, Limoges hizo célebres sus modelos y su estilo.
Nacida precisamente en Limoges, con todo el difícil bagaje de una tradición y uno procedimientos centenarios, Maud Westerdahl, nos viene ofreciendo y cultivando desde su incorporación a Tenerife -del brazo de su esposo Eduardo Westerdahl, nuestro máximo crítico de arte-, este siempre arduo y brillante arte del esmalte.
De sus manos destilan, fundidas a temperaturas que lindan con los mil grados centígrados, en hornos diminutos y complicados, estas rutilantes pastas vítreas que, adheridas a piezas metálicas sabiamente acondicionadas, transforman la plancha mate en un joyel refulgente, erizado de destellos de la más rozagante pedrería.
Con esta ardiente y luminosa materia, pinta. Y sus pinturas vítreas sobre metal adquieren, con la robustez pétrea del sílice, la más delicada y femenina expresión formal, llena de sugerencias y henchidas de recuerdos, elaborada, sobre todo, a través de un temperamento creador de singular aliento.
Entre sus procedimientos, síntesis de las técnicas románicas y bizantinas y de los esmaltes góticos, destaca sobre todo el empleo de esmaltes opacos interrumpidos por manchas translúcidas, lo que conduce a resultados siempre sorprendentes. Estas gotas doradas o malvas o verde mar o azul cobalto, aprisionadas entre cabujones azul oscuro o negro azabache, tienen raro y sugerente poder evocador, proyectando la mirada a través de su masa cristalina con el mismo atractivo con que las telas horadadas y las concavidades de las rocas del surrealismo invitan hacia horizonte soñados e irreales. No en vano la artista ha seguido de cerca a los principales conductores del fenómeno surrealista, Breton incluido.
Aparte de sus pulseras y sortijas, copas y platos de hierro, fíbulas y pendientes, en que las pastas vítreas se engarzan en la plancha mate formando filas de cabujones de brillante colorido, en formas y laminados no ajenos a cierto regusto medieval, las más peculiares plasmaciones en que Maud ha querido últimamente expresarse tienen verdadero carácter de cuadros pictóricos, sin relación aparente con la orfebrería de las piezas anteriores.
Pinturas de ciudades lejanas, la mayoría del mundo clásico o de la Alta Edad Media, prendidas entre murallas deformadas por las perspectivas ingenuas de los rancios miniaturistas prerrománicos o bizantinos, con todo el ambiente de estática quietud metafísica de un De Chirico, que lo mismo puede embargar a una plaza italiana presidida por su ecuestre condottiero que al claustro silente de la abadía carolingia de San Riquier. El diseño, diminuto y puntual, ilustrado con epigrafías grecolatinas, gana con los toques de esmalte una vitalidad y cromatismo que nunca pudieron sospechar los lejanos iluminadores de vitelas.
Y como desgajadas de estas ciudades desiertas y ensimismadas, siluetas de manos enjoyadas, el perfil del dios de la guerra cobijado bajo su casco almenado, o la cabeza inquietante de la emperatriz Teodora, el plumaje alveolado del pájaro-pez, o los cojinetes de una puerta de hierro, a través de cuya cerradura el torso de Venus se transmuta en sonrosada transparencia vítrea. Múltiples metamorfosis en las que la línea incorpora, con el brillo y la acuidad del esmalte, todo el fulgor de Bizancio y el sabor de un temperamento cultivado y sensible, metafísico y poético. Un mundo de pequeñas, silenciosas ciudadelas almenadas cuyas casas cubren tejados de rubíes.
[Catálogo de la exposición Esmaltes. Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Mayo de 1970]
IV
MAUD WESTERDAHL: ESMALTES
por
José María Moreno Galván
Man Ray: Maud Westherdal
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A mí me hubiera gustado, además haber dialogado con Maud algo más de lo que pude hablar en aquella noche inaugural. Y eso que yo he hablado mucho ya con ella y con su marido, Eduardo Westerdahl, allí en Santa Cruz de Tenerife, donde viven y por donde -eso fue una facultad especial de Eduardo- siempre pasa como una corriente de aire con la última noticia del arte en el mundo. Eduardo Westerdahl -los que conocen mínimamente la historia de la modernidad española saben de ese nombre- lleva más de cuarenta años ejerciendo el sumo sacerdocio de las vanguardias españolas...¡desde allí, desde Tenerife!
Maud, su mujer, es natural de Limoges, la ciudad de los esmaltes, y vivió los años de su más extrema juventud en París, en el contacto más íntimo y cordial con la última etapa del surrealismo. Cuando ella habla de André Breton, de Paul Eluard o de nuestro compatriota Óscar Domínguez, habla de algo que conoce ¿? muy bien. Como por otra vía, todo eso lo conoció Eduardo, la conversación con ambos sobre esos temas retrospectivos siempre es una lección.
Ahora bien, yo no sé cuando fue, Maud de pronto, como obedeciendo a un irresistible imperativo de lemosina fundamental, inició una actividad de esmaltista, dentro de la cual ha ido creciendo hasta convertirse en una figura con una personalidad fortísima.
¿Cómo son los esmaltes de Maud? Yo no creo que la tradición lemosina ejerza un imperativo agobiador en ella, pero tampoco creo que sea indiferente a ese hecho. Yo creo que la tradición pesa sobre ella como pesa verdaderamente eso cuando es verdad: al margen de toda premeditación, atravesando, como con un leve toque tangencial, muchas predisposiciones que ya vienen del remoto pasado, sino de muchos condicionamientos actuales. Es más, yo diría que Maud, en su arte, tampoco sigue de una manera sistemática las posibles directrices de un surrealismo que, eso sí, ella pudo tocar mucho más directamente por haberlo vivido al lado de su propia fuente. Pero tampoco, insisto, es una surrealista, porque ella es mucho más joven que aquel surrealismo al que podía sentirse vinculada, por más que se adviertan en sus obras algunas reminiscencias. ¿Qué es Maud Westerdahl?
De la tradición lemosina del esmalte, Maud conserva una sustancia como feérica, mágica, encantada. Esas gotas detenidas y vitrificadas, esa condición translúcida de lo lienifacto que, sin embargo, se niega a sí mismo tras la solidificación, le aportan a lo suyo esa sustancia, como de sueño, que hizo inscribir al esmalte en el mundo medieval y alto-medieval de los grandes ciclos legendarios donde se incrustaban las coronas reales o las ensoñadas leyendas del Santo Grial. Maud sabe eso, y no elude eso que ya tiene por su misma esencia el arte de los esmaltadores, pero, además, lo enriquece con todas sus experiencias de la actualidad que ella pudo vivir. El surrealismo que ella conoció no era ni mucho menos, una negación de la cara mágica de la vida, antes al contrario. Pero la magia del surrealismo ya era otra cosa: venía de otros supuestos más complejos por más actuales. Venía, por ejemplo, enriquecido por el factor humor. El humor fue, como se sabe, un ingrediente básico del gran surrealismo. Por cierto que una de las grandes creaciones del surrealismo -y eso lo ha captado muy bien todo el arte de Maud Westerdahl- ha sido la de la perfecta imbricación de un cierto humor con una cierta magia -o mejor dicho, la de la realización de un humor mágico-. La temática de Maud, con mucha frecuencia, invita a la sonrisa, pero no provoca a mucho más allá de la sonrisa.
Lo que hace Maud Westerdahl son objetos. Objetos alguna vez suntuarios, como que aceptan de buena gana una cierta función ornamental destinada al atuendo femenino... Igual que en la vieja tradición del esmalte. Pero ella, con toda deliberación, traspasa muchas veces esos límites funcionales que la tradición del ornamento se impuso a sí mismo y accede a otra cosa: al cuadro propiamente dicho. Muchos esmaltes de Maud son eso, cuadros... o trípticos, o polípticos. Algo de eso había ya en la vieja tradición, con los altares portátiles y los retratos en esmaltes. Pero en Maud el fenómeno es mucho más significativo, porque es mucho más deliberado.
Ahora, ya cerrada la exposición, estará Maud en su casa de Santa Cruz de Tenerife, al lado de Eduardo, al lado de su pequeña colección amorosamente reunida, al lado de tantas cosas, pero lejos de París, muy lejos de Nueva York. A mí la casa de los Westerdahl en Tenerife me recuerda esas mansiones de la novelística fantástica -¿de Pierre Loti, por ejemplo?-, en que cualquier castellana, en el desierto arábigo a la sombra de los cedros seculares libaneses, sabe lo que pasa en el mundo en el último minuto. No hay nada más al día de la vanguardia del arte que la casa de los Westerdahl en Tenerife. Y todo eso al lado de Eduardo, que sigue fumando su interminable pipa sin abandonar nunca a Dios gracias ese candor casi juvenil con el que nos regala siempre a nuestra llegada a su isla.
[Revista Triunfo. Exposición en las Galerías Skira. Madrid]
V
LOS ESMALTES DE MAUD
por
EDUARDO WESTERDAHL
Marcoussis Rosecroix et la ligne brisée
Deux dates deux perspectives et croyez-moi
Le grand nez triangulaire et violet du feu.
Maud téléphone émail feu du four
Grande chaleur temperature des températures
Voilá la grand Alchimie voilá la grande ilusion
La grande Maud descendant l’escalier de service
Avec le plus grand diamant de l’histoire
Óscar Domínguez
De ses poèmes Les deux qui se croisent
Editions Revue Fontaine
París, 1947.
Todas las artes coinciden en la fisonomía que les da la aventura. La técnica del esmalte refugiada durante siglos en una rigurosa disciplina, dentro de un compendio artesanal en el que no es difícil apreciar una perfección de oficio y una gran sabiduría, controlando, a través de un elemento tan impreciso y destructor como el fuego, unos precisos y definitivos efectos, tenía también que participar en esas corrientes intercomunicables que definen a una época.
Maud participa en la aventura, en una nueva búsqueda expresiva. Una belleza bárbara que no puede huir del destello y de una brutal elegancia, aparece siempre en sus cuadros y joyas. El esmalte es de por sí dado al ensueño, al ornato seductor. Para poner freno a este arrebato conductor de posibles y fáciles liviandades, Maud prescinde de unos soportes capciosos por su innegable riqueza y por su reconocida belleza. Elige el hierro con su grave coloración para operar en el medio luminoso de la sustancia vitrificada.
La lucha planteada ante cada obra se concentra en los propios límites del esmalte y en la falta de flexibilidad natural al fuego, sobre todo cuando se trabaja en las cercanías de los mil grados. Se puede pintar y trazar dibujos, claro está. Se puede recurrir a técnicas conocidas de vaciado o tabicado. Pero es de esto, precisamente, de lo que quieren huir sus cuadros y sus joyas, buscando caminos de abstracción y efectos de riqueza en la materia vitrificada comunes a las texturas de la pintura contemporánea, a la irregularidad formal y a la construcción de la obra con cuerpos sin otra referencia que no sea su secreta y fulgurante presencia.
Sin embargo, esta aventura no puede desprenderse de unas raíces históricas, sobre todo si la faz expresiva que se busca corresponde a darle al esmalte una solemne gravedad, una ruda y espontánea belleza. Muchas de sus obras parecen tener una ascendencia románica. Prevalece, en la incursión que hace por lo desconocido, por las bolas de aire y la eclosión de la plata en el fondo de sus transparencias, la huella y hasta el trazado de los forjadores y artesanos medievales. ¿Hasta qué punto no está presente en su puerta el ritmo del siglo XII en la puerta de San Zeno, de Verona? En el mismo grado podrían encontrársele a su obra referencias con inquietudes frecuentes a la pintura actual. O inspiraciones de tipo cuneiforme. O abstracciones de circulación contemporánea.
Existe en la obra de Maud una incursión dual, un fuera de tiempo. Lo que parece claro a través de toda su obra, sean joyas o cuadros, es la objetivación monumental, la indeterminación del tiempo y la cautividad misteriosa de pequeños mundos envueltos en su luz.
[Publicaciones Españolas Cuadernos de Arte. Catálogo número 128. Sala del Prado. Ateneo de Madrid. Diciembre de 1963]
VI
EN TORNO AL FETICHISMO
por
Eduardo Westerdahl
Catálogo de la exposición: En torno al fetichismo
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Tratándose de Maud Westerdahl -mi mujer-, quiero deponer todo juicio crítico y atenerme solamente a la observación. Es decir, soy simplemente un voyeur, como los perplejos mirones mitrados de Picasso, atisbando el espectáculo. Mirones somos todos los espectadores de cuadros. El cuadro será siempre una realidad solitaria, pero con un amplio y contradictorio poder excitable.
Por su propia naturaleza, el esmalte es seductor. La vitrificación apresa la luz. Los colores llegan a su máximo esplendor y se convierten en joyas. El esmalte, por las naturales dificultades técnicas, no puede ser de gran formato. Maud Westerdahl ha encontrado la posibilidad de lograr grandes unidades a base del puzzle. Esta técnica viene a ser una apertura para apartarse de la pequeña pieza y acometer la obra en su posibilidad de ser considerada fuera del carácter heredado de objeto. Como se sabe, la vitrificación está sometida a altas temperaturas. El esmaltador carece de las posibilidades de retoque y corrección. La pieza se logra o estalla. El ceramista Artigas me lo contaba una vez cuando preparaba unas obras en colaboración con Miró: O salen mejor... o revientan.
Maud se encuentra de esta forma comprometida con una belleza exaltante. Entonces recurre al humor. Con estos elementos no se puede hacer una obra de contestación, pero sí de desmitificación. Su material es lujoso y ausente de toda protesta. Hay que aceptar este territorio de belleza. Es entonces cuando Maud traslada este clima suntuario a una función crítica y elige un tema, o un serial, eterno, que denominará en torno al fetichismo. Se aborda el pudor tradicional, la sistemática moda del erotismo y de la sexualidad. Pero la obra no se contamina con las pasiones, siempre existirá una sonrisa que establezca la transfiguración.
Claro está que en todo esto anda rondando una aura clasicista y un aura surreal. Son sus orígenes de formación cultural. El repertorio comprende el adorno babilónico, griego, medieval, renacentista, contemporáneo. Está presente la fascinación de Sardanápalo, de Salomé, de Teodora de Bizancio, de Barba Azul... Dedos y caderas, senos y piernas, cuellos y dedos, medias, botas, cinturones y collares dentro del hechizo de la belleza, de la seducción y de la escalada del tiempo. Es como un relato de la inútil utilidad del aderezo que hace la invitación a la sorpresa, al voyeur intemporal fuera de la angustia, pero situado en el misterio de la contemplación.
[Catálogo de la exposición En torno al fetichismo. Galerías Skira. Madrid. Febrero de 1972]
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