Manuel Coyne Buill:
Enrique Martín
Montañés. Ca. 1919
|
Enrique Martín Montañés
por
Carlos Gaviño de Franchy
Para Cuchi
Rodríguez-Maffiotte Martín, a quien debo gran parte del material gráfico
utilizado en estas notas que pretenden rescatar la figura de su abuelo.
Cuando el joven fotógrafo Enrique Martín [1] abrió
las puertas de su estudio en Santa Cruz de Tenerife, el día primero de mayo de
1925, hacía al menos cinco años que firmaba sus obras y había alcanzado un
indiscutible prestigio artístico, reconocido y potenciado, por la prensa local.
Pero ¿quién era Enrique Martín?
Nacimiento, formación y estancia en Tenerife
La producción que hasta ahora conocemos de Enrique Martín, singular amateur y posteriormente profesional de la fotografía canaria, se ciñe a las fechas que enmarcan su permanencia en las islas. No tenemos constancia de posibles trabajos realizados antes de 1919, año de su llegada a Santa Cruz de Tenerife, así como tampoco de los que hubiera podido llevar a cabo entre noviembre de 1932, momento de su partida del archipiélago, y su temprano fallecimiento ocurrido en Murcia en 1936.
Nada sabemos de su formación, que parece haber sido
orientada a seguir los pasos de la profesión paterna y al logro de un cómodo
pasar que le permitiera
no precisar para vivir del arte a que
ha dedicado sus mayores entusiasmos. Vive de su carrera y con absoluta
independencia ha sido desde pequeño un decidido “amateur” de la fotografía. Lo
mismo en Zaragoza, de donde es natural, que en Madrid, recibió las prudentes
enseñanzas de los fotógrafos más sobresalientes, dedicándose, además, al
estudio de cuantos libros se han escrito sobre tan interesante materia [3].
Suponemos que, tras los pertinentes estudios y
ejercicios de oposición que probablemente realizó en Madrid, ingresó en el
escalafón de funcionarios del Banco de España y, en 1923, ocupaba ya una plaza
de oficial en la sucursal tinerfeña de la citada entidad bancaria, de la que
era cajero su hermano político don Alfredo Ara y Otal, licenciado en Derecho
por la Universidad de San Fernando de La Laguna, casado con doña Felisa Martín
Montañés y en cuya casa habitaba desde 1919, cuando fue destinado a cumplir el
servicio militar en Tenerife.
En cuanto a las prudentes
enseñanzas de los fotógrafos más sobresalientes que parece haber recibido,
sólo nos atrevemos a considerar la posibilidad de que fuera discípulo precoz de
Ignacio Coyne Lapetra [1872-1912], excelente profesional con gabinete abierto
en Zaragoza, quien lo retrató en diversas ocasiones, e incluso una probable
relación de amistad con otro miembro de esta saga, Manuel Coyne Buil, nacido en
dicha ciudad el 22 de julio de 1900, que bien pudo ser su compañero de colegio
y compartir con él su dedicación al arte de escribir y dibujar con la luz.
Coyne Buil obtuvo un retrato de Enrique Martín a
comienzos de la década de 1920 y su presentación es en todo similar a otro que
éste firmó en 1921 y que representa a Concepción Santaella, una adolescente de
dieciséis años perteneciente a una adinerada familia de la burguesía
santacrucera, que poco tiempo después se convertiría en su esposa.
1923 fue un año significativo en la vida de Enrique
Martín. A comienzos del mes de mayo participó como aficionado en el Concurso
Fotográfico organizado por la Juventud Republicana Tinerfeña con excelentes
resultados: dos segundos premios en las categorías de retrato y paisaje y, el
25 de junio, contrajo matrimonio en la parroquia matriz de Santa Cruz con
Concepción Santaella Cayol [4].
La prensa recogió el fallo del jurado e hizo hincapié
en la necesidad de celebrar una nueva convocatoria a la que estimaba
conveniente acudiera un mayor número de profesionales:
Enrique Martín: Autorretrato. 1925
Enrique Martín, Manuel
y Concepción Santaella y familiares. 1922
Enrique Martín, Manuel
y Concepción Santaella y familiares. 1922
|
El concurso de
fotografías
Anoche quedó
clausurada la exposición de fotografías organizada por la Juventud Republicana.
El jurado ha hecho este fallo:
En el grupo
de profesionales [retratos], concede los siguientes premios: a don Eduardo
Champín, por su fotografía Meditación, primer premio.
A don
Eugenio P. Parejo [sic],
por la suya Luz y Vida, segundo
premio. A don José Sicilia González y don Francisco R. de Armas, accésits por
sus fotografías Intimidad y Humildad,
respectivamente.
En paisajes,
también de profesionales, el jurado declara desiertos los premios primero y
segundo, otorgando accésit, a don Fernando Baena por su fotografía Sol de atardecer.
En el grupo
de aficionados concede en retratos, primer premio a don Enrique Sánchez, por su
trabajo Lema Seis. Segundo premio a don Enrique Martín
Montañés por su fotografía lema, Un baturro, número 2, y accésit a Retrato,
lema Tenerife, de don Adalberto
Benítez Tugores y Ega número 2, de
don Eugenio González Aguiar.
En paisajes, también de aficionados, se
concede primer premio a don Adalberto Benítez, por su fotografía Funchal y
segundo premio a don Enrique Martín, por la suya Un paseo del Botánico y accésits a los trabajos, Mi patria de don Pedro Espejo, Bahía de Santa Cruz
de Tenerife, de don Eugenio González
Aguiar y El amigo de las ninfas, de
don Adalberto Benítez.
El jurado se
lamenta de la ausencia de los profesionales en este Concurso, particularmente
en lo que respecta a retratos, y en general de la carencia de paisajes de
propaganda y de turismo, recomendando a la Juventud Republicana anuncie un
nuevo concurso, a base de esto último con tiempo suficiente para asegurar su
mayor éxito y que su resultado sea altamente beneficioso para el país [5].
El estudio fotográfico
Enrique Martín: Concepción Santaella. 1920
|
Resultó frecuente en el pasado y aún hoy es habitual
entre los fotógrafos canarios alternar la actividad artística con el ejercicio
de otras ocupaciones consideradas más estables y lucrativas, y así hemos visto
que algunos de ellos fueron y son, al mismo tiempo, ingenieros, magistrados,
empleados públicos, comerciantes [6], médicos o arquitectos.
Animado por
sus amigos y con el estímulo del producto de sus fotografías de aficionado,
Enrique Martín decidió instalar un gabinete profesional y lo hizo en la segunda
planta del número 66 de la calle del Castillo [Alfonso xiii], esquina a la de San Roque, frente a las dependencias
del Banco de España, en el que trabajaba, y al lado de su domicilio particular,
en uno de los mejores edificios de la vía,
cuya apertura fue anunciada oportunamente en la prensa:
Gran estudio
fotográfico
Calle del
Castillo, número 66, segundo, esquina a la de San Roque.
Montado con
los aparatos más perfectos y modernos del arte fotográfico.
Especialidad
en el retrato artístico.
Materiales
de primera calidad.
Realización de
todas clases de trabajos.
Horas para
el público: De 2 y media de la tarde a 8 de la noche, y especiales mediante
aviso.
Apertura 1º
de mayo [7].
Enrique Martín: Mela de la Rosa. 1925. Colección Carlos Benítez Izquierdo.
Enrique Martín: Nereida
Benítez. 1930
|
Una nueva
galería fotográfica
Un consumado
artista en la fotografía, don Enrique Martín, acaba de instalar en esta capital
una magnífica galería que seguramente será muy visitada por el público.
El señor
Martín no es un improvisado, de los que precisan para vivir del arte a que ha
dedicado sus mayores entusiasmos. Vive de su carrera y con absoluta
independencia ha sido desde pequeño un decidido “amateur” de la fotografía. Lo
mismo en Zaragoza, de donde es natural, que en Madrid, recibió las prudentes
enseñanzas de los fotógrafos más sobresalientes, dedicándose, además, al
estudio de cuantos libros se han escrito sobre tan interesante materia. Ello,
claro es, le ha capacitado en tal forma, que del estimable producto de sus
fotografías de aficionado y a incesantes requerimientos de los amigos, surgió
la idea de montar un estudio en esta capital.
El señor
Martín ha hecho en su galería una instalación eléctrica de 13.000 voltios,
disponiendo, además para los fondos, de bellos tapices, cortinajes y telones de
perspectiva.
El salón
dedicado para el arreglo de las señoras, está elegantemente puesto y con todos
los útiles necesarios para el mejor y más cómodo tocado de las damas.
En su
estudio están instalados cuantos aparatos precisa un buen fotógrafo para la
selección de sus trabajos, razón por que el señor Martín obtiene placas que son
verdadero alarde de buen gusto. Nos dice que su predilección la constituyen las
fotografías de los niños, mostrándonos trabajos hechos por él, sencillamente
admirables. En las de mujer y sobre todo de señoritas, llega a obtener
verdaderas perfecciones tanto de arte como de parecido. Felicitamos al señor
Martín, por el éxito y buen gusto de su lujosa instalación, celebrando al
propio tiempo, que esta capital cuente con una galería fotográfica que nada
tiene que envidiar a las mejores de la Península [8].
Enrique Martín, Concepción Santaella y dos de sus hijos. 1928.
Enrique
Martín: Concepción Santaella. 1931
Enrique
Martín: Concepción Santaella. 1931
|
Santa Cruz de Tenerife disponía, en 1925, de varios
establecimientos fotográficos, algunos de los cuales contaban con una larga
tradición y el suficiente renombre que les facultaba para anunciarse —con mayor
o menor derecho— como los más antiguos en el ejercicio de la profesión. Dos de
ellos se encontraban en la misma calle del Castillo: Postal Exprés, propiedad de Joaquín González Espinosa, en el número
46, y en el 54, la galería que compartían Joaquín Martí Sansón y Eduardo
Champín. Julián Laserna, Trino Garriga, Adalberto Benítez y La Foto Americana, instalada en la calle
de Ferrer número 7, cerraban la nómina de profesionales de la fotografía con
estudio abierto en la ciudad [9], por más que la Guía de Tenerife editada por el Cabildo Insular en 1927, sólo cite
los de Garriga y González Espinosa [10].
Entre los miembros del gremio en Santa Cruz
comenzaban a descollar los integrantes de la que ha sido denominada cuarta generación de fotógrafos canarios
por el profesor Vega de la Rosa [11] y a ella quedaría adscrito Enrique
Martín.
La revista Hespérides
que dirigía Rafael Peña León, dedicó una crónica al gabinete de Martín,
publicada en su número 70, de 1927, que ensalzaba la calidad estética y la
presentación de los trabajos del fotógrafo:
Estudio
fotográfico de Enrique Martín
Enrique Martín: Juan Vicente Gaviño. 1925 |
La galería fotográfica
del Sr. Martín, situada en la calle de Alfonso xiii,
frente al Banco de España, en uno de los mejores edificios de la vía, señala al
arte un derrotero de belleza, sacrificando siempre el negocio en pro de la
perfección artística.
Tienen sus
fotos esa distinción “dilettanti” de los preocupados exclusivamente de la
belleza en la producción. Su mismo estudio, montado con gusto exquisito, casi
una sala de recreo, fuera buena prueba del valor de su obra, si esa obra no se
conociera en la ciudad, por su manera fotográfica peculiar y gusto en ese
indispensable requisito de presentación, que delata siempre la excelencia de un
depurado temperamento artístico.
Es Enrique
Martín, entre nosotros, uno de los valores más positivos en su arte, como lo
demuestra la distinguida clientela que visita su estudio, la que de día en día
es más numerosa, como homenaje al mérito.
A la vista del corto número de obras suyas que hemos
recuperado queda de manifiesto la preocupación del artista por alcanzar un
producto final en el que el logro de la belleza formal —no exenta de cierta
elegante despreocupación— abarca incluso al soporte en el que está realizada y
a su propia presentación.
La crisis del viejo retratismo de galería en los
comienzos del siglo veinte, acentuada por la popularización y el abaratamiento
del proceso fotográfico que permitía casi a cualquiera obtener retratos por un
módico precio, condujo a muchos estudios anclados en los modos y apariencias
del pasado a la ruina. La escasa formación técnica y cultural de gran parte de
estos fotógrafos dieron como resultado, señala Publio López Mondéjar, trabajos
vulgares y adocenados [12] que ya no satisfacían a un público cada vez más
informado por la prensa ilustrada de los nuevos derroteros que tomaba el
tratamiento de la apariencia y su consecuencia: el retrato.
Un recorrido visual por las fotografías de Enrique
Martín, desde las primeras conservadas de 1920 hasta las postreras del año
1932, nos confirma su interés por las diversas técnicas y procedimientos —desde
la utilización de las gomas bicromatadas y los virajes, al fotocine— así como
por la calidad de los papeles empleados y su respuesta a los efectos lumínicos,
siguiendo las pautas marcadas por las publicaciones internacionales
especializadas. Y así observamos que su inquietud innovadora le mueve a
realizar un retrato pictorialista —el de Nereida Benítez de 1930— que recuerda
al estilo, en boga en aquellos momentos, de Julio Romero de Torres, fallecido
ese mismo año y, a continuación, a indagar en los efectos nebulosos del citado
fotocine, en los dos estupendos retratos de su mujer, tomados en 1931, en los
que la modelo podría pasar por una musa del celuloide.
La excelente
reputación que Enrique Martín tenía como fotógrafo —dice Carmelo Vega— [llegó a ser considerado como “uno de los valores más positivos de su
arte” y como “el coloso de la fotografía”] se vio fortalecida cuando en 1929
fue elegido, junto a Adalberto Benítez, Ernesto Baena y Otto Auer, para exponer
sus trabajos fotográficos en la llamada Sala de Turismo del Pabellón de
Tenerife de la Exposición Iberoamericana de Sevilla […].
Nunca alcanzaremos a saber el destino final de la
obra de este artista, atrapado entre su vocación decidida y su prosaica
profesión, de no haber muerto en la juventud.
La marcha de las islas y su temprano fallecimiento
Enrique Martín: En el centro de la imagen, Clemente
Martín Monjas, Concepción Santaella Cayol y Enrique Martín Montañés.
1925
Enrique Martín y Concha Santaella. Tibidabo. Barcelona. 1925
|
La Gaceta de Tenerife, en su edición del 17 de noviembre de 1932, informaba del traslado del artista-funcionario a la península:
Ha sido
ascendido a cajero del Banco de España, y destinado a la sucursal de Murcia, el
culto oficial de la sucursal de esta capital nuestro distinguido amigo don
Enrique Martín Montañés.
Al felicitar
sinceramente a tan prestigioso funcionario del Banco de España, por su merecido
ascenso, nos apresuramos a poner de relieve lo que entre nosotros será sentida
la ausencia del señor Martín Montañés, por tratarse de una distinguida persona
que sólo simpatías y amistades ha sabido conquistarse durante los muchos años
que lleva de residencia en esta capital.
Y el 30 de septiembre de 1936, el mismo rotativo
comunicaba:
Ha dejado de
existir en Murcia el joven don Enrique Martín Montañés, cajero de la sucursal
del Banco de España en aquella ciudad.
El señor
Martín Montañés residió durante algunos años en esta capital, desempeñando el
cargo de oficial de la citada entidad bancaria. Por sus dotes de caballerosidad
y simpatía se captó la estimación de cuantos tuvieron ocasión de cultivar su
trato, los que han sentido dolorosamente la noticia de su muerte.
Reciba toda
la familia del finado, y muy en especial su viuda, nuestra distinguida paisana
doña Concepción Santaella Cayol, y sus hermanos políticos nuestros estimados
amigos don Ezequiel, don Augusto y don Alfonso Santaella Cayol, la expresión de
la más sentida condolencia.
Enrique Martín: Concepción Santaella el día de su boda. 1925
Enrique Martín: A la derecha de la imagen, Concepción
Santaella. 1925
|
NOTAS
[1]
Debemos a Carmelo Vega un primer estudio sobre este artista publicado en su
imprescindible trabajo La Isla mirada.
Tenerife y la fotografía [1839-1939]. “Centro de Fotografía Isla de
Tenerife”. Tomo i Los fotógrafos en el estudio. Tomo ii Los
fotógrafos en el paisaje. Santa Cruz de Tenerife 1995 y 1997.
[2]
Parroquia de San Gil Abad. Libro xv
de Bautismos, f. 140.
Fueron
sus abuelos paternos, don Gregorio Martín y doña Teresa Monjas, naturales de
Armuña, Segovia, y los maternos, don Serapio Montañés y doña Joaquina Moor,
oriundos de Zaragoza y Brea, respectivamente, difuntos todos en aquella fecha.
Actuó de madrina del bautismo doña Trinidad Benedí Lalaguna. Sus hermanos,
todos mayores que él, se llamaron Felisa, Josefa y Bernardino Martín Montañés.
[3]
La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 26
de mayo de 1925.
[4]
Don Clemente Martín Monjas, de cincuenta
y ocho años, viudo, vecino del número 67 de la calle del Coso de Zaragoza,
otorgó su licencia en forma para que su hijo casase con la señorita Concepción
Santaella Cayol, el 2 de abril de 1923.
La
novia, nacida en Santa Cruz de Tenerife el 6 de octubre de 1905, fue bautizada
en la parroquia de la Concepción el 31 de agosto de 1906 y era hija de don
Manuel Santaella y García [1866-1922], corredor de comercio y propietario, y de
doña María de la Concepción Cayol y Béthencourt. Actuó en calidad de testigo de
la información de soltería de don Enrique Martín Montañés, don Manuel Santaella
Cayol, también corredor de comercio, su hermano político.
La
prensa dio cuanta de la boda en los siguientes términos:
Carnet de
Sociedad
En la parroquia de la Concepción, se
efectuó ayer tarde el enlace de la bella señorita Concepción Santaella y Cayol,
con el joven oficial del Banco de España, don Enrique Martín Montañés.
Bendijo la unión, el beneficiado de la
Catedral de La Laguna, don José Tarife
[y Tejera], apadrinando a los
contrayentes, la señora doña Felisa Martín [Montañés] de Ara, hermana del novio, y don Manuel Santaella [Cayol], hermano de la desposada.
Firmaron el acta testifical, por parte
de la novia, don Clemente Martín [Monjas], secretario del Banco de España en
Zaragoza; el cajero de la sucursal de esta capital don Alfredo Ara [y Otal], y don Ezequiel Santaella [Cayol]; y por parte del novio, el director del
Banco, don Francisco Marinas [Moris];
el interventor, don Antonio Soriano [y Narváez], y el secretario, don José L. Iglesias [Serrano].
La boda se celebró en la intimidad de
la familia.
Tuvieron
cinco hijos llamados María del Pilar, Enrique, Cruz, Clementina y José Martín
Santaella, de los que queda amplia sucesión en Canarias.
Registro
Civil de Santa Cruz de Tenerife. Sección Segunda, tomo xxxviii, p. 362.
Don
José Santaella Fernández de Orduña, nació en Cádiz en 1832, casó en dicha
ciudad el 7 de septiembre de 1857 con doña Cristina García y Sánchez [Cádiz,
1833-Santa Cruz de Tenerife, 1904], y se avecindó en Santa Cruz de Tenerife en
1866, ciudad en la que falleció el 25 de agosto de 1904. De los siete hijos que
tuvo el matrimonio, los tres primeros, María del Carmen, José y Eloísa,
nacieron en Cádiz en 1858, 1863 y 1865, respectivamente. Los cuatro restantes
lo hicieron en Santa Cruz: Manuel en 1866, María Dolores en 1869, Aurora en
1872 y Eladio en 1877. Sin embargo su padre, otro don José Santaella [Cádiz,
1808-Santa Cruz de Tenerife, 1879], se había establecido previamente en Santa
Cruz en 1853 y, viudo en dos ocasiones, volvió a casar en dicho puerto por
tercera vez, el 27 de diciembre de 1867, con doña Francisca Muñoz y Camacho.
[5]
El Progreso. Santa Cruz de Tenerife,
7 de mayo de 1923.
[6]
Véase en este blog: Santos María Pego;
Luis Gonzaga del Mármol; Los Belza y Joaquín González Espinosa.
[7]
La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 29
de abril de 1925.
[8]
La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 26
de mayo de 1925.
[9]
Véase Vega, C. op cit.
[10]
Guía de Tenerife. Excmo. Cabildo
Insular de Tenerife. 1927. Publicaciones del Instituto Nacional de Expansión
Económica. Director: Jaime Isern. Barcelona.
[11]
Véase Vega, C. op cit.
[12]
López Mondéjar, P.: 150 años de fotografía en España.
Lunwerg. Barcelona, 1999.
Sicilia Hermanos: Concepción, Alfonso, Manuel, Ezequiel, María
Rosa, Consuelo y Augusto Santaella Cayol. Ca. 1918
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario