domingo, 12 de abril de 2015

Notas para el estudio de un pequeño retrato; El médico Carlos Yáñez y el pintor Juan de Miranda




Notas para el estudio de un pequeño retrato: 
el médico Carlos Yánez de Barrios y el pintor Juan de Miranda

Some considerations regarding a small portrait: the physician Carlos Yánez de Barrios and the painter Juan de Miranda



Carlos Yánez de Barrios. Atribuido a Juan de Miranda, c. 1763
Museo de Artes Decorativas Cayetano Gómez Felipe. 
La Laguna, Tenerife
Hijo del doctor don Bartolomé Yáñez de Torres, abogado de los Reales Consejos y regidor perpetuo de Tenerife, y de doña María Antonia de Aguilar y Barrios, vino al mundo en San Cristóbal de La Laguna, el día 24 de octubre de 1731, el doctor don Carlos Yáñez de Barrios, que habría de ejercer como médico cirujano ininterrumpidamente, por espacio de veintiocho años, en la ciudad de su nacimiento [1]. 

Fue la suya una familia en la que abundaron profesionales de la Medicina y el Derecho, así como también multitud de religiosos. Su abuelo paterno, el doctor don Andrés Yáñez González, fue médico del Cabildo, empleo que también obtuvo su hijo y homónimo el doctor don Andrés Ignacio Yáñez de Torres, que estudió la carrera en Francia [2] y fue tío carnal de don Carlos. Don Francisco de Aguiar y Barrios, su bisabuelo materno, ejerció idéntica profesión, como lo hizo asimismo un nieto suyo, don Francisco Antonio de Barrios Sanabria, hermano de la madre de nuestro biografiado [3]. Médico fue, en fin, su sobrino don Domingo Saviñón y Yáñez, del que hablaremos en otro lugar.

En cuanto a los juristas de este linaje cabe señalar como uno de los más relevantes al citado doctor don Bartolomé Yáñez de Torres, regidor decano, que empleó cuarenta y seis años de su vida en servir a los intereses del Cabildo tinerfeño [4] y que procreó con doña María Antonia de Barrios Sanabria al licenciado don Guillermo Yáñez de Barrios, abogado y presbítero [5]. También habría que citar al licenciado don Tomás Domingo Saviñón, casado con una hija de este matrimonio y padre del célebre don Antonio Saviñón Yáñez, abogado, poeta y autor teatral, y de don Tomás Saviñón Yáñez, quien tuvo que abandonar los estudios de Derecho a causa de su precario estado de salud [6].

El primer intento de reunir en unas pocas líneas la biografía de este renombrado galeno lo acometió el vizconde de Buen Paso, don Juan Primo de la Guerra, anotando en su Diario los recuerdos que conservaba tanto de él, como de otros compañeros suyos que habían ejercido su facultad en la Isla:

Don Carlos Yánez, natural de La Laguna, médico titular de dicho pueblo, poeta, aficionado a las buenas pinturas y a las Bellas Artes; era alegre, festivo y muy expedito en la conversación, socorría a los pobres y curaba con las medicinas y el agrado. Estudioso de su facultad, que había aprendido en Sevilla, y nada mezclado en asuntos del gobierno. Un poco grueso, no llegaba a la estatura regular, vestía de abate, muy aseado y pulcro. Sus hebillas, su bastón, sus cajetas de tabaco, eran brillantes. Lo conocí viviendo en una casa de la familia Botino, cerca de la parroquia de los Remedios, en la cual murió. Su muerte, que creo acaecida por los años de 1785 u 86, fue muy sentida, y su entierro muy acompañado. Son obra póstuma suya los fragmentos de un poema de un incendio sucedido en Santa Cruz por cerca de aquel tiempo.

Su compañero, don Antonio Miguel de los Santos, natural de La Palma, médico titular de La Laguna, cuya viuda, también de La Palma, vive actualmente, fue, por el contrario de don Carlos, más aficionado a intervenir en los asuntos del público que en los de su profesión de medicina, que estudió en la Universidad de Sevilla. Fue personero general de la isla, socio de la Real Sociedad, sustituto de censor en dicho cuerpo, protector de labradores, padre de huérfanos. Escribía muchos papeles en prosa y verso. Compuso elogios del rey; dirigía carros triunfales y representaciones en las fiestas reales. Escribió varias piezas poéticas en obsequio del marqués de Branciforte cuando era comandante general de estas islas. Intervino en la dirección de memoriales y procedimientos cuando se disolvió el Cabildo de La Palma. Administró bienes y propiedades; hacía escritos en Derecho; resistió en la Sociedad al director conde del Valle de Salazar, quien intentó expulsarlo de dicho cuerpo; compuso un romance historial de la defensa de la plaza de Santa Cruz en la última invasión de los ingleses. Se inclinaba al estilo jocoso en muchas de sus producciones y era adicto a la filosofía escolástica. El corregidor don Josef de Castilla lo arrestó en la sala capitular de La Laguna por alguna réplica o desobedecimiento a un decreto suyo, para que los vecinos de La Laguna, de cierta hora de la noche en adelante, no transitasen por las calles sin llevar farol o linterna. Don Antonio Santos era de estatura regular y vestía de negro, llevaba espada y bastón, y en algunas ocasiones salía a visitar a sus enfermos a caballo y en silla volante. Murió en La Laguna habrá diez años, y de cerca de sesenta de edad. Por alguna disensión con el mismo conde de Salazar dejó Santos la hermandad del Sacramento de la parroquial de la Concepción, de donde era feligrés, y fue recibido en la de los Remedios. Murió en la casa en que vivía en la plaza de la Concepción [7].

Por su parte, don Antonio Pereira Pacheco y Ruiz, interesado siempre en dejar constancia y rescatar del olvido los méritos de los canarios ilustres, redactó un modesto pero más amplio ensayo biográfico en el que daba cuenta de los gustos artísticos, científicos y literarios del doctor Yáñez y de nuevo volvió a referirse a él, al incluirlo en su Continuación de los escritores canarios o apéndice a la biblioteca citada por Viera

El primero de estos textos dice así:

Nació don Carlos Yanes en la ciudad de La Laguna, hijo legítimo del doctor don Bartolomé Yanes, regidor perpetuo del Ayuntamiento de Tenerife, y de doña María Barrios y Correa. Desde sus primeros años manifestó inclinación a la Medicina, y después de haber cursado sus primeros estudios en esta ciudad, pasó a la de Sevilla, donde siguió los de Medicina, recibió el grado de doctor en ella, se revalidó por el Real Protomedicato de Castilla, y regresó a su país nativo.

El ilustre Ayuntamiento de la Isla le nombró por médico de la ciudad, con un sueldo fijo, que desempeñó con buen éxito y opinión. La Real Sociedad Económica de Amigos del País le numeró entre sus miembros, y sus luces y buen gusto a las ciencias y artes, le hizo ser útil al Cuerpo y a la patria.

Tenía gusto para la historia natural, como tan análoga a su profesión y formó su pequeño gabinete de algunos ejemplares del ramo vegetal, animal, y otras producciones del país. Amante de las Bellas Artes, cuyo gusto perfeccionó con su residencia en Sevilla, apreciaba las buenas pinturas, y aprovechándose de los trabajos del célebre pintor canario don Juan de Miranda, adornó su casa con excelentes cuadros, que todavía conservan con aprecio sus herederos.

Su amor al trabajo, su trato festivo y fino, le hacían ocupar el mejor lugar en la sociedad, cuyas tertulias amenizaba con el ingenio poético que le adornaba. Compuso varias poesías que aún se conservan inéditas, siendo entre otras apreciable para la historia del país la que compuso el año de 1784 con motivo del feroz incendio acaecido en la plaza de Santa Cruz de Tenerife, la noche del 28 de septiembre del citado año: otras dos describiendo la una la colocación y funciones celebradas a la bendición del templo de San Agustín de La Laguna el día 11 de abril de 1784, y en la otra la muerte del M. R. P. maestro fray Antonio Jacobo Machado que había fabricado este templo con sumo celo y singular dedicación.

El doctor Yanes falleció en La Laguna el día 28 de noviembre de 1784 a los 51 años, 1 mes y 3 días de edad, cuya muerte fue sentida de toda la ciudad, y de cuantos tuvieron la satisfacción de tratarle, de recibir la salud de sus manos, y experimentar su carácter generoso y desinteresado [8].

Y el segundo, que no es más que una síntesis del anterior:

21º Yáñez, don Carlos. Natural de la ciudad de La Laguna en Tenerife, doctor en Medicina, y médico revalidado por el Real Protomedicato de Castilla, socio de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, poeta juicioso y de buen estilo. Entre otras varias poesías que dejó escritas de su puño son útiles a nuestra historia la que escribió el año de 1784, con motivo del feroz incendio acaecido en la plaza de Santa Cruz de Tenerife la noche del día 28 de septiembre del citado año; y otras dos, escribiendo en la una la colocación y funciones celebradas a la bendición del templo de San Agustín de La Laguna, el día 11 de abril de 1784; y en la otra, la muerte del M. R. P. maestro fray Antonio Jacob Machado, que había fabricado el templo con sumo celo y singular dedicación, y murió el día que se bendijo [9].

Sabemos, pues, que realizó sus primeros estudios en La Laguna y que ganó un cursete en la Universidad de Sevilla entre 1750 y 1751; que al año siguiente «probó» el curso y que se matriculó para el de 1753. Este año, el 12 de marzo, obtuvo el título de bachiller en Artes. El 4 de mayo inmediato, el doctor y conciliarios del colegio mayor de Santa María de Jesús de la universidad hispalense dieron por bueno el expediente que había presentado —que constaba de fe de bautismo e información de genere et moribus— a pesar de no haber sido hecho con exhorto del tribunal —por ignorancia de esta práctica— y le admitieron a examen del grado de bachiller en Medicina [10]. Nada hemos podido averiguar, hasta ahora, de la obtención de su licenciatura y del doctorado en dicha facultad, así como de la revalidación de ambos títulos por el Real Protomedicato de Castilla [11], pero lo cierto es que, ya en 1756, comenzó a ejercer con aprobación general la medicina en La Laguna, a pesar de su juventud. Muestra de ello es que el presbítero don Juan José de Carriazo, de ochenta y seis años de edad, en su testamento otorgado en 1759, dejó por legado al doctor en Medicina don Carlos Yáñez y Barrios una lámina que tengo de Nuestra Señora de Belén en remuneración de sus continuas asistencias de que le soy agradecido [12]. Había sin duda comenzado a tener un nombre propio en la pequeña ciudad, en la que probablemente serian recordados los servicios prestados por aquellos de sus parientes que habían practicado la Medicina en ella y también debía ser de dominio público su particular gusto por las Bellas Artes.

Cuando llevaba ocho años ejerciendo la profesión, con motivo del fallecimiento del médico titular don José Esteban y Heres, solicitó don Carlos Yáñez del Cabildo le fuera concedida la plaza que quedaba vacante. El regidor Anchieta, con su peculiar y confusa manera de narrar los hechos, cuenta lo sucedido:

Don Carlos Yáñez, hijo de don Bartolomé Francisco Yáñez, abogado y regidor que fue de esta isla, y nieto de don Andrés Yáñez, médico que fue del cabildo y sobrino de don Francisco de Barrios, médico que fue de cabildo, hermano de la madre de dicho don Carlos. Por haber muerto don Joseph Yeres [Esteban y Heres], que lo era de cabildo, fue nombrado hoy lunes trece de febrero de 1764, por médico de la ciudad con el salario de su antecesor, dicho don Joseph Yeres. Este don Joseph era valenciano, que vino a esta isla muy muchacho. Era algo bajo de cuerpo, la cara muy suave semblante y poca conversación. Como está dicho en la cita de su testamento, habiendo en esta ciudad un hombre llamado Francisco Linares, que cuando muchacho anduvo llevando trigo al molino de su amo Diego el mulato, en las Indias, donde después se fue, adquirió gran caudal, y venido a esta isla viudo de una negra en Indias, casó con una hija de Juan Benítez, y después con Rosa, hija de Gaspar Francisco [Almendrita] y después con Barbarita, hija de Francisco Espinosa, oficial de barriles, que estaba haciendo de su oficio, tercero francisco, alto flaco y muy buen hombre, era medidor y aferidor. Con que esta dicha Barbarita que era cierto buena moza, de buena presencia, cuerpo, cara y condición, casóse con dicho Linares, hombre de cruda condición, de buen cuerpo, la cara muy redonda, muy llena y gorda y él lo era de todo el cuerpo y tenía en una pierna tan de erisipela que casi la tenia negra y siempre hinchada. En fin, dicha Barbarita quedó viuda y, dando gracias a Dios de que había salido del poder de tal tirano que en cautiverio la tenía y agolpiada, y habiendo dejado por instancias de su confesor en la tercera parte de sus bienes heredera a su mujer, por quitar pleitos de gananciales, con este caudal casóse con ella dicho don Joseph el médico, que desde que la estuvo curando de gálico que tubo luego que se casó, de que no se pensó escapaba y después cuando curaba al dicho Linares, algo se habló entre ellos de casamiento. Conque con la enfermedad que en toda la isla se padece de puntadas y pulmonías, mandó el cabildo a dicho don Joseph a Candelaria y Arafo, que con efecto cesó la enfermedad, y el vino día de San Blas, con un tabardillo de que murió a los cinco días y por su muerte ha nombrado el cabildo a dicho don Carlos Yáñez de médico de la ciudad, aunque es muy muchacho [13].
El joven facultativo había firmado como testigo del testamento otorgado por su colega don José Esteban y Heres, quien, todo parece indicar era, además de amigo también su paciente, el 7 de febrero de 1764 [14]. En cabildo general reunido el 13 siguiente, fue nombrado médico titular ocupando la plaza del difunto. El acta especifica:

En este Cabildo se leyó un Memorial presentado por el doctor don Carlos Yanes, médico revalidado por el Real Protomedicato, suplicando a esta sala le tengan presente en conferirle la plaza vacante por el fallecimiento del doctor don José Esteban y Heres, médico titular que fue de esta ciudad, en consideración a haber estado ejerciendo la facultad de Medicina ha tiempo de ocho años, con aprobación del pueblo, practicando juntas con los demás médicos, y demás circunstancias que expresa. La Justicia y Regimiento dijeron conferían y confirieron la dicha plaza vacante de médico titular de esta ciudad para la curación de los pobres de los hospitales y demás de ella, al dicho doctor don Carlos Yáñez, a quien se le acuda desde este día con el salario asignado según y como lo gozaba su antecesor.

Otrosí dijeron se haga saber al dicho doctor don Carlos como también al doctor don Domingo Madan, no salgan de esta ciudad sin licencia del señor corregidor y caballeros diputados de Sanidad, la cual no la pueden conceder más que por dos días, apercibidos que verificándose más demora se procederá a suspenderles la renta y hacer nuevos nombramientos y se les pasará copia de este acuerdo, por medio de un portero, que se los haga saber [15].

Anchieta y Alarcón vuelve a dar noticias del hecho, en este caso impagables, porque hace hincapié en la apariencia física del joven galeno:

Cabildo hoy, trece de febrero de 1764, nombramiento de médico del Cabildo a don Carlos Yáñez que, aunque es muy muchacho, es cierto que él atiende mucho a los pobres y los visita mucho, es muy de complexión despierta, diestro, blanco, la cara muy viva, no de mucho cuerpo. Él ha hecho un retrato este año de 1763, que el día de San Carlos lo puso en su casa. Es cierto que mucho se le parece, aunque no tiene tan redonda la cara en lo bajo, junto la barba, y es de color más blanco que el retrato, que le pusieron más encendido de lo que es. Dios le favorezca y nos favorezca en todo y dé acierto en sus dictámenes y curas. Dicho nombramiento fue hoy trece de febrero [16].

Hemos logrado exhumar algunos documentos que dan cuenta de la actividad profesional de don Carlos Yáñez a partir de su nombramiento y hasta su temprana muerte en 1784, pero lamentablemente entre ellos no se encuentra su expediente personal, que falta en el Archivo Municipal de La Laguna, donde debería encontrarse junto con los de aquellos otros que disfrutaron la plaza de médico del Cabildo. Compartió, como venía siendo costumbre, este empleo, con el doctor don Domingo Madan, también propietario, hasta el año 1775 [17] y, tras su fallecimiento, con el también doctor don Antonio Miguel de los Santos, al que hemos visto retratado en las frases que le dedica don Juan Primo de la Guerra.

En 1776, a 22 de agosto, expidió una certificación de haber examinado, con los alcaldes del oficio de Sangrado, a Lorenzo de León Prieto, y haberlo hallado hábil y capaz en todas las partes de Phlebotomía, por lo que puede ejercer con todas las cosas, y casos a ella pertenecientes [18] y, al año siguiente, el 30 de septiembre, otro que firmó con el doctor don Antonio Miguel de los Santos, reconociendo la legitimidad del título presentado por el doctor don Agatino Antonio de Guardo Bonini, despachado por el Real Protomedicato de Castilla, en que se le concedía a este último licencia para ejercer la Medicina en todas sus partes en los dominios católicos [19].

Este año de 1777 fueron detenidos por la Inquisición Luis Ardovin —o Hardovin— oficial de hacer campanas y relojero, muy apasionado de Voltaire, y Juan Pasteur, a quienes se les embargaron sus bienes. Según J. González de Chaves, habían venido juntos de Cádiz y vivido también juntos en La Laguna, aunque ejerciendo cada uno su oficio por separado. El primero sólo tenia los instrumentos de su oficio de relojero, los moldes de las campanas que iba a fundir [entre ellas las de la Iglesia de los Remedios], dos libros en francés sobre su oficio, un colchón de lana viejo, utensilios de cocina y mesa muy ordinarios y 100 pesos. Debe a los peones que le han ayudado en la fundición de las campanas y le deben por los relojes que ha arreglado. Cuando ingresa en prisión lleva, además de la ropa, unos espejuelos en su caxa, una talega para el pelo, un librito pequeño en francés con diferentes oraciones y devociones [...] hebillas y charreteras de plata y una caxa de madera para tabaco. A Pasteur, protestante, se le da un plazo de cuarenta días para que abandone el país. Pide una prórroga para terminar unos encargos y poder pagar sus deudas y el pasaje. Sospechando que fuese una excusa, el comisario registra su casa, donde no encuentra sino una caja con los instrumentos de su oficio, ropa muy usada, una pobre cama, una mesita y dos taburetes. Pues bien, uno de los denunciantes declaró que Ardovin era poseedor de las obras de Voltaire y que las prestaba, entre otros, al médico de La Laguna don Carlos Yáñez [20]. No sabemos qué consecuencias tuvo esta acusación, pero en cualquier caso no fue la única ocasión en que el doctor Yáñez tuvo problemas con el Santo Oficio. Fue delatado por proposiciones y para M. Aranda Mendíaz la querella estaba fundamentada en el hecho de haber proferido palabras formalmente heréticas y escandalosas, enseñando que en el Purgatorio y en el Infierno no hay fuego material como el de acá y que la pena de los condenados es la carencia de la vista de Dios y que el fuego del Purgatorio es compatible con el del Infierno todo lo cual le hacen un perfecto novador de Espíritu fuerte o hereje moderno. Este médico —continúa— ha hecho espontánea delación de sus proposiciones pero viene fingiendo otras distintas proposiciones callando las proferidas por todo ello sirva en su vista mandar que este reo sea preso en las cárceles secretas con embargo ahora de sus bienes.

Antes de actuar contra el médico, el inquisidor Galarza y el calificador Hidalgo y Cigala suspendieron la causa hasta que sobrevinieran más pruebas, aunque el último opinaba que la proposición era formalmente herética y que la tiene por sospecha de herejía [21]. Tampoco sabemos cómo concluyó el proceso, pero seis meses después del fallecimiento del doctor Yáñez fray Juan Díaz Gómez escribió el 20 de mayo de 1785, desde La Laguna, al Santo Tribunal en la ciudad de Las Palmas una carta en la que expresaba:

Muy Ilustre Señor.
Señor
Luego que recibí la orden de V. S. comunicada por el secretario don Manuel Retozala hice traer el Diccionario Histórico de Avocat, y el de avisos del Parnaso, los que quedan entregados al heredero del medico don Carlos Yáñez.

Memoria de los libros que contiene la librería de Don Carlos Yánez
Sociedad Científica El Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria
La misiva iba acompañada de un inventario redactado en cuatro páginas que lleva por título Memoria de los libros que contiene la librería del doctor don Carlos Yáñez, el cual, por razones de espacio, no podemos comentar con amplitud aquí, y que da razón de 162 obras, impresas en 296 tomos, de las que 57 están específicamente relacionadas con la profesión de su propietario y tratan de Medicina en general, y particularmente de Cirugía, Anatomía y Farmacopea, completándose la colección con otros de Historia, Arte, Literatura, Geografía, Gramática, Filosofía y Religión, sin faltar una Disertación histórica sobre el descubrimiento de las Canarias de don Antonio Porlier; la Vida de San Francisco de Asís de fray Andrés de Abreu y las Antigüedades Canarias de Cristóbal Pérez del Cristo, como únicas obras de autores isleños existentes en ella [22].

De su vida doméstica podemos reseñar que el día primero de agosto de 1767 apadrinó, junto con su hermana doña Magdalena Yáñez de Barrios, el desposorio de otra de sus hermanas, llamada doña Jerónima Nicolasa, con el abogado don Tomás Saviñón Martínez de Miranda, que se encontraba viudo de su prima doña María Da-Pelo Saviñón, ceremonia que ofició el presbítero y abogado don Guillermo Yáñez de Barrios, asimismo hermano de la contrayente y de los padrinos [23]; y al año siguiente, el día 6 de agosto, apadrinó el bautismo de su sobrino don Antonio Domingo Saviñón Yáñez quien, con el paso del tiempo, fuera reputado literato y víctima inocente del absolutismo fernandino [24], hijo primogénito de dicho matrimonio.

En Cabildo de 18 de enero de 1781, el licenciado don Lucas González Durán, cirujano de la clase de primeros jubilado, médico práctico de la Real Armada y actual cirujano titular de esta ciudad de La Laguna, natural y vecino de ella alegó haber servido interinamente la plaza que compartía don Carlos Yáñez con el doctor don Domingo Madan, tras el fallecimiento de éste último, por acuerdo de 6 de abril de 1775
cuyo encargo desempeñé en el Real Hospital de Nuestra Señora de los Dolores y demás pobres de esta dicha ciudad, sirviendo en ambas facultades como es notorio hasta el día 25  de septiembre del propio año, en que V. S. fue servido nombrar para dicha plaza al doctor don Antonio Miguel de los Santos, y teniendo cada una de las dos plazas de médico de esta ciudad cien fanegas de trigo y cien ducados anuales, es constante haber yo ganado la prorrata correspondiente … [25].

El 12 de agosto inmediato dio por bueno el título expedido por el Real Protomedicato en Valencia, a favor de don Pedro de Toledo, médico revalidado 26 y poco antes de finalizar el año tuvo la satisfacción de ver premiado un trabajo científico suyo. Don Lope de la Guerra da cuenta en sus Memorias del galardón:

El 4 de noviembre de 1781, en celebridad del nombre del rey y del príncipe de Asturias, la Sociedad Económica reuniose en Junta, en la que distribuyeron premios para varias clases de adelantamiento. Se le dio medalla patriótica a don Carlos Yáñez por un Discurso acerca del cultivo del lino, cuyo lema era: Nisi itule sit quod facius stulta est gloria [27].

En la misma Junta de la S[ociedad] Económica se leyó un Discurso del doctor don Carlos Yáñez con el mote: Nemo est tam ingratus impius tamque nullius humanitatis qui Patriae merita resumere nolit, non tam magis quam ipsum diligat, que Tenerife llegaría al colmo de un próspero, y que la Sociedad sería el punto de vista de nuestros agradecimientos [28].

Apenas tenemos noticias del transcurso de la existencia de don Carlos Yáñez durante los últimos años de su vida, pero nos resulta fácil suponerle disfrutando de las delicias intelectuales que le proporcionarían su selecta biblioteca y el gabinete de Historia Natural que había reunido e instalado en la vivienda, arrendada a la familia Botino, donde habitaba en La Laguna, entregado ocasionalmente a los ocios poéticos. Este inmueble se encontraba próximo a la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, de la que era pilongo, templo que frecuentaba como feligrés y en calidad de hermano de la cofradía del Santísimo Cristo, Nuestra Señora de los Dolores y San Judas Tadeo, de la que era miembro desde su fundación en primero de agosto de 1764, acto del que fue testigo en compañía de dos de sus familiares: su tío don Andrés Yáñez, cura servidor, y su hermano, don Guillermo Yáñez, abogado de los Reales Consejos y juez subdelegado conservador del Hospital de San Lázaro en esta Isla [29].

Su Actividad Literaria

Constituye la producción poética de don Carlos Yáñez una corta serie de composiciones autógrafas —romances, romancillos, sonetos y silvas— que han llegado hasta nosotros merced a que fueron encuadernadas en los tomos facticios que formó don Antonio Pereira Pacheco y que dedicó a este género de la literatura [30]. El mismo prebendado copió con su cuidada caligrafía algunos de sus poemas, de los que no se conservan originales, y reunió otros trabajos suyos transcritos por diversas manos. La labor poética del médico Yáñez merece un estudio detenido y preciso que no podemos acometer en esta ocasión. Damos no obstante, seguidamente, una somera relación de sus producciones conocidas.

Entre las que no tienen fecha se hallan:

Al campo, su simplicidad, y comodidades. Idilio. 204 versos endecasílabos y heptasílabos formando silvas. Autógrafo.
Tu carta recibí lleno de gosso. Soneto. Sin fecha. Autógrafo.
Musa no me arrebates/déxame en mi sociego. Romancillo. 52 versos blancos heptasílabos. Autógrafo.
Donde sin méritos/ni ver obstáculos. 48 versos blancos heptasílabos. Autógrafo.
El Miserere traducido en verso castellano. Romance. 80 versos endecasílabos. Copia que parece deberse al bibliófilo Alejo González de Ara, fechada el 26 de febrero de 1856.

Las composiciones que están datadas fueron enviadas desde La Laguna al padre lector de Sagrada Teología fray Domingo Brito, franciscano, íntimo amigo de Yáñez, con quien mantenía una fluida relación epistolar:

Ya terminó del año la carrera. Soneto. La Laguna, 2 de enero de 1781.
Pobre voluntad mía/juguete de los hados. Romancillo. 276 versos heptasílabos. 29 de julio de 1781.
Amigo tu que sabes/reírte de la suerte. 328 versos blancos heptasílabos. La Laguna, 10 de agosto de 1881.
Amigo: va esa epístola; haga tu genio rápido. 20 versos libres heptasílabos. La Laguna, 26 de octubre de 1783.
Correspondencia de Don Carlos Yánez
Biblioteca Universitaria de La Laguna. La Laguna, Tenerife
Pereira cita como suyos el poema dedicado a las funciones celebradas con motivo de la bendición del templo de San Agustín, anexo al convento del Espíritu Santo en La Laguna, que había fabricado de nueva planta el padre fray Antonio Jacob Machado, acto que tuvo lugar el 11 de abril de 1784, y otro de tinte elegíaco al fallecimiento de este, ocurrido tres días más tarde. Creemos que ambas composiciones pueden identificarse con las que, con títulos similares y de letra del propio prebendado, figuran insertas en los citados tomos colectáneos, a pesar de no llevar nombre de autor. Podrían atribuirse asimismo como versos de Yáñez y de su colega, el doctor don Antonio Miguel de los Santos, otros anónimos que se conservan en la misma serie, a los que hace alusión en su correspondencia don José de Viera y Clavijo, y que fueron escritos con ocasión de haberse tocado unos timbales en la octava del Corpus en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de La Laguna [31].

Poema. El Incendio de Santa Cruz del día 28 de septiembre de 1784
Biblioteca Universitaria de La Laguna. La Laguna, Tenerife

También del mismo año es su obra más ambiciosa, en cuanto a tamaño se refiere, que se titula Poema al incendio acaecido en la villa de Santa Cruz el día 28 de septiembre de 1784, romance compuesto por 620 versos endecasílabos del que se guardan copias de Pereira y de otra mano en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, y una tercera en El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria [32]. Una Oda en honor de Carlos iii que lleva fecha del 4 de noviembre de dicho año, advocación de San Carlos Borromeo y festividad onomástica del monarca, se guarda en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, que conserva también el citado trabajo sobre el cultivo del lino [33].

Falleció el doctor don Carlos Yáñez de Barrios a los cincuenta y un años, un mes y tres días de edad, el 28 de noviembre de 1784, sepultándose sus restos en la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios en la que había sido bautizado [34].
Al año siguiente encargó la Real Sociedad Económica a don Antonio José Ruiz de Padrón el elogio fúnebre del médico difunto. El profesor Manuel Hernández González explica porqué no tuvo efecto esta comisión:

«De esos primeros años como fraile hay dos testimonios que demuestran sus inquietudes y militancia reformista. El primero es un manuscrito conservado en el Archivo Ossuna de La Laguna, que pertenecía a la colección que era propiedad del significado médico ilustrado lagunero Carlos Yáñez de Torres y Barrios, con el que tenía estrecha amistad. Precisamente sería el encargado de hacer su elogio fúnebre en la Real Sociedad Económica Lagunera, compromiso que no pudo cumplirse por embarcarse para esas fechas a La Habana. Se trata de Peccator contritus sive actus poenitentis qui in beneficiorum de cognitione simulque offesionem illi factas deventir in decem elegos distributis. Está fechado en La Laguna en 1776, cuando apenas contaba diecinueve años de edad. Se compone de diez elegías que dedica a la Virgen María.

No pudo cumplir esos dos encargos [el otro era el elogio fúnebre de Juan Franco de Castilla, también para la Económica] por su partida a tierras cubanas, como él mismo recoge en su carta fechada el 21 de mayo de 1785 en Santa Cruz de Tenerife. En ella expone que pensaba permanecer en esa isla por espacio de año y medio, saliendo para La Habana en pocos días. Esa repentina resolución y algunos molestos embarazos de que me he visto rodeado no me han permitido ligar para hacerlo saber a ustedes más antes […]. Más de diez veces pedía al señor don José Monteverde las memorias o anécdotas de su suegro [Franco de Castilla] y siempre lo estorbaron a dármelas sus ocupaciones. Esperaba ya a recoger las del señor doctor don Carlos Yánez cuando me resolví a viajar [35].


El Retrato

Carlos Yánez de Barrios [reverso]. Atribuido a Juan de Miranda, c. 1763
Museo de Artes Decorativas Cayetano Gómez Felipe.
 La Laguna, Tenerife
El Museo de Artes Decorativas Cayetano Gómez Felipe, que abrirá próximamente sus puertas en la ciudad de La Laguna, guarda en sus fondos una estimable colección de pinturas entre las que destacan por su interés varias piezas, obra de los más destacados artistas del Archipiélago. El pequeño retrato que motiva este trabajo es una de ellas. La pintura sobre tela mide 20 x 16 cm y se encuentra embutida en un marco de época con cristal y sin bastidor. En el reverso puede leerse: El Dor. Dn. Carlos Yanez natural de la ciudad de la Laguna, Médico y gran Poeta. Nació el 25 de Octubre de 1733 y murió en su Patria el 28 de Noviembre de 1784 a los 51 años, 1 mes y 3 días de su edad. Abril 28 de 1856.

La tela reúne todas las características formales y técnicas —descritas de manera precisa y exhaustiva por la doctora Rodríguez González [36]— para ser atribuida al pintor Juan de Miranda [1723-1805] de quien, es sabido por haberlo así expresado sus primeros biógrafos, el retratado llegó a poseer diversas obras en su notable colección de arte, y por la mención que de la pequeña pintura hizo el regidor don José Antonio de Anchieta y Alarcón en sus Cuadernos de citas podría atribuírsele una fecha concreta: Él ha hecho un retrato este año de 1763, que el día de San Carlos lo puso en su casa.

Anchieta se atreve incluso a opinar que es cierto que mucho se le parece, aunque no tiene tan redonda la cara en lo bajo, junto la barba, y es de color más blanco que el retrato, que le pusieron más encendido de lo que es. Esta alusión a la rubicundez del rostro concuerda perfectamente con la paleta del pintor, si comparamos las carnaciones del retrato de don Carlos Yáñez con las del monarca y su ministro Manuel de Roda, ambos presentes en la Purísima de Carlos iii, pintura a la que se ha querido datar en fecha cercana a la concesión por parte de Clemente xiii a España del patronato de la Inmaculada Concepción [1763], pero que nuevas averiguaciones del doctor Lorenzo Lima postergarían hasta la década de los setenta, por creer este autor que el lienzo está basado en una lámina del grabador catalán Ignasi Valls, cuya obra gráfica fue estampada en su mayoría tras la muerte del calcógrafo en 1764.

Pero detengámonos en este período de tiempo. Por Suárez Grimón sabemos que Juan de Miranda, condenado en 1752 a causa del trato ilícito que mantenía con su manceba Juana Martín de Ledesma por el juzgado ordinario de La Laguna, después de varios aplazamientos y habiendo sido ratificada la pena en 1755 por la Real Audiencia de Canarias, partió hacia Orán a finales de 1757 o comienzos del año siguiente, con el fin de cumplir en su presidio los seis años de privación de libertad a que había sido sentenciado [37]. Si obtuvo una reducción de la pena o le fueron descontados de la misma parte de los años pasados en prisión preventiva en Las Palmas no podemos saberlo en el estado actual de la cuestión, pero algunos de sus biógrafos, incluidos los primeros, Millares Torres [38], Padrón Acostaa [39] o Rodríguez González [40],  consideran con mayor o menor rotundidad que el artista se encontraba de vuelta en las Islas en 1763. Resulta fácil colegir que, una vez liberado de los grillos que no le impidieron realizar su magnífico autorretrato en el reverso de una hermosa pintura de historia, procurara retornar al Archipiélago embarcándose en algún puerto andaluz o del Levante con destino a su patria, donde le aguardaban una madre y dos hermanas «muy pobres», y el incierto futuro de la pequeña Andrea, su hija natural. Es posible también que, una vez puestos en orden sus asuntos y con los beneficios económicos que le proporcionaría la realización de algunos trabajos particulares, partiera de nuevo a la Península, donde se encontraba en 1767, año en el que pintó el San Nicolás de Bari y el Milagro de las Santas Faces para el oratorio del Ayuntamiento de Alicante [41].

La reducida tela a que nos referimos representa a un hombre de mediana edad, que viste de abate [42]. Sentado, apoya el brazo y la mano que sujeta un papel plegado en forma de carta, en una mesa sobre la que también se encuentran su bastón de reluciente empuñadura de plata y cinta negra y un tintero del mismo metal, igualmente pulido, del que sobresalen dos plumas. Tras de sí, una librería de cuatro estantes, rematada con adornos tallados en madera. El hecho de que el médico vistiera la casaca y la chupa negras de abate no era del todo infrecuente. Refiriéndose al licenciado don Miguel de Fuentes y Abreu, abogado nacido en La Orotava en 1688, graduado en Derecho Canónico por la Universidad de Sevilla en 1722 y que aún vivía en 1751, año en que presentó en la secretaría de la Cámara de Gracia y Justicia y Estado de Castilla su relación méritos [43], escribe Anchieta y Alarcón a tenor de las particularidades de su vestimenta: Dicho don Miguel siempre anduvo con su sotana y manteo. La cara como una torta. Muy pesado de cuerpo, lleno y grande, y no se cogía el cabello como los clérigos, sino siempre con su pelo largo hasta media espalda, negro y lacio, que ahora parecía una librea, porque y esto no se usa, que de primero, hasta que no se ordenaban, no se cortaban los estudiantes el pelo, aunque tuvieran treinta o cuarenta años, como dicho don Miguel que, como no se ordenó, se mantuvo hasta setenta años que tendrá, siempre con su pelo [44].

Don Juan Primo de la Guerra en sus Diarios describe la indumentaria de algunos de los galenos que había conocido o tratado a lo largo de su vida. De don Antonio Miguel de los Santos dice que vestía de negro y llevaba espada y bastón y en algunas ocasiones salía a visitar sus enfermos a caballo y en silla volante [45]; don Lucas González Durán, cirujano de la Real Armada, usó siempre de uniforme azul celeste [46]; don Pedro Toledo, natural de La Laguna y graduado en la Universidad de Valencia, usa vestidos de todos colores y peluca [47]; don Juan Perdomo, médico del Puerto de La Orotava, vestía de color, de resto nada extraordinario en su configuración [48]; don Antonio Villalba, natural de Santa Cruz, que ejercía en La Orotava viste de negro, como acostumbran los médicos [49]; y, por último, de don Manuel de Ossuna que ha guardado alguna vez el modo de vestirse propio de su profesión [50].

Más allá del aspecto físico del doctor Yáñez, poco afortunado si se quiere, se encuentra la extrema consideración con que al parecer le distinguían sus contemporáneos a causa de su bondad y preparación científica, así como por el cúmulo de cualidades ciudadanas que adornaban su persona. A este propósito aclara Álvaro Molina que el retrato fue, posiblemente, uno de los instrumentos más eficaces en las prácticas de representación del nuevo ciudadano, como atestigua el incremento de su demanda desde la segunda mitad del siglo en toda Europa, incluida España. El retrato cumplirá dos objetivos primordiales durante el siglo xviii; de un lado, expresar el parecido y captar la esencia interior del individuo como medio de proyectar una apariencia que se reconozca en la identidad colectiva y en los códigos de representación de la nueva sociabilidad; de otro lado, servir de ejemplo moral a través del recuerdo [51].

Virgen María con San Ignacio de Loyola. Atribuido a Juan de Miranda, c. 1755
Colección particular. Gran Canaria

El entorno de la figura, los objetos que la acompañan y la atmósfera en la que se encuentran todos inmersos, nos remiten a otros retratos de la mano del pintor, en los que encontramos idénticas estanterías en escorzo, similares tinteros de plata o empuñaduras de bastón tratadas de manera semejante, con los peculiares reflejos de tintes blanquecinos usados por Juan de Miranda que tanto recuerdan a los toques de clarión de los dibujos —al grafito o la sanguina— de la época. Así, en el retrato de don Francisco de Lugo-Viña que no dudamos en atribuirle ahora, en las efigies grandilocuentes de doña Catalina Prieto y de su hijo Melchor de Ponte y Prieto que se estudian por vez primera en el volumen Homenaje a la doctora Constanza Negrín [Instituto de Estudios Canarios. 2015], o en la representación de don Esteban Cambreleng que vinculamos también con su arte, se suceden mobiliario y ambientes que permiten adentrarnos en un recinto único: el espacio imaginario y propio del artista, impregnado gradualmente, a medida que va pasando el tiempo, de la esencia de los comportamientos nuevos [52].


De izq. a dcha.
Esteban Dionisio Cambreleng. Atribuido a Juan de Miranda, anterior a 1770. Colección particular. Tenerife
Francisco Benítez de Lugo Viña. Atribuido a Juan de Miranda, c. 1785Colección particular. Tenerife 

Juan de Miranda. 
Fernando de San José Fuentes1774
Colección particular. Tenerife
Todo ello teniendo en cuenta las escuetas dimensiones del retrato que lo acercan, indudablemente, a aquellos otros que han sido definidos como pequeño retrato, retratico o retrato de faltriquera y que están pintados al óleo, fundamentalmente sobre naipe, cobre —en este caso, dependiendo de su tamaño, se denominaban chapas a los más pequeños y lámina de cuartilla a los mayores—, y rara vez se pintaron sobre plata, bronce o madera, y que estuvieron vigentes en toda Europa a partir de la segunda mitad del siglo xvi, alcanzando su mayor desarrollo en España, Italia y los Países Bajos, en opinión de María del Carmen Espinosa Martín [53]. 


Sabemos que Miranda había utilizado con anterioridad estos formatos mínimos, pintando sobre naipes a los hijos del regente don Gonzalo Muñoz de Torres durante su cautiverio en Las Palmas y, más tarde, a don Fernando de San José de Fuentes, en este caso haciendo uso de la madera como soporte. Resulta comprensible suponer que el pintor, agradecido, obsequiara con su retrato, bien al facultativo del que tanto él como alguno de sus allegados hubiera podido recibir atención y cuidados, o al entusiasta coleccionista de sus obras, comprador de algunas de ellas.

Hemos intentado seguir el curso de la pertenencia de la pintura a partir del fallecimiento del doctor Yáñez, pero nos ha sido imposible sortear el territorio de la mera conjetura. Tenemos constancia de su testamento, que fue otorgado ante el escribano don José [López] Ginory el 26 de noviembre de 1784, tres días antes de su muerte, pero el protocolo en que debía encontrarse falta en el Archivo Histórico Provincial desde hace décadas. Suponemos que el heredero nombrado lo fuera su hermano, el licenciado don Guillermo Yáñez, que le sobrevivió apenas dos años. Luego, el conjunto de bienes muebles debió pasar a sus sobrinos, los Saviñón Yáñez, concretamente a don Tomás y a don Domingo. Este último se nos antoja un espécimen perfeccionado del modelo de su tío, don Carlos Yáñez, y según Ossuna y Van den Heede propiciaba interesantes veladas que tenían lugar en los salones de su elegante hotel, rodeado de jardines, con observatorio astronómico, gabinete de Física, museo de Historia Natural y sala de música, a las que concurrían lo más distinguido de la ciudad de los Adelantados y de otros pueblos. Desfilaban, además, por esta tertulia los sabios y viajeros más notables que por aquel tiempo visitaban el Archipiélago; a los cuales varias veces se asociaban algunos de los contertulios para colaborar con ellos en los trabajos científicos que practicaban. Mencionaré —continúa Ossuna— al barón de Humboldt  que con Mr. Bompland visitó esta Isla en junio de 1799, haciendo diferentes estudios geológicos en el Teide, así como diversos cálculos geográficos y astronómicos en otros lugares de Tenerife, determinando, en fin en la fragata Pizarro surta en la bahía de Santa Cruz, la longitud de la actual capital de la provincia por los meridianos de Madrid y París, con otras observaciones que el doctor Saviñón dejó anotadas en sus manuscritos. Mencionaré al geógrafo Baudin que en 1800 visita por segunda vez el Archipiélago en compañía de sabios cosmógrafos y naturalistas, entres éstos el botanista L. Gros, que venían provisto de excelentes instrumentos con los cuales hicieron estudios astronómicos desde el observatorio de Saviñón y desde el torreón de la casa-palacio de Carta en Santa Cruz. Ledru; Bory de Saint Vincent; la comisión científica encabezada por Mr. Resenoff y el doctor Telesius; von Buch y otros muchos merecieron las mayores atenciones por parte del doctor Saviñón [54]. Adornando su bien amueblada casa debieron figurar el retrato que nos ocupa, la amplia biblioteca que antes hemos mencionado y el resto de las colecciones reunidas por el doctor Yáñez de Barrios.


Apéndice i
El doctor don Bartolomé Francisco Yanes [Yáñez] de Torres [1688-1763]

Abogado de los Reales Consejos. Fue recibido como abogado por la Real Audiencia de Canarias el día 13 de octubre de 1710, tras ser examinado, presentar sus títulos y prestar juramento. Bachiller, licenciado y doctor en Leyes por la Universidad de Osuna. Regidor perpetuo de Tenerife. En cabildo de 15 de marzo de 1712 presentó un título de teniente de la villa de La Orotava y su partido, despachado por el corregidor Peñuela.

Fueron sus padres, el doctor don Andrés Yanes, médico, y su mujer, doña María Gómez de Torres, casados en Sevilla. Abuelos paternos, Juan Rodríguez, natural de Santa Cruz de Tenerife, y Cecilia González. Maternos, don Bartolomé Gómez de Torres y doña Jerónima Ortiz del Barrio, vecinos de Sevilla.

Casó con doña María Antonia de Barrios y Correa, hija del alférez don Ángel de Barrios y Aday, que testó ante Isidro Uque en 25 de abril de 1744, y de su esposa, doña María Correa y Sanabria, con dote de seis mil pesos.
Hijos:
I. Doña María Guillermo Yanes de Barrios, nacida en 1722, falleció soltera.
II. Doña Antonia Yanes de Barrios, gemela de la anterior, murió célibe.
III. Doña Joaquina Yáñez de Barrios, n. en 1725, que no casó.
IV. Doña Jerónima Nicolasa Yanes. Nació en 1730. Casó en la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de La Laguna, el día primero de agosto de 1767, con el licenciado don Tomás Domingo Saviñón Martínez, regidor perpetuo de Tenerife, nacido en La Laguna el 22 de noviembre de 1722, hijo de don Nicolás Saviñón y de su mujer, doña Josefa Martínez de Miranda. El licenciado Saviñón estaba viudo, al tiempo de contraer este matrimonio, de doña María Victoria Da-Pelo Saviñón, su sobrina y prima hermana. Con sucesión.
V. El doctor don Carlos Yanes de Torres y Barrios, n. en La Laguna el 24 de octubre de 1731. Médico del Cabildo en 1765.
VI. El licenciado don Guillermo Yanes de Barrios. Clérigo y abogado. Vicario de Ausencias. Juez conservador subdelegado del Real Hospital de San Lázaro en Tenerife. Testó en 1786.
VII. Doña María Magdalena Yanes de Barrios. Casó con don Jerónimo de León quien hizo testamento ante José Uque en mayo de 1751 y no tuvo sucesión. Murió de tabardillo, mozo como de veinte años, —dice Anchieta y Alarcón—. Su mujer quedó preñada. Murió el niño acabado de nacer y así no heredó la madre sino el tercio de bienes que le dejó y el vínculo pasó a su hermano pequeño en Icod. Enterráronlo en la capilla de Huerto de San Francisco. Mozo mal logrado porque pensó una cosa y saliole otra, que sus cuñadas le daban disgusto con uno por serlo y lo otro por ser mujeres de l ciudad. Era de buena índole, suave y de buen natural [AMLL: Archivo Ossuna. Sign. 0.93, f. 63r —original; 41r —facticio]. Nombró doña Magdalena heredero a su hermano el licenciado don Guillermo Yanes.

El doctor Yanes interpuso autos de demanda contra el Cabildo de Tenerife en 1741 [AMLL: a-xvii, 15], reclamando el importe de los servicios que le había prestado y de los que se hace mención detallada en los mismos.

En 23 de marzo [de 1763] murió en esta ciudad de edad de 75 años el doctor don Bartolomé Yáñez de Torres, abogado de los Reales Consejos y regidor decano del Ayuntamiento de esta Isla, en cuyo empleo de regidor le hizo varios servicios a dicho Ayuntamiento por espacio de 46 años, que fue miembro suyo: dejó dos hijos y cinco hijas, el uno licenciado don Guillermo Yáñez, clérigo presbítero y el otro el doctor don Carlos Yáñez. Enterráronle en la parroquial de los Remedios el 24 por la mañana. Guerra y Peña [2002].

Apéndice ii
El licenciado don Guillermo Yanes [o Yáñez] de Barrios [¿?-1786]

Licenciado en Leyes. Abogado de los Reales Consejos. La Real Audiencia de Canaria le incorporó en el número de sus abogados el 20 de enero de 1752, tras presentar una provisión del Real y Supremo Consejo en la que constaba haberse recibido en el gremio de sus abogados. Presbítero. Vicario de Ausencias.

Nació en San Cristóbal de La Laguna. Fueron sus padres, el doctor don Bartolomé Francisco Yanes de Torres y doña María Antonia de Barrios Correa. Abuelos paternos, el doctor don Andrés Yanes, médico, y su mujer, doña María Gómez de Torres, c. en Sevilla. Maternos, Ángel de Barrios y María Correa y Sanabria.

Testó en 1786. En cabildo de 10 de febrero de 1786 se dio cuenta de haber muerto el día antecedente el licenciado don Guillermo Yáñez, presbítero y abogado de Cabildo.

Apéndice iii
El licenciado don Tomás Domingo Saviñón Martínez [1722-1783]

Licenciado en Derecho Civil y Canónico. Abogado de los Reales Consejos. La Real Audiencia de Canaria le incorporó en el número de sus abogados el 3 de noviembre de 1747, tras presentar certificación de haber sido examinado y aprobado por la de Sevilla. Regidor perpetuo de Tenerife [1760]. Abogado del Cabildo [1763]. Procurador mayor de dicha isla [1773/1775/1776/1779/1781/1783]. Diputado de Corte [1761/1770/1771/1780/1782] y de Indias, fiestas y fortificaciones [1776], de la Junta de Propios [1782] y de la de Temporalidades de los Jesuitas. Capitán y administrador del navío Nuestra Señora de la Soledad, alias El Fénix en 1767.

Nació en la ciudad de La Laguna el día 22 de noviembre de 1722. Fueron sus padres, don Nicolás Saviñón, natural de Génova, y doña Josefa Teresa Martínez de Miranda, hija de la iglesia, con la que había casado en la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios de La Laguna, el día 15 de enero de 1717. Abuelos paternos, Tommaso Savignone, natural de Para en Génova, y su mujer María Luigia Berardo. 

Información de nobleza de la familia Da Pelo. 
Génova, 1771. 
Casó en primeras nupcias con su prima hermana doña María Victoria Da-Pelo y Saviñón.
Hijos:
I. Doña Rafaela Saviñón Da-Pelo, n. en Sevilla el 26 de septiembre y b. el 5 de octubre d 1746 en el Sagrario de la Catedral.
II. Doña Josefa Saviñón Da-Pelo, n. en La Laguna el 16 de febrero de 1750, c. con su primo hermano don Domingo Da-Pelo Saviñón, teniente capitán de Granaderos y diputado del Común. Falleció el 31 de diciembre de 1802.
III. Doña María de los Dolores Saviñón Da-Pelo, n. en La Laguna el 20 y b. el 26 de noviembre de 1754, en la parroquia de Los Remedios.

Casó por segunda vez en esta última parroquia, el 1 de agosto de 1767, con doña Jerónima Nicolasa Yáñez de Barrios, hija del licenciado don Bartolomé Francisco Yáñez, abogado y regidor perpetuo de Tenerife y de su mujer, doña María de Barrios y Correa.

Fueron sus hijos:
IV.  Don Antonio Saviñón Yanes. Abogado de los Reales Consejos, diputado del Cabildo de Tenerife en la Corte [1803]. Nombrado por el emperador Napoleón i miembro de la Asamblea de Bayona, cargo que no aceptó. Poeta y autor teatral, publicó en Madrid en, en 1820, la tragedia Roma Libre. Asistió a la tertulia de la duquesa de Alba y fue íntimo amigo del poeta Manuel José de Quintana. Nació el 4 y fue b. el 6 de agosto de 1768, en la citada parroquia de Los Remedios.
V. Don Domingo Saviñón Yanes. Licenciado en Medicina. Presidente del Tribunal del Real Protomedicato de Canarias. Catedrático de Ciencias Experimentales en la Universidad literaria de San Fernando de La Laguna. Miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. Autor de una Geografía General y Física. Nació en La Laguna el 31 de julio y fue b. el 3 de agosto de 1769, en la parroquia de Los Remedios. Falleció en La Laguna, el 9 de agosto de 1838, bajo testamento otorgado el 4 de julio de 1836, ante el escribano don Juan Antonio Penedo
VI. Don Tomás Saviñón Yanes. Diputado del Común de Tenerife, guarda mayor de Montes [1805] y regidor de La Laguna [1820]. Nació en la ciudad de La Laguna y fue b. el día 5 de marzo de 1772, en la repetida parroquia de Los Remedios. Falleció, soltero, en La Laguna, el día 20 de mayo de 1832.

Sus estudios fueron sufragados por su tío don Juan Bautista Saviñón, regidor perpetuo y comerciante, quien en su testamento cerrado, que fue protocolizado de mano del interesado ante el escribano don José Isidro Uque, el día primero de octubre de 1754, y posteriormente abierto el 14 de noviembre inmediato, declaró que había adquirido una librería, parte en España y el resto en Italia y la donaba a su sobrino para que se aplique a la facultad de Leyes.

Escudo de armas de la familia Da Pelo.
 Lápida sepulcral.
Cementerio de San Rafael y San Roque. 
Santa Cruz de Tenerife.
Escribió don Lope de la Guerra en sus Memorias, a propósito del fallecimiento del licenciado Saviñón: En 16 de junio murió en esta ciudad a los sesenta y cuatro años de edad el licenciado don Tomás Domingo Saviñón, abogado de los Reales Consejos, y regidor perpetuo de esta Isla, cuyo empleo había ejercido cerca de veintitrés años, habiendo sido recibido a él en 14 de julio de 1760, pero pocas ocasiones asistía a Cabildo por las ocupaciones de su empleo de abogado, el que desempeñaba con sobresaliente habilidad y destreza; pero no obstante siempre procuraba el Cabildo sus dictámenes, y le consultaba muchos asuntos y se le empleaba en algunas Diputaciones, y era procurador mayor de la Junta de Temporalidades, y muchas resoluciones se atribuían a su influjo, y por tal opinión le mandó desterrado en 1777 el violento comandante general marqués de Tabalosos, como queda relacionado al folio 201 vuelta de la primera parte, hasta que el Rey le mandó restituir a su casa. Era de pequeña estatura, delgado, un poco engibado, blanco y los ojos vivos. Había casado dos ocasiones, la primera con doña [en blanco en el original] Da-Pelo Saviñón, su parienta, de cuyo matrimonio son sus hijas doña Joaquina, doña Josefa y doña María de los Dolores, que ninguna ha tomado estado, aunque la segunda queda ajustada para casar con su primo don Juan Da-Pelo, esperándose sólo por la dispensa; la segunda con doña Jerónima Yáñez, hija del doctor don Bartolomé Yáñez de Torres, regidor, y de doña [en blanco] de Barrios, y le quedaron tres hijos pequeños, don Antonio, don Domingo y don Tomás. Su muerte fue repentina, de modo que hasta cerca de la una del día estuvo despachando en su estudio, en él le dio el accidente de apoplejía, que le dejó privado, de modo que ni bastaron sangrías, lavativas, vomitorios, álcali volátil ni otras aplicaciones para hacerlo volver en sí, y dentro de dos horas, habiéndole aplicado el Sacramento del Santo Óleo, murió. Había ya hecho testamento. Enterráronle la tarde del día siguiente en la parroquia de los Remedios, inmediato a la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, de cuya advocación fue muy devoto, y era mayordomo de la Santa Imagen, a cuya cofradía suplicó mucho. Acompañóle la Hermandad del Santísimo de cuya hermandad fue fundador en su restablecimiento en 1762, y uno de los que formaron los nuevos Estatutos, e intervino en otras muchas cosas, por lo que su muerte ha sido muy sensible, siendo de los hombres que hacen falta en el pueblo por su literatura, y buen trato, pues muchos iban a su estudio no más que a gozar de su conversación. Guerra y Peña [2002].

El licenciado Saviñón falleció en La Laguna el día 16 de junio de 1783.

Apéndice iv
El licenciado don Antonio Domingo Saviñón y Yanes [1768-1814]

Abogado de los Reales Consejos, Diputado del Cabildo de Tenerife en la Corte [1803]. Nombrado por el emperador Napoleón i, miembro de la Asamblea de Bayona, cargo que no aceptó. Traductor, poeta y autor teatral, publicó en Madrid, entre otras muchas obras, en 1820, la tragedia Roma Libre. Pereira Pacheco en su Continuación de los escritores canarios, o apéndice a la biblioteca citada por Viera en el tomo iv, f. 514 y siguientes dice: Saviñon, don Antonio, natural de La Laguna, abogado de los Reales Consejos. Fue tanto su gusto por la poesía, que llegó a abandonar su estudio y profesión de Leyes, y se entregó a toda clase de piezas teatrales. Entre las muchas que trabajó y corren impresas es una La Muerte de Abel, tragedia en tres actos y en verso por el ciudadano Legouvé [Gabriel Marie 1764-1812], que tradujo Saviñón del francés al castellano, y se imprimió en Madrid en la imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, año de 1803. Después tradujo otra tragedia en cinco actos, sacada del italiano, y titulada Roma libre, en la imprenta Tormentaria de Cádiz en 1812. Y luego dio a la luz la drama en dos actos, en prosa y música, titulada Nina o loca de amor, traducida del italiano, que se imprimió en Cádiz en la imprenta de don Esteban Picardo en 1815.

Nació el 4 y fue bautizado el 6 de agosto de 1768, en la parroquia de Nuestra Señora de Los Remedios de La Laguna. Fueron sus padres, el licenciado don Tomás Domingo Saviñón y Martínez de Miranda y doña Jerónima Nicolasa Yanes de Barrios.

A propósito del licenciado Saviñón dice Agustín Millares Carlo en su Biobibliografía: Representó en Madrid, como diputado, al Cabildo de Tenerife. En la Corte conoció y trató a Quintana y fue asiduo concurrente a la tertulia de la duquesa de Alba. Fue designado por Napoleón, junto con don Estanislao de Lugo y Molina, para formar parte de la Asamblea de Bayona, pero ni uno ni otro aceptaron el nombramiento, aunque fue allí al parecer conducido donde votó y firmó la Constitución de Bonaparte.

Falleció, soltero, en 1814.

Apéndice v
El licenciado don Tomás Domingo Saviñón Yanes [1772-1832]

Abogado. Regidor perpetuo de Tenerife. Diputado del común. Guarda mayor de montes [1805]. Titular nombrado por su tía doña Antonia Rosa de Barrios Correa, el 13 de mayo de 1786, de la capellanía fundada por Catalina Sánchez, en la Villa de La Orotava por su codicilo otorgado ante Juan González de Franquis en 13 de enero de 1625. El 24 de noviembre de 1789, ante el escribano Francisco Javier Uque, renunció a este señalamiento, habiendo reflexionado con la atención y madurez correspondiente no salirle de advocación el tomar el estado eclesiástico por precisas y circunstanciadas causas que a ello le mueven. La capellanía, que vacaba desde el fallecimiento del doctor don Domingo Cristóbal de Barrios Correa, hermano de la patrona, fue señalada de nuevo en la persona de don Francisco Martín de Castro, colegial del Real Seminario de Canaria, hijo de don Cristóbal Martín de Castro y de doña Rosa Peraza el 25 de noviembre de 1789 ante el mismo escribano.

Nació en La Laguna y fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios el 5 de marzo de 1772. Fueron sus padres, el licenciado don Tomás Domingo Saviñón y Martínez de Miranda y doña Jerónima Nicolasa Yanes de Barrios. Tuvo que abandonar los estudios de Derecho por su precario estado de salud. Falleció, intestado, en La Laguna, el 20 de mayo de 1832.


Bibliografía

Aranda Mendíaz [2000]
Manuel Aranda Mendíaz: El Tribunal de la Inquisición de Canarias durante el reinado de Carlos iii. Las Palmas de Gran Canaria: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Astrain Gallart [1996]
Mikel Astrain Gallart: «El Real Tribunal del Protomedicato y la profesión quirúrgica española del siglo xviii», Dynamis. Acta Hisp. Med. Dci. Hist. Ilus., 16, pp. 135-150.

Campos Díez [1996]
María Soledad Campos Díez: «El Protomedicato en la administración central de la Monarquía Hispánica», Dynamis. Acta Hisp. Med. Dci. Hist. Ilus., 16, pp. 43-58.

Espinosa Martín [1999]
María del Carmen Espinosa Martín: Iluminaciones, pequeños retratos y miniaturas en la Fundación Lázaro Galdiano. Madrid: Fundación Lázaro Galdiano.

González de Chávez Menéndez [1991]
Jesús Pío González de Chávez Menéndez: «La economía canaria del siglo xviii. Otra visión», viii Coloquio de Historia Canario-Americana [1988]. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria, t. ii, pp. 29-44.

Guerra [1976]
Juan Primo de la Guerra: Diario. Santa Cruz de Tenerife: act.

Guerra y Peña [2002]
Lope Antonio de la Guerra y Peña: Memorias. Tenerife en la segunda mitad del siglo xviii. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria.

Hernández González [2007]
Manuel Hernández González: «Antonio José Ruiz de Padrón, la personificación de un proyecto liberal en el seno del clero canario», Antonio José Ruiz de Padrón: De las Cortes de Cádiz al Trienio Liberal. Santa Cruz de Tenerife: Parlamento de Canarias y Ediciones Idea, pp. 10-11.

López Terrada [1996]
María Luz López Terrada: «Los estudios histórico-médicos sobre el Tribunal del Protomedicato y las profesiones y ocupaciones sanitarias en la Monarquía Hispánica durante los siglos xvi al xviii», Dynamis. Acta Hisp. Med. Dci. Hist. Ilus., 16, pp. 21-42.

López Terrada /Martínez Vidal [1996]
María Luz López Terrada y Álvar Martínez Vidal: «El Tribunal del Real Protomedicato en la Monarquía Hispánica [1593-1808]», Dynamis. Acta Hisp. Med. Dci. Hist. Ilus., 16, pp. 17-19.

Lorenzo Lima [2011]
Juan Alejandro Lorenzo Lima: Juan de Miranda. Reverso de un autorretrato. Islas Canarias: Gaviño de Franchy editores.

Millares Torres [1982]
Agustín Millares Torres: «Juan de Miranda», Biografía de canarios célebres. Las Palmas de Gran Canaria: Edirca, t. i, pp. 197-201.

Molina [2013]
Álvaro Molina: Mujeres y hombres en la España ilustrada, Identidad, género y visualidad. Madrid: Ediciones Cátedra.

Morales Moya [1989]
Antonio Morales Moya: «La reordenación de la sociedad», Carlos iii y la Ilustración `catálogo de la exposición homónima]. Madrid: Ministerio de Cultura, t. i., pp. 183-199.

Nobiliario [1952-1967]
Nobiliario de Canarias. La Laguna: J. Régulo editor.

Ossuna y Van den Heede [1914]
Manuel de Ossuna y Van den Heede: Cultura social de Canarias en los reinados de Carlos iii y Carlos iv. Santa Cuz de Tenerife: Imprenta de A. J. Benítez.

Padrón Acosta [1948]
Sebastián Padrón Acosta: «El pintor Juan de Miranda [1723-1805]», Revista de Historia Canaria, 84, pp. 313-335.

Rodríguez González [1986]
Margarita Rodríguez González: La pintura en Canarias durante el siglo xviii. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo de Gran Canaria.

Ruiz de Padrón [2005]
Antonio José Ruiz de Padrón: De las Cortes de Cádiz al Trienio Liberal. Santa Cruz de Tenerife: Parlamento de Canarias y Ediciones Idea.

Salas Salgado [1992]
Francisco Salas Salgado: Humanistas canarios de los siglos xvi a xix. La Laguna: Universidad de La Laguna.

Suárez Grimón [2008]
Vicente Suárez Grimón: «El envío del pintor Juan de Miranda al presidio de Orán: un reflejo de la crisis de la Audiencia de Canarias en el siglo xviii», Anuario de Estudios Atlánticos, 54, t. ii, pp. 265-296.

Viera y Clavijo [2008]
José de Viera y Clavijo: Vos estis Sol. Epistolografía íntima [1770-1783]. Madrid: csic.


Notas
[1] Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna [AHDLL]: Fondo parroquial de Santo Domingo, La Laguna [Fpsdll], libro xx de bautismos, ff. 220r-220v. Al margen: Carlos Nicolás Raphael de Jesús María». «En la ciudad de la Laguna de Tenerife en cuatro de noviembre de mil setecientos y treinta y un años yo fray Domingo de San Antonio Correa, maestro de novicios de la orden de mi Padre San Agustín, con licencia del cura semanero que lo es el doctor don Fernando Joseph de la Guerra y Ayala, venerable beneficiado curado más antiguo de esta iglesia Parroquial de Nuestra Señora de los Remedios, bauticé a Carlos Nicolás Rafael de Jesús María, hijo legítimo del doctor don Bartolomé Yañes de Torres, regidor perpetuo de esta Isla y abogado de los Reales Consejos, y de doña María Antonia de Aguilar y Barrios, y nació el día veinte y cuatro de octubre próximo pasado, a las doce de la noche, fue su padrino el capitán de caballos don Francisco José Riquel y Angulo, tiene óleo y crisma, y lo firmé. Doctor don Fernando Joseph de la Guerra y Ayala. Fray Domingo de San Antonio Correa.
[2] A propósito del fallecimiento del doctor don Andrés Yáñez González, el regidor don José Antonio de Anchieta y Alarcón escribió en sus Apuntes: Murió don Andrés Yanes, padre de don Bartolomé Yanes, regidor, víspera de San Ignacio de Loyola, a la tarde, 1736 años. El doctor don Andrés Yanes, médico del cabildo. Testamento puesto en registro ante Urribarri, año de 1736, a fines del año. Deja por hijos al doctor don Bartolomé Yanes de Torres, abogado y regidor que está casado con María, hija de don Ángel de Barrios, hijas e hijos, a don Andrés Yanes, médico que estudio en Francia médico del cabildo, hombre grueso y cojo, casó con hija de don Francisco Muñoz y a [espacio en blanco] mujer del sargento mayor de Tacoronte don Pablo de Osorio. Tiene una hija sola, funda mejora al hijo de don Andrés. Leílo 1748, 28 de agosto. [Anotación en el margen izquierdo de este párrafo: Yanes]. Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife [AHPT]: Anchieta y Alarcón, José Antonio. Cuaderno de citas A, f. 47r [original]; 24r [facticio]. Hemos de señalar que el patronímico Yáñez [hijo de Juan], de la línea paterna, figura escrito en la documentación que hemos consultado con múltiples grafías, entre otras: Yanes, Yañes e, incluso, Ibáñez.
[3] Anchieta y Alarcón da noticias de la familia materna de don Carlos Yáñez, en sus citados Apuntes: El alférez don Ángel de Barrios y Aday. Su testamento, año de 1744, en 25 de abril, ante don Joseph Uque. Antes había dado poder para testar y después otorgó él su testamento. Dice que es casado con doña María Correa, y que son sus hijos el doctor don Francisco de Barrios, médico de esta ciudad, que lo llamaban don Francisco Antonio de Barrios, que no fue casado aunque tuvo una hija que entró monja y parece lo era. Esto no dice dicho testamento. A doña María Antonia de Barrios; don Ángel, que pasó a Indias; y don Joseph Antonio de Barrios, presbítero; doña Ana;  el padre fray Pedro de Barrios, fraile dominico; el padre fray Marcos de Barrios, religioso agustino, que uno fue prior en La Orotava y otro en Candelaria; doña Magdalena; don Domingo, que es clérigo y está [de] capellán de la catedral de Sevilla, y doña Antonia Rosa de Barrios. Dice que dicha doña María casó con el doctor don Bartolomé Francisco Yáñez, abogado y regidor, a la que le dio seis mil pesos en dote y que no le cabe tanto dote y que así en la partición lleve lo que le cupiese. Dice dicho don Ángel que es hijo de el doctor don Francisco de Aguiar y Barrios, médico, y de doña Ana de Aday. Dicho don Francisco casó después con doña Luisa Arechávala y no tuvo hijos y estando criando a dicho don Ángel la ama, como estaba ya casado dicho don Francisco con dicha doña Luisa, ésta acostábalo en la cama, y del amor del niño le vino la leche y sin parir, que no parió, crió a dicho don Ángel la dicha doña Luisa. Leí el original. Dicho don Ángel era vecino de La Orotava, donde tenía su tienda en una casa que hace una calzada al bajar de la plaza de las monjas a la que baja a la calle del Agua, donde lo conocí. Es enfrente del callejón de la Silla. Era muy buen hombre, muy prudente, de buen cuerpo y muy atento y no es de los adayes de Luis de Aday, porque no le tocan.
Este año de 1752, en este mes de junio que pasó y mayo, y este de julio hoy 23 domingo, está tan sana la isla que muchos días hay [que] no se ve un entierro, ni de enfermedad ni de vejez, esto es en esta ciudad y lo mismo dicen es en toda la isla, ni se oye muchos días ha, y semanas, que toquen al señor, es tanto que me dijo habrá diez días, y volvió ha decir habrá seis, don Francisco de Barrios, médico de esta ciudad, que en tantos años que es médico jamás ha visto tanta sanidad, a Dios nuestro Señor que nos crió demos las gracias de todo, aunque yo pienso y lo he pensado días ha que esto ha de venir apurar en alguna tormenta de enfermedad. Dios nos guarde de todo mal y San Juan Evangelista, que este año a diligencias de don Matías Franco y Castilla, mozo sin casar y tuerto del ojo izquierdo, y a súplicas del cabildo le volvió Su Majestad a conceder los 70 ducados para su función, que el regente don Tomás Pinto, cuando estuvo de visitador de Propios le quitó y dejo en 20 pesos. Al margen: Barrios. AHPT: Anchieta y Alarcón, José Antonio: Cuaderno de citas A, ff. 153r-154r [original]; ff. 101v-102r [facticio].
En relación al doctor don Francisco Antonio de Barrios Sanabria, escribe Anchieta: Ahora a las doce, hoy viernes cuatro de febrero de 1757, están poniendo en la sepultura a don Francisco de Barrios, médico que ha sido en esta ciudad, asalariado. Era como de setenta años, muy blanco y muy roja la cara, no muy alto, de buen cuerpo, grueso y alegre; siempre traía sus guantes en la mano. Era hijo de don Ángel de Barrios, de La Orotava. Había estado años casado oculto. Vivía en la casa de esquina que esta más abajo de la casa de don Simón de Herrera, que es más arriba de la de la calle que baja a la Cruz Verde. [f.195r]
[4] Anchieta recoge la noticia del fallecimiento del anciano abogado: Hoy, jueves 24 de marzo de 1763, a las diez, fue el entierro del doctor don Bartolomé Yáñez, abogado y regidor, de viejo se murió. Estuvo como dos días sin sentido. Dijeron de el que había muchos días que ya de viejo estaba en la cama. Con que el entierro fue en los Remedios, es la Semana de Ramos. Era y fue aún hasta de setenta años, bien plantado, de buen cuerpo, derecho, bien hechas piernas y de grave postura, la cara llena y muy gorda, no grande por la gordura sino de buen tamaño. Todos los días que pudo se levantaba a misa de alba a San Agustín, ya que era más viejo iba a la alba a Los Remedios y después ya no podía, que iba más tarde arrastrando poquito a poco los pies. Era de ingenio muy vivo y al hablar, que oía a otro, se le veía estar mirando mucho la lengua.
Por su parte, don Lope de la Guerra en sus Memorias, hace mención del mismo acontecimiento en los siguientes términos: Muere el Doctor Don Bartolomé Yáñez, regidor decano. En 23 de marzo murió en esta ciudad, de edad de setenta y cinco años, el doctor don Bartolomé Yáñez de Torres, abogado de los Reales Consejos y regidor decano del Ayuntamiento de esta Isla, en cuyo empleo de regidor le hizo varios servicios a dicho Ayuntamiento por espacio de cuarenta y seis años, que fue miembro suyo: dejó dos hijos y cinco hijas, el uno el licenciado don Guillermo Yáñez, clérigo presbítero, y el otro el doctor don Carlos Yáñez. Enterránrole en la parroquial de Los Remedios el 24 por la mañana.
Don Bartolomé Francisco Yáñez de Torres, nacido en 1688, se licenció y doctoró en Leyes por la Universidad de Osuna. Fue recibido de regidor perpetuo de Tenerife en 10 de junio de 1716, en el oficio de don Jerónimo Boza de Lima que, por falta de renuncia, había recaído en la corona. Lo benefició dicho doctor Yáñez y consiguió de S. M. la gracia de que fuese perpetuo. Véase Libro xxxv, f. 12r del oficio primero. Su real título dado en San Lorenzo el Real lleva fecha de 22 de marzo de 1716. Tras su fallecimiento, nadie volvió a recibirse en dicho oficio.
[5] Don Guillermo Yáñez de Torres estudió en la Universidad de Sevilla, donde se licenció en Leyes. Abogado de los Reales Consejos, la Real Audiencia de Canaria le incorporó en el número de sus integrantes el 20 de enero de 1752, tras presentar una provisión del Real y Supremo Consejo en la que constaba haberse recibido en el gremio de sus abogados. Presbítero, ejerció como vicario de Ausencias y juez conservador subdelegado del Real Hospital de San Lázaro en la isla de Tenerife. Véase Apéndice v.
[6] Véanse los apéndices iii y iv.
[7] Guerra [1976], t. i, pp. 346-347.
[8] Biblioteca de la Universidad de La Laguna [BULL]: Fondo Antiguo. Ms. 43, ff. 161-163.
[9] Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife [BMSCT]: Fondo Antiguo. Ms. 4, ff. 10-11.
[10] Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla [AHUS]: Libro 07000, ff. 260.274. Informaciones de legitimidad y limpieza de sangre de Carlos Yáñez de Barrios, para la obtención del grado de Bachiller en Medicina en la Universidad de Sevilla. Agradezco las gestiones realizadas en Sevilla por don Manuel Jesús Hernández González que dieron como resultado la obtención de una copia de este documento.
[11] Sobre el Real Protomedicato de Castilla, véase López Terrada/Martínez Vidal [1996], pp. 17-19; López Terrada [1996], pp. 21-42; Campos Díez [1996], pp. 43-58; Astrain Gallart [1996], pp. 135-150.
[12] AHPT: Sección histórica de protocolos notariales, 960, escribanía de Juan Agustín de Palenzuela, ff. 174r-177r, 23/12/1759. Información que me ha sido comunicada por don Carlos Rodríguez Morales.
[13] AHPT: Anchieta y Alarcón, José Antonio: Cuaderno de citas [f.41v] [f.127v] [Anotación en el margen izquierdo: «Hoy trece de febrero fue el cabildo del nombramiento de don Carlos Yáñez»].
[14] AHPT: Sección histórica de protocolos notariales, 333, escribanía de Santiago Antonio Penedo y Uribarri, ff. 29v-32v, 7/2/1764.
[15] Archivo Municipal de La Laguna [AMLL]: Oficio Segundo. Libro xxv de actas capitulares, ff. 116r, sesión de 13/2/1764.
[16] AMLL: Fondo Ossuna. Sign. 0.9.2, f. 128r [original]; f. 42r [facticio].
[17] Don Domingo Madan y Grant nació en Waterford, Irlanda, y fue bautizado en la parroquia de Saint Olav el día primero de agosto de 1700, como hijo legítimo de Robert Madan y Margaret Grant. Doctor en Medicina revalidó su título ante el Consejo de Castilla el 16 de febrero de 1750 y fue posteriormente delegado del Real Protomedicato de Madrid, juez subdelegado para los exámenes a médicos en las Islas y médico del Cabildo, elegido para este último cargo el 3 de abril de dicho año. Casó con doña Josefa María Commyns y Francis, con la que tuvo nueve hijos, entre ellos el célebre hebraísta don Agustín Ricardo Madan. Había practicado información de nobleza ante el escribano José Estévez Oramas el 4 de marzo de 1738, a poco de establecerse en Tenerife. Falleció en Santa Cruz el 19 de marzo de 1775. Cfr. Nobiliario [1952-1967], t. ii, p. 286.
[18] AMLL: M-ii/10, sign. 1. Certificado de Lorenzo de León Prieto, 22/9/1766.
[19] AMLL: m-ii/10, sign. 2. Muy Ilustre Señor. Los médicos titulares de esta ciudad han visto y examinado el título del doctor don Agatino Antonio de Guardo Bonini, despachado por el Real Protomedicato de Castilla, en que se le concede licencia para ejercer la Medicina en todas sus partes, en los dominios católicos y hallan ser legítimo y verdadero, según el conocimiento que tienen del sello y firma que le autorizan, por lo que debe V. S. admitirle sin reparo. Laguna, 30 de septiembre de 1777. Carlos Yáñez. Antonio Miguel de los Santos.
[20] González de Chávez Menéndez [1991], t. ii, pp. 29-44.
[21] Aranda Mendíaz [2000], p. 221.
[22] Sociedad Científica El Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria [EMC]: Fondo Inquisición. Sign. clxxix-143.
[23] AHDLL: Fpsdll. Libro xii de matrimonios, f. 73r.
[24] AHDLL: Fpsdll. Libro xxvi de bautismos, f. 43r.
[25] AMLL: m-ii/13, sign. 2.
[26] AMLL: m-ii,12, sign. 1.
[27] Guerra y Peña [2002], p. 610.
[28] Guerra y Peña [2002], p. 611.
[29] AHPT: Sección histórica de protocolos notariales, 1689, escribanía de Santiago Antonio Penedo, ff. 263v-269v, 1/8/1764.
[30] BULL: Fondo Antiguo. Ms. 67 y  83. Antonio Pereira Pacheco y Ruiz, tres tomos de poesía.
[31] Viera y Clavijo [2008], p. 223.
[32] EMC: Biblioteca.
[33] Millares Carlo [1993], t. vi, pp. 715-719; Salas Salgado [1992], t. ii, pp. 393-394.
[34] Ahdll: Fpsdll. Libro ix de entierros, f. 308r. Al margen: Entierro del doctor don Carlos Yañes. Gratis. En veinte y nueve de noviembre de mil y setecientos ochenta y quatro años se enterró en esta iglesia el doctor don Carlos Yañes y Barrios, médico revalidado, vecino de esta ciudad en esta feligresía, de edad de cincuenta y dos años, de estado libre, era de la Confraternidad del Santísimo Cristo de los Remedios. Recibió los Santos Sacramentos. Hizo su declaración testamentaria ante don Joseph Ginori, escribano público, en veinte y seis de este mes y año. Fueron cura y sochantre, llevóse capa, tuvo cinco pausas, cantóse la vigilia, dijo la misa el señor Bencomo menor, vestidos Bencomo y Rodríguez; asistió el beneficio y los capellanes siguientes: Bencomo, Rodríguez y Castilla, y de menores: Espinosa, Pérez, Navarro, Ginori, León, Medina, Mederos, Quintero, y Valdés; y se hizo señal solemne; todos hicieron gracia. Bencomo [rubricado].
[35] Hernández González [2005], pp. 10-12.
[36] Rodríguez González [1986], pp. 315-317.
[37] Súarez Grimón [2008], t. ii, pp. 265-296.
[38] Millares Torres [1982], p. 198.
[39] Padrón Acosta [1948], pp. 313-336.
[40] Rodríguez González [1986], pp. 294-368.
[41] Lorenzo Lima [2011], p. 16.
[42] Sobre la diferencia en el uso de las prendas que configuraban la vestimenta de abates y manteístas en el transcurso de la segunda mitad del siglo xviii, véase Gaviño de Franchy [2014], pp. 467-471.
[43] EMC: Fondo Millares Torres. Tomo 20, documento 20. Carlos Yánez: Poema. El Incendio de Santa Cruz del día 28 de septiembre año de 1784. Escribíalo el Dr. D. Carlos Yanez, médico revalidado por el Real Protomedicato de Castilla: Socio de la Sociedad de Amigos del País de la Isla de Tenerife. 1784.
[44] AHPT: Anchieta y Alarcón, José Antonio: Cuaderno de citas A. ff. 130r-130v [originales]; 86r-86v [facticios].
[45] Guerra [1976], t. i, p. 347.
[46] Guerra [1976], t. i, p. 348.
[47] Guerra [1976], t. i, p. 348.
[48] Guerra [1976], t. i, p. 348.
[49] Guerra [1976], t. i, pp. 347-348.
[50] Guerra [1976], t. i, pp. 347-348.
[51] Molina [2013], p. 175.
[52] Morales Moya [1989], t. i, pp. 183-199.
[53] Espinosa Martín [1999], p. 57.
[54] Ossuna y Van de Heede [1914], p. 12.


Este trabajo ha sido publicado en el volumen Homenaje a la doctora Constanza Negrín, publicado en 2015 por el Instituto de Estudios Canarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario