viernes, 16 de julio de 2010

Andrés Avelino de Orihuela

Galería canaria de retratos
Andrés Avelino de Orihuela
por
Carlos Gaviño de Franchy

En los últimos años, los escasos datos que conformaban la biografía del abogado, escritor y periodista canario Andrés Avelino de Orihuela se han visto incrementados con las aportaciones de nuevos estudios que tienden a enfocar la desdibujada imagen de este singular hombre de acción1.
Limitados por el corto espacio de esta Galería Canaria de Retratos, queda fuera de nuestro propósito esbozar una biografía del personaje, ciñéndonos a reproducir su rostro, hasta ahora desconocido, por medio de una estampa que puede figurar entre las mejores realizadas con la técnica litográfica durante el siglo XIX.
Otro aspecto de su personalidad que desvelamos en esta entrega se refiere a su correcta caligrafía, hecho que no deja de sorprender si se tiene en cuenta que Orihuela aprendió a escribir ya adolescente, pues tal y como confesó a don Nicolás Estévanez al conocerle, a su llegada a la Gran Antilla, era analfabeto. El soneto laudatorio que ahora publicamos, en parte transcrito por Miguel Borges Salas y posteriormente citado, aunque incompleto, en el trabajo que a nuestro personaje dedicara en 1991 Pablo Quintana, lleva la firma y rúbrica de Orihuela2.

Por último haremos hincapié en los orígenes y filiación de Orihuela, que no han sido hasta ahora investigados de primera mano.
A mi buen amigo Baltasar Manrique de Lara debo la localización de las partidas sacramentales de bautismo de Andrés Avelino, y de dos de sus hermanos mayores, Miguel Jerónimo y Agustín Domingo; así como la de matrimonio y el expediente incoado con tal motivo por los padres comunes, Rafael Orihuela y María de la Soledad Moreno. Este último contiene copias autorizadas de los registros bautismales de ambos contrayentes. Con estos documentos hemos elaborado un árbol genealógico de costados que alcanza a los ocho bisabuelos de nuestro personaje, oriundos cuatro de ellos de Las Palmas, dos de Gáldar, uno de La Vega y otro de Santa Cruz de Tenerife.
Andrés Avelino Sebastián María del Pino, hijo legítimo de Rafael Orihuela y de María de la Soledad Marrero, o Moreno -que usaba indistintamente los apellidos paterno o materno como único, siguiendo la anárquica costumbre instaurada en el Archipiélago en las centurias pasadas- nació en Canaria el diez de noviembre de 1818 y fue bautizado en la pila del Sagrario por el presbítero don José Antonio Acosta, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, cinco días después. Actuó de padrino de la criatura don Sebastián de Troya.
Miguel Jerónimo de Orihuela, que fue bachiller en Leyes por la Universidad de La Habana, nació el cuatro y fue bautizado el día once de marzo de 1813 por el teniente de cura del Sagrario, don Mariano Rodríguez, apadrinado por Miguel Jerónimo Bueno, y Agustín Domingo Miguel María del Carmen de Orihuela, el mayor de los hermanos, médico en el pueblo de San Antonio de los Baños, Cuba, nació en Las Palmas el treinta de abril y fue bautizado el siete de mayo siguiente por don Agustín de Torres, presbítero, llevándolo a la pila del Sagrario Ángela Farias.

Rafael de Orihuela, hijo legítimo de Agustín Orihuela y María Josefa de Herrera, y María de la Soledad Moreno, que lo era a su vez de Ignacio Moreno y Bárbara Marrero, casaron en el Sagrario el día 30 de mayo de 1806, previos los trámites preceptivos. Al ser ambos menores de veinticinco años solicitaron y obtuvieron licencia de sus respectivos padres que, en el caso de Rafael, tuvo que ser otorgada por la madre, que ya era viuda. Poco más se puede deducir de sus escuetas declaraciones. Los jóvenes, de veintidós y diecinueve años respectivamente, son analfabetos, al igual que sus progenitores. El contrayente confiesa estar exento del servicio militar, quizá por su condición de huérfano y probable mantenedor de la viuda, acaso porque sus hermanos mayores ya se encontraban ausentes del domicilio familiar.
Todo parece indicar que la familia procedía de las clases menestrales o, a lo sumo artesanas, de la vieja ciudad del Real de Las Palmas. Resulta novelesco que Orihuela, contando únicamente con su esfuerzo personal, haya alcanzado las cotas de celebridad en las que se desenvolvió -a pesar de los drásticos altibajos que le tenía reservados la fortuna- su ajetreada existencia.




José Vallejo y Galeazo, catedrático de dibujo del Conservatorio de Artes y Oficios de Madrid, uno de los litógrafos de mayor renombre en la Corte durante la segunda mitad del siglo XIX, fue el artista elegido por Andrés Avelino de Orihuela para dibujar su retrato. Esta espléndida litografía figura al frente de su monumental Tesoro de los poetas españoles y americanos del siglo XIX; escogida colección sobre las composiciones más selectas que se han escrito en verso castellano desde el año 1800 que, en edición de lujo, dio a la imprenta en Madrid en 1849. De esta rarísima obra hemos localizado un ejemplar en el Archivo Diocesano del Arzobispado de Zaragoza y en ella figuran asimismo, seleccionados por Orihuela, otros dos canarios: José Plácido Sansón y Ricardo Murphy y Meade, cuyos retratos de busto, de calidad inferior y mano anónima, publicaremos en esta serie.






Vallejo y Galeazo [Málaga, 1821-Madrid, 1882] no es un desconocido para los estudiosos de las artes gráficas en Canarias. A su lápiz se deben los retratos de algunos de nuestros más significativos personajes decimonónicos:
Joaquín Baeza Nieto [1827-¿?]
Silvestre Batista y Abreu [1800-1860].
Camilo Benítez de Lugo y Medranda [1824-¿?].
Victorina Bridoux y Mazzini [1835-1862].
Gumersindo Fernández de Moratín y González de Carvajal [1790-1860].
Juan Moriarty y Delgado-Trinidad [1800-1881].
Feliciano Pérez Zamora [1819-1900] y
Gregorio Suárez y Morales [1842-1889], entre otros.

           Fue Vallejo autor de las fisonomías de la impecable Iconografía Española [1855-1864], del arqueólogo y coleccionista Valentín Carderera, y de diversas Galerías, entre las que destacan la de Representantes del Pueblo [1854], la Militar Contemporánea, de Mujeres célebres de España y Portugal y la de los monarcas saboyanos que ilustraron la Guía Oficial de España, entre otras muchas. También ilustró Crónicas de Guerra, de Castelar y Canalejas [1859] y Diario de un testigo, de Pedro Antonio de Alarcón [1860].
Organizó Vallejo la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, tras un viaje realizado a sus expensas, por Francia, Alemania, Bélgica e Inglaterra, que dio también como resultado la fundación de una Escuela de Artes para señoritas. El Gobierno le concedió el 24 de enero de 1873 la Cruz de Primera Clase de la Orden de María Victoria, habiéndole premiado antes con las de Carlos III, San Fernando y María Isabel Luisa4.
Con motivo de su fallecimiento La Ilustración Española y Americana [Número 9, p. 148] del 8 de marzo de 1882, publicó la siguiente necrológica:

Excmo. Sr. D. José Vallejo y Galeazo
Catedrático de Dibujo en el Conservatorio de Artes y Oficios.
Irreparable pérdida ha sufrido la enseñanza artística de la clase obrera en esta Corte: el antiguo, laborioso y distinguido profesor del Conservatorio de Artes y Oficios, D. José Vallejo y Galeazo, ha fallecido en la tarde del 19 de febrero último.
Era el Sr. Vallejo (cuyo retrato damos en la pág. 148) natural de Málaga, donde vio la luz del mundo, en 15 de agosto de 1821, y desde los primeros años de su juventud manifestó inequívocas señales de su vocación artística; aún no contaba cuatro lustros cuando empezó a distinguirse en Madrid por la corrección de sus dibujos, singularmente en los retratos de personajes célebres, en los Viajes de Fray Gerundio, la Iconografía del Sr. Carderera, la Galería de retratos, las diversas obras y periódicos ilustrados que se publicaron sucesivamente; en 1857 ganó por oposición una plaza de profesor de dibujo en el Conservatorio de Artes; en 1859, al estallar la guerra de África, fue soldado voluntario en el regimiento de Zamora, núm. 8, y agregado al Cuartel general del inolvidable O’Donnell, para hacer estudios artísticos de la campaña, ganando una cruz de San Fernando por su bizarro comportamiento en la batalla de Tetuán: el brillante resultado de esos estudios constará perpetuamente en la Crónica de la Guerra de África, publicada oficialmente por el Depósito de la Guerra.
Ha dejado también el laborioso Vallejo obras pictóricas muy notables: el techo del salón de recepciones en el palacio de la Presidencia del Consejo de Ministros, que pintó en 1870; el del gran salón del palacio del Sr. Duque de Uceda; el del Teatro Español; el de otro salón de la casa del Sr. Sancho, representando una animada escena del Quijote; el lindísimo La Aurora, para el palacio de los Sres. Duques de Santoña; el telón de embocadura del teatro de Variedades, en colaboración con otro artista, y el magnífico del teatro de la Comedia; y otras muchas.
El afán constante de Vallejo era la ilustración de la clase obrera; él organizó la Escuela de Artes y Oficios de la calle del Turco, mereciendo que el gobierno de 1872 le confiriese la Gran Cruz de la Orden civil de María Victoria; él hizo un viaje, a sus propias expensas, por Alemania, Bélgica e Inglaterra, con el objeto de estudiar y fu
ndar en Madrid una Escuela de Artes para señoritas, la cual, logrado su propósito, regentó gratuitamente por espacio de un año.
El nombre de D. José Vallejo figura también en algunas páginas de La Ilustración: consagramos, pues, un modesto recuerdo al eminente artista, al amigo cariñoso y al colaborador de este periódico.

El dibujo de Vallejo, estampado en la Litografía Prodhomme, rue des Noyers, 69 de París, nos muestra la figura de medio cuerpo de un joven y atildado caballero, que contaba a la sazón treinta y un años. Sus grandes ojos, no exentos de cierta tristeza, rehúsan mirar directamente al observador, en una actitud pensante, que impide alcanzar cualquier tipo de intimidad con él.
No podía ser de otra manera. Las ínfulas de grandeur de Orihuela le movieron a efectuar el encargo de acuerdo con la alta estima que de sí mismo tenía. Es lástima que otros paisanos suyos, poseedores de saneadas fortunas, no hicieran lo mismo. Contaríamos hoy con una más rica e interesante galería iconográfica canaria. Pero es bien sabido que el buen gusto no corre parejo a la posición económica.
Al buen Republicano
Nicolás Estévanez
Ministro de la Guerra
14 de Junio de 1873
Soneto
Apenas de la vida en la alborada,
Despunta el génio al luminar el día;
Aureola de prudente valentía
Arde en tu corazón y en tu mirada.
Plácemes hoy te ofreceme entusiasmada
Canarias, nuestra madre; patria mía,
Porque reboza en tu alma la hidalguía,
Y eres sostén de libertad soñada.
A salvar la Nación, ese es el sino
Gloria imperecedera del talento;
Si lo alcanzas, presérbate el Destino
En cada corazón un monumento:
Acuérdate en el templo de la Gloria
Que abre ante ti sus páginas la Historia.

Madrid.

Notas:


1 Borges Salas, Miguel: «El poeta Orihuela». El Día. Santa Cruz de Tenerife. 11.2.1979.
Cioranescu, Alejandro: Diccionario Biográfico de Canarios-Americanos. Santa Cruz de Tenerife. 1992. Segunto tomo.
Estévanez, Nicolás: Mis Memorias. Madrid. 1975.
Fernández, David W.: Diccionario Biog
ráfico Canario-Americano. La Biblioteca Canaria. Cabildo Insular de Tenerife. Ayuntamiento de Teguise. Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa Cruz de Tenerife. 1989.
Jiménez del Campo, Paloma: Escritores canarios en Cuba. Literatura de la emigración. Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria. 2003.
Negrín Fajardo, Olegario: Profesores canarios en Cuba durante el siglo XIX. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria. Madrid. 2000.
______________________:«El grancanario Orihuela, promotor de las primeras escuelas dominicales cubanas». XIV Coloquio de Historia Canario-Americana. Ediciones del Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria. 2000.
Orihuela, Andrés Avelino de: Tesoro de los poetas españoles y americanos del siglo XIX; escogida colección sobre las composiciones más selectas que se han escrito en verso castellano desde el año 1800. Edición de lujo. Segunda Edición. Madrid. F. S. Madirolas. 1849.
Pérez Carrión, José Antonio: Los canarios en América o influencia de los mismos en el descubrimiento del Nuevo Mundo. La Habana. 1897.
Quintana, Pablo: «Andrés Avelino de Orihuela». Homenaje al profesor Sebastián de la Nuez. Universidad de La Laguna. Santa Cruz de Tenerife. 1991.
Reyes Fernández, Eusebio: «Canarios en la Universidad de La Habana, 1728-1899». Tebeto. Anuario del Archivo Histórico Insular de Fuerteventura. Número V. Especial Canarias-América. Excmo. Cabildo Insular de Fuerteventura. 1992.
Sansón Grandy, José Plácido: «Apuntes [Fracmento (sic) de mi Libro de Memoria]». El Museo Canario. Número 20. Santa Cruz de Tenerife. 27.5.1868.
Poetas españoles y americanos del siglo XIX. 2 vols. París. M. S. Albert. 1851-1853.


2 Queremos expresar nuestro agradecimiento a doña Isabel Borges Estévanez-Murphy, celosa perpetuaria del archivo de su familia, quien con su habitual generosidad nos facilitó el soneto manuscrito de Andrés Avelino de Orihuela, así como a Rosa Suárez Vera que logró, tras largas gestiones, el permiso necesario para reproducir la lámina. Ya en nuestro poder la copia fotográfica del retrato, examinando con Juan Gómez-Pamo las estampas del Fondo Luis Maffiotte de El Museo Canario, encontramos, para nuestra sorpresa, un ejemplar de la litografía, que debe ser uno de los pocos, si no el único, que se conserva en Canarias actualmente.


3 Vide, Bridoux y Mazzini, Victorina. Álbum. Biblioteca Capitalina I. Ayuntamiento de Santa Cruz de Santiago de Tenerife. 2001.


4 Para la biografía de José Vallejo y Galeazo, vide:
Anónimo: «Excmo. Sr. Don José Vallejo y Galeazo». La Ilustración Española y Americana. Madrid. 8.3.1882.
Gallego, Antonio: Historia del grabado en España. Cuadernos de Arte Cátedra. Tercera edición. Madrid. 1999.
Ossorio y Bernard, Manuel: Artistas españoles del siglo XIX. Giner. Madrid. 1995.

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