GALERÍA CANARIA DE RETRATOS
RAMÓN MANCHÓN
por
Carlos Gaviño de Franchy
por
Carlos Gaviño de Franchy
Creemos no equivocarnos si atribuimos al historiador y crítico de arte Jonathan Allen la oportunidad de haber señalado por vez primera -en su estudio incluido en el catálogo de la exposición Modos Modernistas [La cultura del modernismo en Canarias 1900/1925] (1)- la naturaleza canaria de Ramón Manchón, al tiempo que aportaba noticias significativas sobre su excelente trayectoria como ilustrador gráfico.
Lamentaba el profesor Allen en aquel esclarecedor texto, la carencia de testimonios biográficos relativos a la presencia de este artista en nuestro archipiélago, salvo el hecho, por él citado, de su nacimiento en 1883, en el puerto del Arrecife de Lanzarote.
Ramón Manchón Herrera nació, efectivamente, en dicha población, a las tres de la tarde del primero de abril de aquel año, y fue bautizado en la parroquia de San Ginés Obispo cuatro días más tarde. Su padre, don Nicanor Manchón Quílez, natural de Valencia, desempeñaba en la isla el empleo de administrador de la sociedad Pesquería Canario-africana. Había casado en Madrid, en la iglesia parroquial de San Lorenzo, con doña Carolina Herrera Márquez (2).
Nada de particular tiene el establecimiento de esta familia levantina en la aquella isla. Con anterioridad se habían avecindado en Lanzarote otras de similar origen, como los Melgarejo, oriundos de Cieza en Murcia, los Ballester de Mallorca, o los Coll, de estirpe catalana. Gentes laboriosas que procuraban horizontes nuevos en los que desarrollar su proverbial capacidad mercantil, la innata predisposición al comercio de los pueblos mediterráneos. Muchos de ellos triunfaron, ampliaron la capacidad de sus negocios y constituyeron el germen de la futura burguesía arrecifeña, ocupando la posición social que otrora disfrutara una casta anterior vinculada exclusivamente a las labores agrícolas y a su incierta dependencia de los inestables, impredecibles factores climatológicos.
Pero por los motivos que fuera -y pueden ser de variado origen: laborales, económicos, culturales o sanitarios- los Manchón retornaron a la Corte, donde radicaba la rama materna de la familia. Allí residían dos de los abuelos del joven Ramón, don Pascual Herrera y doña Eusebia Márquez emigrados, como tantos otros, de sus originarios solares valencianos y turolenses de Játiva y Alcañíz, respectivamente. Y allí habitaba también su padrino de bautismo, don Antonio Manchón Quílez, hermano de su padre.
En este punto nos parece importante señalar que, aunque ahora olvidado, como sucede con el propio Ramón Manchón, su tío Antonio fue un importante grabador en madera, discípulo de Carlos Capuz en Madrid y de Auguste Trichón en París, que había viajado en su juventud a Londres para estudiar los últimos adelantos en la técnica del grabado, conocimientos que le proporcionaron una considerable fama y que también, suponemos, transmitió a su ahijado y sobrino, nuestro artista (3).
La vida de Ramón Manchón transcurrió, al parecer, en Madrid, donde fundó en 1915 el Salón de Humoristas, certamen del que fue vicepresidente. Jefe del Fomento de las Bellas Artes en el Ministerio de Educación Nacional y secretario general de las Exposiciones y Concursos Nacionales, su estricto sentido de la integridad moral le impidió compaginar su carrera artística con la labor burocrática que desempeñaba, distanciándose con elegancia de cuanto pudiera ir en beneficio de su propia obra, por razón del cargo que ocupaba. Tan sólo una vez al año exponía públicamente en las colectivas que organizaba el mencionado salón.
José Francés, otro de los impulsores de este evento y gran amigo suyo, escribió para el catálogo de la exposición-homenaje que la Asociación de Escritores y Artistas Españoles organizó en 1954, un año después de la muerte de Manchón: Fue, cuando la juventud, apasionada y libre, de los mejores ilustradores de aquella nobles revistas -que no han tenido sucesión- La Esfera y Blanco y Negro. Triunfaba en los concursos de carteles con franca y limpia rivalidad de los Ribas, los Bartolozzi y los Penagos, maestros pariguales.
Mas luego y precisamente logrado ya prestigio definitivo, por honesto y cabal concepto de lealtad, llevado a un límite excesivo, se impuso silencio e hizo dejación voluntaria de éxitos a su obra personal, cada día autosuperada, por estimar incompatible el artista con el funcionario asesor y consejero influyente en el arte ajeno.[…].
Manchón, alto, pálido y rubio, con los ojos huraños, el entrecejo fruncido, las palabras y los ademanes bruscos, fue concentrándose cada vez más, purificándose cada vez más en la depuración de su sensibilidad y su modestia
Lentamente, con una seguridad y una desconfianza alternativas en sí mismo, que le hacían ahincar más en los temas y el estilo, y que le arrastraban a una negligencia desdeñosa, tan admirable por los menos como la concisión rebuscada o la fórmula truquista de otros dibujantes, Ramón Manchón iba domando su arte hasta lograr la sonrisa amable, la tierna tolerancia y la burlona ironía. […]
Y, sin embargo, los dibujos humorísticos, las estampas ilustrativas, las xilografías tan bien trabajadas de Ramón Manchón, no son enfermizos ni decadentes. Su melancolía integral brota de la pura aristocracia de su temperamento. Y así como no hallamos nunca en su estilo y sus armonías cromáticas ninguna disonancia, ninguna chillonería agresiva, la sensación que dejan en nuestra alma sus escenas de la vida cotidiana, sus glosas de la irremediable mesocracia, son también armónicas, suaves, adormecidas, pero saturadas de una amargura difícil de evitar y de olvidar (4).
Para ilustrar la presencia de Ramón Manchón en esta «Galería Canaria de Retratos» contamos con dos caricaturas esenciales, obra de Fernando Fresno, halladas recientemente entre las innumerables que se conservan en el archivo del artista, propiedad de los descendientes del gran dibujante humorístico.
Dos años mayor que Manchón, Fernando Fresno (5) aunaba en su polifacética personalidad la dedicación a las ciencias y el arte. Farmacéutico, catedrático, actor y, por sobre todo, dibujante humorístico, fue quien amplió el radio de influencia de la caricatura personal llevándola a todos los estamentos de la vida social, el creador de la caricatura de todos, como solía orgulloso recordar (6).
Recurramos de nuevo a la palabra contemporánea de José Francés y quedará cerrado el triángulo de amigos: Fresno era, por esencia, potencia y persistencia, el verdadero maestro en este género de narrador gráfico, de cronista facial que significa el caricaturista especializado en reproducir con personal estilo los ajenos rasgos físicos y espirituales de sus contemporáneos.
Y a fe que puso en la, para él gustosa, tarea una dedicación constante, un entusiasmo no desmentido jamás.
Porque de las varias facetas que definían a Fresno -el hombre de ciencia, el comediante, el cineasta, el caricaturista-, era ésta última la que mejor afirma su derecho al perenne recuerdo.
Teatro y Caricatura fueron las dos vocaciones arraigadas de su vida, aparentemente destinada en la adolescencia a trabajos de laboratorio y ejercicio de una profesión donde el prestigio del apellido paterno, Gómez Pamo, no interrumpiera la legítima defusión ecoica. […]
Era conmovedor ver a Fresno en sus últimos años, aureolado ya de legítima gloria, con sus cabellos blancos, humilde y obstinadamente abstraído en el afán de dibujar en su blok de apuntes, entre los grupos de gente que se divertía o pavoneaba en las fiestas sociales, en las reuniones artísticas y las mascaradas políticas, como un repórter primerizo, procurando sorprender actitudes y expresiones indefensas de los que no se sentían observador. Únicamente a otro insaciable de la propia vocación, el marqués de Valdeiglesias, se le veía también así, en plena senectud, tomas «notas de sociedad» en su pequeño blok, sin codicia de verlas publicadas, como Fresno de ver reproducidos sus dibujos. Era el desinterés, el placer por el placer, lo que movía las manos y apresuraba los latidos cordiales de estos dos arquetipos del dibujante y del periodista.[…] (7).
La vinculación artística de Fernando Fresno con Canarias se traduce en una larga serie de caricaturas realizadas durante sus estancias en el archipiélago en ruta hacia América, particularmente las fechadas en 1933, cuando recaló en el archipiélago en compañía de su hija, la actriz Maruchi Fresno, de gira teatral en aquella época (8). Parte de su familia se estableció en Gran Canaria, tras el matrimonio de su hijo don Fernando Gómez-Pamo y López con doña Cándida Guerra del Río y Bosch.
NOTAS
[1] VV. AA.: Modos Modernistas [La cultura del modernismo en Canarias 1900/1925].
Cabildo de Gran Canaria. Ayuntamiento de Las Palmas. Cajacanarias. Las Palmas de Gran Canaria. 2000.
[2] Debo y agradezco a mi entrañable amigo el historiador don Carlos Rodríguez Morales la localización de esta partida de bautismo.
[3] Antonio Manchón Quílez nació en Játiva, Valencia, en 1836. Colaboró en la ilustración de obras como: Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes. Biblioteca Universal Ilustrada. Madrid, 1876; Atlas Geográfico Universal. Astor, Hermanos. Madrid, 1877; El Quijote, en edición de Urbano Manini de 1868 y de la Biblioteca Universal de 1875; La esposa mártir, de Enrique Pérez Escrich. Manini, Hermanos. Madrid 1866, etc., y también en El Arte en España, El Museo Universal, La Ilustración Republicana Federal y La Ilustración Gallega y Asturiana entre otras.
Sobre Antonio Manchón Quílez vide: Pedro CASADO CIMIANO: Diccionario biográfico de ilustradores españoles del siglo XIX. Ollero y Ramos. Madrid, 2006.
[4] Asociación de Escritores y Artistas Españoles. XXXVI Salón de Humoristas. Círculo de Bellas Artes. Madrid. 1954.
Sobre Ramón Manchón Herrera vide Eliseo IZQUIERDO: Periodistas canarios. Siglos XVIII al XX. Propuesta para un diccionario biográfico y de seudónimos. Edición al cuidado de Carlos Gaviño de Franchy. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. Islas Canarias, 2005.
[5] Fernando Gómez-Pamo del Fresno, doctor en Farmacia, profesor de la Universidad Central y conservador de su Museo de Farmacia, nació en Madrid, en el número 5 de la calle de Santa Isabel edificio que actualmente exhibe una placa conmemorativa en recuerdo de los méritos de su padre, también doctor en las misma especialidad científica el día 31 de mayo de 1881 y falleció, en el domicilio de su nacimiento, el 28 de abril de 1949. Fueron sus padres, el doctor don Juan Ramón Gómez-Pamo, catedrático de la Universidad Central de Madrid, académico de la Real de Medicina, senador del Reino y miembro del Real Consejo de Sanidad, y doña María Jesús del Fresno y García, ambos naturales de Arévalo. Casó con doña María de la Gloria López y Álvarez, hija del coronel de caballería don Rafael López Guasco y de doña Adela Álvarez Cabrera de Nevares. El matrimonio tuvo cuatro hijos. Acompañó a S. M. el Rey Don Alfonso XIII a Italia en su viaje oficial, y fue condecorado con la encomienda con placa de la Orden de Alfonso X el Sabio.
[6] Ficha del catálogo de Fernando Fresno.
[7] Op. cit.
[8] Juan GÓMEZ-PAMO GUERRA DEL RÍO:«El cuadernos canario de Fernando Fresno». Aislados. Año III, número 88. El Mundo. Santa Cruz de Tenerife, 9 de febrero de 2001.
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