miércoles, 28 de julio de 2010

Ramón Manchón

GALERÍA CANARIA DE RETRATOS

RAMÓN MANCHÓN

por
Carlos Gaviño de Franchy

    Creemos no equivocarnos si atribuimos al historiador y crítico de arte Jonathan Allen la oportunidad de haber señalado por vez primera -en su estudio incluido en el catálogo de la exposición Modos Modernistas [La cultura del modernismo en Canarias 1900/1925] (1)- la naturaleza canaria de Ramón Manchón, al tiempo que aportaba noticias significativas sobre su excelente trayectoria como ilustrador gráfico.

    Lamentaba el profesor Allen en aquel esclarecedor texto, la carencia de testimonios biográficos relativos a la presencia de este artista en nuestro archipiélago, salvo el hecho, por él citado, de su nacimiento en 1883, en el puerto del Arrecife de Lanzarote.

    Ramón Manchón Herrera nació, efectivamente, en dicha población, a las tres de la tarde del primero de abril de aquel año, y fue bautizado en la parroquia de San Ginés Obispo cuatro días más tarde. Su padre, don Nicanor Manchón Quílez, natural de Valencia, desempeñaba en la isla el empleo de administrador de la sociedad Pesquería Canario-africana. Había casado en Madrid, en la iglesia parroquial de San Lorenzo, con doña Carolina Herrera Márquez (2).

    Nada de particular tiene el establecimiento de esta familia levantina en la aquella isla. Con anterioridad se habían avecindado en Lanzarote otras de similar origen, como los Melgarejo, oriundos de Cieza en Murcia, los Ballester de Mallorca, o los Coll, de estirpe catalana. Gentes laboriosas que procuraban horizontes nuevos en los que desarrollar su proverbial capacidad mercantil, la innata predisposición al comercio de los pueblos mediterráneos. Muchos de ellos triunfaron, ampliaron la capacidad de sus negocios y constituyeron el germen de la futura burguesía arrecifeña, ocupando la posición social que otrora disfrutara una casta anterior vinculada exclusivamente a las labores agrícolas y a su incierta dependencia de los inestables, impredecibles factores climatológicos.

    Pero por los motivos que fuera -y pueden ser de variado origen: laborales, económicos, culturales o sanitarios- los Manchón retornaron a la Corte, donde radicaba la rama materna de la familia. Allí residían dos de los abuelos del joven Ramón, don Pascual Herrera y doña Eusebia Márquez emigrados, como tantos otros, de sus originarios solares valencianos y turolenses de Játiva y Alcañíz, respectivamente. Y allí habitaba también su padrino de bautismo, don Antonio Manchón Quílez, hermano de su padre.

    En este punto nos parece importante señalar que, aunque ahora olvidado, como sucede con el propio Ramón Manchón, su tío Antonio fue un importante grabador en madera, discípulo de Carlos Capuz en Madrid y de Auguste Trichón en París, que había viajado en su juventud a Londres para estudiar los últimos adelantos en la técnica del grabado, conocimientos que le proporcionaron una considerable fama y que también, suponemos, transmitió a su ahijado y sobrino, nuestro artista (3).

   
    La vida de Ramón Manchón transcurrió, al parecer, en Madrid, donde fundó en 1915 el Salón de Humoristas, certamen del que fue vicepresidente. Jefe del Fomento de las Bellas Artes en el Ministerio de Educación Nacional y secretario general de las Exposiciones y Concursos Nacionales, su estricto sentido de la integridad moral le impidió compaginar su carrera artística con la labor burocrática que desempeñaba, distanciándose con elegancia de cuanto pudiera ir en beneficio de su propia obra, por razón del cargo que ocupaba. Tan sólo una vez al año exponía públicamente en las colectivas que organizaba el mencionado salón.

    José Francés, otro de los impulsores de este evento y gran amigo suyo, escribió para el catálogo de la exposición-homenaje que la Asociación de Escritores y Artistas Españoles organizó en 1954, un año después de la muerte de Manchón: Fue, cuando la juventud, apasionada y libre, de los mejores ilustradores de aquella nobles revistas -que no han tenido sucesión- La Esfera y Blanco y Negro. Triunfaba en los concursos de carteles con franca y limpia rivalidad de los Ribas, los Bartolozzi y los Penagos, maestros pariguales.

    Mas luego y precisamente logrado ya prestigio definitivo, por honesto y cabal concepto de lealtad, llevado a un límite excesivo, se impuso silencio e hizo dejación voluntaria de éxitos a su obra personal, cada día autosuperada, por estimar incompatible el artista con el funcionario asesor y consejero influyente en el arte ajeno.[…].

    Manchón, alto, pálido y rubio, con los ojos huraños, el entrecejo fruncido, las palabras y los ademanes bruscos, fue concentrándose cada vez más, purificándose cada vez más en la depuración de su sensibilidad y su modestia

   
    Lentamente, con una seguridad y una desconfianza alternativas en sí mismo, que le hacían ahincar más en los temas y el estilo, y que le arrastraban a una negligencia desdeñosa, tan admirable por los menos como la concisión rebuscada o la fórmula truquista de otros dibujantes, Ramón Manchón iba domando su arte hasta lograr la sonrisa amable, la tierna tolerancia y la burlona ironía. […]

    Y, sin embargo, los dibujos humorísticos, las estampas ilustrativas, las xilografías tan bien trabajadas de Ramón Manchón, no son enfermizos ni decadentes. Su melancolía integral brota de la pura aristocracia de su temperamento. Y así como no hallamos nunca en su estilo y sus armonías cromáticas ninguna disonancia, ninguna chillonería agresiva, la sensación que dejan en nuestra alma sus escenas de la vida cotidiana, sus glosas de la irremediable mesocracia, son también armónicas, suaves, adormecidas, pero saturadas de una amargura difícil de evitar y de olvidar (4).

    Para ilustrar la presencia de Ramón Manchón en esta «Galería Canaria de Retratos» contamos con dos caricaturas esenciales, obra de Fernando Fresno, halladas recientemente entre las innumerables que se conservan en el archivo del artista, propiedad de los descendientes del gran dibujante humorístico.

   

    Dos años mayor que Manchón, Fernando Fresno (5) aunaba en su polifacética personalidad la dedicación a las ciencias y el arte. Farmacéutico, catedrático, actor y, por sobre todo, dibujante humorístico, fue quien amplió el radio de influencia de la caricatura personal llevándola a todos los estamentos de la vida social, el creador de la caricatura de todos, como solía orgulloso recordar (6).

    Recurramos de nuevo a la palabra contemporánea de José Francés y quedará cerrado el triángulo de amigos: Fresno era, por esencia, potencia y persistencia, el verdadero maestro en este género de narrador gráfico, de cronista facial que significa el caricaturista especializado en reproducir con personal estilo los ajenos rasgos físicos y espirituales de sus contemporáneos.

    Y a fe que puso en la, para él gustosa, tarea una dedicación constante, un entusiasmo no desmentido jamás.

    Porque de las varias facetas que definían a Fresno -el hombre de ciencia, el comediante, el cineasta, el caricaturista-, era ésta última la que mejor afirma su derecho al perenne recuerdo.

    Teatro y Caricatura fueron las dos vocaciones arraigadas de su vida, aparentemente destinada en la adolescencia a trabajos de laboratorio y ejercicio de una profesión donde el prestigio del apellido paterno, Gómez Pamo, no interrumpiera la legítima defusión ecoica. […]

   

    Era conmovedor ver a Fresno en sus últimos años, aureolado ya de legítima gloria, con sus cabellos blancos, humilde y obstinadamente abstraído en el afán de dibujar en su blok de apuntes, entre los grupos de gente que se divertía o pavoneaba en las fiestas sociales, en las reuniones artísticas y las mascaradas políticas, como un repórter primerizo, procurando sorprender actitudes y expresiones indefensas de los que no se sentían observador. Únicamente a otro insaciable de la propia vocación, el marqués de Valdeiglesias, se le veía también así, en plena senectud, tomas «notas de sociedad» en su pequeño blok, sin codicia de verlas publicadas, como Fresno de ver reproducidos sus dibujos. Era el desinterés, el placer por el placer, lo que movía las manos y apresuraba los latidos cordiales de estos dos arquetipos del dibujante y del periodista.[…] (7).

   
    La vinculación artística de Fernando Fresno con Canarias se traduce en una larga serie de caricaturas realizadas durante sus estancias en el archipiélago en ruta hacia América, particularmente las fechadas en 1933, cuando recaló en el archipiélago en compañía de su hija, la actriz Maruchi Fresno, de gira teatral en aquella época (8). Parte de su familia se estableció en Gran Canaria, tras el matrimonio de su hijo don Fernando Gómez-Pamo y López con doña Cándida Guerra del Río y Bosch.


NOTAS


[1] VV. AA.: Modos Modernistas [La cultura del modernismo en Canarias 1900/1925].
Cabildo de Gran Canaria. Ayuntamiento de Las Palmas. Cajacanarias. Las Palmas de Gran Canaria. 2000.

[2] Debo y agradezco a mi entrañable amigo el historiador don Carlos Rodríguez Morales la localización de esta partida de bautismo.

[3] Antonio Manchón Quílez nació en Játiva, Valencia, en 1836. Colaboró en la ilustración de obras como: Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes. Biblioteca Universal Ilustrada. Madrid, 1876; Atlas Geográfico Universal. Astor, Hermanos. Madrid, 1877; El Quijote, en edición de Urbano Manini de 1868 y de la Biblioteca Universal de 1875; La esposa mártir, de Enrique Pérez Escrich. Manini, Hermanos. Madrid 1866, etc., y también en El Arte en España, El Museo Universal, La Ilustración Republicana Federal y La Ilustración Gallega y Asturiana entre otras.
Sobre Antonio Manchón Quílez vide: Pedro CASADO CIMIANO: Diccionario biográfico de ilustradores españoles del siglo XIX. Ollero y Ramos. Madrid, 2006.

[4] Asociación de Escritores y Artistas Españoles. XXXVI Salón de Humoristas. Círculo de Bellas Artes. Madrid. 1954.
Sobre Ramón Manchón Herrera vide Eliseo IZQUIERDO: Periodistas canarios. Siglos XVIII al XX. Propuesta para un diccionario biográfico y de seudónimos. Edición al cuidado de Carlos Gaviño de Franchy. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. Islas Canarias, 2005.

[5] Fernando Gómez-Pamo del Fresno, doctor en Farmacia, profesor de la Universidad Central y conservador de su Museo de Farmacia, nació en Madrid, en el número 5 de la calle de Santa Isabel edificio que actualmente exhibe una placa conmemorativa en recuerdo de los méritos de su padre, también doctor en las misma especialidad científica el día 31 de mayo de 1881 y falleció, en el domicilio de su nacimiento, el 28 de abril de 1949. Fueron sus padres, el doctor don Juan Ramón Gómez-Pamo, catedrático de la Universidad Central de Madrid, académico de la Real de Medicina, senador del Reino y miembro del Real Consejo de Sanidad, y doña María Jesús del Fresno y García, ambos naturales de Arévalo. Casó con doña María de la Gloria López y Álvarez, hija del coronel de caballería don Rafael López Guasco y de doña Adela Álvarez Cabrera de Nevares. El matrimonio tuvo cuatro hijos. Acompañó a S. M. el Rey Don Alfonso XIII a Italia en su viaje oficial, y fue condecorado con la encomienda con placa de la Orden de Alfonso X el Sabio.

[6] Ficha del catálogo de Fernando Fresno.

[7] Op. cit.

[8] Juan GÓMEZ-PAMO GUERRA DEL RÍO:«El cuadernos canario de Fernando Fresno». Aislados. Año III, número 88. El Mundo. Santa Cruz de Tenerife, 9 de febrero de 2001.

sábado, 24 de julio de 2010

Pierre Marie Auguste Broussonnet


PIERRE MARIE AUGUSTE BROUSSONNET [1761-1807]

Comisario de Relaciones Comerciales de Francia en la Islas Canarias [1800-1803]
por
Carlos Gaviño de Franchy

     De la estancia del comisario [1] Mr. Auguste Brussonnet en Tenerife da cuenta en su Diario don Juan Primo de la Guerra [2], con algunos significativos detalles que ponen de manifiesto que hubo entre ellos cierta amistad. La madre y hermanas del vizconde de Buen Paso apreciaban la buena educación de la mujer y las hijas del naturalista francés, quien desempeñó en las Islas, por un periodo de tres años, la comisión diplomática que le había sido encargada por el recientemente nombrado primer cónsul, Napoleón Bonaparte, el primero de mayo de 1800.

    Mientras ejerció su cargo consular -en el que sustituyó al abate Pierre François Clerget- estuvo asistido por el subcomisario o vicecónsul Mr. Louis Gros, y a partir del día quince de octubre de 1802, en que cesó en el mismo, pasó Gros a ostentarlo en calidad de interino [3].

    La familia Broussonnet tuvo casa en el puerto de Santa Cruz, en la que agasajaban a sus amigos isleños y a cualesquiera extranjeros cultos que visitaban el archipiélago [4]. Pero también la tuvieron de temporada en La Laguna, en el umbroso camino de San Diego. Es probable que alquilaran para tal efecto la que se encontraba en la hacienda conocida como El cercado del marqués, cuyo propietario lo era el del Sauzal y la Candia, edificio que aún se conserva y que es uno de los pocos de la ciudad, si no el único, que dispone de chimenea en el salón principal. Acaso este raro ejemplo de confort en una vivienda lagunera se deba a iniciativa de su antiguo inquilino, el ciudadano Broussonnet [5].

    Poco se sabe de la labor de Broussonnet en las Islas y de sus cometidos diplomáticos no ajenos del todo al espionaje, si nos atenemos al contenido de la carta que escribió en 1802 al ministro de Relaciones Exteriores de la República, Charles Maurice de Talleyrand-Perigord, en la que le propone la anexión a Francia de la Isla de La Palma [6], adicta según su opinión a los intereses galos.

    De su actividad como naturalista debemos suponer que herborizó en las islas -al menos en Tenerife y en La Palma- ya que ha quedado constancia del hecho de haber proporcionado a Bory de Saint Vincent una lista que sirvió a éste para redactar su catálogo, en el que se incluyen cuatrocientas sesenta y siete especies de plantas [7], y el propósito nunca realizado de publicar un estudio sobre los endemismos canarios.

    También parece que asesoró a su amigo el marqués de Villanueva del Prado, don Alonso de Nava-Grimón, en su proyecto de creación de un jardín botánico [8].

    El miércoles 5 de abril de 1803, en el transcurso de la Semana Santa, anota el vizconde en sus apuntes: Yo vine del Valle el dicho miércoles por la mañana. Cuando entraba en la ciudad salía de ella el comisario Mr. Augusto Broussonnet, acompañado de otro francés. He sabido que iba para el Puerto de La Orotava, de donde se embarcará con su familia en estos días para Inglaterra y que de allí pasará a Francia. Se dice que irá después al Cabo de Buena Esperanza, y que al hacer este viaje volverá a esta isla [9]. Seis meses habían transcurrido desde su cese.
    Hemos hallado tres retratos de busto de Pierre Marie Auguste Broussonnet. Dos de ellos proceden de la misma plancha abierta al buril. Su autor, Ambroise Tardieu, se sirvió de una técnica conocida como grabado a los puntos para tallar el fondo del mismo. Son láminas similares, pero en una de ellas el retrato ha sido embutido en un óvalo, siguiendo la norma frecuente para aquellos que eran realizados con témpera u óleo en miniatura.

    Tardieu, grabador y mercader de estampas, nació en París el dos de marzo de 1788 y falleció en la misma ciudad el 17 de enero de 1841. Hijo de Antoine François Tardieu l’Estrapade, recibió enseñanzas de su tío Pierre Alexandre Tardieu, ambos parientes y miembros de esta saga de artistas. Fue grabador geógrafo del Depósito de la Marina, del de las Fortificaciones y de la Administración de Puertos. Fue asimismo tratante de grabados, de cartas geográficas y librero. Grabó entre 1820 y 1828, numerosos retratos y editó, según E. Benezit [10], una colección de ochocientas efigies, imprescindible a la hora de consultar la iconografía de los personajes célebres de la República. Publicó también buenos atlas y una Galería de los uniformes de los guardias nacionales de Francia.





    El tercero de estos retratos que representan a Auguste Broussonnet es una litografía obra del célebre Antoine Maurin [1793-1860], dibujante y litógrafo de quien ya hemos hecho mención en una entrega anterior [11]. Fue estampado después del fallecimiento del botánico en 1807 y forma parte de una Galería de Naturalistas.











NOTAS

[1] Escribe Primo de la Guerra en su Diario, pp. 44-45: «10 de julio [de 1800] en el Valle de Guerra. […]. Quedaron en la casa de la ciudad mi hermana Teresa, acompañada de mí tía doña María de la Guerra, quienes han estado dos veces a vernos acompañadas de don Luis Gros, subcomisario de la República de Francia en estas Islas.
Este extranjero es natural de la Rochela; ha pasado algún tiempo en París, en donde casó; ha viajado por diversas provincias de la Francia y, con motivo de la guerra, ha salido a otros países confinantes. Por los años de 97 o 98 pasó a esta isla, habiendo a algunas leguas de aquí experimentado una fuerte tormenta la embarcación del capitán Baudin, a cuyo bordo venían algunos naturalistas que de orden del Gobierno iban a la isla de la Trinidad para hacer allí sus observaciones. En esta compañía venía el ciudadano Gros. Su introducción con el marqués de Villanueva del Prado le ofreció la proporción de permanecer en el país. A poco tiempo fue hecho vicecónsul de Francia, a cuyo empleo se le ha dado últimamente la denominación de subcomisario, siendo comisario el que antes se llamaba cónsul, que lo es en el día, el ciudadano Broussonnet».

[2] Juan PRIMO DE LA GUERRA: Diario I [1800-1807]. Edición e introducción por Leopoldo de La Rosa Olivera. Aula de Cultura de Tenerife. Biblioteca de Autores Canarios. Madrid. 1976.

[3] Pierre Marie Auguste Broussonnet nació el 19 de enero de 1761 en Montpellier, hijo de François Broussonnet [1722-1792] médico de profesión, y naturalista aficionado. Su inclinación al estudio de la naturaleza se debe a la influencia sobre él ejercida por su padre y por un amigo de éste, Antoine Gouan [1733-1821], amante también de las ciencias naturales.
En 1779 obtiene el doctorado en Medicina en la prestigiosa Universidad ubicada en su localidad natal, al tiempo que presenta su primera memoria dedicada al estudio de los peces.
En 1780 se instala en Londres y traba contacto con varios de los más ilustres naturalistas establecidos en Inglaterra: Sir Joseph Banks [1743-1820], Johann Reinhold Foster [1729-1798], Daniel Solander [1733-1782], Alexander Dalrymple [1737-1808], Anders Sparrman [1748-1820], John Sibthorp [1758-1796] y James Edward Smith [17859-1828].
En 1781 ingresa Broussonnet en la Royal Society con el apoyo de Sir Joseph Banks y publica la primera parte de un trabajo sobre los peces, Ichthyologiae Decas I, basado en los especimenes que le había comunicado su protector. En 1782 vuelve a París y lleva con él un pie de Ginkgo biloba, el primero de que se tiene noticia en Francia.
En 1785 es admitido en la Academia de Ciencias.
En 1789 es nombrado miembro de la Asamblea legislativa por el partido de los Girondinos, y fue luego proscrito y exilado, pasando a España, Portugal y Marruecos, países en los que prosiguió sus estudios de Historia Natural. De vuelta a Francia durante el Consulado, fue nombrado cónsul en Mogador y, posteriormente, en las Islas Canarias.
Tras su estancia en las islas ejerció como profesor de Botánica en Montpellier, ciudad en la que falleció el 27 de julio de 1807.
Broussonnet fue el primero en aplicar a la zoología el sistema de nomenclatura y de clasificación de Linneo.
Vide, M. N. BOUILLET: Dictionnaire universel d’histoire et de géographie. Librairie de L. Hachette et c. París. 1867.

[4] Martes 15, [de julio de 1800] en La Laguna. Ayer mañana, bien temprano, salió del Valle el ciudadano Gros, quien en la tarde anterior había llegado acompañando a mi tía y a mi hermana Teresa. Vino a la ciudad y de aquí bajó a Santa Cruz para asistir a un convite que dio el comisario Broussonnet, por día en que celebran los franceses el establecimiento o constitución de su República». Op. cit., p. 46.

[5] […]. Mis hermanas fueron con la marquesa de Villanueva y la del comisario de Francia, el ciudadano Broussonnet, quien actualmente se halla en la casa de un cercado que posee el marqués del Sauzal, situado en el propio camino de San Diego. Mi hermana me escribe de la buena sociedad de las damas de Broussonnet y que su hija cantó. […].». Op. cit., p. 121.

[6] Antonio RUIZ ÁLVAREZ:«La isla de La Palma en 1802. Informe del cónsul francés Augusto Broussonnet a Talleyrand». Revista de Historia Canaria. Tomo XXVI, pp.100-111. La Laguna de Tenerife. 1960.

[7] Carlos GAVIÑO DE FRANCHY: «Galería canaria de retratos. Bory de Saint Vincent». El Museo Canario. Noticias. Número 11, pp. 26-29. Las Palmas de Gran Canaria. 2004.

[8] Miércoles 6 de octubre [de 1802], en el Valle. […]. He leído en estos días y espero aún el cuarto volumen de una obra recientemente publicada en Francia con el título de Los Misterios de Udolfo. Es una novela moral cuyos hechos se atribuyen al siglo XV. Se dice que es obra de la condesa de Genlis y pertenece al comisario Broussonnet. Mi hermana me da noticia en 2 del corriente de haber entrado en Santa Cruz algunas embarcaciones de guerra holandesas cuyo destino es el Cabo de Buena Esperanza, a encargarse de aquellas posesiones que les devuelve la Inglaterra a el gobernador. Algunas damas y otras personas de esta expedición han subido a La Laguna y han estado en casa de Nava y en su jardín por recomendación de Brousssonnet.[…]». Op. cit., pp. 134-135.

[9] Op. cit., pp. 174.

[10] E. BENEZIT: Dictionnaire critique et documentaire des peintres, sculpteurs, dessinateurs et graveurs …Librería Gründ. París. 1976.

[11] Carlos Gaviño DE FRANCHY: « Galería canaria de retratos. Dumont d’Urville». El Museo Canario. Noticias. Número 16, pp. 32-35. Las Palmas de Gran Canaria. 2006.

viernes, 23 de julio de 2010

Dumont D´Urville

DUMONT D’URVILLE
por
Carlos Gaviño de Franchy

    La corbeta La Coquille, a la que el almirantazgo francés, por orden de Carlos X, había encomendado diversas misiones expedicionarias en el océano Pacífico, arribó a la rada de Santa Cruz de Tenerife en tres ocasiones durante el segundo cuarto del siglo XIX.
    La primera de ellas en 1822, al mando del teniente de navío Louis Isidore Duperrey, quien traía a sus órdenes, como segundo jefe, al que luego fuera célebre marino Jules Sébastien César Dumont D’Urville [1].
    Rebautizado este navío con el nombre de L’Astrolabe, en recuerdo de uno de los barcos perdidos de La Pérouse, permaneció fondeado en la ensenada de Santa Cruz desde los días 13 al 21 de junio de 1826, en su segunda visita.
    Posteriormente recaló este navío, con la también corbeta La Zélée, en el viaje emprendido por Dumont D’Urville al Polo Sur y Oceanía, el año 1837.

    Resulta indiscutible, por tanto, que al menos en estas tres ocasiones, Dumont D’Urville desembarcara en la isla de Tenerife, acompañado por un grupo excepcional de colaboradores, entre los que figuraban el naturalista Lesson, que se ocupó de los estudios zoológicos de la primera expedición, y los pintores Ernest Goupil y Louis Auguste de Sainson, que ilustraron con espléndidas láminas el último de los viajes.

   
    Publicamos en esta entrega dos retratos litográficos de Dumont D’Urville, fechados en 1838 y 1840, ambos del lápiz del artista Antoine Maurin [1793-1860]. El que lo figura entre los mástiles y las jarcias de un navío se encuentra inserto en el primer volumen del Atlas [2]. Antoine, discípulo de su padre el también pintor Pierre Maurin, expuso en el Salones de París de 1834 y 1836, y podemos afirmar que las estampas que representan a Dumont corresponden a uno de los mejores momentos de la carrera del dibujante, en la cúspide de su fama como retratista oficial. Autor de un sinnúmero de litografías que componían amplias galerías temáticas de celebridades, sus obras son hoy estimadas y apetecidas, particularmente aquellas que fueron iluminadas manualmente, técnica artesanal en la que se alcanzó, en este periodo, una notable calidad nunca superada.
    René Primevère Lesson [3], compañero de viaje de Dumont en su primera estancia, redactó los dos tomos dedicados a la zoología.

    El humor sombrío y desabrido del que hace gala el joven naturalista en su narración parece oscurecerse, aún más, a medida que la corbeta se acerca a la villa y puerto de Santa Cruz de Tenerife y la autoridad sanitaria del mismo se ve obligada a imponerle una cuarentena de ocho días, a causa de su procedencia, permaneciendo fondeados desde el día 28 hasta el 30 de agosto de 1822.

    A medida que nos acercábamos a Tenerife -escribe Lesson- recordábamos todo cuanto se había escrito sobre esta isla. Por mi parte, ya estaba harto de todo lo que dicen de ella los viajeros: su sempiterno pico del Teide y su caldera, sus guanches, su drago que parece datar del diluvio, y esa familia Cólogan cuyo nombre se repite en todas las relaciones, me venían una y otra vez a la memoria.
    Pero Lesson no ha cumplido aún la treintena, y se lamenta: ¡qué voluble es el alma humana! En cuanto nos fue prohibida la entrada en Tenerife, se me despertaron los deseos de recorrer su superficie tan repentinamente como un acceso de fiebre. Lo que había desdeñado me pareció digno de verse, y cien veces al día, confinado en el puente de La Coquille, dirigiendo el catalejo hacia la ciudad y sus alrededores, maldecía a estos españoles que mantienen en cuarentena a personas saludables y en plena forma. Aunque, bien mirado, nos hicieron un gran favor: las enfermedades más mortales hacen estragos entre esa población corrompida, y nunca hace escala allí un barco sin que se contagie su tripulación con las enfermedades más pertinaces y repugnantes. Semejantes a esos frutos seductores por su aspecto exterior, pero con el interior roído por los gusanos, hay muy pocas mujeres del vulgo en Tenerife que no estén gangrenadas por enfermedades vergonzosas o devoradas por una sarna de la peor especie. Leyéndole quedan claras, desde luego, las relaciones sociales que pretendía entablar entre nosotros el pletórico y fogoso Lesson, y cuales eran, primordialmente, sus intereses zoológicos.

    Su retrato fue grabado por el calcógrafo parisino Louis François Couché [1782-1849], e ilustra una de sus obras publicadas.
    Las narraciones que relatan las peripecias de estas expediciones, poco o nada nuevo aportan a la literatura de viajes relativa al archipiélago. Las visitas al gabinete de curiosidades del doctor don Juan de Meglioriny y al liceo francés establecido por Sabino Berthelot y su amigo Mr. Aubert en el vetusto caserón de los marqueses del Sauzal en La Orotava son, con otras pocas notas de color local, los únicos argumentos frescos y diferenciadores en una tradición literaria cuyos textos acaban por aburrir al lector, harto de su homogeneidad y similitud, resultado de ser la mayor parte de ellos, copias y malas traducciones unos de otros.
    Verdaderamente singular nos parece, en cambio, la aportación gráfica de la misión de D’Urville, que contribuyó a la divulgación de un elevado número de vistas exóticas en una Europa romántica, ansiosa de paisajes que reflejaban costumbres misteriosas y comportamientos lejanos.
    Y es aquí donde radica la importancia de las dos láminas que el navegante incluyó en su Atlas. Ninguna imagen anterior había representado a las islas con la calidad artística con la que estas estampas las mostraron a centenares de potenciales visitantes. Habría que esperar aún seis años para que viera la luz la magnífica Histoire Naturelle des Iles Canaries de Berthelot, impresa por Béthune, que constituye un hito en cuanto a la reproducción litográfica de vistas del archipiélago.
    Las ilustraciones, que en este tipo de libros se ofertaban sueltas al poner en venta la edición, se agotaron pronto, y comenzaron ha ser deshojados los volúmenes en los que se encontraban insertas con el fin de convertir las litografías coloreadas, una vez enmarcadas, en cuadros. El Atlas de Dumont D’Urville es hoy un libro rarísimo, y cuando aparece en el mercado un ejemplar completo y en buen estado, alcanza precios que pocas bibliotecas institucionales pueden pagar [4].




    Santa Cruz está situada en una hondonada, al pie de una pendiente pronunciada; algunos campanarios y unos miradores o terrazas rompen la uniformidad de la línea sobre la que se extienden estas construcciones. No se ve nada verde en los flancos desgarrados de las moles basálticas que forman una especie de muralla en torno a la ciudad y la ensenada. Un calor sofocante emana de estas aristas volcánicas.
    Entramos en Santa Cruz por una puerta de madera. La ciudad nos pareció grande y agradable; sus calles rectas, anchas y aireadas tienen aceras adoquinadas con piedras redondas y desiguales, bordeadas por unas losetas de lava. La calzada es polvorienta y llena de pequeños guijarros; las casas presentan un aspecto agradable. Con frecuencia un amplio patio, rodeado de columnas que sostienen las galerías, sirve de vestíbulo y almacén. En el centro, unos aljibes recogen las aguas de la lluvia; luego esta agua son filtradas en unos depósitos de piedra porosa cuyo recipiente superior, sostenido po0r unos adornos de tipo moruno, está rodeado de plantas acuáticas. La escalera, situada en uno de los laterales del patio, conduce a una construcción que, todo lo más, tiene dos plantas. Las habitaciones, cuyo techo deja ver unas largas vigas, parecen desoladoras, pues son demasiado grandes; sin embargo, por este motivo, se siente en estas casas un frescor que el calor del clima hace verdaderamente deseable. Las paredes, únicamente enjalbegadas, están cubiertas de cuadros devotos, de grabados y de pequeños espejos. […].



    […] Sin embargo, a la vista de La Laguna el terreno tomó mejor aspecto: a nuestra derecha se extendía un bosque verde y frondoso; ante nosotros había campos de maíz, de trigo, de mijo, que llegaban hasta el mismo pie de la ciudad. Esta depresión, hoy cultivada, antaño estaba cubierta de agua.
    Nos detuvimos en La Laguna, antigua capital de la isla, en decadencia desde que la erupción de 1706 determinó la fundación de Santa Cruz. A partir de entonces, la población mercantil fue absorbida por esta última ciudad, y La Laguna resiste con mucha dificultad el dinamismo de su competidora. Sus casas son grandes y están bien construidas; las calles son anchas, aunque llenas de hierba. […].


[Estas descripciones están tomadas de PICÓ, B. y CORBELLA, D.: Viajeros franceses a las Islas Canarias. Instituto de Estudios Canarios. Güímar. 2000].




NOTAS


[1] Jules Sébastien César Dumont D’Urville, nació el 23 de mayo de 1790 en Condé sur Noireau, Calvados, Francia, hijo de un magistrado local, Jean François Dumont, señor d’Urville, y de Jeanne Françoise Julie Victoire de Croisilles. Huérfano tempranamente su educación fue encomendada a un tío materno, el abate de Croisilles, quien lo confió al Colegio de Bayeux y, posteriormente, al Liceo de Caen. A los diecisiete años entra en la Marina, prosiguiendo sus estudios en Toulon, ciudad en la que conoce a la que sería su esposa, Adèle Pepin, hija de un relojero, y casa con ella el primero de mayo de 1815.
En 1820, y en calidad de guardiamarina, presencia el descubrimiento de la Venus de Milo y convence al embajador de Francia en Constantinopla para que la adquiera en nombre del gobierno de su país.
Con Duperrey realiza en 1822 su primer viaje de circunnavegación del mundo, que repetiría dos veces más a lo largo de su vida. Las ciencias de la naturaleza deben a Dumont el conocimiento de multitud de especies, así como el descubrimiento de nuevas tierras y sus habitantes. En 1830 le fue encomendado conducir a su exilio británico a Carlos X.
En 1837, con el apoyo del rey Luis Felipe, intenta por segunda alcanzar el Polo Sur y hallará en su camino un paraje inexplorado al que, en homenaje a su esposa, bautizará como Terre Adélie.
El 8 de mayo de 1842, acompañado por su mujer y su único hijo, a la vuelta de Versalles, perecerán los tres en la primera gran catástrofe ferroviaria, a la altura de Meudon.

[2] Editado por Gide. Forma parte del Voyage au pôle Sud et dans l’Océanie sur les corvettes L’Astrolabe et La Zelee, exécuté par ordre du Roi pendant les années 1837-1838-1839-1840 sous le commandement de M. J. Dumont d’Urville publié par le ministère de la marine et sous la direction de M. Jacquinot, capitaine de vaisseau. Histoire du voyage. París, Gide et Vincent-Dumoulin, 1841-1846. Atlas pittoresque.

[3] René Primevère Lesson. Nacido en Cabane-Carée, Rochefort, Charente-marítimo, el 20 de marzo de 1794, y fallecido en la misma ciudad el 28 de abril de 1849. Farmacéutico y botánico. Pintor naturalista. Escribió los dos volúmenes de zoología de la publicación del viaje de La Coquille. Participó como segundo cirujano y farmacéutico en la campaña de circunnavegación a bordo de esta corbeta, a las órdenes de Duperrey y de Dumont, de 1822 a 1825.

[4] La Ville de Laguna. Ile de Ténériffe. Dibujo de Ernest Goupil, litografiado por Emile Lassalle. Litografía de Thierry Frères. París. Editado por Gide. Forma parte del Voyage au pôle Sud et dans l’Océanie sur les corvettes L’Astrolabe et La Zelee, exécuté par ordre du Roi pendant les années 1837-1838-1839-1840 sous le commandement de M. J. Dumont d’Urville publié par le ministère de la marine et sous la direction de M. Jacquinot, capitaine de vaisseau. Histoire du voyage. París, Gide et Vincent-Dumoulin, 1841-1846. Atlas pittoresque, pl. 1.
Sainte Croix de Ténériffe. Canaries. Louis Auguste de Sainson, pintor oficial del almirantazgo francés, que tomó parte en la segunda expedición es el autor del dibujo. Guérard y V. Adam lo litografiaron. Litografía de Langlumé. J. Tastu, editor. Pl. 7.
Voyage de la corvette L’Astrolabe execute pendant les années 1826, 1827, 1828 y 1829 sous le commandement de M. Jules Dumont D’Urville, capitaine de vaisseau.
J. Tastu, editeur. París. MD CCC XXX III. 5 volúmenes en folio (545 x 390 mm).

martes, 20 de julio de 2010

José Plácido Sansón y Grandy

GALERÍA CANARIA DE RETRATOS

JOSÉ PLÁCIDO SANSÓN Y GRANDY
[1815-1875]
por
Carlos Gaviño de Franchy

           Entre los viejos papeles de la biblioteca de un amigo, sujeto muy aficionado a las cosas de la tierra canaria, hallé la autobiografía inédita de José Plácido Sansón, la cual quiero reproducir en este libro. La obra de referencia, escrita de puño y letra de José Plácido, forma un grueso volumen con el título de Apuntes biográficos. De este curioso manuscrito reproduzco los apuntes que abarcan hasta el año 1846, año en que termina la forma autobiográfica del libro. Desde el año 1846 en adelante Sansón adopta en su obra la forma de diario. Con estas líneas comienza Sebastián Padrón Acosta el capítulo dedicado a José Plácido Sansón Grandy en su obra Poetas canarios de los siglos XIX y XX, publicada después del fallecimiento del autor [1], en edición al cuidado del profesor Sebastián de la Nuez Caballero.

        ¡Cuántas veces nos habremos preguntado quién sería el feliz propietario del grueso volumen! Con los escasos medios de reproducción de originales de que disponía el culto investigador y la premura a que se veía obligado para entregar a tiempo estos trabajos, inicialmente elaborados como guiones radiofónicos, ¡cuántas enjundiosas lagunas quedarán por estudiar, si es que aún se conserva el citado manuscrito autobiográfico!

        La mayor parte de la obra de nuestros escritores decimonónicos permanece en el olvido. Sus rostros y biografías nos son, frecuentemente, desconocidos. La abulia, el abandono y, particularmente, el miedo al contagio de la terrible tuberculosis pulmonar, el mal del siglo que padecieron tantos de ellos, o sus familiares más cercanos hasta bien entrada la centuria siguiente, hicieron que desapareciera una parte cuantiosa de la documentación, que fue entregada preventivamente a las llamas, por consejo de los facultativos como medida higiénica para evitar la propagación de la enfermedad. Los médicos, ante la creencia común de la pervivencia de los microbios en el papel y la ropa, llegaron a divulgar en la prensa estadísticas que cuantificaban las posibilidades de transmisión calculando el riesgo por centímetros cuadrados de superficie que hubiera estado en contacto con el paciente. Libros y manuscritos fueron las víctimas predilectas de esta universal hoguera, especialmente si el enfermo de tisis compartía la costumbre generalizada de humedecer el índice con saliva para pasar las hojas.
      Al incluir en esta Galería el retrato de Andrés Avelino de Orihuela [2], anunciábamos como próxima la publicación de los de José Plácido Sansón y Grandy y Ricardo Murphy y Meade, únicos poetas canarios que figuran en su Tesoro de los poetas españoles y americanos del siglo XIX; escogida colección sobre las composiciones más selectas que se han escrito en verso castellano desde el año 1800, impreso en Madrid en 1849.

    Lamentablemente, la lámina litografiada que representa a José Plácido Sansón y Grandy de busto, carece de los méritos que destacábamos en la espléndida estampa que Vallejo y Galeazo realizara de Orihuela. Todo lo que en aquella es maestría y soltura, es en ésta apocamiento y titubeo de principiante. Unas iniciales ilegibles, situadas a la derecha de la imagen, ocultan el nombre del inexperto operario que la realizó, a quien no nos atrevemos a llamar artista. Fue estampada en la Imprenta Bertants, rue Cadet 11, de París. El interés de esta rara pieza estriba precisamente en ser el único retrato conocido hasta ahora del escritor.

***
            La familia Sansón se estableció en la isla de Tenerife a comienzos del siglo XVIII en la persona del alférez de milicias Cristóbal Plácido Sansón, hijo de Olivier Sansón y Marguerite Legoux, ambos originarios del puerto bretón de Saint Malo, que casó en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de La Orotava, el día 22 de agosto de 1706, con María González Velázquez de Abreu, y fueron terceros abuelos de José Plácido.

            José Plácido Froilano Sansón y Grandy, nació el día cuatro y fue bautizado el trece de agosto de 1815 [3], en la parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, llevándolo a la pila doña Ángela Caviedes de Grandy, natural de Sevilla, sin duda pariente suya. Su padre, don José Bernardo Sansón Díaz y Freire, regidor decano del ayuntamiento de la citada villa, ostentó la vara de alcalde accidentalmente en 1814, resultando electo para desempeñar dicho cargo en 1818 y 1827 [4]. Don José Sansón, honrado y celoso patricio, pospuso siempre el interés individual al público; desempeñó varias veces la alcaldía, y no descansó hasta que vio adoptado su plan de traer a Santa Cruz las aguas del monte de Aguirre, para lo cual fue necesario cortar el risco. Con este motivo se captó el aprecio del general don Francisco Tomás Morales. Experimentó grandes disgustos, se quedó casi ciego, enfermó de perlesía, y después de arrastrar una existencia de imbécil (¡Él que tan claro entendimiento había poseído!) por espacio de algunos años, falleció el de 1844, olvidado de los amigos… La muerte de mi padre influyó horriblemente en mi mala estrella posterior. ¡Me faltó el apoyo de sus relaciones y de su larga experiencia del mundo! [5].

            Don José Sansón había casado en dos ocasiones. La primera, con doña Juana de Grandy y del Castillo, de estirpe italiana [6] y la segunda, con una prima pobre de ésta, doña Magdalena del Castillo y de la Cruz, para lo cual hubo de incoarse un expediente de dispensa por afinidad lícita en segundo grado.

            Del matrimonio con doña Juana de Grandy nacieron cuatro hijos, entre ellos el poeta. Del segundo tan sólo una, Mariana Sansón, que emigró a Cuba y vivió en La Habana casada con el canario Roberto Henderson.

            No hemos pretendido realizar un estudio biográfico del poeta [7], pero añadiremos que contrajo nupcias el día 20 de mayo 1834, sin el consentimiento de su padre, con su prima María de la Concepción Sansón y Plassón [8], con la que tuvo cuatro hijos. Dos de los varones se llamaron Plácido y, el otro, Andrés. Plácido Sansón y Sansón, el primero de este nombre, falleció a los diecinueve meses de su nacimiento en diciembre de 1835. Andrés murió tísico a los veinticuatro años de edad cuando estudiaba ingeniería. De la hembra, a la que llamaban familiarmente Concha, carecemos de noticias.

            Licenciado en Jurisprudencia en 1842, se incorporó al Ilustre Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife en 1844 y fue su secretario al año siguiente.

            Fiscal interino de Hacienda, fue aprobada su interinidad el 20 de noviembre de 1844. Nombrado en propiedad el 10 de abril de 1848, cesó en 1851.

            Oficial de la clase de segundos del Ministerio de la Gobernación en diciembre de 1862, cesó de nuevo por pase a otro destino el 31 de abril de 1869.

            Secretario del Gobierno  Civil de Madrid el primero de abril de 1869, fue cesado el 21 de abril de 1871.

            Oficial de la clase de segundos de Gobernación el 6 de julio de 1871, quedó cesante por reforma el 4 de agosto inmediato.

            Inspector de Hacienda de primera clase el 12 de agosto de 1871, cesó el 13 de marzo del año siguiente. Repuesto el 25 de junio del mismo año, volvió a cesar el 30 de abril de 1873.

            Miembro del Cuerpo de Letrados del Ministerio de Hacienda el 11 de abril de 1873, cesó el 8 de noviembre  del mismo año.

            Jefe de letrados de la Dirección General del Tesoro el 14 de febrero de 1874.

           José Plácido Sansón y Grandy falleció en Madrid, en el piso segundo del número 100 de la calle Mayor, a las once de la noche del día 25 de febrero de 1875, a causa de una pleuro-neumonía doble. No otorgó testamento y fue sepultado en la Sacramental de San Lorenzo.

***


            La amistad que unió a Sansón y Orihuela tuvo su inicio en Canarias y, más tarde, se consolidó en la Corte, donde Orihuela hizo de introductor del novel escritor tinerfeño en el ambiente literario madrileño. El propio Sansón da cuenta del camino seguido por esta relación en el siguiente texto publicado en El Museo Canario [9]:

            Emprendí la marcha a Madrid, mi sueño dorado de tanto tiempo. ¡Cuán pronto debía ver desvanecerse aquellas ilusiones!
            Después de instalarme en la calle del Olivo, mi primera salida fue a casa de B…
Hablamos largamente. Me trazó un rápido, pero verídico bosquejo de la Corte, de sus literatos, de las carreras, de los negocios; en fin, comenzó a desbaratar los risueños cálculos de mi fantasía.
            En seguida busqué a Orihuela. Fui a casa del editor del Tesoro de poetas españoles y americanos, y le dejé una tarjeta para aquel con las señas de mi habitación.
            Al otro día vino a verme Orihuela, el cual reanimó mis esperanzas.
            El estaba tronado.   
            A propósito diré unas cuantas palabras de este amigo.
Conocí por vez primera a Orihuela (Andrés Avelino) en Canarias, habiéndole conducido a Santa Cruz de Tenerife el mismo buque que condujo a Patricio Murphy, hermano gemelo de Ricardo. Allí me leyó algunas poesías defectuosísimas. Joven de talento, faltábale sin embargo instrucción, y en Cuba no se había cuidado de aprender la gramática castellana.
            Embarcose a poco para la Península, donde iba a terminar su carrera de jurisprudencia.
            Desde Madrid me escribió, diciéndome que estaba decidido a quemar todos sus versos y a empezar de nuevo, pues conocía el ningún valor de sus trabajos anteriores.
            Relacionose perfectamente, y, una vez recibido el grado, se volvió a La Habana.
            Principió entonces su vida aventurera.
            Allí publicó, en compañía de Teodoro Guerrero, un periódico satírico, El Quita Pesares.
Se casó, y en breve se separó de su mujer, yéndose a los Estados Unidos. Por aquel tiempo creo estuvo también en Veracruz, al frente de un periódico.
            Dotado de una movilidad de carácter extremada, se cansó pronto de Veracruz y de Nueva York, y dirigió el rumbo a España, fijándose últimamente en Madrid.
            Disfrutaba, a su llegada, algunas comodidades; pero, incapaz de economizar, mientras tuvo dinero se dio trato de príncipe. Gastó así, hasta quedarse sin un ochavo.
            Ha empezado varias cosas, y casi todas las ha dejado sin concluir; entre ellas el Tesoro.
            Orihuela me hizo conocer a los literatos y poetas residentes en Madrid. Me presentó a Rubí, Ventura de la Vega, Hartzembusch, Aguilera, García Gutiérrez, Príncipe, Florentino Sanz, Suárez Bravo, Valladares y Garriga, Cañete, Guerra y Orba (D. Aureliano), Gálvez Armandi, Cea, Retes, Barrantes, Diana, Canovas del Castillo, Núñez de Arce, Orgaz, García de Quevedo, Tabuérniga (marqués de), Delmonte, Arnao, etc., etc.


            En 1851, encontrándose privado de medios de subsistencia, y sin asomos de obtenerlos, escribió a La Habana; le enviaron unos cuartos, y con este pequeño socorro emprendió la marcha a París. Llevaba, en dos tomos manuscritos, varias poesías de vates españoles y americanos, y con ellos bajo el brazo, acudió a casa de un librero (Mr. Albert), le hizo proposiciones, que fueron aceptadas, y pudo establecerse en aquella capital.

            Pero Orihuela era incapaz de perseverar en la misma situación mucho tiempo. Sólo se publicaron dos tomos de la colección de poetas españoles y americanos del siglo XIX.

            En el segundo figuramos Ricardo Murphy y yo, con notas biográficas y retratos.



            Bibliografía de José Plácido Sansón:
            Ensayo crítico de las obras de Doña María Mercedes Letona de Corral. Imprenta de El Atlante. Santa Cruz de Tenerife. 1838.
            Ensayos literarios. Tomo I. Poesías. 1841. Tomo II. Tragedias. 1841. Tomo III. Poesía. 1841. Imprenta de La Amistad. Santa Cruz de Tenerife.
            La Familia. Madrid. 1854.
            Ecos del Teide.
            Flores del Alma.
            Anacaona. Tragedia en cinco actos y en prosa.
            Aben-Hamet. Tragedia en tres actos.
            Atreo y Tieste. Tragedia en cinco actos.
            La Noche de San Bartolomé. Drama.
            Zaluca. Drama.
            Rodrigo. Drama.
            Elvira. Drama.
            Una mujer. Drama.
            Hernán Peraza. Drama.
            Tarde y a tiempo. Drama.
            Víctima y Juez. Drama
            Pobre ciego. Comedia.
            Al borde del precipicio. Comedia en prosa.
            Tres para Una. Zarzuela.
            Elvira. Ópera.
            Jimena. Cuadro lírico-dramático.
            Amor conyugal. Cuadro lírico-dramático.
            Herida en el corazón. Novela. 1872.

            Traducciones del inglés:
            Mary Eva.
            Maga de la Montaña.
            Hipatía y Calixta.

            Traducciones del francés:
            Drama del 93, de Dumas.
            Los Miserables. [Fragmento] de Hugo.



 NOTAS
[1] PADRÓN ACOSTA, Sebastián: Poetas canarios de los siglos XIX y XX. Edición, prólogo y notas por Sebastián de la Nuez Caballero. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1978.
[2] GAVIÑO DE FRANCHY, Carlos: «Galería Canaria de Retratos. Andrés Avelino de Orihuela». Noticias. Número 12. El Museo Canario: Las Palmas de Gran Canaria, 2004.
[3] La Iglesia Católica celebra la festividad del noble patricio gallego San Froilán el día cinco de octubre, el siguiente al del nacimiento del poeta. El presbítero don Antonio Final puso al neófito bajo su protección. Libro XVI, f. 41v. Archivo de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, Libro XV, f. 41v.
Padrón Acosta, o sus transcriptores, confundieron la fecha del nacimiento de Sansón en Poetas Canarios de los siglos XIX y XX, donde se lee: 4 de octubre de 1815, p. 10, data que sin embargo figura correctamente en la obra del mismo autor, Retablo Canario del siglo XIX, p. 233.
[4] CIORANESCU, Alejandro. Historia de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Caja General de Ahorros de Canarias, 1998.
[5] Apunte manuscrito del archivo de don Sebastián Padrón Acosta en el que se anotan, dispersos, datos procedentes de los Apuntes biográficos, algunos de los cuales -como los aquí citados- no fueron utilizados en los estudios que dedicó el investigador a la figura de José Plácido Sansón [6]. Doña Juana de Grandy del Castillo [Santa Cruz de Tenerife, 1789-1822] fue fruto del segundo matrimonio del diputado de Abastos don Carlos de Grandy, natural de Venecia, e hijo de don Francisco de Grandy y doña María de la Concepción Calzabara, con doña Rita del Castillo, quien a su vez lo era de don Matías Antonio del Castillo y doña María del Patrocinio Rodríguez. Esta familia nada tenía que ver con otros Grandy radicados en Santa Cruz de Tenerife en la primera mitad del siglo XVIII, descendientes de don Anastasio de Grandy de la Rosa, oriundo de Cádiz, donde había nacido en 1723.
[7] Para la biografía de José Plácido Sansón, vide: PADRÓN ACOSTA, Sebastián. Poetas canarios de los siglos XIX y XX. Edición, prólogo y  notas por Sebastián de la Nuez Caballero. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1978.
_____________________. Retablo Canario del siglo XIX. Edición, notas e índices por Marcos G. Martínez. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1968.
_____________________. «Lo que escribió de Prim el poeta tinerfeño Plácido Sansón. El Día. Santa Cruz de Tenerife, 21 de octubre de 1944.
SANSÓN GRANDY, José Plácido. «De Canarias a Cádiz. Fragmento de mi libro de memoria». El Museo Canario. Santa Cruz de Tenerife, 27 de mayo de 1868.
________________________. «Apuntes». El Museo Canario. Santa Cruz de Tenerife, 12 de junio de 1868.
________________________. «A propósito de don José Zorrilla. Fragmento de un libro inédito». El Museo Canario. Santa Cruz de Tenerife, 27 de junio de 1868.
________________________. «Apuntes. Fracmento (sic) de mi libro de memoria». El Museo Canario. Santa Cruz de Tenerife, 12 de agosto de 1868.
VV. AA. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Espasa-Calpe: Bilbao-Madrid-Barcelona, 1926.
VIZCAYA CÁRPENTER, Antonio. Tipografía Canaria. Santa Cruz de Tenerife: Instituto de Estudios Canarios, 1964, p. 66.
[8] Expediente de dispensa de parentesco. Legajo número 1038. Documento 28. Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de La Laguna. Quiero expresar mi agradecimiento a don Miguel Ángel Navarro Mederos, director del archivo, y a la conservadora doña Carmen Luz Hernández González, por cuantas facilidades me ofrecieron a la hora de consultar la documentación relativa a Sansón que se custodia en el mismo. Doña María de la Concepción Sansón y Plasson, fue hija del capitán de Milicias don Rafael Sansón y de doña Catalina Plasson. Libro XII, f. 31v. Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife.
Plácido Sansón y Sansón, nació el 2 y fue bautizado el 7 de enero de 1839, en la parroquia de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, con los nombres de Plácido, Rafael, Isidoro del Santísimo.
[8 bis] Registro Civil del distrito de Palacio. Libro XX, f. 339, núm 326.
Defunción de María de la Concepción Sansón y Plasson. Registro Civil de Madrid, distrito de la Universidad. Libro XVI de Defunciones, f. 63. Fue inscrito a las 4 de la tarde del día 3 de enero de 1876 y se encontraba domiciliada en la Ronda del Conde Duque, núm. 11. Murió a las 6 de la tarde del día 2 anterior a consecuencia de una dolencia pulmonar. Como su marido, no otorgó testamento.
[9] SANSÓN GRANDY, José Plácido. «De Canarias a Cádiz. Las corridas de toros. Sevilla. Mi llegada a Madrid. Orihuela. Fragmento de mi libro de memoria». El Museo Canario. Numero 20. Santa Cruz de Tenerife, 27 de mayo de 1868.